Crisis del Antiguo Régimen en España: Reinado de Carlos IV y Ascenso de Godoy (1788-1833)

La Crisis del Antiguo Régimen en España (1788-1833): Del Reinado de Carlos IV al Ascenso de Godoy

Los Ecos de la Revolución Francesa y el Giro Contrarrevolucionario

En 1788, Carlos IV convocó a las Cortes para confirmar a su hijo Fernando como futuro rey. La coincidencia con el estallido de la Revolución Francesa provocó una reacción de pánico en la corte española. Ante las peticiones de las Cortes, el rey optó por disolverlas. Entre 1789 y 1792, una serie de decretos y órdenes establecieron un “Cordón Sanitario” para frenar la influencia revolucionaria:

  • Prohibición de la entrada de propaganda revolucionaria.
  • Control de aduanas.
  • Censura de libros.
  • Vigilancia de extranjeros.
  • Prohibición a estudiantes españoles de trasladarse a Francia.

La Inquisición se revitalizó, censurando libros y confiscando propaganda. Se instauró la censura de prensa y se cerraron periódicos. La aprobación de la Constitución francesa de 1791, la tensión con el gobierno francés y las intrigas palaciegas provocaron la caída del ministro Floridablanca. Su sucesor, el Conde de Aranda, intentó mantener la neutralidad española e incluso llegó a un acuerdo con Francia, pero su política fracasó y fue destituido. Manuel Godoy asumió el cargo en su lugar.

La Política Exterior e Interior de Godoy

Política Exterior

España declaró la guerra a la Convención francesa en 1793, tras la ejecución de Luis XVI, en una reacción monárquica y católica. Godoy encontró apoyo en el clero y el campesinado. La guerra resultó un desastre militar, obligando a España a firmar la Paz de Basilea en 1795, con pérdidas territoriales y un gran desprestigio. Godoy recibió el irónico título de “Príncipe de la Paz”. En 1796, se renovaron los Pactos de Familia con Francia, comprometiéndose a luchar contra Inglaterra. La derrota marítima española fue inevitable. Godoy dimitió, pero tras el golpe de Estado de Napoleón en Francia (1799), este lo apoyó y Godoy regresó a la Corte para dirigir la invasión de Portugal en la “Guerra de las Naranjas” (1801). En 1804, un nuevo conflicto contra Inglaterra culminó en la batalla de Trafalgar (1805), una estrepitosa derrota que destruyó la Armada española y significó la pérdida definitiva del control marítimo sobre las colonias americanas, interrumpiendo el comercio. La crisis política interna se agravó y el prestigio de Godoy se desplomó.

Política Interior

El Estado se enfrentaba a un grave problema: la exención fiscal de la nobleza, la depreciación de los vales reales y la interrupción del comercio con América, mientras los gastos militares se disparaban. En 1798, Godoy propuso una solución: la Primera Desamortización de bienes eclesiásticos para atajar la deuda. Se expropiaron y vendieron propiedades de la Iglesia. Los resultados no fueron satisfactorios, la deuda siguió creciendo y las tierras fueron a parar a manos de los grandes propietarios, reforzando la estructura agraria existente. Uno de los principales reformistas, Jovellanos, había denunciado esta situación en su Informe sobre la ley agraria (1795), convirtiéndose en un modelo del intelectual ilustrado a caballo entre la Ilustración del siglo XVIII y el nuevo mundo liberal del siglo XIX.

El Final del Reinado: Bancarrota, Crisis de la Monarquía e Intervención de Napoleón

Los desastres bélicos, el arrinconamiento político de la nobleza y el descontento del clero unieron a la oposición en torno a Fernando VII, quien no congeniaba con Godoy. Otros españoles descontentos, por su parte, veían en Napoleón una esperanza de cambio. En el Tratado de Fontainebleau (1807), Godoy autorizó el acantonamiento de tropas francesas en España con el objetivo de conquistar Portugal y debilitar a Inglaterra. Godoy planeó la huida de la familia real a Andalucía o América, pero el Motín de Aranjuez (1808) frustró sus planes. Soldados, campesinos y servidumbre del palacio, alentados por los partidarios del príncipe heredero, provocaron la caída de Godoy y obligaron a Carlos IV a abdicar en favor de Fernando VII. Carlos IV se arrepintió de su abdicación y Napoleón aprovechó la disputa para intervenir en Bayona. Una vez en Francia, obligó a ambos a cederle el trono, que entregó a su hermano José Bonaparte. Los herederos de la Revolución Francesa alcanzaban la corona española y se disponían a enterrar el Antiguo Régimen con la ayuda de un grupo de ilustrados españoles. Para legitimar su gobierno, José I promulgó el Estatuto de Bayona (1808), una carta otorgada que tuvo poca vigencia debido al estallido de la guerra.