Cómo Superar la Obsesión por la Justicia y Mejorar tus Relaciones

La Trampa de la Justicia: Una Ilusión que Deteriora tu Bienestar

Si el mundo estuviera tan organizado que todo tuviera que ser justo, no habría criatura viviente que pudiera sobrevivir ni un solo día. A los pájaros se les prohibiría comer gusanos, y habría que atender a los intereses personales de todos los seres humanos.

Estamos condicionados a buscar justicia en esta vida; y cuando no la conseguimos sentimos enfado, ansiedad o frustración. En realidad, sería igualmente productivo que buscáramos la fuente de la eterna juventud o algún otro mito por el estilo.

La justicia no existe. Simplemente el mundo no ha sido organizado de esa manera.

Los gorriones comen gusanos. Los tornados, las inundaciones, los maremotos, las sequías, todas esas cosas son injustas.

Este asunto de la justicia es un concepto mitológico. Tú puedes escoger ser feliz o ser desgraciado, pero esta elección nada tiene que ver con la falta de justicia que veas a tu alrededor. “No es justo.” “Tú no tienes derecho a hacer eso si yo no puedo hacerlo”, y “¿Te haría yo una cosa así a ti?”.

Éstas son las frases que usamos. En este caso, el comportamiento autofrustrante no es la exigencia de justicia, sino la inmovilización que puede generar esa realidad sin justicia.

Nuestra cultura promete justicia. Los políticos se refieren a ella en todos sus discursos. Y si la historia de la humanidad puede servirnos de guía, seguirán sucediéndose.

Puedes trabajar para ayudar a extirpar la injusticia y puedes decidir que no te dejarás vencer psicológicamente por ella.

El sistema legal promete justicia. “La gente exige justicia”, y hay personas que incluso trabajan para que así sea, para que haya justicia.

Pero generalmente no sucede. Tu decisión de luchar contra ella puede ser admirable, sin duda, pero tu elección de dejarte perturbar por ello es tan neurótica como la culpa, como la búsqueda de aprobación o cualesquiera de los otros comportamientos autoflagelantes que constituyen tus zonas erróneas.

“¡NO ES JUSTO!”: El Lema de las Relaciones Ineficaces

La sed de justicia puede llegar a infiltrarse en tus relaciones personales y evitar que te comuniques eficientemente con las demás personas. Cada vez que te comparas a ti mismo con cualquier otra persona, estás jugando el juego del “No es justo” y trasladándote desde tu postura de confianza en ti mismo al pensamiento externo dirigido por terceros. “Tú sales siempre y yo me tengo que quedar en casa con los niños”.

Para Judy, su matrimonio debía funcionar según una lista de comparaciones. No es extraño que se sintiera herida y llena de rencores todo el tiempo, más preocupada de ajustar cuentas y reparar injusticias imaginarias que de examinar y quizá mejorar su vida conyugal.

La búsqueda de justicia de Judy era un neurótico callejón sin salida. Si ella dejara de buscar equidad y hacer cuentas y empezara a tratar de obtener las cosas que quiere sin pretender que sean los demás los que se las brinden, o sea sin tener que depender de los demás, entonces es seguro que sus relaciones podrán mejorar.

El concepto de justicia es un concepto externo; una manera de evitar el hacerte cargo de tu propia vida. Pero si te enfocas a ti mismo en vez de compararte con los demás, te darás cuenta de que no vale la pena molestarte por la falta de equidad y justicia. Si te cargas con frases como “Si él puede hacerlo, yo también…”, vivirás tu vida según lo que piensan los demás y no creándola tú mismo a tu manera.

Los Celos: Una Rama de la “Exigencia de Justicia”

John Dryden decía que los celos eran “la ictericia del alma”. La gente que realmente se quiere a sí misma no opta por los celos ni se deja perturbar cuando alguna otra persona no actúa con justicia. Lloraba mucho y oscilaba entre la tristeza y la ira.

La equivocada manera de pensar de Helen, que la conduce a la infelicidad, reside en una demanda de justicia que abruma su relación. El estado emocional de Helen no va a mejorar hasta que ella decida que la decisión de su marido fue independiente de ella, y que él puede tener mil motivos particulares, y ninguno de ellos relacionados con Helen, para embarcarse en su aventura sexual. Puede seguir hiriéndose a sí misma con esos celos autoflagelantes porque se considera menos importante que su marido o la amante de éste, o puede llegar a reconocer que el affaire de otra persona nada tiene que ver con su propia valía.

Algunos Comportamientos Típicos de “Demanda de Justicia”

El comportamiento de “búsqueda de equidad” es muy evidente en casi todas las áreas de la vida. He aquí algunos de los ejemplos más comunes de este tipo de comportamiento:

  • Molestarte porque otros cometan infracciones impunemente mientras que a ti siempre te cogen. Desde los que violan las normas de velocidad vial hasta el perdón de Nixon, tú insistes en que la justicia debe prevalecer.
  • Corresponder siempre cuando alguien te hace un favor. Este tipo de comportamiento a menudo se justifica como amabilidad o buena educación, pero en realidad es simplemente una manera de mantener equilibrada la balanza de la justicia.
  • Implica que no es justo recibir un “Yo te quiero”, o un beso sin devolverlo.
  • Sentirte obligado a tener relaciones sexuales con alguien aunque no quieras hacerlo porque simplemente no es justo no cooperar. De ese modo, funcionas debido a una motivación de justicia en vez de hacer lo que realmente deseas en ese momento presente.
  • Insistir siempre en que las cosas tienen que ser consecuentes.
  • Usar el argumento de la justicia para conseguir lo que quieres. “Tú saliste anoche; no es justo que yo me tenga que quedar en casa.” Y molestarte por la falta de igualdad. En vez de echarle la culpa de todo lo que pasa a la falta de equidad, trata de observar seriamente tu propio comportamiento que te inhabilita a decidir por ti mismo qué es lo más apropiado para ti.
  • Ésta puede ser la racionalización neurótica que te sirve para hacer trampas, robar, flirtear, mentir, llegar siempre tarde, o para cualquier cosa que prefieres no admitir en tu propio sistema de valores.
  • Por ejemplo, en la carretera, fastidias a otro conductor porque él te lo hizo a ti, o te apresuras a adelantar a uno que va lento para demorarlo más porque él te lo hizo antes a ti; o dejas las luces largas al cruzarte con otro coche porque los coches que vienen en dirección contraria lo están haciendo y pones literalmente en juego tu vida porque tu sentido de justicia ha sido violado. Es la causa de muchas guerras cuando esto es llevado a extremos ridículos.
  • Gastar la misma cantidad de dinero en un regalo que el que gastó en ti la persona a quien regalas. Después de todo: “Hay que ser justos”.

Algunas de las Recompensas Psicológicas que te Impulsan a Aferrarte a tus “Demandas de Justicia”

Las recompensas para este tipo de comportamiento son generalmente autofrustrantes en el sentido que mantienen la percepción fuera de la realidad y en una especie de mundo onírico que nunca existirá. Mientras sigas insistiendo en un sistema mitológico de justicia y te preocupes más de tener tu libro de cuentas en orden y bien equilibrado, seguirás aferrado a esa sensación de “Yo soy mejor que tú” y gastarás tus momentos presentes en sentirte satisfecho de ti mismo en vez de vivir de forma efectiva.

Lo harás cuando desaparezca esta injusticia, lo que, por supuesto, no sucederá nunca, jamás.

  • La injusticia puede hacerte llamar la atención, la compasión y la autocompasión. El mundo ha sido injusto contigo, así es que ahora tú y todos los que están a tu alrededor deben sentir pena por ti y compadecerte.
  • Ésta es otra de las grandes técnicas para evitar el cambio. La atención, la compasión, la autocompasión son tus retribuciones y las usas para sostenerte en vez de hacerte cargo de ti mismo y evitar los comportamientos inspirados en las comparaciones. Este es un espléndido sistema de racionalización para justificar cualquier comportamiento.
  • Te proporciona una excusa estupenda para ser ineficiente. “Si ellos no hacen nada, yo tampoco lo haré.” Es una estratagema hábil e ingeniosa para justificar tu pereza, tu cansancio o tus temores. Si te quejas de todas las injusticias que se hacen en el mundo, no realizarás nada, pero por lo menos habrás pasado el tiempo y logrado escapar, quizá, de la necesidad de tratar más honestamente e íntimamente también con la demás gente.
  • Si tienes un concepto claro de la justicia, tus decisiones serán siempre justas. Esta es una manera muy hábil de conseguir que se hagan las cosas a tu manera.
  • Puedes justificar un comportamiento vengativo diciendo que las cosas tienen que ser justas. Y si tienes que pagar un favor, del mismo modo tendrás que pagar una maldad.

He aquí el sistema psicológico de apoyo que justifica tus demandas de justicia. A continuación, he anotado algunos métodos estratégicos para deshacerte de este tipo de pensamiento y limpiar esta zona errónea de la demanda de justicia.

Algunas Estrategias para Renunciar a la Insana Demanda de Justicia

  • Confecciona una lista de todo lo que en tu mundo te parece injusto.
  • Usa tu lista como guía para una acción personal eficiente. Atacar el pensamiento erróneo que te produce el malestar es una buena manera de empezar a huir de la trampa de la justicia. Esto logrará abrir en vez de cerrar la comunicación entre tú y la otra persona.
  • Empieza a pensar que tu vida emocional es algo que está fuera y es independiente de lo que haga cualquier otra persona. Esto te librará del dolor que sientes cuando la gente se comporta de una manera distinta a la que tú quisieras. Ya que nada es más importante que ninguna otra cosa.
  • El control que tiene sobre su locura le impulsa a decir que su actuación importa y hace que actúe como si importara, y sin embargo sabe que no es así; de modo que cuando cumple con sus actos, se retira en paz, y el hecho de que sus actos hayan sido buenos o malos, hayan resultado o no, no es cosa que le preocupe. Así, en vez de tratar de que el mundo sea diferente a lo que es, empezarás a aceptar la realidad, aunque no necesariamente a aprobarla o estar de acuerdo con ella.
  • Elimina las referencias externas de comparación. Proponte hacer lo que tú quieres hacer sin referirte a lo que los otros hagan o no hagan. No hay ninguna necesidad de mantener en orden las cuentas intercambiando mercancías; haz simplemente algo agradable porque tienes ganas y no porque la ocasión te lo exige. Decide a quiénes vas a ver por motivos internos en vez de externos. Haz que todos los demás hagan lo mismo. Por cada injusticia que sufres, existe una resolución que no requiere que te quedes de ninguna manera inmovilizado. Haz lo que tú, y no ellos, decidas que es conveniente para ti.