B OBJETIVOS
• Los liberales atacan la propiedad vinculada o de “mano muerta”, creen que obstaculiza el crecimiento económico, y defienden la propiedad individual con plena libertad del dueño para comprar, vender, arrendar y cultivar. Esto traería una agricultura moderna, capitalista, sujeta al mercado, en el que confían ciegamente.
• En principio, pretendió un mejor reparto de la tierra para crear una clase media de propietarios que lograse rentabilizar la agricultura (veremos que no se hizo así).
• Reducir el “espantoso” déficit de Hacienda al vender esas tierras y tener fondos para la Guerra Carlista.
• Conseguir apoyo al régimen liberal entre los nuevos propietarios, burgueses y ricos en general, muy interesados en que triunfara para conservar sus nuevas adquisiciones.
• Debilitar al clero, en cuanto pilar del Antiguo Régimen, en especial al regular (órdenes religiosas), apoyo del carlismo.
C DESAMORTIZACIÓN ECLESIÁSTICA DE MENDIZÁBAL
Las Cortes de Cádiz estimaron que la iglesia poseía el 18% de la propiedad. En el trato a sus colonos, el clero era más generoso que los nobles. Mendizábal declaró “en beneficio de los labradores” la incautación de las propiedades de las órdenes religiosas (excepto las dedicadas a hospitales y enseñanza) en 1836, y del clero secular (parroquias, obispados, etc.) en 1837, pasando a ser bienes nacionales. Luego se subastaron dando enormes facilidades de pago (podía pagarse a plazos y con títulos de deuda del estado, cuyo valor real era nulo). Dada la enorme oferta repentina de tierra, su precio fue una ganga. El comprador hizo un negocio redondo, fabulosamente lucrativo. En contra del propósito de Mendizábal, los pequeños campesinos no pudieron comprar, pues, para impedirlo, los ricos organizaron la subasta con lotes de tierra muy grandes, y la urgencia obligó a hacerlo de modo precipitado.
D LAS DESAMORTIZACIONES CIVILES
D.1 LEY DE DESVINCULACIÓN DE PATRIMONIOS DE LA NOBLEZA (1836)
Elimina el mayorazgo –que obliga a dejar íntegra la herencia al primogénito– y los derechos señoriales, en concreto el señorío jurisdiccional. Este último no era un título de propiedad efectiva; sólo daba al noble, como “señor de vasallos”, derecho a cobrar un tributo, impartir justicia, etc. Esta ley ya la promulgaron las Cortes de Cádiz a favor del campesino; al aplicarla más de 20 años después, se interpretó a favor de los nobles: éstos renunciaban a los derechos señoriales y jurisdicción, pero a cambio se declaraban únicos propietarios de las tierras. El gobierno se inhibió ante las protestas de los campesinos y dio la palabra a los jueces (siempre fallaban en favor del poderoso). Así se consumó una fabulosa usurpación de tierras. Los nobles dispondrán de las tierras solariegas (propiedad de la casa) y de otras de señorío jurisdiccional que no lo eran. Miles de campesinos se ven de golpe sin nada: fue “el mayor latrocinio de nuestra historia”.
D.2 DESAMORTIZACIÓN DE LA PROPIEDAD MUNICIPAL (obra de MADOZ en 1855)
La Ley de Desamortización General de Pascual Madoz, más demoledora, intensificó el proceso (1855 fue el año de mayor volumen de ventas). Vendía todos los bienes de propiedad colectiva, liquidando los que quedaban de la Iglesia. Especialmente afectó a las tierras de los ayuntamientos: de propios (arrendadas para cubrir los gastos municipales) y comunales (que todos los vecinos podían aprovechar gratis), aunque en principio no debían venderse, los ricos presionan para que también se liquiden. Algunos campesinos pequeños propietarios pudieron comprar. Madoz introdujo un matiz social con el fin de que una parte se repartiera a los vecinos más pobres, las “suertes”; pero por su mala calidad y reducido tamaño, apenas surtió efecto. Pese a compensar a los ayuntamientos con títulos de deuda, su economía quedó muy dañada: una de sus consecuencias fue el freno a la escolarización gratuita.
D.3 1865: SE LIQUIDÓ EL REAL PATRIMONIO. El 25% fue para la fortuna personal de la Reina, el resto al Estado.
E CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES
– Política. Nobles y burgueses, muy beneficiados, apoyaron al régimen liberal.
– Fiscales. Fue un parche para la Hacienda, sólo saldó parte de la deuda pública, que volvió a crecer. Parte del dinero de la Desamortización de Madoz se invirtió en el ferrocarril.
– Social. Fue el lado más negro, un fraude y fracaso total. Triunfó totalmente la oligarquía: se forma una burguesía terrateniente; la gran nobleza aumenta sus propiedades. Se vende el 50% de la tierra útil, pero pocos campesinos compran fincas. Destruyó sistemas centenarios de autogestión y colaboración de los vecinos en las tierras comunales y de propios que beneficiaban especialmente a los más pobres. El campo se proletariza, se endurece el régimen de trabajo: ahora la mayoría (54%) son jornaleros (sin tierra, padecen miseria, explotación y largos periodos de paro); los arrendamientos son a corto plazo. En el sur, la situación era dramática.
– Agrarias y ambientales. En general, no se mejoró la explotación, pero crece la producción al aumentar las roturaciones a costa de una brutal deforestación: la mayor catástrofe ecológica sufrida por la península ibérica durante los últimos siglos. El hambre endémica se desterró en parte (pasamos de importar a exportar trigo).
– El clero. Abominó del liberalismo avanzado al sufrir un duro golpe. El regular casi desaparece; el secular dependerá de la asignación del Estado para compensarlo. El Concordato de 1851 acepta la incautación.
– Expolio y pérdida de una gran parte del patrimonio artístico y cultural.
– La desamortización municipal se prolongó hasta 1924.
REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1868, “LA GLORIOSA”
CAUSAS Se viene incubando desde 1866.
● Crisis del régimen de Isabel II, de espadones, desprestigiado y corrupto, que, al marginar a los progresistas, los aboca al pronunciamiento. A su ceguera social, se une la dura represión de las protestas e intentonas: Noche de S. Daniel (1865) y Sublevación de sargentos de S. Gil en 1866.
● Mueren sus principales figuras, O’Donnell (Unión Liberal) y Narváez (moderado).
● Crisis económica desde 1866. El paro y la carestía soliviantan a las masas desheredadas.
● Nuevas fuerzas ansían una renovación profunda: demócratas, republicanos y movimiento obrero.
“LA GLORIOSA” En 1866, el Pacto de Ostende une a demócratas y progresistas para derribar a Isabel II, formar juntas revolucionarias que unan a las masas y abrir cortes constituyentes por sufragio universal. La dirige Prim, carismático general progresista adorado por el pueblo, al que se le une Serrano (de Unión Liberal) que consigue el apoyo burgués.
En septiembre de 1868, la escuadra se subleva en Cádiz con el manifiesto “Viva España con honra”. Por toda España, las juntas revolucionarias, con apoyo popular y demócrata, exigen eliminar los consumos y las quintas (los ricos podían librarse del reclutamiento). Triunfa la “Gloriosa”, e Isabel II marcha al exilio. El pueblo lo vivió como un signo mesiánico, con la esperanza de que resolvería todos los males. El desengaño era inevitable.
GOBIERNO PROVISIONAL Y CONSTITUCIÓN DE 1869
El Gobierno Provisional de Serrano y Prim disuelve las juntas. Los gobiernos del Sexenio temen una revolución social que se les escape de las manos. Con el librecambista Figuerola, la economía remonta. Mientras, estalla la rebelión en Cuba, “Guerra de los diez años”. Las elecciones a cortes constituyentes, primeras por sufragio universal –y limpias– en España, las ganan los progresistas. Promulgan la Constitución de 1869, la más democrática del XIX, cuyas características son:
– Monarquía democrática: El papel del rey es moderador, puede nombrar y cesar ministros.
– Soberanía nacional (en exclusiva, no del rey). División de poderes efectiva; cortes muy fortalecidas, bicamerales votadas por sufragio universal.
– Amplísima declaración de derechos y libertades: prensa, asociación, enseñanza, libertad de culto (aunque el estado mantiene a la Iglesia). Este último punto fue muy polémico.
Una vez aprobada, Serrano fue regente y Prim, primer ministro. Prim buscó un nuevo rey en las casas reales de Europa, pero nadie aceptaba la oferta (humillante, pero cierto).
Fuerzas políticas de la época: la desunión era tal, que varias guerras civiles estaban en el aire.
– Gobierno: Unión Liberal (Serrano, oligárquico), progresistas (Prim, burgués) y demócratas (clases medias e intelectuales).
– De los demócratas se escinden los republicanos (Pi i Margall y Castelar). El pujante partido republicano federal defiende avances sociales. Por eso, hubo motines obreros que luchaban por la “federal” sin entender qué era eso, al confundirlo con lo “social” con un matiz libertario.
– Oposición al régimen: Carlistas (pretendiente, Carlos VII) reforzados por los neocatólicos, opuestos a la libertad de culto. Tras probar la vía parlamentaria, preparan la 3ª Guerra Carlista.
Moderados alfonsinos (Cánovas y oligarquía conservadora). Apoyan al hijo de Isabel II y defienden la esclavitud. Son muy minoritarios, pero la evolución del Sexenio les ganó apoyos. Movimiento obrero. Organizado legalmente desde 1869; se vinculó a la AIT.
AMADEO I DE SABOYA (1871-1873)
Tras barajar otros candidatos, Prim lo convence y las cortes aceptan. Hijo de Víctor Manuel II, enfrentado al papa al unificar Italia, ofrecía garantías como monarca constitucional y democrático. Su valedor, Prim, es asesinado –nunca se supo el inductor– al llegar Amadeo. Pese a esmerarse por ser buen rey, encontró un gran vacío a su alrededor y el rechazo de católicos -por hijo del enemigo del papa-, republicanos, alfonsinos y carlistas. Las clases altas repudian la “monarquía artificial” democrática, con libertad de culto y derecho de asociación: más de lo que podían soportar. Egoísmos y rencillas dividen ferozmente a los políticos (32 partidos). La gestión política será muy inestable y difícil -una inmensa olla de grillos- con una sucesión alocada de gobiernos (seis en dos años: era imposible formar mayorías ni coaliciones). Empieza la Tercera Guerra Carlista y se recrudece la de Cuba (en su trasfondo, la esclavitud). Amadeo, harto y descorazonado, renuncia al trono y se va.
LA I REPÚBLICA (FEB. 1873-ENERO 1874)
Tras dimitir el rey, las cortes por su cuenta, sin convocar elecciones, proclaman la república. Los republicanos, al no haberse estrenado en el poder, eran los únicos no desprestigiados, intelectuales brillantes, muy teóricos. Su dilema fue la pugna entre república federal o unitaria. El federalismo recordaba los reinos históricos; partía de unidades autónomas cuyo poder fluye por una serie de pactos libres “de abajo-arriba”. Para las masas, la república (“la federal”) es la oportunidad de una revolución que consiga justicia social –como eliminar quintas y repartir tierras–. La República intentó avanzar en legislación social: jurados mixtos (diálogo obreros-patronos), trabajo infantil, etc. Tuvo cuatro presidentes del gobierno y proyectó la constitución federal del 73, que no vio la luz. Esto da idea del cúmulo de dificultades, el caos reinante y la enorme oposición: alfonsinos, guerra en Cuba, los carlistas más fuertes que nunca en el norte, motines de juntas y anarquistas en la “franja de las revoluciones”. Muchos culpan a la República del desorden.
● El primer presidente, Figueras, superado por los motines federales, se marchó.
● Con Pi i Margall, figura más destacada de la I República, triunfa el federalismo; no llegó siquiera a gobernar por el levantamiento cantonal, más fuerte en Andalucía y Levante (foco principal, Cartagena). El cantonalismo, radicalización del federalismo, descuartizó el poder en pequeñas repúblicas federales autónomas en cada ciudad; se aliñó con toques de anarquismo, resentimientos locales e ideas descabelladas (declararse la guerra entre ellos) aunque no era separatista.
● Los unitarios Salmerón, que intenta restablecer la autoridad (dimite al negarse a firmar penas de muerte), y luego Castelar, dan un giro conservador para imponer el orden con apoyo del ejército. Los diputados federales acusan a Castelar de dictador con una moción de censura que le obliga a dejar el poder. Para evitar desórdenes mayores, el golpe republicano del general Pavía, partidario de Castelar, disuelve las cortes.
En 1874, el nuevo gobierno provisional de Serrano domina el cantón de Cartagena. Es un compás de espera hasta la llegada de la Restauración con Alfonso XII.
– ¿Qué es la desamortización? Eliminar el régimen de “mano muerta” por el que las propiedades de la iglesia, la nobleza y ayuntamientos -70% de la tierra útil- eran “bienes raíces” inmovilizados, vinculados perpetuamente a la institución, lo que impedía su venta o enajenación. Se criticaba en ellas la ineficacia de los cultivos. No se limitó a desvincular las tierras: las de la iglesia y los ayuntamientos fueron incautadas.