Arte y Arquitectura: Del Románico al Renacimiento

La Catedral de Santiago: Culmen del Románico Español

La Catedral de Santiago, inspirada en los grandes santuarios de peregrinación franceses, representa la obra cumbre de la arquitectura románica española. Encargada por los obispos Diego Peláez y Diego Gelmírez, su construcción se llevó a cabo entre 1075 y 1128. En su tiempo, impresionaba por su cabecera románica, los brazos del transepto y las torres de la fachada. Posteriormente, se le añadieron más torres, un claustro gótico y una cúpula sobre el crucero. De la antigua catedral, solo se conserva la fachada sur del transepto: la Puerta de las Platerías.

La Catedral de Santiago posee dimensiones enormes en comparación con sus precedentes. Su planta de cruz latina es regular y simétrica, dividida en tres naves precedidas por un nártex y cruzadas por un gran transepto, también dividido en tres naves, cuyos brazos terminan en dos grandes portadas. En el espacio interior, prima la sensación de verticalidad debido a sus 22 metros de altura. La bóveda principal está cubierta por una bóveda de cañón con arcos fajones, contrarrestada por bóvedas de arista en los laterales.

La tribuna, el transepto y el deambulatorio permitían a los visitantes recorrer la catedral sin interferir en la eucaristía. El deambulatorio con capillas radiales facilitaba el acceso a las reliquias del apóstol Santiago, ubicadas en la cripta. El objetivo del Camino de Santiago era llegar hasta la catedral, donde permanecen los restos de Santiago, uno de los discípulos más cercanos a Jesús. Tras el descubrimiento de su tumba, el rey Alfonso II mandó construir una basílica, posteriormente destruida por Al-Mansur.

En 1075, gracias a Diego Peláez, comenzaron las obras para construir la gran catedral donde se encontraba la iglesia. En 1087, el proceso se paralizó debido a la destitución de Peláez. En 1100, Gelmírez retomó la obra, finalizando el conjunto en 1128.

Pintura Gótica: Expresión de la Sensibilidad de una Época

La pintura gótica experimentó un desarrollo complejo, convirtiéndose en el género más apropiado para expresar la sensibilidad de la época y sus inquietudes. En Italia, la pintura adquirió nuevos valores y experimentó progresos insólitos. En las ciudades flamencas, una burguesía laboriosa y acomodada, apegada a la realidad cotidiana y con una piedad intimista, impulsó el arte.

Jan Van Eyck perfeccionó la pintura al óleo, mezclando pigmentos con aceite para dar detalles, matizando los colores sin alterarlos y consiguiendo un acabado más brillante. Predominan las pinturas religiosas, en tablas que se colocan detrás del altar. El espacio es profundo, los objetos lejanos se representan con precisión, utilizando una perspectiva lineal y menguante en la que los objetos crecen para dar sensación de profundidad.

Son muy frecuentes los interiores con vanos que muestran el exterior, lugares simbólicos donde la composición es simétrica y cerrada. Se pintan los objetos cotidianos con gran detalle, y a menudo tienen un significado religioso. Las figuras humanas se representan idealizadas y distantes, entronizadas y ricamente vestidas. Los burgueses flamencos encargaban retratos en los que se les representaba mirando al espectador, con un fondo sobrio y objetos simbólicos.

Destaca Jan Van Eyck: su pintura se caracteriza por la belleza de sus colores, el brillo de sus detalles y el aspecto sagrado de sus escenas. Muchos de los detalles que representa son símbolos religiosos que otorgan a la realidad terrenal un sentido trascendente. Las imágenes religiosas son estáticas, de carácter sacro y llenas de solemnidad.

San Pietro in Montorio: Síntesis de la Arquitectura Clásica

Bramante inició las obras de San Pietro in Montorio en 1502, en el monte Gianicolo, Roma, donde se creía que había sido crucificado San Pedro. Los Reyes Católicos financiaron esta construcción, así como la del templo franciscano en el que se ubica. Se trata de una pequeña construcción de planta circular, concebida como una síntesis de dos edificios clásicos. Está formada por dos cuerpos que se elevan sobre escaleras que rodean el conjunto.

Posee un pequeño basamento sobre el que se levanta un peristilo con columnas dóricas sin estrías, decoradas con sencillos símbolos que representan a San Pedro (llaves, mitra, etc.). En el interior del peristilo se encuentra el templo, cuyo muro tiene pilastras dóricas y ventanas ciegas de forma rectangular, inclinadas para dar perspectiva, como si apuntaran al centro, contribuyendo al diseño circular del conjunto. La cúpula es semiesférica.

Bramante se basó en una lectura de Vitruvio para este proyecto, fijándose en su concepto de módulo, la columna, a cuya forma recuerda la propia planta del edificio. No planteaba problemas constructivos y fue concebido para ser observado. Es un símbolo universal de la Iglesia. Bramante propuso un estilo similar para la plaza de San Pedro del Vaticano, convirtiéndose en una referencia obligada para la arquitectura posterior.

Escultura del Quattrocento: Naturalismo y Elegancia

Los escultores del Quattrocento se formaron en la tradición gótica, aspirando a crear imágenes naturales y elegantes. A esto le unieron una actitud propia del Renacimiento. Resurge el concepto de estatua como parte del diseño urbano, imitando a los romanos. Los municipios encargaban estatuas con significado alegórico (de héroes y personajes históricos). También se recuperaron los retratos ecuestres, tomando como ejemplo el de Marco Aurelio.

Se imita el busto, que se difunde por toda Italia. Las imágenes de los sepulcros adquieren dignidad clásica y se ponen de moda las figuras mitológicas para colocar en jardines privados con fines decorativos. La perspectiva se traslada a la escultura, imponiéndose composiciones claras y cerradas que se aprecian de un solo golpe de vista y de forma unitaria. Estas composiciones también se imponen en la pintura.

Se recupera la técnica de la fundición del bronce, olvidada en la Edad Media. Las imágenes antiguas habían perdido su policromía original, y se pensó que eran así originalmente, por lo que las nuevas se dejaron en su color natural.

Escultura del Cinquecento: Culminación del Clasicismo y la Influencia de Miguel Ángel

La escultura del Cinquecento culmina la recuperación del mundo clásico, destacando la figura de Miguel Ángel. Estudió la obra de Donatello y se educó con los Médici, donde conoció el neoplatonismo. En Roma, contempló obras como el Laocoonte. En sus obras, plasma la belleza ideal basándose en el neoplatonismo. Buscaba hallar la belleza en el ser humano, ser divino hecho por Dios a imagen y semejanza.

Plasma cuerpos heroicos y llenos de coraje, expresando la vida interior a través de miradas profundas llenas de furor y posturas tensas y en espiral. En 1501, realizó el David, simbolizando los ideales cívicos de la ciudad, con profundidad en la mirada, gesto del cuerpo y un ligero contrapposto, dotándolo de terribilità.

Obras destacadas de Miguel Ángel

  • 1505: Tumba del Papa Julio II (duró 40 años). Realizó varios diseños:
    • Esclavos atlantes
    • Moisés (Tumba definitiva)
  • 1520: Sacristía Nueva de la Basílica de San Lorenzo, con los sepulcros de Giuliano y Lorenzo de Médici.

Al final de su vida, vuelve al tema de la Piedad, con tres obras conservadas: la Piedad Rondanini, la de la Academia y la de la Catedral de Florencia. Son composiciones inestables y dramáticas, con una imagen de Cristo destrozado.

Miguel Ángel condicionó a artistas más jóvenes, como Benvenuto Cellini, autor del Perseo, cargado de efectismo dramático, y Giovanni Bologna, creador del Rapto de las Sabinas, con figuras elevadas en espiral, tres dimensiones, expresión y dramatismo, y Mercurio, que rompe el concepto de escultura y anuncia el Barroco.