– Los Desafíos de la Industria Española
La industria española enfrenta diversos problemas estructurales que afectan negativamente su competitividad frente a la economía europea y global.
- Dominan las pequeñas y medianas empresas, que se adaptan mejor a las demandas del mercado y presentan menos conflictos laborales, aunque no permiten economías de escala ni grandes gastos en nuevas tecnologías.
- La productividad industrial es inferior a la de la Unión Europea, hecho que incrementa el coste laboral.
- El nivel de intensidad tecnológica es bajo y el porcentaje de inversión en I+D es insuficiente.
Esto provoca una balanza tecnológica deficitaria. Las principales empresas de automóviles, maquinaria eléctrica, aparatos electrodomésticos y productos farmacéuticos fabrican mayoritariamente con patentes extranjeras, que son una buena fuente de ingresos para los países que las crean, pero un enorme gasto para países como España, que deben pagar por su aplicación. Es fundamental, por tanto, dedicar un porcentaje más elevado del PIB a I+D y fomentar la mejora del sistema educativo y la formación técnica laboral.
– Cambios en la Organización Empresarial y en la Planificación Industrial
Innovaciones técnicas permiten obtener mucha información, transmitirla a grandes distancias en tiempo real y aplicarla.
- Cambios tecnológicos permiten flujos materiales de mercancías y personas, y flujo de materiales de capital e información.
- La gestión y estudio de cómo y dónde hay que invertir el capital para obtener los máximos beneficios resulta decisivo.
- Parques tecnológicos en los cuales técnicos cualificados idean innovadores procesos y crean nuevos productos.
– La Integración de España en la CEE
España hizo un gran esfuerzo al abandonar su política proteccionista y reconvertir sus empresas para poder ser competitiva a nivel mundial cuando, en 1985, se firmó el tratado de adhesión a la CEE. España se convirtió en receptor de recursos procedentes del presupuesto comunitario. Esos fondos se invirtieron principalmente en la mejora de las infraestructuras básicas, la formación y el desarrollo tecnológico, la aplicación de políticas ambientales, la modernización de proyectos rentables y la integración en proyectos internacionales de investigación.
Las mejoras iban dirigidas a aumentar la competitividad. El liberalismo económico que impuso la Comunidad Europea supuso la progresiva privatización de las empresas públicas.
– Las Directrices Industriales de la UE en la Actualidad
La industria europea tiene graves problemas: la desaceleración de su productividad, la competencia de los nuevos países emergentes en los sectores tradicionales y en los sectores de innovación y las TIC. Dicha globalización ha favorecido la deslocalización tanto de empresas tradicionales, que ocupan mucha mano de obra, como de industria de alta tecnología. La industria debe ser capaz de competir a nivel mundial. Para ello, necesita:
- Aumento continuado y sostenible de la productividad a base de innovación.
- Profesionales mejor preparados con una formación laboral como en EE.UU. y Japón.
- Una mayor inversión en I+D y conseguir un mayor número de patentes europeas.
- Fomentar la cooperación tecnológica.
La Crisis de la Construcción
La crisis financiera mundial, declarada a partir de 2007, provocó el final de la llamada burbuja inmobiliaria y la brusca desaceleración del sector de la construcción. En 2008, el desempleo aumentó e involucró a otros sectores relacionados, como los materiales para la construcción, madera, pintura, muebles, sanitarios, fontanería o electrodomésticos. No ha sido hasta 2014 cuando se han empezado a crear puestos de trabajo netos en ese sector, lo que para algunos analistas significa el final de la crisis. El paro y el endeudamiento de las familias supusieron una disminución del consumo, por lo que también se restringieron los créditos.
La Reestructuración de la Industria Española
Durante los primeros años de la década de los ochenta, se promovió el desarrollo industrial con la creación del Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa Industrial y se facilitaron créditos para nuevas empresas. Las medidas más importantes fueron: La reconversión de los sectores menos productivos, que afectó en especial a la siderurgia y a las industrias dependientes de ella, como los astilleros y los automóviles. La eliminación de las empresas con demanda insuficiente, como las industrias de línea blanca de electrodomésticos y las textiles y de calzado, por la fuerte competencia de los NPI. Para reducir el gasto de petróleo, se fomentó la explotación de carbón y se aumentó la capacidad de las hidroeléctricas y térmicas.