David Hume: Empirismo y límites del conocimiento

1. Impresiones e Ideas

A diferencia de Descartes, quien consideraba todos los contenidos mentales como “ideas”, Hume distingue dos tipos: impresiones e ideas. El término percepción engloba a ambos. Se diferencian en la intensidad o vivacidad con que las percibimos:

  • Las impresiones son contenidos mentales más intensos (excepto en casos como el sueño, la locura o la fiebre).
  • Las ideas son contenidos mentales menos intensos.

La relación entre impresiones e ideas es como la del original a la copia. Las ideas derivan de las impresiones, que son los elementos originarios del conocimiento. No podemos explicar a un ciego de nacimiento cómo es un color ni un sabor a quien no lo ha probado.

De esta relación, Hume extrae el criterio de verdad: una proposición es verdadera si las ideas que contiene corresponden a alguna impresión; y falsa si no hay tal correspondencia.

Tipos de Impresiones

Las impresiones pueden ser:

  • De sensación: su causa es desconocida. Las atribuimos a los sentidos (ver, oír, etc.).
  • De reflexión: asociadas a la percepción de una idea.

Además, se clasifican en:

  • Simples: la percepción de un color.
  • Complejas: la percepción de una montaña o una mesa.

Tipos de Ideas

Las ideas se clasifican en:

  • Simples: copia de una impresión simple (idea de un color).
  • Complejas: pueden ser copia de impresiones complejas (idea de montaña) o elaboradas por la mente a partir de otras ideas.
Leyes de Asociación de Ideas

Las ideas se suceden y combinan con cierto orden y regularidad. Unas ideas se atraen a otras, como los cuerpos por la gravedad. Las leyes de la asociación describen estas fuerzas:

  • Ley de semejanza
  • Ley de contigüidad en el tiempo o en el espacio
  • Ley de causa y efecto

No son leyes estrictas, sino “fuerzas suaves”. Si aparece la idea “A”, es probable que luego aparezca “B”, pero no es necesario. Estas conexiones son producto de la imaginación, no de la razón.

2. El Límite del Pensamiento y el Principio de Copia

Según Hume, nuestro pensamiento está limitado porque el convencimiento deriva de las percepciones (impresiones e ideas). Las impresiones son contenidos mentales obtenidos de la experiencia, y las ideas son copias debilitadas de estas. La relación entre ambas se establece por el principio de copia (toda idea es copia de una impresión), que Hume utiliza en un doble sentido:

Sentido Descriptivo

Toda idea procede de una impresión. Nuestro pensamiento recuerda, imagina o racionaliza sobre nuestras impresiones. Por tanto, nuestro pensamiento está limitado a la experiencia:

  • Límite específico del pensamiento: no se puede concebir ni pensar nada sin experiencia previa, ya que nuestro pensamiento trabaja con los materiales proporcionados por los sentidos. El límite del pensamiento personal es la experiencia (impresiones).
  • Límite general del pensamiento: es la contradicción lógica. Algo contradictorio o imposible no puede existir ni pensarse, y menos aún, tener experiencia de ello.

Sentido Normativo

Toda idea verdadera debe apoyarse en su correspondiente impresión. Si no procede de ninguna impresión, debe rechazarse. Hume utiliza el principio de copia para criticar el falso conocimiento metafísico y religioso. Establece la frontera entre el conocimiento científico y el pseudoconocimiento, es decir, el criterio empirista de la verdad.

Consecuencias del Principio de Copia

Apoyándose en el principio de copia, Hume critica los conceptos filosóficos más abstractos y desecha los conceptos metafísicos racionalistas (Dios, alma…). También cae en un escepticismo moderado, más académico que vital, pues explica que la propia vida impide ser un escéptico radical.

Este principio también lo lleva al fenomenismo, ya que argumenta que solo podemos conocer de la realidad aquellos fenómenos que se manifiestan y nos causan una impresión. Pero no a un fenomenismo externo, pues existen certezas y conocimientos científicamente menores pero necesarios para la vida, y Hume acoge creencias apoyadas en los hábitos y la costumbre como certezas.

3. La Experiencia como Origen del Conocimiento

La teoría empirista del conocimiento parte de que la mente humana es, según Locke, una tabula rasa, un papel en blanco sin ideas innatas. Esto se opone al racionalismo, que afirma que la mente nace con ideas innatas. Locke criticó la teoría de las ideas innatas, argumentando en contra del “argumento del consenso universal” (la idea de que existen principios fundamentales que toda la humanidad acepta como verdades, por ejemplo, el principio de no contradicción).

Argumentos de Hume contra el Innatismo

Hume parte de los argumentos anti-innatistas de Locke para exponer sus razones:

  1. Todas las ideas, incluso las compuestas (como la de Dios), proceden en última instancia de una impresión. La complejidad de estas ideas se debe a las operaciones de asociación de ideas de la mente, que no aporta nuevo conocimiento, sino que relaciona y asocia el “material” sensible.
  2. Si no tenemos sensaciones de las cosas, no tendremos la idea correspondiente, puesto que las ideas son copias de las impresiones. Por eso un ciego no puede formarse la idea de los colores.

Por tanto, Hume concluye que la experiencia es el origen de todo conocimiento. La experiencia está formada por las percepciones de nuestra mente, que son lo único que ésta conoce. Las impresiones son percepciones más vivas, intensas, inmediatas y evidentes; y las ideas son percepciones menos intensas por ser copias de las impresiones.

Fenomenismo Perceptivo de Hume

Para Hume, la mente solo tiene noticia de sus propias percepciones (impresiones o ideas), manteniendo un fenomenismo perceptivo que va más allá de Locke (quien apeló a la causalidad, Dios y el sentido común para garantizar que las ideas son representaciones adecuadas del mundo real). Aunque Locke limitó el alcance de la razón, Hume lleva el programa empirista y antimetafísico hasta el final, aplicándolo también a las ideas simples.

Consecuencias del Fenomenismo

El fenomenismo de Hume implica que la causa última de las sensaciones (origen de nuestro conocimiento) es inalcanzable para la razón humana. No importa de dónde procedan esas sensaciones, solo podemos sacar referencias de ellas, sean verdaderas o falsas. Por tanto, si las ideas no aportan contenido nuevo, sino que son copias de las impresiones, que a su vez no tienen carácter referencial (no podemos saber si refieren al mundo material porque solo conocemos nuestras percepciones), el fenomenismo de Hume tiene una clara vocación escéptica.

4. La Crítica de los Conceptos Metafísicos

Tras concluir que nuestra razón está limitada por nuestros sentidos, Hume formula el principio de copia (toda idea de la que no podamos encontrar una impresión de la que se derive será una pseudoidea). Este principio será aplicado al análisis crítico de dos conceptos metafísicos fundamentales: la idea de sustancia material o mundo exterior y la de causalidad.

Análisis de la Idea de Sustancia Material o Mundo Exterior

Hume la concibe como el sustrato de una multiplicidad de cualidades, que son lo único que captamos. Nuestra imaginación nos hace atribuir identidad donde hay variedad y sucesión, suponiendo que existe algo desconocido e invisible que permanece bajo todas estas variaciones, llamado sustancia o materia. Por tanto, los cuerpos solo pueden ser concebidos como una multiplicidad de cualidades, sin que podamos saber racionalmente si existe una sustancia material. Hume niega la posibilidad de demostrar la existencia de la sustancia material, no su existencia en sí.

Análisis de la Idea de Causalidad

La causalidad expresa la conexión necesaria entre dos fenómenos, donde la causa produce el efecto. Esta idea fundamenta todas las afirmaciones sobre el mundo y se obtiene, según Hume, a partir de la experiencia y de la mente. La noción de causa establece que nuestra creencia en los hechos se debe al hábito, que nos permite esperar que en el futuro seguirán ocurriendo cosas similares a las ocurridas en el pasado. La experiencia solo nos da información de lo ya experimentado, y no podemos justificar la extrapolación al futuro. Por ello, no podemos tener certeza absoluta sobre los hechos, sino solo creer que probablemente se producirán de una determinada manera.

El Mundo como “Ficción”

Si nos preguntamos qué es el mundo, podemos afirmar que es un mundo “fingido”, un edificio en el que nuestras percepciones son los ladrillos, pero cuyo cemento es el dinamismo asociativo de nuestra naturaleza cognoscitiva (naturalismo), basado en los principios de contigüidad espacio-temporal y semejanza. Para Hume, podemos saber racionalmente muy poco sobre las cosas; realmente no sabemos nada más allá de nuestras propias percepciones. En consecuencia, nos guiamos por creencias.

Consecuencias para el Conocimiento

El conocimiento pierde el suelo firme que le proporcionaba el racionalismo. La experiencia nos dice que algo ha ocurrido con regularidad, pero no que deba ocurrir. El primado de la experiencia supone el rechazo de la existencia de principios de conocimiento incondicionalmente verdaderos.

Contextualización

David Hume (1711-1775)

David Hume nació en Edimburgo (Escocia) en 1711 y murió en Londres en 1775. Aunque inicialmente se dedicó al comercio, mostró gran interés por la literatura y la filosofía, trasladándose a Francia para estudiar. Allí elaboró su Tratado de la naturaleza humana (1736), sin buena acogida. En 1748 reelabora la primera parte bajo el título Investigación del conocimiento humano, donde se propone fijar los límites del conocimiento humano con un programa crítico que desemboca en un escepticismo moderado, consecuencia del empirismo.

El Empirismo

El empirismo es una corriente filosófica que comienza con Francis Bacon y se extiende a lo largo de los siglos XVII y XVIII, hasta Hume, coexistiendo con el racionalismo. La tesis empirista considera que la experiencia es la fuente de todo conocimiento humano y niega la existencia de ideas innatas. Esto implica que la razón está limitada a la experiencia y es vacía antes del primer contacto con ella. Los empiristas dan prioridad al método inductivo y consideran que el conocimiento sobre el mundo es solo probable.

Contexto Filosófico del Empirismo del Siglo XVIII

El contexto filosófico del empirismo del siglo XVIII, donde se sitúa Hume, está determinado por dos factores fundamentales:

  1. La Universidad de Oxford, dedicada a la observación y a los problemas concretos, en la que se forman los precursores del empirismo.
  2. La Ilustración, una etapa cultural, sociológica y política que se desarrolla entre dos revoluciones: la Revolución Gloriosa inglesa (1688-89) y la Revolución Francesa (1789). Se caracteriza, según Kant, por ser el paso hacia la mayoría de edad del hombre, que se hace dueño de sí mismo mediante la razón.

Influencias y Legado de Hume

Para elaborar su filosofía, Hume se basa en la física mecanicista de Isaac Newton y en el empirismo inglés del siglo XVII, tomando de Locke conceptos como el de tabula rasa, impresiones e ideas y la crítica al innatismo, y de Berkeley la negación del mundo material. La lectura de Hume despertó a Kant de su “sueño dogmático” (racionalista); y los “positivistas lógicos” del siglo XX continuaron su proyecto empirista incorporando los nuevos avances científicos. En su obra Investigación sobre los principios de la moral (1751), Hume expone su teoría del emotivismo moral, continuada en el siglo XX por Russell y Ayer, entre otros. Su crítica a los valores universales será desarrollada posteriormente por Nietzsche y Sartre.

Un año después publica Ensayos políticos, y en los siguientes años escribe Historia de Inglaterra e Historia natural de la religión. Tras su muerte se publica su libro póstumo Diálogos sobre la religión natural, una obra al más puro estilo platónico.