Consecuencias de la Guerra del Peloponeso: Rendición de Atenas y Gobierno de los Treinta Tiranos

Capítulo 2: La Rendición de Atenas

8. Después de reunirse todas [las tropas], habiéndose ganado a los mismos [los atenienses], [Lisandro] acampó junto a la ciudad en la Academia, que es un gimnasio. 9. Lisandro, habiendo llegado a Egina, entregó la ciudad a los eginetas, reuniendo a cuantos más de los mismos podía, como así no solo a los melios, sino también a los demás cuantos eran privados de la ciudad de los mismos. Después de eso, habiendo saqueado Salamina, ancló junto al Pireo con 150 naves, y apartaba las naves de la entrada. 10. Los atenienses, sitiados por tierra y por mar, no sabían qué era necesario hacer, no teniendo ellos naves, ni aliados, ni trigo; y consideraban que no había ninguna salvación sino sufrir las cosas que hicieron siendo castigados, pero cometían injusticias contra los hombres vecinos por soberbia y no por ninguna otra causa que porque eran aliados de guerra por aquellos. 11. Por estas cosas, habiendo devuelto los derechos civiles a quienes los habían perdido, eran constantes, y muriendo muchos hombres en la ciudad por el hambre, no hablaban sobre el mar. 12. Este [Lisandro] ordenaba que ellos mismos fuesen a Lacedemonia, pues él no era señor [de la situación]. Y cuando los embajadores comunicaron a los atenienses esas cosas, enviaron a estos a Lacedemonia. 13. Estos, cuando estaban en Selasia [cerca de Lacedemonia], y los éforos averiguaron las mismas cosas que decían, siendo las que precisamente también [decía] Agis, ordenaban que ellos se fueran de allí y, si piden algo de paz, vuelvan mejor habiéndolo meditado. 14. Y cuando los embajadores llegaban a casa y anunciaron esas cosas a las ciudades, un desánimo se apoderó de todos, pues creían que serían esclavizados, y hasta que envíen a otros embajadores muchos morirían de hambre. 15. Y nadie quería deliberar sobre la destrucción de los muros, pues Arquéstrato, habiendo dicho en la asamblea que con los lacedemonios era mejor concertar la paz con las condiciones que proponían, fue encarcelado. Y proponían derribar sobre diez estadios de cada uno de los muros largos. Surgió un decreto para que no fuera posible deliberar acerca de estos asuntos. 16. Siendo tales cosas, Terámenes dijo en la asamblea que si quieren enviarlo junto a Lisandro llegaría sabiendo si persisten [en la idea de] los muros queriendo que los lacedemonios esclavizaran la ciudad o por fidelidad. Él, habiendo sido enviado y pasando el tiempo junto a Lisandro tres meses y más, estuvo observando cuándo los atenienses iban a estar de acuerdo con lo que alguien dijera por faltar todo el trigo. 17. Una vez que llegó el cuarto mes, anunció en la asamblea que Lisandro lo retuvo a este durante todo ese tiempo, y luego le ordenó ir a Lacedemonia; (pues dijo que) él no era dueño de las cosas que era preguntado por él, sino los éforos. Después de esas cosas, él mismo fue décimo legado con plenos poderes para Lacedemonia. 18. Y Lisandro envió a Aristóteles, siendo un desterrado ateniense, con otros lacedemonios, a los éforos para anunciarles que había contestado a Terámenes que aquellos eran dueños de la paz y de la guerra. 19. Terámenes y los demás embajadores, estando en Selasia, siendo preguntados sobre qué propuesta traen, dijeron que con plenos poderes sobre la paz. Después de esas cosas, los éforos ordenaban llamar a los mismos. Y cuando llegaban, hicieron una asamblea, en la cual discutían los corintios y tebanos principalmente, y muchos otros de los helenos, para que no pactaran con los atenienses, sino quitarles de en medio. 20. Y los lacedemonios no dijeron que esclavizarían una ciudad griega que había realizado un gran bien en los mayores peligros acontecidos en la Hélade, sino que concertaban la paz con la condición de que, habiendo derribado los muros largos y el Pireo y habiendo entregado las naves excepto doce y habiendo desterrado, considerando al mismo enemigo y amigo, con la condición de que seguían a los lacedemonios. 21. Y Terámenes y los legados con eso volvían a llevar esas cosas a Atenas, y una numerosa muchedumbre rodeaba a los mismos entrando, temiendo que llegaran fracasados, pues eso no era posible demorarlas por la abundancia de [gente] que muere por el hambre. 22. Al día siguiente, los embajadores comunicaban con qué condiciones los lacedemonios harían la paz. Terámenes advertía de esas cosas diciendo que es necesario obedecer a los lacedemonios y derribar los muros. Y habiéndose opuesto algunos y habiendo aprobado con mucho la mayoría, se resolvió aceptar la paz. 23. Y después de esas cosas, Lisandro navegaba hacia el Pireo, y los desterrados volvían y destruían los muros con música de flautista con mucho ánimo, considerando que aquel día mandaba la libertad en la Hélade. 24. Y el año terminaba en el cual, a mediados, Dionisio de Hermócrates, el siracusano, fue tirano, por un lado, habiendo sido vencidos los cartagineses antes por los siracusanos en la batalla, habiendo tomado Agrigento por la escasez de trigo, habiendo abandonado los sicilianos la ciudad.

Capítulo 3: El Gobierno de los Treinta Tiranos

11. Y los Treinta fueron elegidos, por un lado, tan pronto como los muros largos y sobre el Pireo fueron derribados. Habiendo sido elegidos y con la condición de que escribieran la ley, sobre la que tenían derechos los ciudadanos, y siempre iba a redactar esas y darlas a conocer, establecieron el consejo y los demás cargos como pareció a los mismos. 12. Luego, en primer lugar, a los que todos sabían que en la democracia de sicofanía vivían y eran molestos para los nobles, apresándoles los condenaban a muerte. Y el consejo con gusto condenaba a los mismos, y los demás, cuantos sabían de sí mismos que no eran de tal clase, en nada se afligían. 14. Este, habiendo sido persuadido, ayudó a que fueran enviadas a los mismos las guarniciones y Calibio, el harmosta. Estos, cuando la guarnición servía a Calibio con toda atención para que aprobara todas las cosas que hicieron, siendo enviados a estos de guarnición de estos, los cuales se querían, ya no querían ser merecedores y malvados de poco, pero también que consideraban soportarse rechazados de ningún modo, y se oponían a alguien intentando llevar a la mayoría a los que quieren.