Conocimiento y Verdad: La Perspectiva de Nietzsche
Dualismo Ontológico: Ser y Devenir, Mundo Verdadero y Aparente
La realidad se presenta inicialmente como un caos, un flujo constante de diferencias donde nada permanece igual. Este devenir perpetuo es un enigma para el ser humano, experimentable pero incognoscible en su totalidad. Ante esta incertidumbre, surge la tendencia a buscar un orden subyacente, una verdad estable más allá de la apariencia cambiante que ofrecen los sentidos.
Tradicionalmente, se ha considerado que los sentidos, al mostrarnos el devenir, nos engañan y nos alejan de la verdadera realidad. La razón, en cambio, se presenta como la herramienta para acceder a un mundo de “objetos” inmutables, el ámbito de la metafísica. Esta dicotomía establece una duplicación del mundo:
- Mundo del devenir: Apariencia, cambio constante, ámbito de los sentidos.
- Mundo del ser: Realidad auténtica, permanencia, ámbito de la razón.
El dualismo ontológico platónico (mundo sensible/mundo inteligible) se basa en dos principios fundamentales:
- La permanencia posee un valor superior al cambio.
- La razón es el camino para descubrir y conocer el mundo verdadero.
Nietzsche denomina “filósofos-momia” a aquellos que, como los antiguos egipcios con sus muertos, se aferran a los conceptos abstractos y desconfían de los sentidos, buscando una realidad estática e idealizada.
La Respuesta de Nietzsche: La Afirmación del Devenir
Frente a la insistencia en un dualismo de realidades, Nietzsche afirma que solo existe el devenir. Lo “aparente” es lo experimentable, mientras que lo “verdadero” es una construcción racional. La realidad es multiplicidad y cambio. Nietzsche propone sustituir los principios del dualismo ontológico por los siguientes:
- No existe un sentido oculto detrás o por encima del devenir.
- El devenir no posee un sentido inherente.
Con esto, se elimina la dualidad de realidades. El “mundo aparente”, el del devenir, es la única realidad existente, un devenir sin un propósito final, sin un sentido predefinido. La creación del “mundo verdadero” es, para Nietzsche, un producto de la debilidad humana, una necesidad de crear un mundo predecible y controlable. Los “filósofos-momia” son, por tanto, falsificadores que simplifican y solidifican la realidad.
Crítica al Mundo Metafísico: El Lenguaje como Herramienta de Ficción
Nietzsche argumenta que la invención y la ficción son herramientas del intelecto para crear un mundo habitable para una vida fatigada. El lenguaje es la principal herramienta para lograr este objetivo. La creencia en un “yo” pensante detrás de cada pensamiento es, según Nietzsche, una ilusión apoyada en el lenguaje, una cuestión de fe o necesidad. Critica varios aspectos del lenguaje:
- El término “yo”: Lo considera una simplificación de una pluralidad de fuerzas y personajes.
- La gramática del verbo “ser”: La estructura sujeto-predicado impone una visión estática de la realidad.
- Polisemia y sinonimia: Se somete lo individual a lo universal, tratando lo similar como idéntico, ignorando las diferencias.
Interpretación contra Verdad Absoluta
La idea de un “mundo transmundano” de ideas, como el propuesto por Platón, es una invención. Estas ideas pueden tener un valor adaptativo, pero carecen de valor cognoscitivo. La única verdad accesible al ser humano, sin autoengaño, es la aceptación de la “no-verdad” como condición inherente a la existencia. No hay hechos objetivos, solo interpretaciones. No existe una medida de percepción correcta, ya que esta depende de:
- El aparato sensorial.
- Las vivencias individuales.
- Los impulsos.
El Perspectivismo como Alternativa
Para Nietzsche, conocer no implica descubrir la esencia o verdad de las cosas, sino una valoración desde una perspectiva particular. Esta perspectiva determina lo que es útil o perjudicial para el individuo, entendido como un centro de fuerza vital. Son nuestras necesidades las que interpretan el mundo.
Lo crucial no es buscar un criterio único de verdad, sino aprender a vivir sin absolutos, experimentar la vida en su ambivalencia. La ausencia de una verdad única no implica una ausencia de sentido, sino la multiplicidad de sentidos posibles. Cada individuo crea su propio sentido de acuerdo con su “voluntad de poder”.
No existe una única perspectiva verdadera y global. El “todo” es la totalidad de las perspectivas. No hay un mundo verdadero metafísico, sino un “pluriuniverso” de interpretaciones, todas válidas. El perspectivismo, con su pluralidad interpretativa, reivindica las diferentes experiencias vitales que cualquier concepto de “verdad” tiende a encubrir.