Aristóteles: Metafísica, Física y Política – Un Resumen Filosófico

Aristóteles: Fundamentos de su Filosofía

Metafísica: Ser, Sustancia y Hilomorfismo

La materia se refiere a aquello de lo que está hecha una cosa, mientras que la forma es lo que determina la identidad y la esencia de un ser. Según esta doctrina, ni la materia ni la forma pueden existir por separado, y se distinguen dos niveles de materia: la materia primera (componente material último del cosmos) y la materia segunda (resultado de aportar a la materia primera un componente formal). La forma sustancial otorga el ser a la sustancia y es ontológicamente superior a la materia.

Finalmente, se discute la noción de acto y potencia. Un ser puede estar en acto en relación con lo que es plena y acabada en el presente, mientras que está en potencia en relación con lo que no es ahora, pero que puede llegar a ser en el futuro. Aristóteles establece que la forma tiene prioridad sobre la materia y el acto prevalece sobre la potencia. Esta jerarquía permite clasificar los seres según su mayor o menor grado de realidad, donde el acto puro representa la cúspide jerárquica de lo real, siendo el principio final hacia el cual tienden todos los seres, conocido como motor inmóvil.

La visión aristotélica sobre la metafísica se centra en la búsqueda de una ciencia general que analice los principios fundamentales que sustentan toda la realidad. Aristóteles denomina a esta disciplina como “filosofía primera” o “la ciencia que se busca”, y la enfoca en el estudio del ser, considerado como el principio radical de la realidad.

En primer lugar, se examina el concepto del ser, destacando que este término puede ser entendido de manera unívoca, equívoca o análoga. Los términos unívocos tienen un significado constante, mientras que los equívocos tienen varios significados no relacionados entre sí, y los análogos poseen múltiples significados relacionados por un nexo común. El ser se considera un término análogo, ya que los diferentes sentidos en los que se utiliza comparten una unidad que evita la confusión.

A continuación, se aborda la distinción entre sustancia y accidentes. La sustancia se define como lo que es y existe en sí mismo, separada e independiente de otros seres, mientras que los accidentes son características que no existen en sí mismos, sino que siempre son en otro. Aristóteles establece que las sustancias sirven de soporte a los accidentes y las clasifica en sustancias primeras (cosas individuales concretas) y sustancias segundas (definiciones de las sustancias primeras). Esta clasificación permite comprender que las sustancias segundas cumplen función de predicado, pero no son accidentes, ya que son esenciales para definir la sustancia primera.

Luego, se introduce el hilomorfismo, la doctrina aristotélica que sostiene que todo ser natural está compuesto por dos elementos: materia y forma.

La Física Aristotélica: Naturaleza, Movimiento y Cosmos

En la filosofía aristotélica, la física ocupa un lugar central, ya que busca comprender la naturaleza y el funcionamiento del universo. Aristóteles aborda este tema desde varios ángulos, comenzando por su concepto de naturaleza (physis), que considera como el principio vital que impulsa el cambio y el movimiento en el mundo natural. Para él, la naturaleza se puede entender en al menos cuatro sentidos diferentes: como movimiento, materia, forma/esencia y génesis.

A través de su doctrina de las cuatro causas, Aristóteles profundiza en la comprensión del cambio y la generación de los seres naturales. Estas causas son fundamentales para entender por qué las cosas son como son y cómo funcionan. Las causas intrínsecas (material y formal) conforman la esencia de los seres naturales, mientras que las causas extrínsecas (eficiente y final) actúan sobre ellos desde fuera, influyendo en su desarrollo y transformación. En su explicación del movimiento, Aristóteles distingue entre el ser en acto y el ser en potencia, argumentando que el movimiento es el tránsito de la potencia al acto.

Esta distinción le permite resolver el problema del cambio planteado por Parménides, quien negaba la posibilidad del movimiento. Aristóteles también diferencia entre el cambio sustancial, que implica la generación o destrucción de una sustancia, y el cambio accidental, que involucra modificaciones en aspectos no esenciales de un ser. En su cosmología, Aristóteles presenta el cosmos como un sistema ordenado y teleológico, donde todo tiene un propósito y un lugar. Según él, el cosmos es finito, eterno y cerrado, con la Tierra en el centro y rodeada por esferas concéntricas de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego).

Aristóteles introduce la noción del “motor inmóvil”, un principio divino que impulsa el movimiento en el cosmos y establece un orden jerárquico. Este motor inmóvil, como acto puro, mueve las esferas celestes y determina el movimiento de los cuerpos celestes de manera teleológica.

En resumen, la física aristotélica es un intento sistemático de comprender la naturaleza y el universo en su totalidad, desde su concepto hasta su organización y funcionamiento, basada en la distinción de las causas y la búsqueda de un orden teleológico en el cosmos.

La Política Aristotélica: El Bien Común y las Formas de Gobierno

En la filosofía política desde la perspectiva aristotélica, se destaca la diferencia entre la ética individual y la política del bien común. Según Aristóteles, mientras que la ética se ocupa del bien individual, la política se centra en el bien común, que el filósofo considera como el más hermoso y prioritario de todos los bienes. Aristóteles sostiene que el hombre es por naturaleza un animal social, lo que implica que necesita vivir en comunidad para alcanzar su pleno desarrollo. En este sentido, el Estado no es simplemente una creación arbitraria de los seres humanos, sino una entidad que surge de la misma naturaleza social del hombre.

Para alcanzar el bien común, el Estado puede adoptar diversas formas, que dependen del número de gobernantes y de los objetivos que estos persigan. Aristóteles distingue entre gobiernos justos, donde el gobernante busca el bien común, y gobiernos injustos, donde el gobernante persigue su propio interés.

Según esta clasificación, hay varias formas de gobierno, como la monarquía, la aristocracia, la tiranía y la oligarquía, que pueden ser justas o injustas según la conducta de quienes gobiernan.

Aunque Aristóteles considera que, en teoría, la monarquía y la aristocracia son las formas de gobiernos preferibles, reconoce que los gobernantes reales tienen una tendencia natural a buscar su propio interés en lugar del bien común. Por esta razón, la forma de gobierno más deseable para Aristóteles es la democracia, o politeia, donde el poder reside en el pueblo y se busca el bienestar de todos los ciudadanos. La democracia, según Aristóteles, contrarresta la tendencia humana hacia el beneficio personal y garantiza un gobierno más justo y equitativo.