Del Novecentismo a las Vanguardias
Se conoce con el nombre de Novecentismo (o Generación del 14) a los autores que suceden a la Generación del 98 y alcanzan su plenitud literaria en la segunda década del siglo XX. Todos ellos comparten con el 98 la inquietud por el problema de España, aunque rechazan la visión dramática y subjetiva de sus predecesores, adoptando una postura más equilibrada e intelectual. Ese enfoque intelectual será el que determine el predominio del género ensayístico entre estos autores.
Principales Novelistas
En la novela de Ramón Pérez de Ayala (1880-1962) abunda el elemento intelectual, con continuas digresiones sobre temas de diversa índole. Busca experimentar con la técnica y con la forma creando nuevas estructuras narrativas y buscando originales perspectivas, como ocurre en su novela Troteras y danzaderas (1913), visión de la bohemia literaria madrileña de comienzos de siglo, en Belarmino y Apolonio (1921) y en Tigre Juan (1926). El estilo posee una gran elegancia: perfectas construcciones oracionales, equilibrio en la expresión y léxico rico y seleccionado junto a frases tomadas del habla popular.
Gabriel Miró (1879-1930) utiliza la literatura para crear un mundo lleno de percepciones sensoriales. Contempla la realidad y la recrea con sus propias impresiones. Las novelas de Miró se basan en descripciones construidas por la unión de distintas escenas ambientales y paisajísticas. La acción apenas existe más que para dar entrada al elemento descriptivo. Todo está supeditado a la expresión sensorial, de tal forma que los objetos son los verdaderos protagonistas de sus novelas, quedando los tipos humanos de las narraciones como meras anécdotas. Su estilo es muy elaborado y lírico, y, al mismo tiempo, lento y recargado. Sus obras más conocidas son Nuestro Padre San Daniel (1921) y su continuación El obispo leproso (1925).
Ramón Gómez de la Serna (1891-1963) convierte la literatura en un juego lleno de incoherencias. Es aquí donde el autor alcanza su mayor aproximación a la vanguardia. En sus obras da entrada a todas aquellas cosas que podemos considerar triviales, a través de una fértil imaginación y de un innegable sentido del humor. Escribió varias novelas libres, en las que el argumento es sustituido por disgresiones sobre cualquier tema. Sus relatos no muestran interés por la psicología de los personajes. Destacan Cinelandia (1923) y El torero Caracho (1927), visión humorística de la fiesta de los toros. Su creación más original y propia es la greguería, que consiste en una asociación ingeniosa de ideas. Es una visión de las cosas expresada de un modo breve, a modo de refrán o definición sentenciosa. Son ideas relacionadas de un modo irracional y arbitrario, originadas, casi siempre, por detalles irrelevantes. Pueden dividirse en cuatro tipos:
- Las humorísticas: Soda: agua con hipo.
- Las conceptuales: La humanidad no será feliz hasta que no acabe la humanidad.
- Los juegos verbales: La bufanda es para los que bufan de frío.
- Las de carácter lírico: La luna es el espejito con que el sol se entretiene de noche inquietando los ojos de la tierra.
El Ensayo a Principios del Siglo XX
Evolución del Ensayo hasta el Siglo XX
Es en el siglo XVIII cuando podemos hablar del comienzo del género ensayístico tal y como se concibe modernamente. A ello contribuyeron autores tan significativos como Feijoo o Jovellanos. Durante el siglo XIX son muchos los autores que se dedican al cultivo de textos de carácter crítico y polémico, como Juan Valera, Clarín, Galdós o Emilia Pardo Bazán, quienes exponen sus puntos de vista sobre cuestiones de actualidad en periódicos y revistas de la época. Desde mediados de siglo se van creando las bases de una renovación ideológica de gran importancia que alcanzará su cima con el Regeneracionismo. Se trata de un movimiento de finales del siglo XIX, caracterizado por un espíritu de reformismo pequeño-burgués, que intenta reconstruir España. Para ello se basan en el intento de europeizar nuestra nación y en la adopción de medidas educativas y políticas que sirvan para paliar la decadencia española. Los autores más importantes son: Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), fundador de la Institución Libre de Enseñanza, en la que se pusieron en práctica las ideas sobre la necesidad de renovar el sistema educativo español, y en la que se formaron muchos de los artistas e intelectuales de generaciones posteriores; y Joaquín Costa (1846-1911), quien centró su filosofía en la regeneración por medio de la economía y la enseñanza.
El Ensayo en la Generación del 98
Los temas más tratados por los autores pertenecientes a esta generación son: el problema de España y el sentido de la vida. En cuanto al tema de España, buscan un cambio en la consideración del espíritu y del carácter español que se aleje de los tópicos. En cuanto al tema existencial, dirigen sus planteamientos desde perspectivas variadas: la religión, la ética o la filosofía.
El cultivador más importante del ensayo en la Generación del 98 es Miguel de Unamuno. Sus ensayos constituyen una verdadera confesión de su intimidad. Su personalidad fue compleja y llena de permanentes contradicciones. Sus dos grandes núcleos temáticos son: el sentido de la vida y su profunda preocupación por España. En la producción ensayística de Unamuno podemos establecer dos etapas: la primera, hasta 1905, se centra en el intento de europeizar España siguiendo las teorías del Regeneracionismo; y la segunda, a partir de 1905, se estructura en torno a la idea de españolizar Europa. Entre sus obras destacan En torno al casticismo (1895-1916), en la que se expresa su honda preocupación por el tema de España y expone el concepto de intrahistoria, mediante el cual opone la vida cotidiana del pueblo a la historiografía oficial con sus grandes fechas y nombres. Son también importantes Vida de Don Quijote y Sancho (1905), en la que exalta la figura del personaje cervantino, La agonía del cristianismo (1924) y Del sentimiento trágico de la vida (1913), en las que se plantea la cuestión de la inmortalidad. Los rasgos característicos de sus ensayos son: una estructura de diálogo mediante preguntas y respuestas; la presencia de metáforas, parábolas y paradojas; la utilización de admiraciones, interrogaciones retóricas; y la búsqueda de un lenguaje preciso y antirretórico.
José Martínez Ruiz, Azorín, cultivó el ensayo en obras como: Los pueblos (1905), La ruta de Don Quijote (1905), Castilla (1912) o Al margen de los clásicos (1915). En ellas pone de manifiesto su estilo personal, caracterizado por la sencillez y la precisión, junto con el empleo de frases breves y de una gran riqueza léxica. Sus tres temas fundamentales son: el tiempo y las meditaciones acerca de la fugacidad de las cosas; el paisaje de España, descrito con gran lirismo y emotividad; y la literatura.
Pío Baroja criticó de forma constante la crueldad, la estupidez y la maldad de la sociedad del momento. De carácter ensayístico son sus libros de memorias Juventud, egolatría (1917) y Desde la última vuelta del camino (1943-1949), en el que incluye ensayos, biografías y diferentes artículos periodísticos.
Antonio Machado sobresale como ensayista con su obra Juan de Mairena, donde expone sus ideas estéticas, religiosas y filosóficas.