Análisis Comparativo: Racionalismo Cartesiano y Ética Kantiana

René Descartes: El Fundamento del Racionalismo

Ideas Principales

  1. Dado que los sentidos, en ocasiones, nos engañan, puedo poner en duda la validez de las sensaciones.
  2. Como a veces nos equivocamos en los razonamientos matemáticos, puedo suponer que mis demostraciones son falsas.
  3. No siempre está clara la distinción entre lo que percibimos en sueños y en la realidad; finjamos, entonces, que lo que hasta ahora hemos tomado por mundo real sea ilusión.
  4. «Pienso, luego existo»: es una verdad firme y segura que sirve como primer principio de la filosofía.

Explicación de las Ideas

Descartes defiende la autonomía del conocimiento humano con respecto a la fe o a las Sagradas Escrituras y también afirma que la verdad de una proposición depende solo de la razón. Así, por lo que respecta al conocimiento, no debemos admitir ninguna autoridad ajena al propio entendimiento.

En su búsqueda de un saber firme e indudable, el hombre tiene como único apoyo la luz natural de la razón. En ella debemos hallar las verdades elementales a partir de las cuales sea posible construir el edificio entero del saber.

Para Descartes, será fundamental encontrar un punto de partida, una verdad absolutamente cierta, dado que su ideal de ciencia es la matemática, una ciencia deductiva que parte de principios ciertos y evidentes.

Con el fin de encontrar esa verdad, propone su duda metódica; es decir, rechaza todos los conocimientos de los que, en algún momento, es posible dudar. Esto no significa que todo lo que hasta ahora se ha considerado verdadero sea falso, sino que, al no ser un conocimiento seguro, no puede servir como principio de un saber definitivo.

Hay tres niveles de duda: la información de los sentidos, las demostraciones científicas y el mundo real, pero la propia duda nos dirige a la primera verdad: «pienso, luego existo».

Esta verdad se halla en la razón, fuente primordial del conocimiento para el racionalismo, y sirve como base de un saber firme porque es indudable y porque nos ofrece los rasgos de cualquier otra verdad. De ella se deduce el criterio de certeza:

todo lo verdadero es evidente; es decir, claro y distinto.

Desde la existencia del yo pensante y de la idea innata de infinito, Descartes llegará a la existencia de Dios, y de esta, a la del mundo real, las tres sustancias que forman la realidad cartesiana: infinita (Dios), pensante (yo) y extensa (materia).

Método de la Razón

Descartes subraya la autonomía del conocimiento y afirma que la verdad de cualquier proposición depende de la propia razón, que es el origen del conocimiento. Establece los principios fundamentales siguientes:

  1. Hay un único saber, puesto que también hay una única razón; es decir, en el fondo, todas las ciencias son una.
  2. El sujeto es el que piensa, el que elabora la ciencia; es, pues, más importante que el objeto a la hora de conocer.
  3. Rechaza el principio de autoridad.

Como la razón es única y es la responsable de nuestro conocimiento, debemos conocer su estructura y su funcionamiento para aplicarla bien. Si observamos las matemáticas, ciencia modelo para el racionalismo, solo hay dos modos de razonamiento, de conocimiento racional:

  1. La intuición: consiste en captar de forma directa e inmediata los elementos simples del conocimiento. Es una especie de ‹luz natural› que nos permite percibir las ideas simples sin posibilidad de error.
  2. La deducción: es un procedimiento por el que la razón descubre las conexiones que se dan entre las ideas simples; podemos decir que encadena unas ideas a otras. Deducir es obtener una idea a partir de otras anteriores; es como una sucesión de intuiciones.

La razón bien aplicada no puede llevar a error, pero el problema es cómo aplicarla bien. Para ello, Descartes busca un método que garantice la verdad de los conocimientos alcanzados; es decir, que garantice que la utilizamos bien. Y busca un método único para todas las ciencias, que, como ya se dijo, son una. Su método se compone de cuatro reglas:

  1. La evidencia: no se puede aceptar como cierto ningún principio que no sea captado de forma clara y distinta.
  2. El análisis: hay que dividir los problemas hasta llegar a los elementos más simples; es decir, hay que reducir las cuestiones más complejas y oscuras en otras más elementales a las que podemos acceder por medio de la intuición.
  3. La síntesis: es el paso inverso al análisis; partimos de los datos más simples, obtenidos por el análisis, hasta llegar al conocimiento de los más complejos.
  4. La enumeración: por último, debemos comprobar las deducciones; es decir, en este momento confirmamos todos los pasos realizados.

Immanuel Kant: Idealismo Trascendental y Ética

Teoría del Conocimiento

Consciente del continuo avance de las ciencias y del caos y la falta de acuerdo que, por el contrario, reinan en la filosofía, Kant se pregunta si la metafísica puede ser una ciencia; es decir, si puede haber un conocimiento científico sobre los temas de la metafísica tradicional: Dios, el alma y el mundo.

Para responder a esta cuestión, debemos conocer el tipo de juicios propio de las ciencias y averiguar si la metafísica es capaz de elaborarlos.

Según la relación que se establece entre el sujeto y el predicado de un juicio, se puede distinguir entre juicios analíticos y juicios sintéticos, y atendiendo a su relación con la experiencia, entre juicios a priori y juicios a posteriori.

Todos los juicios analíticos son a priori, mientras que existen juicios sintéticos a posteriori (cuya verdad depende de la experiencia) y juicios sintéticos a priori, que amplían la información, pero cuya verdad no depende de la experiencia, por lo que son universales y necesarios.

Kant afirma que los juicios de las ciencias son sintéticos a priori; luego, la pregunta acerca de si la metafísica puede ser una ciencia es sinónima a la que plantea si son posibles los juicios sintéticos a priori en ella.

Kant analiza la sensibilidad y sus formas a priori (el espacio y el tiempo) y cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas. Después, estudia el entendimiento y sus conceptos a priori (las categorías) y cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la física.

El conocimiento solo se da cuando las categorías (conceptos vacíos) se aplican a los datos de la sensibilidad (intuiciones sensibles): este es el límite del conocimiento humano.

Como vemos, Kant supera la oposición racionalismo-empirismo: la sensibilidad es imprescindible, pero no nos proporciona por sí misma conocimiento.

Kant responde negativamente a la pregunta que se planteó sobre la metafísica: no es posible que sea una ciencia, porque las categorías solo pueden aplicarse legítimamente a los fenómenos dados a través de los sentidos.

Ideas Principales sobre la Ética

Los seres racionales han de ser considerados siempre como fines en sí mismos y no como simples medios.

Los seres irracionales, cuyo valor es relativo, pueden ser medios y se llaman «cosas». Los seres racionales, que tienen valor por sí mismos, son fines y se llaman «personas».

Explicación de las Ideas

En el texto, Kant nos presenta la base de la segunda de las tres formulaciones del imperativo categórico:

  1. Cualquier norma moral ha de ser universal.
  2. Dicha norma ha de considerar a las personas como fines en sí mismas; es decir, como dotadas de dignidad.
  3. La voluntad, en tanto que capacidad racional, es legisladora universal, genera la ley moral universal. Esta voluntad ha de ser autónoma (solo sigue normas que ella propone).

Según este segundo aspecto del imperativo categórico, ningún ser humano, ningún ser racional, puede ser utilizado solo como un medio para lograr un fin; es decir, ningún hombre puede usar a otro o su propia persona como mero instrumento, ya que todo ser humano es un fin en sí mismo.

Los objetos tienen un valor relativo que está condicionado por las inclinaciones de las personas, por lo que su valor se deriva de la voluntad que siente inclinación, deseo o necesidad de ellos. Por el contrario, los seres humanos tienen valor por sí mismos, su valor no depende de nada ajeno a ellos; podríamos decir que son valores absolutos.

La última parte del texto nos aclara esta diferencia entre los objetos-instrumentos y los seres humanos-fines. Así, Kant distingue entre los seres irracionales, cuyo valor es relativo y que pueden ser usados como medios (los denominamos «cosas»), y los seres racionales, cuyo valor es incondicionado y que son fines en sí mismos (se denominan «personas»).

En consecuencia, para Kant, la situación ideal será aquella en la que todos se traten mutuamente como fines y no como medios. En este caso, las personas actúan movidas por el respeto mutuo, lo cual significa que se respeta la libertad de los demás. En esa situación ideal, la moral formal de Kant dirigiría las acciones y la convivencia humanas.