Crisis de 1917 en España
Contexto europeo
En 1917, Europa vivía un ambiente revolucionario que culminó con el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia. Este clima de agitación también se extendió a España, provocando protestas generalizadas contra el gobierno, que involucraron a militares, burguesía y proletariado.
Protestas militares
El descontento de los oficiales de baja y media graduación del ejército español desembocó en la formación de las Juntas de Defensa. Estas asociaciones exigían un aumento salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra, reivindicando la antigüedad como único criterio.
En junio de 1917, publicaron un manifiesto culpando al gobierno de los problemas del ejército y del país. Con un lenguaje regeneracionista, hicieron un llamamiento a la renovación política. El gobierno cedió ante la presión, y la Ley del Ejército de 1918 trajo consigo la subida de sueldos y la regulación de ascensos.
Aunque algunos sectores de la oposición esperaban que el ejército se uniera a un movimiento de renovación política nacional, las reivindicaciones de las Juntas se limitaron a sus intereses profesionales.
La revolución de la burguesía
En 1917, las Cortes permanecían cerradas. En junio, diputados de la oposición (nacionalistas, republicanos…) exigieron al gobierno (Dato) su reapertura. Ante la negativa del gobierno, que además declaró el Estado de excepción y aumentó la censura de prensa, la Lliga Regionalista (Cambó) organizó en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios catalanes.
Esta “asamblea alternativa” pretendía unir a toda la oposición política al sistema (republicanos, socialistas y nacionalistas). Exigían la formación de un gobierno provisional de concentración que convocara Cortes Constituyentes para reformar el sistema y descentralizar el Estado.
A pesar de ser prohibida y finalmente disuelta por la Guardia Civil, esta asamblea representó un intento de revolución política incruenta contra la oligarquía en el poder.
La revolución del proletariado
La huelga de 1917 se sumó a las huelgas generales promovidas por los sindicatos en años anteriores (1910, 1912 y 1916).
En marzo de 1917, la CNT y la UGT firmaron un manifiesto conjunto instando al gobierno a controlar los precios, bajo amenaza de huelga general. La tensión estalló en agosto de 1917, a raíz de un conflicto ferroviario en Valencia. La UGT, con el apoyo del PSOE, convocó la huelga general.
Además de la principal reivindicación de controlar los precios de productos básicos, se plantearon otras de carácter político y revolucionario: el fin del sistema monárquico, la formación de un gobierno provisional que convocara Cortes Constituyentes y el paso a una república.
La huelga tuvo un éxito desigual, paralizando la vida ciudadana en zonas urbanas como Madrid, Barcelona, País Vasco y Asturias. La dura reacción del gobierno, declarando la Ley Marcial y enviando al ejército, resultó en un centenar de muertos y miles de detenidos.
Consecuencias de la huelga
A pesar de su fracaso, la huelga general de 1917 evidenció la descomposición del sistema: incapacidad de reforma, fuerte conflictividad social y tensiones políticas derivadas de la guerra de Marruecos.
Para intentar salvar el turno de partidos e impedir el ascenso de los partidos no monárquicos, se formaron gobiernos de concentración, efímeros debido a la falta de consenso. Entre 1917 y 1923, se sucedieron 23 crisis de gobierno, demostrando la imposibilidad de mantener la alternancia de los partidos dinásticos y la manipulación electoral.