Prehistoria en la Península Ibérica
La Prehistoria es el periodo anterior a la invención de la escritura. En la Península Ibérica, este periodo se divide en:
- Paleolítico: Significa “piedra tallada”. Se distinguen tres periodos:
- Paleolítico inferior (900.000 – 100.000 a. C.): Proceso de hominización desde el Homo erectus al Homo neanderthalensis y finalmente al Homo sapiens.
- Paleolítico medio (100.000 – 35.000 a. C.): Periodo de transición entre el Paleolítico inferior y superior.
- Paleolítico superior (35.000 – 10.000 a. C.): Se distinguen tres épocas: Auriñaciense (30.000 a. C.), Solutrense (20.000 a. C.) y Magdaleniense (10.000 a. C.).
- Mesolítico (10.000 – 8.000 a. C.): Periodo de transición en el que se usaron útiles más pequeños (microlitos) y se estableció el clima actual.
- Neolítico (7.000 – 3.000 a. C.): El hombre pasa a ser sedentario, agricultor y ganadero. Se establece en poblados y divide el trabajo.
Edad de los Metales en la Península Ibérica
La Edad de los Metales (5000 a. C.) es un periodo de transición entre la Prehistoria y la Historia. Se divide en:
- Edad del Cobre: Destaca el yacimiento de Los Millares (Almería). De esta época procede la cerámica en forma de vaso campaniforme.
- Edad del Bronce: Destaca el yacimiento de El Argar (Almería).
- Cultura megalítica: Significa “piedra grande”. Estas construcciones tenían un sentido de ritual religioso, distinción social o rito funerario. Son característicos los menhires, los dólmenes y las taulas.
- Edad del Hierro: El hierro fue usado por los pueblos celtas, principalmente en armas y herramientas.
Pueblos Colonizadores de la Península Ibérica
- Fenicios: Ejercieron su influencia desde el siglo IX a. C. Se interesaron en el comercio de metales, sal y pescado.
- Griegos: Llegaron a partir del 600 a. C. a la costa mediterránea. Introdujeron el alfabeto y las formas políticas, como la democracia.
- Cartagineses: Introdujeron el uso de la moneda.
Pueblos Prerromanos en la Península Ibérica
Se dividen en tres zonas dentro de la Península:
- Este-Sur: Influencia ibera. Eran más urbanos y mercantiles.
- Norte-Centro: Influencia celta. Eran más rurales y arcaicos.
- Centro: También de influencia ibera.
La Hispania Romana
Después de la I Guerra Púnica, los cartagineses perdieron su hegemonía en el Mediterráneo occidental. Para compensar su derrota, reforzaron su presencia en la Península:
- Amílcar desembarcó en Gadir (Cádiz) y fundó Akra-Leuke (Alicante).
- Asdrúbal fundó Cartago Nova (Cartagena) y firmó con los romanos el Tratado del Ebro, que establecía al río Ebro como frontera norte del avance cartaginés.
- Aníbal no respetó el tratado y provocó la II Guerra Púnica (218-202 a. C.). Fue Gneo Escipión quien desembarcó en la Península.
Tras la derrota de Aníbal, comienza la conquista de Hispania por la zona ibera, de fácil sumisión. En su avance hacia el interior, los romanos se encontraron con:
- Lusitanos: Viriato, tras escapar del engaño de Galba, regresa a Lusitania y comienza la denominada guerra de guerrillas, que finaliza cuando es asesinado.
- Celtíberos: En el noreste. Destaca la resistencia de Numancia, capital de los arévacos, que prefiere el suicidio colectivo a someterse a Roma.
- Guerras cántabras: En el norte. El propio Augusto viaja a Hispania para acabar con la resistencia. Dejó al mando a Agripa, que establece la Pax Augusta en el 19 a. C.
Las Invasiones Bárbaras
En el siglo III comienza el declive de Roma. La entrada de los pueblos bárbaros fue causa y consecuencia de este declive. La incursión de vándalos, suevos y alanos propició el pacto entre romanos y visigodos.
Formación del Reino Visigodo
Tras la desaparición del Imperio Romano de Occidente, el territorio hispano quedó dividido en dos reinos: el de los suevos (Gallaecia) y el de los visigodos (el resto de la Península). En ambos casos, la población era principalmente romana. A mediados del siglo VI, los bizantinos ocuparon el litoral sur de Hispania. Tras la desaparición del reino suevo, la expulsión de los bizantinos y el sometimiento de cántabros y vascones, los visigodos procedieron a controlar la Península y a unificarla.
Organización del Reino Visigodo
Los visigodos establecieron su capital en Toledo y respetaron la división en provincias, que pasaron a llamarse ducados, regidos por un Dux. Tras la unificación, se creó el Aula Regia, un consejo que administraba el palacio real. En cuanto a la religión, se produjo la conversión al catolicismo por el rey Recaredo en el III Concilio de Toledo. Jurídicamente, el rey Recesvinto creó el Liber Iudiciorum, que recogía el derecho romano. Se produjo un proceso de ruralización, ya que decayeron las ciudades, pero sin llegar a desaparecer. En el aspecto social, se reforzaron las relaciones de dependencia y se sentaron las bases del sistema feudal.