El Sistema Político de la Restauración Española (1874-1931)
Explica los elementos fundamentales del sistema político ideado por Cánovas
El pronunciamiento del general Martínez Campos (29 de diciembre de 1874) puso fin al régimen republicano y significó la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II.
El nuevo sistema político fue configurado por Antonio Cánovas. El príncipe Alfonso había hecho público el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas, en el que exponía el programa básico de la nueva monarquía que habría de ser un régimen conservador y católico, que defendiera el orden social y garantizase un sistema político liberal, mostrando un claro afán de reconciliación. Cánovas creía que la monarquía debía restaurarse sin la intervención del ejército, al que esperaba mantener fuera de la política española de manera definitiva. Pero varios militares impacientes llevan a cabo el pronunciamiento militar, mostrando su voluntad de participar en el nuevo sistema. Por ello, el sistema político de la Restauración tuvo como pilares la monarquía, los partidos dinásticos y el ejército.
Pilares del Sistema Político
La monarquía se consideraba una institución incuestionable, que estaba por encima de cualquier decisión política. La Corona y el rey eran los elementos básicos de todo el sistema. El rey era el árbitro de la vida política, garantizaba el buen entendimiento entre los partidos dinásticos y se encargaba de distribuir el poder entre ellos, permitiendo su alternancia (el turno).
Los partidos “dinásticos”, el conservador y el liberal, coincidían ideológicamente en lo fundamental y aceptaban desempeñar dos papeles políticos complementarios. Los dos partidos defendían la monarquía, la Constitución de 1876, la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista y la propiedad privada. Ambos eran partidos de minorías, de notables, que contaban con periódicos, centros y comités repartidos por todo el país. La extracción social de ambos partidos era bastante homogénea y reunía a las élites económicas y a las clases medias acomodadas, aunque en el partido conservador dominaban los terratenientes y en el liberal los profesionales liberales.
- El Partido Conservador se organizó en torno a Cánovas del Castillo y reunió a los sectores más conservadores y tradicionales de la sociedad. Sus miembros procedían del unionismo y del moderantismo. Los conservadores eran más partidarios del inmovilismo político y de la defensa de la Iglesia y del orden social.
- El Partido Liberal tenía como principal dirigente a Práxedes Mateo Sagasta y reunió a antiguos progresistas, demócratas, algunos unionistas e incluso ex republicanos moderados. Los liberales eran más partidarios de un reformismo de carácter progresista y laico.
En la práctica la actuación de los dos partidos no difería mucho, al existir entre ellos un acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando regresase el gobierno.
Los políticos de la Restauración consideraban al pueblo español inmaduro políticamente, no dieron valor a las elecciones y para el ejercicio del poder contemplaron el turno pacífico o alternancia en el poder de carácter regular. Cánovas quiso que los dos grandes partidos dinásticos compartieran el poder asegurando así la estabilidad del régimen y de las instituciones. Aceptaron que la sucesión en el poder no procediera de los resultados de las elecciones, sino de la prerrogativa real de nombrar jefe de gobierno y disolver las Cortes.
El Caciquismo y la Manipulación Electoral
El caciquismo fue la práctica electoral corrupta que permitió el funcionamiento del sistema político de la Restauración. La alternancia en el poder de los dos partidos fue posible gracias a elecciones manipuladas por determinados individuos de la sociedad, los caciques. La adulteración del voto se logró primero mediante el restablecimiento del sufragio censitario (1878), el trato más favorable a los distritos rurales que a los urbanos y sobre todo por las trampas electorales. La introducción del sufragio universal masculino en las elecciones generales en 1890 no cambiará la situación (estará muy lejos de ser democrático al no representar la voluntad popular).
El control del proceso electoral se ejercía a partir del ministro de Gobernación y de los caciques locales. El ministro era quien elaboraba la lista de candidatos que debían ser elegidos en cada distrito electoral, el encasillado. Los distritos electorales de pequeño tamaño y uninominales (se elegía un solo diputado por distrito, el que obtenía mayor número de votos) facilitaba todo el proceso. Los caciques eran los individuos que por su poder económico e influencias políticas controlaban una determinada circunscripción electoral. Esto era más fácil en los distritos rurales donde una población pobre y analfabeta estaba supeditada a sus intereses (desde los ayuntamientos los caciques dominaban el sorteo de las quintas, el reparto de contribuciones, resolvían los trámites burocráticos o proporcionaban puestos de trabajo; Con sus “favores” obtenían la fidelidad electoral de los campesinos).
Además en las elecciones se aplicaban trampas electorales, es lo que se conoce como pucherazo: no se dudaba en falsificar el censo (incluyendo a personas muertas), manipulando las actas (se cambiaban las cifras de los resultados tras el recuento), comprando votos (pagando a los electores en dinero o con favores) y amenazando a los votantes con coacciones (impidiendo la propaganda de los adversarios, no dejando actuar a los interventores). Estas prácticas fraudulentas favorecieron la abstención (casi siempre por encima del 80%) e hicieron que una gran parte del electorado no se sintiera representado en la vida política.
Era el partido que obtenía el gobierno por nombramiento real, acompañado del decreto de disolución de las Cortes, el que preparaba unas elecciones fraudulentas para conseguir la mayoría en el parlamento. Por ello la Restauración no era un sistema democrático, pues la voluntad popular nunca fue tenida en cuenta, pero así quedaba garantizado el turno o alternancia en el poder.
El Pacto del Pardo y las Reformas
La muerte de Alfonso XII en 1885 impulsó a liberales y conservadores a llegar a un acuerdo definitivo sobre la alternancia en el poder, el llamado Pacto del Pardo, para asegurar la estabilidad y continuidad del sistema. Tras el pacto Sagasta gobernó durante casi cinco años (el Gobierno largo de Sagasta) llevando a cabo unas reformas que dieron el aspecto definitivo al régimen de la Restauración introduciendo una serie de derechos nuevos. En 1887 se aprobó la ley de Asociaciones (que permitía la creación de sindicatos), en 1888 se abolió la esclavitud (en las colonias) y en 1890 se aprobó el sufragio universal masculino, para los mayores de 25 años, pero la universalización del sufragio no permitió la democratización del sistema dada la corrupción electoral.