1. Contextualización
El poema “A un olmo seco” se encuentra en el libro Campos de Castilla (1912), escrito por Antonio Machado. Machado, nacido en Sevilla a finales del siglo XIX, estudió en la Institución Libre de Enseñanza de Madrid. Posteriormente, vivió en Soria como profesor, donde se conectó profundamente con el paisaje castellano. Allí se casó con Leonor, quien falleció dos años después. Tras esta pérdida, Machado abandonó Soria. Con la derrota del ejército republicano, se exilió a Francia, donde murió poco tiempo después. Campos de Castilla representa el encuentro de Machado con Castilla, donde proyecta su estado de ánimo y expresa la realidad nacional e histórica de España. El libro también contiene recuerdos personales, reflexiones sobre la existencia humana y una preocupación patriótica con una actitud crítica.
2. Caracterización
El poema describe un olmo, árbol común en Castilla, situado a la orilla del río Duero. Machado crea una imagen vívida del paisaje y transmite la tristeza del árbol agonizante, viejo y a punto de ser destruido por causas naturales o humanas. Sin embargo, también introduce una nota de esperanza con la aparición de nuevas hojas. El tema principal es la descripción sensible y conmovedora de un viejo olmo que resurge a la vida gracias a la primavera.
3. Justificación del carácter literario
“A un olmo seco” es un poema lírico de 30 versos, endecasílabos y heptasílabos, que forman una silva con rima consonante, a excepción del verso 24. El poema se divide en tres partes:
- Versos 1-14: Descripción del estado del olmo y comparación con los álamos.
- Versos 15-27: Deseo del poeta de recordar las hojas verdes antes de la muerte del árbol.
- Versos 28-30: Expresión de esperanza.
Machado utiliza símbolos como el camino, que representa la vida, y el olmo, que puede simbolizar a Leonor o a España en crisis, con la rama verde como símbolo de esperanza. El tiempo es una preocupación constante. Entre las figuras literarias, destacan el hipérbaton y la perífrasis para referirse a la primavera (“las frecuentes lluvias de abril y el buen tiempo de mayo”). Los signos de admiración enfatizan la importancia de Castilla para el poeta: “¡El olmo centenario en la colina / que lame el Duero!”. La personificación del Duero (“lame”) crea la sensación de proximidad al río, cuyo movimiento simboliza el paso del tiempo. Los adjetivos (“musgo amarillento”, “corteza blanquecina”, “tronco carcomido y polvoriento”) describen el estado del olmo. La comparación con los álamos, personificados como “guardianes” del camino y “cantores”, contrasta con la soledad del olmo. El hipérbaton y la anáfora (“antes”) expresan el deseo del poeta: “antes que te desguace un torbellino”, “antes que el río hasta la mar te empuje”. El poeta desea inmortalizar la rama verde: “quiero anotar en mi cartera / la gracia de tu rama verdecida”. En la parte final, Machado expresa un deseo o esperanza: “hacia la luz y hacia la vida”, posiblemente aludiendo a una nueva vida tras la muerte de Leonor. Aunque al principio habla del olmo en tercera persona, luego se dirige a él en segunda persona, dotándolo de alma y transmitiendo sensaciones al lector, recordando nuevamente a Leonor.