Análisis de la Obra Poética de Miguel Hernández: Tradición, Vanguardia y Evolución Estilística

Análisis de la Obra Poética de Miguel Hernández

I y S

Su expresión se carga de elementos sensoriales y sobre todo visuales, y refleja la profunda huella de las lecturas del poeta principiante. En Perito en lunas, Miguel Hernández asimila a la perfección la técnica metafórica del neogongorismo. Mientras Góngora sublima e hiperboliza todo cuanto toca convirtiéndolo en oro, plata y demás material renacentista, el poeta pastor busca sus motivos en el mundo real de la vida campestre. Parte de un entorno cercano para obtener sus elementos como el toro, la palmera, la gota.

El silbo vulnerado

Miguel Hernández busca en la metáfora la encarnación de los sentimientos, emociones y luchas de su drama interno. La imagen surge directamente de sus experiencias y vivencias de pastor y enamorado. El material metafórico de la vida campestre le presta el sello de la autenticidad.

El rayo que no cesa

Logra intensificar aún más la imagen. Lo que antes era solo melancolía de enamorado y sentimiento dolorido se convierte aquí en pasión irresistible y fuerza explosiva y volcánica. El poeta elabora y perfecciona más la imagen, y la vida cotidiana llega a un elevado grado de perfección. Las metáforas arrancan de las sensaciones visuales, como un carnívoro cuchillo, el limón, el barro… Con la irrupción del elemento surrealista, cualquier objeto queda ennoblecido y elevado a la categoría de imagen poética. El carácter ambivalente de la amada queda representado en metáforas.

Los libros del viento del pueblo y el hombre acecha

Nos conducen hacia la imagen más personal y típicamente hernandiana. El material metafórico se endurece; la imagen se encarna en objetos corpóreos, duros… Por otra parte, la metáfora se tiñe de elementos visionarios e irreales. En Viento del pueblo, la guerra ha despertado en el hombre sus instintos más fieros. El hombre se deshumaniza y desciende a bestia. El proceso de deshumanización se extenderá en El hombre acecha a todo ser humano. La evolución de este tipo de metáfora nos revela el proceso seguido por Miguel Hernández, quien pasa lentamente a través de esta obra a vate universal y hondamente humano. La imagen rehuye la proyección de motivos épicos y se vuelve más lírica e íntima. Se despoja de elementos inútiles y abandona el tono retórico, reflejando una visión del mundo llena de amargura y dramatismo. Destacan poemas como ”El niño yuntero”, ”Canción del esposo soldado” (en Viento del pueblo), ”El tren de los heridos” y ”Canción última” (El hombre acecha), poema con una imagen visionaria.

En viento del pueblo

El viento es la voz del pueblo encarnada en el poeta, al pueblo cobarde se le identifica con el buey, el león es la imagen de la rebeldía.

En el hombre acecha

Encontraremos símbolos como los colmillos y las garras.

En Cancionero y romancero de ausencias

La imagen poética hernandiana alcanza su cumbre artística. La palabra varonil, directa, sangrante, despojada de todo elemento ornamental y el elemento surrealista y visionario es lo que presta a la metáfora de este libro su fuerza irresistible. Las imágenes son fundamentalmente sustantivos desnudos y despojados incluso de epítetos. Cuanto más honda es la idea y más entrañable el sentimiento, más se hace el material metafórico. Dentro de este proceso de concentración encaja también la imagen o frase que reduce el material imaginativo a su mínima expresión: el verbo es único portador de la sustitución metafórica. El elemento de procedencia surrealista se acentúa y los planos comparados son buscados en objetos, los más distanciados. La imagen, medio expresivo de importancia primaria en la obra hernandiana, alcanza aquí su grado máximo de intensidad.

Tradición y vanguardia

La poesía de Miguel Hernández se caracteriza por la lectura de los clásicos, que le lleva a un acento pastoril.

En Perito en lunas (1933)

Se aproxima a la literatura gongorina. Este libro supone la vinculación de Miguel Hernández a la poética purista de los años 20, aludiendo en varias citas al poeta Paul Valéry, a Góngora y a Guillén. La palabra ”perito” nos hace pensar en la idea de un oficio en el que el poeta se muestra experto. También puede significar ”pastor”. En la octava ”Horno y luna” aparecen los versos que dan título al libro. Además de la luna, redondas son otras imágenes del libro: la gota de agua, la noria. La lectura y el conocimiento de la lírica española del siglo XVI se observa en el gusto por lo conceptual y lo abstracto. Esto le proporcionará la tendencia a un léxico cultista y fórmulas sintácticas e imágenes de gran complejidad. También se advierte la relación con el vanguardismo como, por ejemplo, con la greguería de Ramón Gómez de la Serna. La diferencia con Góngora es que el mundo en que Miguel Hernández busca las metáforas es su propia vida, y por lo tanto no es un mero imitador. El mérito de este libro radica en la adaptación de todos esos elementos a su viva realidad inmediata, al paisaje y a los hombres de su entorno.

En El rayo que no cesa (1936)

Ha asimilado la influencia de Quevedo y el dolorido sentir garcilasiano, así como la forma estrófica del soneto. Encontramos imágenes de tipo tradicional que se apoyan en una semejanza visual. A veces se muestra cercano a la poesía de Neruda o Vicente Aleixandre.

En Viento del pueblo

El poeta es un mero intérprete del sentimiento colectivo cuya misión ha de ser conducir, como viento del pueblo, a las cumbres más hermosas. Así lo pone de manifiesto en la dedicatoria del libro: “Los poetas que son del viento del pueblo escriben: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas”. Ahora es cuando la poesía impura de Neruda y Aleixandre adquiere su plena corporeidad y los poemas se llenan de imágenes surrealistas cargadas de irrealidad y de elementos visionarios.

El hombre acecha

Consta de 19 poemas con un tono que se distancia de Viento del pueblo en busca de un evidente intimismo. Sin embargo, ambos libros son semejantes en sus moldes métrico-estéticos.

Cancionero y romancero de ausencias

Busca los motivos metafóricos en el mundo material. Sus metáforas han sufrido una depuración y fijación y el poeta se aparta de muchas de las influencias literarias recibidas hasta ese momento para adentrarse en la búsqueda de sus raíces personales. Junto a poemas largos de arte mayor encontramos canciones breves, romances… En este libro, su intensa experiencia del amor, de la guerra y de la muerte le hace aproximarse al aire popular de la canción y del romancillo breve y profundo. Destacan los asuntos referidos al ámbito familiar y, junto a los temas habituales de su poesía anterior, destacan las aves, el olivo, la higuera, el mar, la tierra.