El pensamiento de Descartes sigue siendo actualidad, por más que gran partede sus particularidades hayan sido superadas en los tres últimos siglos. Ni laconcepción mecanicista de la materia y del mundo se sostiene, ni la idea deuna garantía divina para la existencia real del mundo se defiende hoy día. Perohay muchos otros aspectos que sí están de algún modo vigentes. Por ejemplo,la idea que aporta del sujeto o la necesaria matematización de lo real para elconocimiento científico. El sujeto cartesiano es el sujeto de la enunciación, que se hace cargo de supensar.
De modo que, más allá del contenido de cualquier enunciado, hacecoincidir el acto de enunciación con el supuesto yo que enuncia, y que esdueño de su pensar. Un yo dueño del mundo pensado, que es el verdaderomundo, pues el visto y experimentado por los sentidos no es más que unañadido a lo esencial pensado. Ahora bien, el pensar debe ser guiado por unmétodo apropiado para descubrir racionalmente ese real que pone demanifiesto la ciencia.
Encontrar racionalmente ideas claras y distintas,evidentes es tarea que queda lejos de los medios científicos actuales, quedeben conformarse con conjeturas eventuales y en continuo proceso derevisión y falsación. Sin embargo, la mirada cartesiana sobre el sujeto sigue iluminando su carácteresencialmente pensante. La filosofía posterior recogerá este legado, puespensamiento y, posteriormente, lenguaje, serán los ejes desde los que seexplique la realidad humana. Pensemos, por ejemplo en un filósofo comoNietzsche, que ve en el lenguaje la raíz de la alienación fundamental del ser. Elser es en el lenguaje, pero al introducirse se convierte en criatura de símbolosdejando atrás la fuerza de su vitalidad animal. O de Heidegger, quien considerael lenguaje como la casa del ser. Por otro lado, el pensar atribuido a un yo hasido ampliamente cuestionado por la filosofía irracionalista y el psicoanálisis,pero sigue existiendo un Racionalismo y toda una serie de corrientespsicológicas que sitúan al yo como causa del pensar, y al pensamiento comocampo desde el que puede incidirse sobre cualquier determinación del cuerpo.De hecho, el principio cartesiano “cogito ergo sum” supone una prelación delpensamiento sobre la extensión, sobre la materia, pero abreproblemáticamente (su hipótesis de la glándula pineal era sólo una conjeturainsostenible) la cuestión de la relación mente cuerpo. Una relación, queactualmente sigue siendo investigada por la psicología, la neurociencia ydiversas otras perspectivas más o menos científicas. En qué medida elpensamiento intercede en los procesos biológicos y viceversa es un tema deactualidad en la medicina psicosomática por ejemplo. O en qué medida lagenética o la bioquímica inciden en los procesos mentales es algo que sostienemultitud de investigaciones. La intersección extensión y pensamiento es, por tanto, una cuestión actual, sibien hay quien propone otras teorías que dejan más campo a lasinvestigaciones dinámicas y no matematizadas del psiquismo.Pero para entender la actualidad de la visión cartesiana hay que analizar suconcepto de extensión. Descartes creía que pensar el mundo sólo podía serlo,si se consideraba de este la materia, en tanto dada al pensamiento: es decir,en su magnitud, en su figura o en su movimiento. Creía que sólo el pensarpodía hacer ciencia de lo matemático y físico del mundo, pues las propiedadescualitativas de la materia, el color, el sabor, el olor, en tanto afecta a nuestropsiquismo por todo aquello que nos llega a través de los sentidos, tan sólopodían constituir una experiencia privada o subjetiva, propia del arte, pero node la ciencia. Sin embargo, la matematización de la realidad ha ido mucho más lejos de loque nuestro filósofo podía imaginar. Las nuevas ciencias ya no cuentan con lossentidos desde hace ya mucho tiempo, pues los instrumentos de medida yregistro son exponencialmente mucho más potentes. Además la ciencia comoconocimiento se ha fundido con la técnica creándose una nueva unidad: latecnociencia, más dirigida a las aplicaciones técnicas que al meroconocimiento. Pero aún así, se puede considerar que la matematización paratoda ciencia, sigue partiendo del registro de magnitudes, figuras ydesplazamientos. Pongamos por ejemplo la luz. Según la teoría cuántica, la luz estaría formadapor fotones corpusculares emitidos a una cierta velocidad. Pues bien, pese a sucomportamiento ondulatorio, habría de considerarse como formada por“partículas”, por partes, por porciones de espacio, es decir, por extensión. Lanoción de partícula no es más que una prolongación de lo que Descartesrecogía con los términos de magnitud y extensión. La geometría analítica y las coordenadas cartesianas abrieron el campo a unafusión entre la representación del espacio, la extensión, y la formulaciónsimbólica. El avance que supuso la geometría analítica, la fusión del álgebra yla geometría, permitíó y permite aún hoy que las fórmulas puedan recogercualquier estado de la extensión, y por tanto explicar matemáticamente todocuanto ocurre en la extensión, incluida la física cuántica. Que todos estosconceptos científicos no son sino conceptos derivados del pensar y no de laextensión es algo que ya Descartes también sabía, aunque lo supusiera bajo laexpresión un tanto equívoca de “ideas innatas”.
De modo que, más allá del contenido de cualquier enunciado, hacecoincidir el acto de enunciación con el supuesto yo que enuncia, y que esdueño de su pensar. Un yo dueño del mundo pensado, que es el verdaderomundo, pues el visto y experimentado por los sentidos no es más que unañadido a lo esencial pensado. Ahora bien, el pensar debe ser guiado por unmétodo apropiado para descubrir racionalmente ese real que pone demanifiesto la ciencia.
Encontrar racionalmente ideas claras y distintas,evidentes es tarea que queda lejos de los medios científicos actuales, quedeben conformarse con conjeturas eventuales y en continuo proceso derevisión y falsación. Sin embargo, la mirada cartesiana sobre el sujeto sigue iluminando su carácteresencialmente pensante. La filosofía posterior recogerá este legado, puespensamiento y, posteriormente, lenguaje, serán los ejes desde los que seexplique la realidad humana. Pensemos, por ejemplo en un filósofo comoNietzsche, que ve en el lenguaje la raíz de la alienación fundamental del ser. Elser es en el lenguaje, pero al introducirse se convierte en criatura de símbolosdejando atrás la fuerza de su vitalidad animal. O de Heidegger, quien considerael lenguaje como la casa del ser. Por otro lado, el pensar atribuido a un yo hasido ampliamente cuestionado por la filosofía irracionalista y el psicoanálisis,pero sigue existiendo un Racionalismo y toda una serie de corrientespsicológicas que sitúan al yo como causa del pensar, y al pensamiento comocampo desde el que puede incidirse sobre cualquier determinación del cuerpo.De hecho, el principio cartesiano “cogito ergo sum” supone una prelación delpensamiento sobre la extensión, sobre la materia, pero abreproblemáticamente (su hipótesis de la glándula pineal era sólo una conjeturainsostenible) la cuestión de la relación mente cuerpo. Una relación, queactualmente sigue siendo investigada por la psicología, la neurociencia ydiversas otras perspectivas más o menos científicas. En qué medida elpensamiento intercede en los procesos biológicos y viceversa es un tema deactualidad en la medicina psicosomática por ejemplo. O en qué medida lagenética o la bioquímica inciden en los procesos mentales es algo que sostienemultitud de investigaciones. La intersección extensión y pensamiento es, por tanto, una cuestión actual, sibien hay quien propone otras teorías que dejan más campo a lasinvestigaciones dinámicas y no matematizadas del psiquismo.Pero para entender la actualidad de la visión cartesiana hay que analizar suconcepto de extensión. Descartes creía que pensar el mundo sólo podía serlo,si se consideraba de este la materia, en tanto dada al pensamiento: es decir,en su magnitud, en su figura o en su movimiento. Creía que sólo el pensarpodía hacer ciencia de lo matemático y físico del mundo, pues las propiedadescualitativas de la materia, el color, el sabor, el olor, en tanto afecta a nuestropsiquismo por todo aquello que nos llega a través de los sentidos, tan sólopodían constituir una experiencia privada o subjetiva, propia del arte, pero node la ciencia. Sin embargo, la matematización de la realidad ha ido mucho más lejos de loque nuestro filósofo podía imaginar. Las nuevas ciencias ya no cuentan con lossentidos desde hace ya mucho tiempo, pues los instrumentos de medida yregistro son exponencialmente mucho más potentes. Además la ciencia comoconocimiento se ha fundido con la técnica creándose una nueva unidad: latecnociencia, más dirigida a las aplicaciones técnicas que al meroconocimiento. Pero aún así, se puede considerar que la matematización paratoda ciencia, sigue partiendo del registro de magnitudes, figuras ydesplazamientos. Pongamos por ejemplo la luz. Según la teoría cuántica, la luz estaría formadapor fotones corpusculares emitidos a una cierta velocidad. Pues bien, pese a sucomportamiento ondulatorio, habría de considerarse como formada por“partículas”, por partes, por porciones de espacio, es decir, por extensión. Lanoción de partícula no es más que una prolongación de lo que Descartesrecogía con los términos de magnitud y extensión. La geometría analítica y las coordenadas cartesianas abrieron el campo a unafusión entre la representación del espacio, la extensión, y la formulaciónsimbólica. El avance que supuso la geometría analítica, la fusión del álgebra yla geometría, permitíó y permite aún hoy que las fórmulas puedan recogercualquier estado de la extensión, y por tanto explicar matemáticamente todocuanto ocurre en la extensión, incluida la física cuántica. Que todos estosconceptos científicos no son sino conceptos derivados del pensar y no de laextensión es algo que ya Descartes también sabía, aunque lo supusiera bajo laexpresión un tanto equívoca de “ideas innatas”.