Análisis de Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender

Análisis de Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender

Temas

La dignidad humana, la Guerra Civil, el remordimiento del sacerdote por su intervención en un episodio ocurrido en los primeros días de la guerra, la relación interesada entre los dueños del poder económico y político con los ministros de la Iglesia, los conflictos sociales de la época y la injusticia social, el silencio obligado ante una imposición de fuerza y de ideología, la violencia, la venganza, la guerra y la muerte, el arrimo del poder.

Técnica narrativa

El espacio

La novela trata de la historia anónima de una colectividad campesina con sus propias reglas, comportamientos y mitos y al que un hecho externo y casi incomprensible para ellos (la llegada de los señorios de la ciudad con sus secuelas de violencia y destrucción) trastoca su manera de vivir. Hay espacios muy significativos dentro de la aldea que tienen sus propias reglas de juego:

  • La iglesia: Es donde transcurre en sí toda la historia, ya que Mosén Millán no se mueve de allí. En la iglesia preside Mosén Millán, está regida por hombres, se sitúa en el centro del pueblo y es símbolo del poder establecido. Durante la República tiene sus momentos de decaimiento, pero su poder es restituido con la llegada de los forasteros.
  • El carasol: Es el lugar donde se reunían las mujeres y hablaban sobre los asuntos del pueblo. Estaba presidido por la Jerónima, situado en las afueras del pueblo. Es un refugio para gente humilde y marginal. Es su momento, gracias a la República. Las mujeres que solían acudir allí son fusiladas por los falangistas.

Tiempo

Frente a la clásica narración lineal, en la que la historia avanza, sin retroceder, de atrás hacia delante, uno de los grandes aciertos de Réquiem (porque acrecienta el dramatismo de las situaciones) reside en el perfecto ensamblaje de las escenas del presente con las del pasado. Ambas historias se van complementando para una mejor comprensión de los hechos y de los personajes. Esto es, sobre todo, evidente en el caso de Mosén Millán: si, por una parte, las escenas del pasado nos aclaran por qué está tan angustiado mientras espera la celebración de la misa, por otro lado, las escenas del presente enriquecen y matizan la visión un tanto despegada y fría que podríamos haber sacado de la conducta del sacerdote.

En Réquiem, este juego presente-pasado está resuelto con especial maestría porque se va intercalando los dos tiempos, el ritmo de la historia del pasado va avanzando cada vez más rápidamente acrecentando el interés de la trama, se introducen nuevos interlocutores en las escenas del presente: primero el cura y el monaguillo y, poco a poco, cada uno de los tres caciques. La introducción del potro en la última escena sirve para dar más dramatismo y acción a un presente quizá demasiado monótono y estático.

Punto de vista

Las secuencias del pasado

Aparentemente, el sacerdote es el narrador de las secuencias del pasado, pues casi todas ellas están introducidas por la frase «Mosén Millán recordaba…». Pero, en realidad, es el autor omnisciente (Sender) quien mueve los hilos de la trama, hasta el punto de que a veces cuenta cosas que Mosén Millán no podía conocer en todos sus detalles (por ejemplo, las travesuras de los monaguillos en el desván de la iglesia) y otras se introduce en el pensamiento de Paco: «Paco estuvo cavilando y supuso que debía referirse a la relación entre hombres y mujeres».

El romance del monaguillo

En varias ocasiones, hemos hecho referencia al romance que el monaguillo va recitando a lo largo de las secuencias del presente. Ahora vamos a analizar con mayor detenimiento este elemento de la novela. Tres funciones bien diferenciadas cumple el recitado del monaguillo:

  • Desde el punto de vista narrativo, se trata de un tercer narrador de las secuencias del pasado. El primer narrador, objetivo y omnisciente, era Sender. El segundo, narrador subjetivo, era Mosén Millán a través de sus recuerdos. Este tercero es un autor anónimo colectivo al que el monaguillo sirve tan sólo de divulgador.
  • En cuanto a las escenas del presente, el monaguillo va delimitando lo que hay de leyenda y de verosimilitud en el relato, ejerciendo así la función de testigo a la vez inocente y veraz.
  • Hasta cierto punto, en esos momentos, el monaguillo asume el papel que en diferentes ocasiones protagonizarán los otros testigos de la tragedia: la Jerónima y las mujeres del «carasol».
  • Por último, el romance simboliza, al igual que el potro, la permanencia de Paco y de su ejemplo. La muerte de Paco se ha convertido ya en una leyenda que, por otra parte, es peligroso recordar.