Desamortización y Transformación Económica en la España del Siglo XIX: Agricultura, Industria y Comercio

Las Desamortizaciones y la Transformación Económica en la España del Siglo XIX

Introducción

Durante el reinado de Isabel II (1833-1868), el Estado impulsó procesos desamortizadores encaminados a recaudar fondos públicos. Igualmente, a lo largo del siglo XIX, existió una tímida evolución desde las estructuras económicas del Antiguo Régimen hacia una economía industrial. No obstante, esta transformación estuvo limitada a determinadas zonas del país.

Las Desamortizaciones

Entre los siglos XVI y XVIII, España padeció un escaso crecimiento económico, al contrario que muchos países europeos. Esto se debió principalmente a su política imperial, a los problemas derivados del sector agrícola y a la situación jurídica de la mayoría de las propiedades agrícolas, pues se encontraban en manos muertas; es decir, no se podían vender, canjear por deudas o dividir, al estar bajo régimen de señorío o mayorazgo, o bien por estar en manos de los ayuntamientos.

El Liberalismo y los Primeros Debates Desamortizadores

Durante la regencia de Mª Cristina (1833-1840), Mendizábal es nombrado ministro de Hacienda. Así, Flórez Estrada y él debaten acerca de la desamortización de bienes fundamentales eclesiásticos. Flórez Estrada proponía una reforma agraria que debía favorecer principalmente a los campesinos, planteando al mismo tiempo una reforma social mediante un reparto más equitativo de la riqueza. Concretamente, quería entregarles a crédito lotes de tierra para aumentar su productividad. Sin embargo, la falta de recursos estatales y los gastos de la guerra carlista impidieron que se llevara a cabo, y parte de la influyente burguesía y la nobleza se oponían a él, pues veían en la desamortización una ocasión para aumentar su patrimonio. Así, se desechó y se llevó a cabo otro planteado por Mendizábal y sin trasfondo social.

La Desamortización Eclesiástica de Mendizábal

En 1836 se promulga el decreto de desamortización por el cual se ponen en venta los bienes del clero regular para destinar fondos al pago de la deuda pública. Los grandes beneficiados fueron la burguesía y nobleza, pues eran los únicos con capacidad económica para adquirir los bienes y podían realizar el pago con los títulos de la deuda que poseían. Esto supone un respiro económico para el liberalismo, pues se consiguen recaudar millones de reales.

La Desamortización Civil de Madoz

Desde 1855 (durante el Bienio Progresista) hasta el final del reinado de Isabel II, el ministro de Hacienda Pascual Madoz impulsó un nuevo proceso de desamortización civil, que afecta principalmente a bienes municipales. Esta fue la desamortización que más recaudó y sus objetivos eran disminuir la deuda pública y financiar el Plan de Ferrocarriles (1855).

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las consecuencias de las desamortizaciones no fueron exitosas, pues la precipitada puesta a la venta de una masa patrimonial tan grande, así como la apremiante necesidad de minimizar la deuda pública, que no pudo eliminarse totalmente, provocaron que el Estado recaudará menos que si el proceso hubiese sido más lento.

En aquellas áreas donde predominaba el latifundismo se acentuó la desigual distribución de la propiedad de la tierra, la situación de los campesinos empeoró con los nuevos contratos de arrendamiento y aumentó la conflictividad social, impulsando el desarrollo del anarquismo en zonas rurales. Podemos añadir que las desamortizaciones afianzaron el régimen liberal en la burguesía y nobleza, pues el absolutismo habría devuelto los bienes desamortizados a la iglesia y no se habrían beneficiado.

La España Rural del Siglo XIX: La Inexistente Revolución Agrícola

La industrialización en España durante el siglo XIX fue notablemente más tardía y superficial respecto a otros países europeos debido a la existencia de una agricultura estancada pues, aun siendo el sector con mayor peso económico, careció de la revolución agrícola que otros países llevaron a cabo previamente a la revolución industrial. La agricultura española se caracterizó por unos bajos niveles de producción y productividad que impidieron la aparición de excedentes agrícolas necesarios para propiciar un aumento de la población rural. Así, se produce un éxodo rural a las ciudades y el sector agrícola configura el inicial mercado para financiar las actividades industriales posteriores.

El Desarrollo Industrial en España

A pesar de la fallida revolución industrial en el siglo XIX español, ésta no se dio en todo el país, pues cabe destacar las excepciones de Cataluña y la siderurgia vizcaína.

La industria textil catalana fue pionera en la industrialización española porque convergían condiciones favorables para su desarrollo. Así, esta industria se desarrolló a partir de un fuerte proteccionismo y la introducción de la máquina de vapor, con una dependencia energética exterior (la mayor parte del carbón procedía de Gran Bretaña). Su mercado quedó limitado a la demanda nacional, además de Cuba, y absorbió mano de obra procedente de otras regiones españolas.

Por otro lado, Vizcaya se convirtió en la región mayor productora de hierro debido a la abundancia de yacimientos de hierro de buena calidad, que impulsó el eje comercial Bilbao-Cardiff. Así, desde Bilbao se exportaba hierro a Gales y se importaba carbón. Las empresas siderúrgicas vizcaínas (como Altos Hornos de Vizcaya) tuvieron fuerte participación de capital inglés.

La Política Comercial: Proteccionismo y Librecambismo

Durante el siglo XIX se debatió entre una política librecambista, para estimular la economía y obtener ingresos aduaneros, y una política proteccionista, que anulase los ingresos aduaneros con el fin de cuidar la producción nacional. En general, la política comercial española fue más proteccionista que el resto de Europa, aunque también trataron de proteger sus industrias. El proteccionismo encontró apoyos en la industria textil catalana, la siderurgia vasca, los grandes propietarios cerealistas y los productores de carbón, mientras que el librecambismo encontró apoyos en las empresas importadoras y compañías ferroviarias.

Se identifican diferentes periodos de las políticas comerciales en España. El predominio proteccionista inicial pasó a una etapa librecambista que rebajaba notablemente los aranceles de los productos industriales, gracias a Figuerola. Más tarde, imperó nuevamente el proteccionismo con la Ley de Aranceles (1891) de Cánovas.

El Desarrollo del Ferrocarril

El trazado de las líneas ferroviarias se aceleró gracias a la desamortización de Madoz y a la Ley General de Ferrocarriles (1855), que propició la creación de sociedades anónimas ferroviarias, al conceder subvenciones y facilidades comerciales para la importación de material ferroviario, y la llegada de grupos financieros extranjeros (principalmente franceses) que obtuvieron licencias de explotación del ferrocarril. Un nuevo impulso ferroviario coincidió con el desarrollo de la minería, por lo que algunos trazados conectaron con zonas mineras.

La red ferroviaria adoptó un trazado radial con centro en Madrid que propició una mala comunicación entre áreas periféricas. Además, la accidentada orografía existente en España dificultó la construcción del ferrocarril, pues se requirió un mayor ancho de vía respecto al europeo debido a la necesidad de una mayor base de apoyo. Otros avances en transporte y comunicaciones fueron la extensión de la navegación de vapor, la modernización del sistema de correos y el inicio de la telegrafía eléctrica.