Conservación y Aprovechamiento Sostenible de los Bosques: Beneficios, Impactos y Gestión

Uso Sostenible de los Bosques

El uso sostenible de los bosques implica:

  • Aumentar la eficiencia de las industrias madereras, mejorar las redes de transporte y eliminar el desperdicio de madera.
  • Disminuir el uso de papel y aumentar su reciclado.
  • Reducir el consumo de leña, sustituyendo los fogones tradicionales, que tienen un rendimiento del 10 %, por otros más eficientes fabricados con materiales disponibles localmente y de bajo costo.
  • Aumentar la plantación de bosques de alto rendimiento, destinados a producir para el consumo humano, en tierras marginales o excesivamente explotadas.
  • Buscar alternativas de empleo de los bosques. En vez de talar, propiciar la conservación y otros usos.

Beneficios de los Bosques

Los bosques aportan muchos beneficios directos a la humanidad: la madera que utilizamos como materia prima en la construcción de múltiples muebles y objetos de nuestras casas; la leña y el carbón vegetal que se usan como combustibles; la celulosa necesaria para fabricar el papel; el corcho, la resina, los piñones, las plantas aromáticas, las plantas medicinales… Sin los bosques se verían muy limitadas actividades como la caza, la pesca, la apicultura, la recolección de setas, el senderismo y las actividades de ocio en la naturaleza. Además, los bosques son beneficiosos para nosotros de forma indirecta, porque influyen en el medio ambiente que nos rodea. Así, debemos agradecer a los bosques la creación de suelo y su protección frente a la erosión, el control de las inundaciones y el almacenamiento de agua, la producción de oxígeno atmosférico y la reducción del dióxido de carbono, la moderación de los cambios climáticos y el mantenimiento de la biodiversidad.

Impactos en los Bosques

A pesar de todos estos beneficios, continúan reduciéndose las superficies arboladas, casi siempre por la acción humana que tala los árboles y provoca o favorece los incendios forestales. Una vez producida la deforestación, si no se pone remedio rápidamente, los suelos se erosionan y resulta muy difícil y lenta la recuperación del bosque. A la deforestación se añade otro problema, la sustitución de los árboles autóctonos por árboles foráneos de rápido crecimiento; el caso más llamativo es el del eucalipto, natural de Australia, que ahora ocupa amplias zonas de nuestro país.

Gestión Forestal Sostenible

Al problema de la deforestación hay que hacer frente con austeridad, reduciendo el consumo de madera, de leña y de papel. Todos estamos de acuerdo en que no se sigan talando árboles en la cuenca del Amazonas, pero las selectas maderas tropicales vienen a Europa y al Primer Mundo donde son demandadas; así pues, deberíamos plantearnos nuestra responsabilidad en este problema. En cuanto al papel, disponemos de una alternativa sencilla: utilizar papel reciclado para que no haya que talar más árboles que son los que proporcionan la celulosa.

En cualquier caso, siempre habrá que cortar árboles, pero hay que compensarlo con campañas de reforestación bien planificadas, de forma que la masa forestal se mantenga. Tenemos que explotar los bosques, pero no expoliarlos. Un buen ejemplo de desarrollo sostenible es la gestión de los alcornocales: cada 8-10 años se realiza el descorche, dejando tiempo al alcornoque para que se recupere; así se mantiene la masa forestal al tiempo que se obtiene un recurso muy valioso.

Recursos Energéticos de la Biosfera

La biomasa puede contribuir a paliar el déficit energético actual, ya que es renovable, barata, limpia y requiere tecnologías poco complejas. Es proporcionada por una gran diversidad de productos, entre los que se incluyen los forestales (leña, madera o desechos madereros), desechos agrícolas (paja), desechos animales (excrementos procedentes de granjas) y basura (papel, cartón, restos de alimentos). La leña sigue siendo el combustible básico en muchas zonas del planeta. Su uso abusivo pone en peligro los bosques, por eso, cuando hablamos de “energía de la biomasa” solemos referirnos a aplicaciones novedosas de esa energía. Una de ellas consiste en aprovechar el gas procedente de la descomposición anaerobia de los restos orgánicos en los vertederos de basura y de los lodos en las E.D.A.R.; en ambos casos se genera biogás con un 60 % de metano. Del biogás puede obtenerse electricidad en las centrales térmicas. Uno de los problemas de las principales energías alternativas (hidráulica, eólica, solar) es que están destinadas a transformarse en energía eléctrica y no pueden sustituir, hoy por hoy, a los combustibles líquidos que mueven nuestros vehículos. Es cierto que existen vehículos eléctricos, pero sus prestaciones y autonomía son muy limitadas. Por eso son necesarios nuevos combustibles y, al parecer, los mejores candidatos son los biocombustibles, es decir, los generados a partir de la biomasa. El etanol, por ejemplo, se puede obtener de la fermentación y posterior destilación de cereales, remolacha y caña de azúcar; se ha probado con éxito en motores de explosión una mezcla de etanol con gasolina. De forma parecida se consigue metanol a partir de restos agrícolas. Otra alternativa muy interesante es la de utilizar aceites vegetales en vehículos con motor diésel porque no exige cambios en dichos motores; en Brasil, por ejemplo, está muy extendido el uso del biodiésel. Los biocombustibles son la gran esperanza ante el agotamiento del petróleo, pero también pueden ser una fuente de conflicto cuando se desvía un producto alimentario, como ha pasado con el maíz, a la generación de combustible. Esto ha hecho que el precio del maíz se haya disparado y que no puedan acceder a él millones de personas en América Latina que lo consumen como alimento básico.