Construcción y Consolidación del Estado Liberal en España: Isabel II y las Guerras Carlistas

La Construcción y Consolidación del Estado Liberal

El Reinado de Isabel II y la Oposición al Liberalismo: Carlismo, Guerras Carlistas y Cuestión Foral

Orígenes de la Oposición al Liberalismo y Nacimiento del Carlismo

Los orígenes de la oposición al liberalismo y del nacimiento del carlismo son varios:

  • La singularidad foral de los territorios vascos en el seno de la Corona de Castilla, que mantuvieron los fueros tras haber apoyado a Felipe V durante la Guerra de Sucesión.
  • La llegada de los Borbones, que trajo consigo un modelo político centralizador plasmado a través de los Decretos de Nueva Planta, que abolían los fueros e instituciones de los reinos de la Corona de Aragón.
  • El nacimiento de Isabel de Borbón en los últimos años de vida de Fernando VII.
  • En previsión de que el recién nacido no fuera varón, el rey aprobó la Pragmática Sanción, por la que se abolía la Ley Sálica de 1713 que excluía del trono a las mujeres. Carlos María Isidro, hermano del rey y hasta ese momento su sucesor, vio cerrado su camino al trono y no aceptó los derechos de su sobrina al trono (Manifiesto de Abrantes).

La Primera Guerra Carlista (1833-1839) estalló dos días después del fallecimiento de Fernando VII. Carlos María Isidro reivindicó desde el exilio en Portugal sus derechos dinásticos sobre los de su sobrina Isabel en el Manifiesto de Abrantes. El conflicto sucesorio escondía, en realidad, un enfrentamiento social, ideológico y territorial establecido en cada bando.

1. En el bando isabelino se agruparon el ejército, parte de la nobleza, la burguesía, las clases populares urbanas y el campesinado del sur. También se unieron a ellos los liberales, que vieron en la defensa de los derechos dinásticos la posibilidad del triunfo de sus ideales.

2. En el bando carlista se agruparon todos los que se oponían a la revolución liberal: el clero conservador, la pequeña nobleza, campesinos propietarios de Navarra, Provincias Vascas y Valencia, labradores de Cataluña y el Bajo Aragón, y el artesanado urbano de las pequeñas ciudades de estas regiones. Todos estos grupos identificaron sus intereses con la defensa de los derechos al trono de Carlos y los ideales que el pretendiente defendía: el absolutismo y el inmovilismo. El programa ideológico-político del carlismo se podía sintetizar en el lema “Dios, Patria, Fueros, Rey”. Defendían el absolutismo más intransigente, el catolicismo, la monarquía absoluta y los privilegios forales. Tuvo una fuerte influencia en Navarra, País Vasco, parte de Cataluña y el Maestrazgo, por la defensa de sus fueros que el liberalismo, con una política centrista, ponía en peligro.

Etapas de la Primera Guerra Carlista

En el desarrollo de la guerra podemos distinguir las siguientes etapas:

La primera etapa transcurrió entre 1833 y 1835. Se caracterizó por las victorias del general carlista Zumalacárregui, que creó un ejército a partir de cuadrillas guerrilleras empleando la táctica de guerrillas. No pudieron hacerse con el control de las ciudades vascas y Zumalacárregui murió al intentar tomar Bilbao.

La segunda etapa se alargó entre 1836 y 1837. Los carlistas realizaron expediciones, como la del general Gómez (1836) que llegó hasta Cádiz, y la Real (1837), en la que Carlos V llegó a las puertas de Madrid. El bando isabelino pasó por dificultades económicas que intentó paliar con la desamortización de Mendizábal, pero todos los liberales se unieron para aprobar la Constitución de 1837.

La tercera fase se extendió entre 1837 y 1840. Se produjo una gran ofensiva isabelina que supuso la rendición de los carlistas, bajo la dirección del general Maroto ante el general Espartero, con el Abrazo de Vergara. Primero, Carlos María Isidro fue exiliado; segundo, las guerrillas se disolvieron; y tercero, se reconocieron los empleos y grados militares de los carlistas y, por supuesto, aceptaron a Isabel II como reina. Se remitió la cuestión foral a las Cortes, donde se aprobaron varias leyes: Navarra perdió las aduanas, los privilegios fiscales, las exenciones militares e instituciones de autogobierno, mientras que ganó un cupo contributivo único anual, el cual era ventajoso. Por otro lado, el País Vasco perdió el ‘pase foral’, es decir, obedecer pero no cumplir y retrasar pero no suspender. Los vascos mantuvieron la exclusión del servicio militar y consiguieron los ‘conciertos económicos’. El general Cabrera no aceptó el convenio y se hizo fuerte en el Maestrazgo hasta que Espartero tomó Morella en 1840.

Las Guerras Carlistas Posteriores

La derrota militar de los carlistas no supuso la extinción del ideario ni de sus reivindicaciones. El conflicto carlista se reprodujo en más ocasiones a lo largo del siglo XIX.

  • En 1846-1849 se produjo la Segunda Guerra Carlista por el fracaso de la planeada boda de Isabel II y el nuevo pretendiente Carlos VI, que habría resuelto el pleito dinástico. Participó el general Cabrera, pero fue finalmente sofocada.
  • En 1872-1876 se produjo la Tercera Guerra Carlista durante el Sexenio Democrático. Carlos VII se convirtió en una alternativa para las clases conservadoras. Fundó un partido político llamado la Comunión Católica Monárquica. La elección de Amadeo I como rey supuso el comienzo de la guerra en el País Vasco, Navarra y Cataluña. Don Carlos logró victorias, como Montejurra, y creó su propio estado en Estella, emitiendo moneda. Fue derrotado por Martínez Campos en la Restauración de Alfonso XII, lo que supuso la supresión de los fueros e instituciones del País Vasco, aunque conservó la autonomía fiscal por los conciertos económicos.

Isabel II (1833-1843): Las Regencias

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

Tras la muerte de Fernando VII en 1833, Isabel II fue proclamada reina con 3 años. Dada la escasa edad de esta, ocupó el trono su madre, María Cristina, como regente de España. Este hecho coincidió con la Primera Guerra Carlista.

En un primer momento, el reino se encontraba gobernado por los moderados (Martínez de la Rosa) y monárquicos reformistas (Cea Bermúdez), que combinaban el Antiguo Régimen con el liberalismo: suprimieron las normas económicas del absolutismo y realizaron reformas políticas imprescindibles.

Se elaboró el Estatuto Real (1834), que era una carta otorgada para regular las Cortes. Tenía una función meramente consultiva y orientativa para la reina. Se implantaron dos cámaras: Estamento de Próceres (Cámara Alta), con nobles con títulos de Castilla, altos cargos y ricos, elegidos por la Corona; y el Estamento de Procuradores (Cámara Baja), elegidos mediante sufragio censitario indirecto. El objetivo era congregar a hombres pudientes en el entorno de Isabel II a cambio de reformas. Pero fracasó por la debilidad de la Corona, la extensión de la Guerra Carlista (época de expediciones y sitios) y por la frustración de los liberales representados en Cortes.

Esta época divide a los liberales:

  • Liberales progresistas: partidarios de la limitación de la Corona, la ampliación de las libertades, reformas radicales, del liberalismo económico y la constitución de la Milicia Nacional.
  • Liberales moderados: partidarios del fortalecimiento del poder del rey, restricción de las libertades, rechazo de las reformas de sus propiedades, sufragio censitario restringido y supresión de la Milicia Nacional.

Además, llevaron a cabo una serie de reformas como la división territorial en provincias (1833), una ligera liberalización en referencia al comercio, la industria, el transporte o la imprenta. Todo ello fracasó debido al intento de reconciliar el absolutismo con el liberalismo.

El descontento de los progresistas, que querían un liberalismo popular, desencadenó revueltas populares (verano 1835) en lugares como Andalucía, Barcelona o Madrid, lo que provocó que los progresistas accedieran al poder en septiembre de 1835 con Mendizábal al frente del gobierno. Este pretendió llevar a cabo una serie de reformas, pero se vio obstaculizado por el entorno real y fue sustituido por Istúriz, de ideología moderada (mayo de 1836).

El 13 de agosto de 1836 se produjo el Motín de los Sargentos de La Granja: un pronunciamiento militar exigiendo una política más liberal, que obligó a la regente a jurar la Constitución de 1812 y a imponer otro gobierno progresista.

Mendizábal, ministro de Hacienda, llevó a cabo la desamortización de las propiedades de la Iglesia, que pasaron a manos privadas. El objetivo era conseguir dinero para financiar la Guerra Carlista y reducir el poder de la Iglesia. Se pretendía igualmente modificar el sistema de propiedad de la tierra, haciéndola asequible a los campesinos. Sin embargo, las tierras se pusieron a la venta en subasta pública y lo hicieron en grandes lotes que los campesinos no podían adquirir. La alta burguesía fue la beneficiada, convirtiéndose así en latifundistas. El Estado tampoco obtuvo beneficios directos porque aceptó como forma de pago los títulos de la deuda.

Otras medidas para liberalizar la economía fueron la disolución del régimen señorial, la desvinculación por la que los propietarios pueden vender las tierras, la abolición de la Mesta, la libertad de arrendatarios, el libre comercio interior y la libertad de la industria donde se abolieron los gremios.

En 1837, las Cortes elaboraron una nueva Constitución de carácter progresista, pero mucho más moderada que la de Cádiz. Se reconocía la soberanía nacional, los derechos individuales y la división de poderes, siendo las Cortes bicamerales (Congreso y Senado). Aceptaban el poder moderador de la Corona, a la que concedía algunos poderes como el derecho de vetar leyes, y el sistema electoral era censitario.

En 1837 se produjo una nueva ley electoral mediante voto censitario masculino en el que había un mayor número de contribuyentes, contando con varones de cierto nivel intelectual, como profesores, doctores y licenciados.

En las elecciones de septiembre de 1837 triunfaron los moderados y estos, tras el fin de la Guerra Carlista, iniciaron una ofensiva legislativa para recuperar el control del proceso político. Se inició el trámite de la Ley de Ayuntamientos, donde había más poder ejecutivo y menos participación popular. Espartero, contrario a esta ley, se enfrentó a María Cristina, que fue derrotada por la insurrección ciudadana progresista y radical, y finalmente acabó exiliándose.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

El general progresista Espartero fue nombrado regente por las Cortes y este instauró el liberalismo apoyado en el ejército. Pero resultó ser un mal político, ya que tendía a la dictadura. Tuvo problemas con los moderados (1841): Diego de León asaltó el Palacio Real pensando que Espartero había secuestrado a Isabel II. Los progresistas se dividieron en esparteristas (amigos de Espartero) y puros (que defienden el poder civil, no militar). De los radicales surgieron, a su vez, dos grupos: los demócratas y los republicanos. A causa de las medidas librecambistas adoptadas y el autoritarismo con el que gobernó, se produjo la oposición de buena parte del país. Tras el bombardeo a Barcelona, Espartero dimitió y las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II, proclamándola reina.

Isabel II (1843-1868): El Reinado Efectivo

En noviembre de 1843 se adelantó la mayoría de edad de Isabel II y comenzó su reinado efectivo.

Década Moderada (1843-1854)

Isabel II mostró desde un principio su preferencia por los moderados, dejando fuera del juego político al partido progresista. Se abría un largo período de predominio moderado, caracterizado por ser un liberalismo antidemocrático, restringido y conservador. El partido moderado, bajo el liderazgo del general Narváez, dominó la escena política durante diez años seguidos.

En este período se elaboró la Constitución de 1845, de carácter moderado, que establecía un sufragio muy restringido y una soberanía compartida entre las Cortes bicamerales (con un Senado nombrado por la Corona) y el rey, a la vez que se aumentaba el poder de la Corona.

Además de la Constitución, se hicieron varias reformas entre las que destacan:

  • La creación en 1844 de la Guardia Civil, fuerza armada encargada de aplicar la ley y orden esencialmente en el medio rural. Como consecuencia, se suprimió la Milicia Nacional.
  • Ley de Ayuntamientos de 1845, que reforzaba el centralismo reservando al gobierno el nombramiento de los alcaldes.
  • Reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon. Se estableció un nuevo sistema fiscal más racional, eficaz y moderno. Los impuestos se dividieron en directos e indirectos.
  • Ley electoral de 1846. Se estableció un sufragio muy restringido que limitó el cuerpo electoral al 0.8% de la población.
  • Concordato de 1851. El Papa aceptó la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados. Volvieron las órdenes expulsadas. El Estado se comprometió a subvencionar a la Iglesia y a entregarle el control de la enseñanza y de la censura.

En esta primera parte del reinado se produjo la Segunda Guerra Carlista debido al fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, Carlos VI, hijo de Carlos María Isidro. Isabel II terminó casándose con su primo Francisco de Asís de Borbón. El conflicto fue fundamentalmente un levantamiento popular en distintos puntos de Cataluña y fue fácilmente sofocado.

El fin de los moderados llegó porque sus líderes no eran políticos, sino amigos de la reina (camarillas). Había una gran manipulación electoral. El gobierno de Bravo Murillo propuso reformar la Constitución otorgando más poderes al ejecutivo y recortando los del legislativo, lo que provocó el levantamiento de Vicálvaro.

Bienio Progresista (1854-1856)

A finales de junio de 1854 tuvo lugar el pronunciamiento de los generales O’Donnell y Dulce. La llamada «Vicalvarada» tenía en principio unos objetivos muy limitados: corregir la corrupción y cambiar el gobierno sin abandonar el moderantismo. Pero la intervención de los progresistas abrió una fase de levantamiento popular que llevó a los sublevados a ampliar su programa. El Manifiesto del Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo y firmado por O’Donnell, exigía reformas políticas y unas Cortes constituyentes para hacer posible una auténtica «regeneración liberal». Se inauguraba una nueva etapa progresista, escasa en resultados políticos por su corta duración, un bienio escaso, pero denso en realizaciones de carácter económico.

La reina entregó el poder a Espartero, quedando O’Donnell como ministro de Guerra.

El gobierno realizó una serie de reformas:

  • La desamortización de Madoz: sus principales objetivos eran recaudar dinero para disminuir la deuda pública y para invertir en la construcción del ferrocarril. Todo se realizó mediante la expropiación de las tierras de los ayuntamientos, tanto de los propios como de los comunes. También se expropiaron tierras del Estado. Las principales consecuencias de todo fue que salieron a la venta muchas más tierras que en la de Mendizábal, arruinó a muchos ayuntamientos que obtenían recursos del arriendo de las tierras de propios, pero los más afectados negativamente fueron los vecinos más pobres de los ayuntamientos que no tenían tierras propias. Al final no se solucionó el problema de la deuda pública.
  • Se elaboró la nueva Constitución de 1856 (“la non nata”), una inspiración progresista que afirmaba explícitamente la soberanía nacional, daba amplios derechos individuales, tolerancia religiosa y el poder legislativo lo tenía el rey y las Cortes conjuntamente.
  • Se aprobaron importantes leyes económicas, fundamentales para el desarrollo del capitalismo español como:
    • La Ley de Ferrocarriles (1855), que permitía la participación de empresas extranjeras sin pagos de aranceles, lo que impidió el desarrollo siderúrgico en España.
    • Las leyes bancarias y de sociedades (1856), que favorecieron el desarrollo económico.

El pacto de gobierno fue roto por el enfrentamiento de O’Donnell y Escosura por la milicia, que quería la dimisión de Espartero. O’Donnell declaró el estado de sitio y reprimió duramente las revueltas que estallaron en Madrid y Barcelona.

La Vuelta de los Moderados (1856-1868)

Tras un breve periodo de gobierno moderado, la reina entregó el poder a la Unión Liberal (1858-1863). Es un nuevo partido de centro liderado por el general O’Donnell y formado por los moderados más progresistas y por los progresistas más moderados. Fue un período con cierta calma política, caracterizado por una gran prosperidad económica y una intensa actividad en política exterior con la Guerra de África (1859-1860), la anexión de Santo Domingo (1860-1865) y la intervención en México (1861-1862).

El gobierno unionista ejerció una política pragmática, centrada en el impulso de las obras públicas y de las inversiones de sectores en desarrollo, como el ferrocarril, las minas o el sistema financiero.

La vuelta de Narváez al poder en 1863 marcó el inicio del período terminal del partido moderado. La inestabilidad política y la deriva autoritaria de los gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis económica de 1864.

El creciente autoritarismo de Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende: unionistas, progresistas y republicanos se aliaron para derribar a Isabel II y el régimen moderado. Sus objetivos fueron:

  • Derrocamiento de la reina.
  • Establecimiento del sufragio universal.
  • La forma de gobierno, monarquía o república, la decidirían las Cortes posteriormente.

El 18 de septiembre de 1868, la Armada se pronunció en la bahía de Cádiz, tras la proclama del almirante Topete. Con el triunfo de la revolución tras la batalla de Alcolea, Isabel II fue destronada y marchó al exilio en Francia.