La filosofía política
Es la profesión más antigua del mundo”, afirmó una vez en broma el expresidente de los Estados Unidos Ronald Reagan en 1977. Con el permiso de Reagan, habría que decir que la política es más antigua todavía que la considerada primera de todas las profesiones: parece que comportarse
políticamente es algo inseparable del hecho mismo de ser humanos
El filósofo griego Aristóteles definíó al ser humano como zoon politikon mas exactamente como un “animal político”.Pues para él las personas nos expresamos y desarrollamos más plena y propiamente en el contexto de la ciudad-Estado griega, la polis, palabra de la que deriva precisamente “política´´ es nuestro hábitat natural en tanto que animales políticos, el lugar donde nos relacionamos y donde colaboramos para establecer leyes y crear instituciones justas
La política sería innecesaria si todos y todas tuviésemos las mismas opiniones acerca de los temas relacionados con nuestra vida en sociedad. La necesidad de la política es debida a que no hemos llegado a un acuerdo general acerca de cómo debemos repartir las cosas buenas de la vida, o de quién debe ejercer la autoridad sobre quién.
– El estado de naturaleza (Hobbes, Locke, Rousseau, el anarquismo)
Thomas Hobbes (1588-1679) ,muy preocupado por la Guerra Civil inglesa, creyó que su país estaba cayendo en un estado de naturaleza. Su obra Leviatán (publicada en 1651)
describíó lo desagradable que sería convencer a los lectores de las ventajas de tener un gobierno
. Según Hobbes
No hay nada peor que una vida sin protección del Estado, por lo que es crucial que exista un gobierno fuerte que impida que caigamos en una guerra de todos contra todos.
Los seres humanos buscamos constantemente la “felicidad” que es igual al éxito continuado en la consecución de los objetos de nuestros deseos. La búsqueda de una felicidad segura es lo que nos acaba conduciendo a la guerra.
Para Hobbes los seres humanos somos iguales todos poseemos la misma fuerza y habilidad, y cualquiera puede acabar matando a cualquiera
John Locke (1632-1704) Mientras que Hobbes identifica el estado de naturaleza con un estado de guerra Locke dice que es un error. Locke piensa que es posible vivir una vida digna y buena sin un gobierno establecido.
La ley de la naturaleza, según la cual nadie debería perjudicar a otro en su vida, salud, libertad o posesiones. Locke afirma que todos los hombres deben tener el derecho natural de castigar a aquellos que violen la ley de la naturaleza.
En consecuencia, el intento de administrar justicia, incluso entre los que están dispuestos a respetar la ley, constituye en sí mismo una poderosa fuente de disputa.
Para Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), Hobbes y Locke pasaron por alto un aspecto crucial de la motivación humana
-la piedad y la compasión-
Rousseau cree que “el hombre siente una repugnancia innata al ver sufrir a un semejante”.
El hombre salvaje, según Rousseau, se mueve por autopreservación y piedad.
Parte de la explicación que ofrece Rousseau del hombre salvaje es que la naturaleza le ha equipado para sobrevivir solo: es fuerte y veloz, competidor en pie de igualdad con las bestias salvajes y, generalmente, sin enfermedades
Pero el ser humano no somos como las bestias, sino que tenemos dos atributos especiales: la voluntad libre y la capacidad de mejorarnos a nosotros mismos
El anarquista ruso Piotr Kropotkin (1842-1921) sostuvo que todas las especies animales, incluida la humana, progresan mediante el “apoyo mutuo” En opinión de Kropotkin, las especies más aptas son aquellas que están preparadas para la cooperación.
– El Estado y su justificación
Existen muchos tipos de Estado. Muchos vivimos en modernas democracias liberales pero todavía hoy hay personas que viven bajo dictaduras de distinto tipo. El sociólogo Max Weber (1864-1920) lo enunció así: los Estados tienen el monopolio de la violencia legítima.
En un Estado cualquiera, se considera que la violencia o coerción es algo que concierne exclusivamente al Estado, bien directamente mediante sus agentes -la policía y los juzgados
– Por otro lado, concedemos al Estado el monopolio de la violencia legítima porque el Estado acepta o debe aceptar la responsabilidad de proteger a todas las personas que vivimos en el interior de sus fronteras contra cualquier tipo de violencia ilegítima Estas dos cualidades definitorias de un Estado presentan problemas, pues se dan casos en los que el Estado puede ejercer violencia ilegítima (como en el caso del “terrorismo de Estado“)
– El contrato social
El filósofo John Locke (1632-1704) señala que aunque pueda ser cierto que para mí sea ventajosa la existencia del Estado, de ahí no se sigue que el Estado esté justificado.
Los seres humanos tenemos un derecho natural a la libertad, por lo que el único modo de que llegue a existir un poder político sobre mí es que yo le dé mi propio consentimiento.
Detrás de la teoría del contrato social se encuentra el proyecto de tratar de mostrar que los individuos dan su consentimiento al Estado.
El filósofo David Hume (1711-1776) escribíó al respecto: escribíó al respecto: “¿podemos afirmar en serio que un pobre campesino o artesano es libre de abandonar su país, cuando no conoce la lengua o las costumbres de otros y vive al día con el pequeño salario que gana?
2. ¿Quién debería gobernar?
El Estado está justificado, la mayoría vivimos en uno y esto no va a cambiar pronto. Por lo tanto a todos, también a los anarquistas, nos interesa la cuestión de qué tipo de Estado y gobierno debería gobernar. ¿Cómo debería ser este gobierno? ¿Quién debería gobernar? Hoy en día existe un amplio consenso según el cual la democracia es el único régimen plenamente justificable.
– Platón contra la democracia
La democracia es “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Que la democracia es el gobierno “para el pueblo” significa que los gobiernos democráticos gobiernan -o deberían gobernar- en interés de los gobernados
. La democracia es, también, “gobierno del pueblo”, pues se entiende que un Estado democrático tiene solo poder sobre el pueblo que compone el electorado en cuestión y no sobre otro territorio que no haya dado su consentimiento. “gobierno por el pueblo”, pues es el propio pueblo el que gobierna, esto es, se da una suerte de autogobierno colectivo. El filósofo griego Platón (427-347 a. C.) se opuso al gobierno democrático mediante un argumento llamado “analogía del oficio”.
La idea es sencilla
Cuando uno está enfermo y desea que le recomienden algo para mejorar su estado de salud, recurre al experto, al médico, esto es, alguien a quien consideramos especialmente preparado para realizar ese trabajo
. Para tomar decisiones políticas -decisiones en interés del Estado- se requieren ciertas habilidades y conocimientos. Por eso, Platón pide que la política esté en manos de expertos.
Estos expertos los llamafilósofos. Platón diseña todo un exigente plan de formación que comprende una vida entera.
– Rousseau y la voluntad general
Rousseau comparte con Platón que la actividad de gobernar requiere un tipo de entrenamiento o educación especial pero niega que los beneficiarios de esa educación hayan de ser sólo unos pocos. Es mejor que cada persona adquiera las habilidades apropiadas y luego participe activamente -democráticamente- en el gobierno.
Los ciudadanos han de ser educados a “no querer nada que contradiga la voluntad general de la sociedad. Rousseau afirma que es preciso que no haya grandes desigualdades: “que ningún ciudadano sea lo bastante opulento para poder comprar a otro, y ninguno lo bastante pobre para ser constreñido a venderse”.
– Democracia representativa
En comunidades que exceden ciertos límites de población resulta difícil imaginar cómo podrían todos y cada uno de los ciudadanos participar personalmente en todos los asuntos públicos. Existe un modelo que nos es muy familiar, defendido por el filósofo John Stuart Mill(1806-1873), que trata de resolver este problema: “puesto que en toda comunidad que exceda los límites de una pequeña población, nadie puede participar personalmente sino de una porción muy pequeña de los asuntos públicos, el tipo ideal de un Gobierno perfecto, es el Gobierno representativo”. En la democracia representativa el pueblo elige a unos representantes, y luego estos representantes hacen las leyes y las ejecutan. Lo positivo de la democracia para Mill es que favorece el surgimiento de una ciudadanía activa (frente a la pasividad e inacción ciudadana del despotismo) y eso, opina, es positivo para la propia prosperidad del Estado. Es importante educar a los ciudadanos para la ciudadanía y el medio más eficaz para conseguir este fin consiste en hacer participar a la gente en los asuntos públicos.
3. La distribución de la propiedad
Al comienzo dijimos que una de las dos preguntas de las que se ocupaba la filosofía política era “¿quién consigue qué?”, cuestión que tiene que ver con la distribución de derechos y libertades (¿qué derechos y libertades se deberían disfrutar?); pero también con la distribución de los bienes materiales que hay en una sociedad: ¿en virtud de qué debería la gente poseer propiedades, riqueza, dinero? ¿Cómo debería distribuirse la propiedad? El término que en filosofía política trata de englobar este conjunto de cuestiones se denomina “justicia distributiva”. El filósofo Karl Marx (1818-1883), junto a su compañero Friedrich Engels (1820-1895), realizó una dura crítica contra el libre mercado. El mercado capitalista está sujeto a un “ciclo comercial” de prosperidad y quiebra, que provoca inevitablemente una crisis tras otra, no habiendo conseguido nunca políticos ni economistas evitar este ciclo destructivo. En el libre mercado capitalista el trabajo es degradante e inadecuado para los seres humanos, pues el interés por obtener siempre beneficios provoca que se adopten métodos de producción que desarrollan una división del trabajo en la que el trabajador suele realizar una tarea especializada, aburrida y repetitiva