Arquitectura Románica
1.- El material de construcción más empleado en la arquitectura románica es la piedra, con la que se levantan grandes muros. La bóveda de cañón es el signo formal del románico. Medidas de seguridad e intereses estéticos aconsejaron construir la bóveda en piedra, ya que esta protegía al edificio del fuego. El hallazgo era sólido pero tenía problemas. Había que combatir los empujes que el peso del cañón transmitía a los muros, amenazando con desplomarlos. La solución fue fragmentar la cubierta abovedada en tramos, mediante arcos transversales o fajones, que se apeaban en pilares, canalizando las fuerzas de descarga. Cuando el edificio tiene tres naves, el cañón central se contrarresta con bóvedas de arista en las naves laterales y se sitúa un contrafuerte exterior en el eje de los fajones. La estabilidad de los contrafuertes hizo que las naves se seccionaran en dos pisos, abriendo una tribuna que refuerza la capacidad del edificio.
La Iglesia Románica
Es un templo orientado hacia la aurora y evoca en su planta el cuerpo crucificado de Cristo. Su espacio interior se concibe para el ceremonial. Aparecieron soluciones constructivas hasta entonces inéditas: la cabecera con absidiolos, el deambulatorio, la tribuna cabalgando sobre el transepto y el pórtico a los pies. Las iglesias adoptan la planta de cruz latina y la nave central se cubre con bóveda de cañón sustentada por arcos fajones y las laterales con bóveda de arista. La separación entre las naves se realiza mediante arcos de medio punto y el pilar compuesto se convierte en elemento sustentante. Es necesario el uso de contrafuertes en el exterior y el crucero se cubre con cúpula y queda resaltada por un cimborrio. Se utilizan las trompas y las pechinas para solucionar el paso del cuadrado de la planta del crucero al círculo de la cúpula. La zona del crucero adquiere una importancia destacada sobre el resto y el interior se decora con pinturas murales y la iluminación es escasa. Se decían misas sin interrupción en la Abadía de Cluny y se agregaron absidiolos con altares a la cabecera del templo.
La Iglesia de Peregrinación: La Catedral de Santiago de Compostela
Durante los siglos XI y XII empezó a extenderse la costumbre de peregrinar a los lugares en los que se conservaban reliquias de Jesucristo y de los santos. Una tradición antiquísima proclamaba que Santiago el Mayor vino a predicar el evangelio a España, luego regresó a Palestina, donde fue martirizado. La leyenda agrega que, a comienzos del siglo IX, un prodigio invitó a localizar los restos del santo.
El ermitaño Pelayo los descubre y el obispo Teodomiro y el rey Alfonso II el Casto reaccionan favorablemente ante el hallazgo. El pontífice difundió la noticia, animando a los fieles a viajar hasta Galicia para venerar la reliquia. Francia inauguró la peregrinación internacional, abriendo el Camino de Santiago. Los peregrinos partían de cuatro localidades: Tours, Vézelay, Le Puy y Arles. El trayecto de cada etapa era de unos treinta kilómetros diarios y, según el punto de incorporación, la duración del itinerario oscilaba entre uno o dos meses. Cinco eran las iglesias de peregrinación y las cuatro francesas presidían cada uno de los itinerarios para llegar a Galicia. Sus características arquitectónicas son: grandeza de dimensiones para acoger al mayor número de peregrinos y la perfecta circulación de entrada y salida en el templo.
La catedral se inició en 1075 con los maestros Bernardo el Viejo y Roberto y, en 1088, cuando estaba construida parte de la cabecera, las obras se interrumpieron. Hubo que esperar a 1100 para que el maestro Esteban reemprendiera los trabajos y, en 1105, se consagró el presbiterio. En 1112 se abrieron las puertas de Platerías y Azabachería, en los costados sur y norte del transepto. El siguiente paso fue levantar las naves, que en 1128 estaban concluidas en su mayor parte. Finalmente, entre 1168 y 1188, el maestro Mateo daba fin a la fachada principal del Pórtico de la Gloria, en cuyo parteluz del apóstol saludaba a los peregrinos con una frase evangélica.
El Monasterio Románico
A partir del siglo X se produjo una renovación de las órdenes monásticas. Estas órdenes se extendían por toda la Europa cristiana, por lo que fueron agentes indispensables en la unificación de los modelos constructivos y en la difusión del románico. Los monasterios románicos fueron importantes centros culturales; también destacaban por su labor como centros económicos, ya que poseían tierras que explotaban para abastecer al monasterio. Eran recintos amurallados apartados de las poblaciones para facilitar la meditación de los monjes y funcionaban como auténticas ciudades autosuficientes. La Abadía de Cluny (1091), sirvió de modelo para los monasterios que se construyeron posteriormente en Europa. En España se construyeron monasterios como el de San Pedro de Rodas.
Partes del Monasterio:
- Claustro: Era un patio cuadrangular con galerías de columnas en sus cuatro lados.
- Iglesia: Suele construirse en el ala norte del claustro.
- Sala Capitular: Aquí se reunían los monjes.
- Refectorio: Comedor de los monjes.
- Dormitorio.
- Escritorio y biblioteca: Situados en un piso superior para recibir la mayor cantidad de luz.