El Mito de Apolo y Dafne en la Escultura Barroca de Bernini
Apolo y Dafne es una estatua de mármol a tamaño real realizada por el escultor italiano Gian Lorenzo Bernini entre los años 1621 y 1624. Esta obra maestra del Barroco se encuentra expuesta en la Galería Borghese en Roma. La escultura representa el mito de Dafne, cuyo nombre en griego significa “laurel”. Dafne era una ninfa, hija del dios-río Peneo, que transcurre por la región de Tesalia. Apolo, afectado por una de las flechas de Eros, se enamoró de ella, pero Dafne no correspondía a su amor y lo esquivaba. En una ocasión, Apolo la persiguió y ella huyó hacia las montañas. Desesperada, Dafne se encomendó a su padre, el dios del río Peneo, quien la transformó en un laurel. De sus pies brotaron raíces y sus extremidades se convirtieron en frondosas ramas. Desde ese momento, el laurel quedó consagrado a Apolo y pasó a representarlo.
Inspiración y Técnica en la Obra de Bernini
La transformación de Dafne es relatada por Ovidio en sus Metamorfosis. Este mito ilustra el origen de uno de los símbolos típicos del dios Apolo: la corona de laurel. Bernini captura la transformación de Dafne con intensa emoción, retratando las diferentes etapas de sus cambios. Al igual que sucede en otra de sus obras, El Rapto de Proserpina, la obra nos invita a interactuar con ella. Vista desde la espalda de Apolo, la figura de Dafne queda oculta, mostrándonos sólo el árbol en que se transforma. Al girar alrededor de la estatua, se aprecia la metamorfosis de la ninfa en el tiempo.
La contraposición de los elementos y el uso del claroscuro reflejan la influencia de la escultura helenística en la obra de Bernini. En el periodo helenístico, existía una percepción de Apolo como un muchacho andrógino, joven y delgado, con un peinado casi femenino, aspectos que también se representan en esta estatua. Aunque Apolo predicaba la virtud griega de la sophrosyne (moderación y sobriedad), esta estatua lo muestra persiguiendo desesperadamente a su amor en vano.
La escultura se inspiró en el Apolo Belvedere de Leocares. La composición se realiza en plano-relieve, llena de dinamismo y difuminación. El grito de horror de Dafne y el rostro perplejo de Apolo muestran un contraste de actitudes y aspectos que reflejan el interés por la representación de las esculturas.
La Vocación de San Mateo: Realismo y Simbolismo en la Pintura de Caravaggio
La Vocación de San Mateo, pintada por Caravaggio, es otra obra maestra del Barroco. Este fue uno de los primeros encargos monumentales del artista. La pintura representa la historia narrada en el Evangelio según San Mateo (Mateo 9:9): Jesús, apuntando a San Mateo, lo llama al apostolado.
Composición y Simbolismo en la Obra de Caravaggio
La obra se ejecuta en torno a dos planos paralelos: el superior, ocupado sólo por una ventana, y el inferior, donde se representa el momento en que Cristo llama a San Mateo. El santo está sentado frente a una mesa con un grupo de personas, vestidas como los contemporáneos de Caravaggio, en una escena que recuerda a una taberna. Los habitantes plebeyos de la mesa de cambios de Levi, de tamaño prácticamente natural, son equivalentes a los personajes de otras pinturas de Caravaggio. El hecho de que vistan como en la época del pintor y sean representaciones realistas, sin idealización, transmite la percepción del artista sobre la actualidad de la escena y su participación íntima en el acontecimiento representado. En contraste, Cristo y San Pedro visten túnicas atemporales, un recurso antihistórico que subraya su carácter sagrado.
En esta pintura, el brillo y la ventana con lienzo sugieren que la escena se desarrolla en el interior. Cristo trae la luz verdadera a este espacio oscuro de los recaudadores de impuestos. Para acentuar la tensión dramática de la imagen y focalizar la atención en los protagonistas, Caravaggio sumerge la escena en una penumbra cortada por rayos de luz blanca. Estos rayos iluminan gestos, manos y partes de la ropa, dejando el resto casi invisible. La pintura refleja la colisión entre dos mundos: el poder ineluctable de la fe inmortal y el ambiente mundano de Levi, quien se inclina sobre su dinero, ignorando a Jesús. Jesús lo atraviesa con un rayo de luz, haciendo un gesto con la mano que ejerce una gravedad sublime, sin necesidad de lucir musculosidad. Los pies desnudos de Jesús simbolizan simplicidad clásica y santidad, como si estuviera en suelo sagrado.
De gran intensidad y valor simbólico, en La Vocación de San Mateo, es el diálogo de gestos entre Cristo, Pedro y Mateo. La audiencia de Caravaggio habría visto el parecido entre el gesto de Jesús al apuntar a Mateo y el gesto de Dios al despertar a Adán en la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. Así, Cristo se presenta como el nuevo Adán. Siguiendo la línea del brazo izquierdo de Cristo, parece que se invita a Mateo a seguirle al mundo.