1. Personajes en La casa de Bernarda Alba
1.1. Tipos de personajes
En la obra, distinguimos dos tipos de personajes: los visibles y los invisibles o aludidos. Unas veces aparecen dotados de nombre propio, otras veces con nombres descriptivos y también encontramos nombres genéricos.
1.2. Personajes visibles
Los personajes visibles son femeninos, pero la sombra del hombre gravita sobre la escena. La mujer se erige en el centro de la tragedia. Lo más sorprendente de estos personajes femeninos es que Lorca ha sabido crear personajes representativos, pero dotados de una individualidad, muy bien trazados y de gran hondura y complejidad.
1.2.1. Personajes principales
- Bernarda Alba: Su nombre significa “con fuerza de oso”, lo que alude a su agresividad y a su temperamento hombruno. El simbolismo de su nombre nos adelanta algunos de los rasgos que la caracterizan: la fuerza, el poder y la obsesión por las apariencias que nace del miedo al “qué dirán”. La conocemos antes de que salga a escena mediante el recurso de la “presentación indirecta”, a través de las opiniones de otros personajes. Se nos muestra tirana, agria, violenta… Está definida desde el principio por el ejercicio del mando y su actitud coactiva. Su bastón, símbolo de su poder y autoridad, y su lenguaje prescriptivo, lleno de órdenes y prohibiciones, la definen. Es el suyo un poder irracional que exige obediencia y sumisión. También es orgullosa, clasista y avariciosa. Es movida por la pasión de mandar. Con sus hijas mantiene una relación dominada por el autoritarismo y la rigidez. Es una educación basada en el miedo y en la negación de la libertad: “¡Si te ve nuestra madre te arrastra del pelo!” (Amelia a Adela, acto I). La que mantiene con la Poncia está dominada por el odio y el resentimiento de ésta y la distancia que le impone Bernarda. Poncia se siente explotada y hiere cuando puede el orgullo de Bernarda. Pero Bernarda le recuerda su posición. Con las vecinas apenas si existe relación, se odian mutuamente, aunque guardan las apariencias. Tan solo con Prudencia se muestra amable y le dispensa un trato afectuoso.
- Las hijas: Forman un colectivo, pero dentro hay cinco individualidades muy marcadas, sobre todo destaca Adela. Todas viven entre el encierro impuesto por su madre y sus deseos de salir. Todas están, más o menos, obsesionadas por lo erótico y la presencia en la casa de Pepe el Romano desencadenará la tensión, el odio y la envidia entre ellas. Las pasiones las arrastran hacia un fin desastroso, el fatum. Todas envidian a Angustias porque se va a casar con Pepe. Además, Martirio envidia a Adela por su juventud, su belleza y por mantener relaciones con el Romano; esta envidia se transformará en odio. Todas, en fin, están condenadas a vivir sin entenderse en un lugar cerrado: la casa.
- Adela: Es la verdadera heroína de la tragedia. Es la más joven y rebelde, la que desde el principio se niega a aceptar la reclusión impuesta por su madre. “¡Yo no quiero estar encerrada! ¡No quiero perder mi blancura en estas habitaciones!…” (acto I). El acicate para su rebeldía va a ser el impulso sexual, ese instinto primario la ciega. La pasión la consume y la llevará a realizar acciones cada vez más arriesgadas. Adela lleva su rebeldía hasta las últimas consecuencias: la muerte. Su nombre significa “de naturaleza noble”.
- Martirio: Es otro de los personajes complejos que influyen en la acción dramática y en el desenlace final. Ama en secreto a Pepe el Romano y los celos que siente por Adela la llevan a delatarla. Símbolo de su frustración es el retrato de Pepe, que roba a Angustias. Otro hecho que explica su frustración es el desengaño vivido con Enrique Humanes, a quien su madre prohibió acercarse a rondarla. Es una mente enfermiza, con actitudes contradictorias frente a los hombres. Se siente a la sombra de Adela, a quien ve como rival: “¡No me abraces! ¡No quieras ablandar mis ojos!…” (acto III).
- Angustias: Es la hija del primer marido de Bernarda, por tanto, la mayor de las hermanas, la más fea, pero también la más rica. Proyecta casarse con Pepe el Romano, que la ha elegido por interés. Es un personaje triste, apagado, sujeto pasivo de las pasiones de los demás.
- Magdalena y Amelia: Pasan más desapercibidas.
- María Josefa: Es libre de espíritu por su locura y por ello puede exteriorizar lo que desea y siente: “salir” y “casarse” para ser feliz. Puede decir lo que nadie se atreve a admitir. En sus palabras se mezclan verdad y locura, asume un papel profético. “Pepe os va a devorar”, “Ninguna se va a casar”.
- La Poncia: Junto con la Criada, nos ofrece una visión distanciada y crítica de lo que sucede en la casa, por eso actúa como un coro trágico que anticipa a las protagonistas y a los propios espectadores los augurios sobre los futuros desastres que van a ocurrir. Se caracteriza por su servilismo y por el rencor que le guarda a Bernarda. Comparte con Bernarda las inquietudes acerca de la honestidad de las muchachas. Acabará “lavándose las manos”. Encarna la sabiduría rústica y el desgarro popular.
1.2.2. Personajes secundarios
La Criada, la Mendiga, Prudencia y demás personajes secundarios.
1.3. Personajes invisibles
También están los personajes invisibles, como Pepe el Romano. Lorca acierta cuando suprime el personaje masculino; supresión física que implica un dominio extendido de la persona ausente. Pepe es muy nombrado, está omnipresente; su alejamiento es solo físico y contribuye a conformar un carácter simbólico que lo ennoblece. Es la encarnación del hombre, del objeto de deseo, del “macho”. Además, es el catalizador de todas las pasiones latentes, de ahí su fuerza: “Hay una tormenta en cada cuarto.” (Poncia, acto III). Junto a Pepe el Romano hay otros personajes masculinos, como Antonio Benavides. También hay mujeres de vida libre: Paca la Roseta, la hija de la Librada, etc.
1.4. Caracterización de los personajes
Para su caracterización, Lorca se sirve de la caracterización indirecta, la autodefinición y los objetos que llevan. Caracteriza a los personajes también por el lenguaje que emplean.