1.- Sentido de una crítica a la razón
Como Descartes y Spinoza, como Locke y Hume, Kant es a veces considerado como un teórico del conocimiento, sin embargo, esta interpretación de la filosofía Kantiana puede llevar a una visión superficial de la figura e importancia de Kant.
Hay que tener en cuenta que el pensamiento kantiano surge motivado por la situación específica en que se encuentra la filosofía y por una exigencia de clarificación del hombre y la sociedad en el contexto histórico-social de la Ilustración. La situación que vive es la de una diversidad de interpretaciones de la razón, que es el punto de partida del pensamiento moderno en el que se determina el quehacer científico, la acción moral y la ordenación y proyecto histórico de la sociedad. Kant se encuentra, por un lado, con el dogmatismo racionalista, que pretende que solo la razón puede interpretar la realidad; por otro lado, con el positivismo empirista, que intenta reducir el pensamiento a lo dado por los sentidos; y por otro, con el irracionalismo, entendido como una hiper valoración del sentimiento de la fe mística. Estas tres interpretaciones de la razón imponen la necesidad de llevar a cabo una crítica de la misma, que también es necesaria por el modo en que los seres humanos de su época viven su vida, un modo de “minoría de edad” porque Kant considera que se está en una época de ilustración, pero no en una época ilustrada. En ese sentido, afirma “atrévete a saber” porque considera que la ilustración debe ser el motor y meta de la historia: “la máxima de pensar por sí mismo, eso es la ilustración”. Por tanto, la crítica de la razón será la exigencia de clarificación que el ser humano se impone sobre lo que es y sobre sus últimas fines e intereses. En este sentido, la filosofía para Kant plantea los cuatro problemas principales del hombre:
- ¿Qué puedo conocer? Es el problema del conocimiento y establece los límites dentro de los que puede existir un conocimiento científico de la naturaleza y de toda verdad.
- ¿Qué debo hacer? Se trata del problema de la moralidad y establece los principios y condiciones para que la razón pueda obrar con plena libertad.
- ¿Qué me cabe esperar? Se trata del problema de la religión y la historia de trazar el destino último del hombre y las condiciones y posibilidades de su realización.
- ¿Qué es el hombre? Se trata de relacionar las tres preguntas anteriores con el ser humano y es la pregunta básica, una clarificación racional al servicio de una humanidad más libre.
2.- Problema de conocimiento
Lo primero que ha de hacer una crítica de la razón es responder a la pregunta ¿qué puedo conocer?. Esta tarea la realiza Kant en la “Crítica de la razón pura”, donde establece los principios que hacen posible el conocimiento científico de la naturaleza y los límites en los que se mueve ese conocimiento.
1. Racionalismo y Empirismo
Kant, en sus primeros años, fue un filósofo racionalista, pero más tarde, influido por Hume, dice abandonar el sueño dogmático del racionalismo. Kant siempre aceptó dos facultades o fuentes de conocimiento: la sensibilidad, que es pasiva y se limita a recibir impresiones provenientes del exterior, y el entendimiento, que es activo y produce espontáneamente ciertos conceptos e ideas que no provienen de la experiencia. Esta distinción sirve para entender las respuestas de las dos corrientes filosóficas anteriores: por una parte, el racionalismo, que afirma que el entendimiento tiene ideas innatas, y por otra, el empirismo, que mantiene que nuestro conocimiento no puede ir más allá de la experiencia sensible.
Kant afirma que hay conceptos que no provienen de la experiencia, pero al mismo tiempo dirá que estos conceptos solo tienen aplicación en el ámbito de la experiencia, por ejemplo, el concepto de sustancia, que no podemos aplicar a Dios, pero entonces, ¿qué ocurre con los grandes temas como Dios o el alma?
2. Posibilidad de la metafísica como ciencia
Este es el problema básico y Kant se plantea si la metafísica es una ciencia o no. Lo hace por dos motivos: por un lado, la ciencia progresa, los científicos van construyendo sobre lo que otros han hecho, sin embargo, en metafísica se siguen debatiendo los mismos problemas que ya se plantearon Platón o Aristóteles, como la existencia de Dios o el alma; por otro lado, los científicos se ponen de acuerdo, sus juicios son objetivos, universales y necesarios, sin embargo, el desacuerdo es normal entre los metafísicos, por eso Kant se plantea aclarar este problema. Intenta ver las condiciones que hacen posible la ciencia y si la metafísica las cumple o no, si es así, habrá que abandonar definitivamente la pretensión de hablar científicamente de temas metafísicos.
3.- Condiciones que hacen posible la ciencia
Kant se plantea las condiciones necesarias para que sea posible el conocimiento científico y en este sentido distingue entre:
- Condiciones empíricas: toda ciencia ha de basarse en datos que parten de la experiencia. Son condiciones fácticas (de hecho, particulares, concretas y que pueden alterarse, por ejemplo, el hecho de que veamos algo depende de la agudeza de nuestra visión, lo lejos que esté el objeto, etcétera).
- Condiciones trascendentales (a priori): toda ciencia se apoya en contenidos anteriores a la experiencia. Son condiciones universales, necesarias, sin las que no es posible conocer y que no pueden ser alteradas, trascendentales. Son las condiciones que responden al dónde y al cuándo, es decir, el espacio y el tiempo.
4. Juicios de la ciencia
Hay que tener en cuenta que la ciencia se compone de juicios. Kant va a tratar de conocer cuáles son los propios de la ciencia. Empieza por diferenciar los siguientes tipos de juicios:
- Analíticos: un juicio es analítico cuando el predicado está comprendido en el sujeto de tal modo que, analizando el sujeto, vemos que el predicado está incluido necesariamente en él; por ejemplo, “el todo es mayor que la parte”. Estos juicios son universales, necesarios, pero no son extensivos, es decir, no amplían nuestro conocimiento.
- Sintéticos: un juicio es sintético cuando el predicado no está comprendido en el sujeto, por ejemplo, “Pedro es alto”. Son juicios no universales ni necesarios y son extensivos, amplían nuestro conocimiento.
- A priori: son aquellos juicios cuya verdad puede ser conocida independientemente de la experiencia, son universales y necesarios, por ejemplo, “el todo es mayor que la parte”.
- A posteriori: son aquellos cuya verdad se conoce a partir de la experiencia sensible, por tanto, no son ni universales ni necesarios, por ejemplo, “Pedro es alto” o “María es rubia”.
Los juicios analíticos suelen ser a priori y los sintéticos a posteriori, pero Kant va más allá y se plantea que los juicios científicos, los que hacen avanzar la ciencia, son los juicios sintéticos a priori, por ejemplo, “la recta es la distancia más corta entre dos puntos”. Este es un juicio sintético, ya que el predicado no está comprendido en el sujeto, y a priori porque nos consta su verdad sin necesidad de comprobarlo, por tanto, Kant llegará a la conclusión de que existirán juicios sintéticos a priori.
4.- Estética y analítica: condiciones sensibles e intelectuales del conocimiento
1. Las condiciones sensibles del conocimiento
Kant mantiene la convicción de que para que pueda darse el conocimiento sensible se necesitan dos condiciones: espacio y tiempo. Estas condiciones universales, necesarias y trascendentales, posibilitan el conocimiento sensible. Kant las denomina también “formas a priori de la sensibilidad” e “intuiciones puras”.
Que el espacio y el tiempo son formas significa que no son impresiones sensibles, sino la forma o el modo en que percibimos las impresiones particulares; son a priori porque preceden y posibilitan la experiencia; y de la sensibilidad porque constituyen el conocimiento sensible.
Al afirmar que son intuiciones quiere decir que son condiciones previas de toda experiencia y son puras porque están vacías de contenido empírico, se van llenando con las impresiones que vienen del exterior.
2. Las condiciones intelectuales del conocimiento
La sensibilidad nos sitúa frente a una gran variedad de impresiones en el espacio y en el tiempo, pero percibir estos fenómenos (colores, formas, sonidos…) no es sin más comprenderlos. Si el percibir es la función propia de la sensibilidad, comprender lo percibido es la función del entendimiento. De esto se ocupa Kant en la analítica trascendental mediante una serie de análisis.
La función de comprender o entender se realiza mediante conceptos
Comprender un fenómeno es poder referirlo a un concepto. Supongamos que estamos viendo un objeto familiar, por ejemplo, una mesa; nuestros sentidos nos ofrecen una serie de impresiones sensibles: colores, formas… aquí y ahora. Si alguien nos pregunta qué estamos viendo, diremos que una mesa. El concepto “mesa” es la clave para comprender e interpretar nuestras impresiones sensibles. Esta actividad de percibir fenómenos a los conceptos se realiza siempre a través de un juicio, por ejemplo, “esto es una mesa”, por tanto, el entendimiento puede ser considerado como la facultad de los conceptos o de los juicios.
5.- Conceptos puros y empíricos o fenómeno y noúmeno
Es necesario distinguir dos tipos de conceptos distintos: los empíricos o los puros categóricos
Conceptos empíricos son los que proceden de los datos de los sentidos, son a posteriori, extraídos de la experiencia a partir de la observación de la semejanza o rasgos comunes entre ciertos individuos (hombre, casa, mesa). Además de estos, Kant considera que el entendimiento posee conceptos a priori, que no proceden de la experiencia, sino que el conocimiento los aplica a las impresiones sensibles, a lo fenómeno, para unificarlos y coordinarlos como solo conceptos puros o categóricos. La función fundamental del entendimiento es formular juicios, coordinar los datos de la experiencia sensible por medio de juicios. Según Kant, habrá tanta manera de unificar los datos de la experiencia, tantos conceptos puros como formas posibles de juicio, así Kant recurrió a la lógica y estableció la siguiente clasificación.
Los conceptos son condiciones trascendentales como necesaria de nuestro conocimiento de los fenómenos
Esto significa que el entendimiento no puede pensar en los fenómenos si no es aplicándoles las categorías. Tomemos un juicio cualquiera, por ejemplo, “todos los nativos del pueblo x miden más de 1,90”. El conocimiento sensible nos ofrece una pluralidad de percepciones, el entendimiento, al formular este juicio, coordina a estas impresiones aplicando ciertas categorías: la de totalidad, la de realidad, la de sustancia y la de existencia. La exposición y justificación de la función que desempeñan las categorías en el conocimiento es denominado por Kant “deducción trascendental de las categorías”.
Los conceptos puros son vacíos
Así como el espacio y el tiempo se llenan con las impresiones sensibles, las categorías han de llenarse con los datos del conocimiento sensible. Esto implica que sólo son fuentes de conocimiento aplicadas a los fenómenos, es decir, a las impresiones sensibles que se dan en el espacio y en el tiempo. Así, por ejemplo, si afirmamos “todos los espíritus son bondadosos”, no podríamos decir que es un juicio equivalente al anterior porque si le aplicamos la categorías y el principio de causalidad basado en la categoría de causa será aplicable a todos los fenómenos que el entendimiento conoce, por tanto, es universal y necesario.
3. El idealismo trascendental: fenómeno y noúmeno
Las categorías no son aplicables fuera de la experiencia, más allá de lo dado en el espacio y en el tiempo. Esto se denomina fenómeno: lo que aparece o se muestra al sujeto. Ahora bien, la idea de algo que aparece implica correlativamente la idea de algo que no aparece, algo que Kant denomina noúmeno o “cosa en sí”. La distinción entre “fenómeno” y “noúmeno” es fundamental en el sistema kantiano. En la “Crítica de la razón pura”, Kant distingue dos sentidos de noúmeno: negativamente, noúmeno significa una cosa en la medida en que no puede ser conocida por medio de la intuición sensible; positivamente, noúmeno significa una cosa en la medida en que puede ser conocida por medio de la intuición intelectual. Ahora bien, como solo poseemos intuición sensible, nuestro conocimiento se halla limitado a los fenómenos y, por tanto, el concepto de noúmeno queda como algo negativo, como límite de la experiencia, de lo que puede ser conocido. El acceso a las cosas en sí no se halla en la razón teórica, sino en la razón práctica.
6.- Dialéctica trascendental
En la dialéctica trascendental, Kant se ocupa de la posibilidad o imposibilidad de la metafísica como ciencia, así como de la naturaleza y el funcionamiento de la razón.
1. Imposibilidad de la metafísica como ciencia
La metafísica, entendida como un conjunto de preposiciones acerca de realidades que están más allá de la experiencia, es imposible como ciencia, ya que las categorías solo pueden aplicarse legítimamente a los fenómenos, a los datos de los sentidos. La aplicación de la categoría fuera de la experiencia es ilegítima y da lugar a errores e ilusiones.
La misión de la dialéctica consigue mostrar que los errores de la metafísica provienen de pasar por alto la distinción entre fenómeno y noúmeno. La dialéctica trascendental es, por tanto, una crítica del entendimiento de la razón en su pretensión de alcanzar lo que esté más allá de la experiencia.
2. La razón
El conocimiento intelectual no se limita a formular juicios, sino que también conecta un juicio con otro formando razonamientos. La razón es de tal naturaleza que tiende a encontrar juicios, leyes, hipótesis cada vez más generales y que expliquen un mayor número de fenómenos; así se construye la ciencia. Este es el funcionamiento de la razón como consecuencia de su tendencia natural a buscar condiciones cada vez más generales y, en último término, lo incondicionado.
3. La razón y la metafísica
La razón nos impulsa a buscar leyes más generales y capaces de aplicar un mayor número de fenómenos. Mientras esta búsqueda se mantiene dentro de los límites de la experiencia, es eficaz y amplía nuestro conocimiento, pero esta tendencia de la razón lleva inevitablemente a traspasar la barrera de los datos sensibles en busca de lo incondicionado. Así, los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del mundo; a los fenómenos psíquicos se pretenden unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca del alma; como unos y otros se intentan unificar y explicar por medio de teorías metafísicas acerca de una causa suprema de ambos, de Dios; lo que constituye el ideal de la razón y juega un papel muy peculiar dentro de nuestro conocimiento porque, aunque no nos proporciona conocimiento objetivo alguno, expresa el ideal de la razón de encontrar leyes y principios cada vez más generales, que no pueden ser alcanzados, pero que nos indican continuamente que hay que seguir avanzando.
7.- Razón teórica y práctica y éticas materiales y formales
A. La razón práctica y el conocimiento moral
En la “Crítica de la razón pura”, Kant hizo un notable esfuerzo para explicar cómo es posible el conocimiento de los hechos y hasta dónde es posible el conocimiento de objetos. Ahora bien, la actividad racional no se limita al conocimiento de los objetos. El ser humano necesita saber cómo ha de obrar, la razón posee también una función moral. En ella, Kant intenta responder a la pregunta ¿qué debo hacer?
Esta doble vertiente puede expresarse por medio de la distinción entre razón teórica y razón práctica. Se trata de dos funciones de la razón. La razón teórica se ocupa de conocer cómo son las cosas. La razón práctica, de saber cómo ha de ser la conducta humana. La razón teórica se ocupa del Ser, mientras que la moral, como la razón práctica, se ocupa del deber ser. La razón teórica formula juicios, mientras que la razón práctica formula imperativos o mandatos.
1. Las éticas materiales
De modo general, podemos decir que son materiales las éticas que fijan en un bien supremo para el ser humano como criterio de la bondad o maldad de sus actos. Como, por tanto, los actos son buenos cuando nos acerquen a conseguir este bien y malos cuando nos alejen de él, en toda ética material encontramos dos elementos. Primero, la noción de que hay bienes; cada ética material determina cuál es el bien supremo del ser humano. Segundo, establece una norma o preceptos para alcanzarlo. La ética material es una ética con contenido en cuanto que establece un bien supremo y dice qué ha de hacerse para conseguirlo. Kant las rechazó porque, según él, sufrían una serie de deficiencias.
3. La ética formal de Kant: sentido de una ética formal
La ética material se encuentra afectada por estas tres deficiencias, como son empíricas, hipotéticas y heterónomas; sin embargo, una ética universal y racional ha de ser a priori, categórica y autónoma; por tanto, no puede ser material, sino que ha de ser formal. Una ética formal es una ética vacía de contenido, pues no establece ningún bien o fin que haya de ser perseguido, no nos dice lo que hemos de hacer, sino cómo debemos actuar, la forma en que debemos obrar.
8.- Ética formal: deber e imperativo categórico
Sentido de una ética formal
La ética material se encuentra afectada por estas tres deficiencias, como son empíricas, hipotéticas y heterónomas; sin embargo, una ética universal y racional ha de ser a priori, categórica y autónoma; por tanto, no puede ser material, sino que ha de ser formal.
Una ética formal es una ética vacía de contenido, pues no establece ningún bien o fin que haya de ser perseguido, no nos dice lo que hemos de hacer, sino cómo debemos actuar, la forma en que debemos obrar.
El deber
Un hombre actúa moralmente, según Kant, cuando actúa por deber. El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley.
Kant distingue tres tipos de acciones: contrarias al deber, conformes al deber y por deber; solo estas últimas poseen valor moral.
Una acción hecha por deber tiene su valor moral no en el propósito que por medio de ella se quiere alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta, y la máxima que nos debe guiar es el imperativo categórico.
El imperativo categórico
La exigencia de obrar moralmente se expresa a través del imperativo categórico.
Kant ofrece diversas formulaciones, como la primera de ellas, que afirma: “obrar solo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal”.
9.- C. Libertad, inmortalidad y existencia de Dios
La Crítica de la razón pura había puesto de manifiesto la imposibilidad de la metafísica como ciencia, es decir, como conocimiento objetivo acerca del mundo, del alma y de Dios. Como, sin embargo, estos temas constituyen interrogantes de interés fundamental para el destino del hombre,
Kant nunca negó la inmortalidad del alma o la existencia de Dios, se limitó a establecer que el alma y Dios no son fenómenos que se den en la experiencia, por lo que no son asequibles al conocimiento científico, a la razón teórica, pero según Kant son postulados de la razón práctica, entendiendo por postulado algo que no es demostrable, pero que es supuesto necesariamente como condición de la moral.
Kant mantiene que la exigencia moral de obrar con respeto al deber supone la libertad, es decir, la posibilidad de obrar venciendo las inclinaciones. Con respecto a la inmortalidad, dirá que la razón nos ordena aspirar a la virtud, es decir, a la concordancia perfecta de nuestra voluntad con la ley moral. Como esta perfección es inalcanzable en esta existencia limitada, exige la inmortalidad. Por lo que se refiere a la existencia de Dios, Kant afirma que la disconformidad que encontramos en el mundo entre el ser y el deber exige la existencia de Dios como realidad en que ser y deber ser se identifican y en que se da una unión perfecta entre la virtud y la felicidad.