Bernini y Versalles: Arte y Poder en Barroco y Absolutismo

El Baldaquino de Bernini

En 1624, el Papa Urbano VIII, verdadero mecenas de Gian Lorenzo Bernini, encargó la realización del Baldaquino. Se utilizó el bronce expoliado al Panteón romano, lo que provocó la frase «Quod non fecerunt barbari fecerunt Barberini» (en alusión a la familia del Papa, Barberini). Obra de extrema movilidad, se trata de un gran palio permanente sustentado por cuatro columnas salomónicas sobre cuatro podios. Los fustes presentan decoración vegetal y capiteles corintios. El dinamismo de los fustes se ve potenciado por entablamentos clásicos fragmentados que se asientan sobre los capiteles, recordando las arquitecturas provisionales construidas para determinados acontecimientos. Grandes tallos en volutas rematan la construcción, proporcionándole una forma apuntada ascendente.

El Baldaquino se constituyó en pieza fundamental de la renovación artística iniciada, pues asumió la misión de enfatizar el lugar más importante de la cristiandad: la tumba del apóstol San Pedro, cobijada bajo la gran cúpula. Además, se valió de su preeminente ubicación para exaltar al Papa Barberini, cuyos símbolos familiares (las abejas y el sol) campean en la parte superior. Las columnas, similares a las del Templo de Salomón, resaltan la figura de Urbano VIII como el moderno Salomón de la cristiandad, y Roma como la nueva Jerusalén, triunfante sobre el protestantismo.

En el siglo XVII, se dio un gran impulso a la decoración interior de la basílica, tarea en la que colaboró el mismo Bernini. Él realizó el baldaquino de bronce, colocándolo sobre el sepulcro de San Pedro para distinguir el lugar y aumentar el protagonismo de la cúpula de Miguel Ángel. Su obra fue una de las creaciones con más impacto de todos los tiempos. El uso de las columnas salomónicas (de fuste helicoidal), la imitación de telas colgantes y el concepto decorativo de la estructura hacen del baldaquino una construcción movida y diferente a todo lo encargado hasta entonces.

Versalles: Símbolo del Absolutismo

La residencia palaciega por excelencia fue la real, donde se conjugó palacio, ciudad y jardín como símbolo de la unidad que deseaba imponer el absolutismo. En Francia, los jardines recibieron un tratamiento especial, como una ordenación racional de la naturaleza a través de viales subordinados a un eje central que conectaba con el palacio y la ciudad. André Le Nôtre, tras varios ensayos, diseñó y ordenó los jardines de Versalles. El palacio se construyó entre 1669 y 1685, gracias al ingenio del superintendente Lebrun y los arquitectos Le Vau y J. H. de Mansart.

Arquitectura de Versalles

La obra sigue las estrictas normas del clasicismo francés, como se observa en la conformación de sus fachadas. Se divide en tres pisos: la zona de servicios (bajo), los salones principales (planta noble) y los aposentos íntimos (superior). La fachada posee un primer cuerpo a modo de gran zócalo, donde parece asentarse la estructura principal, para terminar en un tercer nivel de pequeñas ventanas.

Versalles: Poder y Ceremonia

Versalles es el símbolo perfecto de la monarquía absolutista de Luis XIV y la expresión del poder y la voluntad del monarca. El edificio tiene proporciones considerables y está rodeado de hermosos jardines donde transcurría la vida de la corte. Todas las acciones del monarca estaban rodeadas de ceremonias reguladas, convirtiendo el palacio en un escenario de representación teatral.

Transformación de Versalles

Versalles era un pequeño palacio de caza que Luis XIV decidió transformar en el centro de su poder. Las primeras modificaciones las llevó a cabo el arquitecto Le Vau y las continuó Hardouin Mansart, con la supervisión de Luis XIV.

Organización del Palacio

El edificio responde a un plan simétrico y organizado, con las habitaciones personales del rey en el centro. La Galería de los Espejos muestra la opulencia de la monarquía y logra un juego favorable de perspectiva con la vista hacia los jardines. La apertura del muro con grandes ventanales inunda de luz el interior.

Los Jardines de Versalles

El diseñador Le Nôtre programó unos jardines fastuosos, con una organización geométrica que los convierte en una prolongación vegetal del palacio. Abundan las fuentes, las esculturas y los canales.

Luis XIV: El Rey Sol

Luis XIV eligió el sol como símbolo personal, reflejando el elevado concepto que tenía de sí mismo y de sus tareas de gobierno. Su imagen, en forma de estatua, retrato pintado o motivos alusivos a su persona, aparece distribuida por todo el palacio.