El Conocimiento en Aristóteles
Para Aristóteles, el punto de partida del conocimiento lo constituyen la sensación y la experiencia, que nos ponen en contacto con la realidad de las sustancias concretas. Afirma que no hay nada en el entendimiento que no haya pasado antes por los sentidos. Pero el verdadero conocimiento es obra del entendimiento y consiste en el conocimiento de las sustancias por sus causas y principios, entre las que se encuentra la esencia. Al igual que para Platón, para Aristóteles conocer, propiamente hablando, supone estar en condiciones de dar cuenta de la esencia del objeto conocido. De ahí que el conocimiento lo sea propiamente de lo universal, de la forma (o de la Idea, en Platón). Pero para Aristóteles la forma se encuentra en la sustancia (junto a la materia), no es una entidad subsistente, por lo que resulta absolutamente necesario, para poder captar la forma, haber captado previamente la sustancia, a través de la sensibilidad.
El Proceso del Conocimiento
El conocimiento sigue un complicado proceso con los siguientes pasos:
- El objeto sensible es captado por cualquiera de los cinco sentidos externos (vista, oído, olfato, tacto, gusto) que suministran los llamados sensibles propios (color, sonido, olor, temperatura, sabor…).
- A continuación, los datos suministrados se unifican en el llamado sentido común que distingue, organiza y unifica los sensibles propios y también los comunes (tamaño, figura, movimiento). Viene a ser lo que nos hace ser conscientes de tener sensaciones: la conciencia.
- En la conciencia, los datos de los sentidos se conservan y combinan entre sí por la intervención de la imaginación, capacidad de producir imágenes de los objetos, y de la memoria que conserva esas imágenes. De este modo se forma una imagen despojada de todo elemento material.
- A continuación, intervienen las facultades superiores: el entendimiento agente y el paciente:
- 4.1) El entendimiento agente tiene la función de abstraer lo que hay de universal (la forma) en la imagen y relegar las cualidades particulares de la imagen. En otras palabras, separa la materia de la forma. Así elabora un concepto que refleje lo esencial, lo universal.
- 4.2) Por último, el entendimiento paciente, iluminado por el agente, conoce el universal (el concepto, la forma) y aplica el concepto universal a todos los individuos de la misma clase.
Aristóteles establece que el entendimiento paciente es mortal y, en cambio, el agente es inmortal y eterno. Es la parte más perfecta del hombre, afirma, porque su capacidad para conocer las formas lo hace divino e inmortal. La oscuridad de la teoría de los entendimientos, y la mortalidad o inmortalidad del alma dieron lugar a innumerables discusiones entre los comentaristas medievales de Aristóteles.
Antropología Aristotélica: El Alma
El tratamiento del alma en Aristóteles carece de las fuertes connotaciones religiosas que presentaba en su maestro Platón. La concepción aristotélica de la naturaleza se halla, en cierto sentido, presidida por una clara orientación biológica, como hemos señalado ya. En consecuencia, el alma se concibe primordialmente como principio vital, antes que como principio de conocimiento racional. El alma es principio de vida, aquello en virtud de lo cual los seres vivos están vivos.
Partiendo de esta concepción, es fácil concebir que exista una estrecha unión entre cuerpo y alma, pues ¿cómo no va a estar el alma unida al cuerpo, si es aquello en virtud de lo cual el cuerpo vive?
Aplicando la teoría hilemórfica, Aristóteles define al alma como forma del cuerpo, el cual sería materia, y también como acto, o actualización de la vida; en tanto que un organismo posee potencialmente la vida, pero es el alma lo que hace que el organismo sea actualmente, de hecho, viviente.
En la medida en que el alma es acto y forma respecto de un organismo, la unión existente entre el alma y el cuerpo se explica sin especiales dificultades, dado que no se trataría de una unión ni antinatural ni accidental como creía Platón, sino de una unión perfecta, unión sustancial, es decir, natural. El alma y el cuerpo, forma y materia, constituyen una única sustancia natural: el ser vivo. El ser humano, pues, es un compuesto hilemórfico de cuerpo y alma unidos sustancialmente.
Las Funciones del Alma
En tanto que para Aristóteles el alma es principio de vida, existen tantas clases de almas como seres vivos se puedan dar. Aristóteles distingue en el alma tres funciones vitales:
- Vegetativa: principio vital de los vegetales. Su función sería el crecimiento y la reproducción.
- Sensitiva: propia de los animales, que, además de las funciones anteriores les permite cambiar de lugar y tener un conocimiento sensitivo.
- Racional: añade a la de los animales dos facultades: el entendimiento y la voluntad.
Todo ser vivo que posee sensación posee también vida vegetativa, pero no a la inversa. Las funciones superiores permiten ejercer las inferiores. El ser humano es el único que posee las tres.