El Imperio Ruso en el Siglo XIX
El Imperio ruso era gobernado autocráticamente por los zares. Durante la primera mitad del siglo XIX, el país permaneció ajeno a los cambios económicos y sociales de la Revolución Industrial. Rusia era un país de base rural, con una mayoría de siervos. Los zares concentraban todos los poderes: decretaban las leyes, designaban ministros y tenían autoridad religiosa. A diferencia de los monarcas occidentales, el zar no tenía limitaciones parlamentarias o constitucionales, gobernando con el apoyo de la policía política (Ojrana) y una compleja burocracia.
Estructura Social
- Clases altas: Formadas principalmente por la nobleza y el clero. La nobleza ocupaba la oficialidad del ejército, los altos cargos de la administración y poseía la mayor parte de la tierra.
- Clases medias: Muy escasas, compuestas por campesinos ricos (kulaks) y pequeños comerciantes e industriales (con una ausencia notable de burguesía). Algunas profesiones liberales estaban reservadas a los nobles.
- Clases bajas: Integradas por campesinos y obreros industriales, carecían de derechos y sus salarios eran mínimos. Estaban muy concentrados geográficamente y en grandes empresas.
Economía
La economía se basaba fundamentalmente en la agricultura, con una estructura arcaica y escasa modernización técnica. La mayoría de las tierras, y las mejores, estaban en manos de las clases altas. Los siervos liberados sufrían las mayores cargas impositivas. La industrialización tuvo un importante desarrollo a partir de 1880 hasta la Primera Guerra Mundial.
La Revolución de Octubre de 1917
La Revolución de Octubre fue el momento culminante de la transformación del Imperio zarista en el primer Estado socialista del mundo. Con el acceso de León Davídovich Trotski, un bolchevique, a la presidencia del sóviet de Petrogrado, este se convirtió en el centro de la oposición al régimen republicano. Kérenski convocó una reunión del llamado Consejo de la República para llevar a cabo la conversión del Estado zarista en una república parlamentaria. El sóviet de Petrogrado boicoteó la reunión, considerando que era el momento apropiado para la toma del poder por parte de los órganos populares.
El 25 de octubre se produjo la insurrección. Los marinos se sublevaron siguiendo el llamado de Lenin. Pronto se les unieron grupos de obreros armados que consiguieron apoderarse de los lugares clave. El último y decisivo acto en la toma del poder fue el asalto al Palacio de Invierno. Allí, todos los miembros del gobierno, con excepción de Kérenski, fueron detenidos gracias a la acción de la Guardia Roja, creada y dirigida por Trotski.
La revolución se consumó por la rápida acción de los revolucionarios. Lenin se convirtió entonces en el líder indiscutible. La Asamblea Constituyente celebró una única sesión y en 1918 fue disuelta. En ella se discutió el primer documento de tipo constitucional, la Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, que fue aprobada por el III Congreso de los Sóviets.
El gobierno de la nueva Rusia soviética estuvo formado por un Consejo de Comisarios del Pueblo presidido por Lenin. Al principio, figuraron en él los bolcheviques y los más favorables a la revolución entre los mencheviques y los social-revolucionarios.
Las instituciones del Estado quedaron establecidas en un congreso de los sóviets, llamado Sóviet Supremo, formado por dos cámaras y que ejercía el poder legislativo. El poder ejecutivo era ejercido por el Consejo de Comisarios del Pueblo.
Primeras Medidas Revolucionarias
Las primeras grandes medidas revolucionarias que el nuevo gobierno tomó fueron:
- La expropiación de las tierras de la Corona, la Iglesia y la nobleza, que pasaron a los campesinos que las explotaban.
- El reconocimiento del derecho a la autodeterminación de los pueblos que integraban el Imperio.
- El establecimiento del control obrero sobre las empresas de más de 5 trabajadores y la nacionalización de la banca.
Otro de los decretos bolcheviques fue la retirada del país de la Primera Guerra Mundial. En noviembre, Trotski y una delegación soviética se dirigieron a Brest-Litovsk, donde se firmó un armisticio. En febrero de 1918, se desencadenó una gran ofensiva alemana que ocupó los países bálticos, parte de Bielorrusia y de Ucrania, y toda Polonia. Los bolcheviques trasladaron la capital del Estado a Moscú. Finalmente, se firmó el tratado en Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918. En él, Rusia aceptaba las exigencias de Alemania y perdía los Países Bálticos y Finlandia.
Los Planes Quinquenales de la URSS
Los planes quinquenales para la economía nacional de la URSS (en latín: aleignis, Piatiletka) fueron una serie de proyectos internacionales centralizados en el desarrollo económico del creciente imperio ruso. Estos proyectos, desarrollados por el Gosplán basándose en la “Teoría de las fuerzas productivas”, eran parte de las directrices generales del Partido Comunista para el desarrollo económico. La realización del plan llegó a ser la insignia de la burocracia soviética. (Ver Economía de la URSS).
Estos planes consistían en la planificación de la economía cada cinco años. Varios planes quinquenales no se llevaron a cabo en su totalidad en el período asignado (algunos fueron completados satisfactoriamente antes de lo esperado, mientras que otros fracasaron y fueron abandonados).
Los planes quinquenales iniciales fueron creados para ayudar en la rápida industrialización de la Unión Soviética, por tanto, se concentraron los esfuerzos en la industria pesada. En total, hubo 13 proyectos de cinco años. El primero fue aceptado en 1928, para el quinquenio de 1929 a 1933, y completado un año antes de lo previsto. El último plan quinquenal, el decimotercero, fue durante el período desde 1991 hasta 1995 y no fue completado, debido a la disolución de la Unión Soviética en 1991.