Análisis Comparativo: El Pensamiento de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino

El Problema del Ser Humano – Aristóteles

Aristóteles concibe al ser humano en el marco de su teoría de la sustancia. El hombre es una sustancia compuesta de materia (el cuerpo) y forma (el alma).

El alma, como forma de un cuerpo natural, posee en sí misma el principio de su propio movimiento. Es “la forma de un cuerpo natural que posee la vida en potencia”, dotado de instrumentos para las funciones vitales. El alma es el principio vital que anima al cuerpo, y sin ella, este retorna a la materialidad.

Aristóteles explica la vida con conceptos de su Física: el alma es forma, acto, fin; el cuerpo es materia, potencia, instrumento. La relación alma-cuerpo es como la función al órgano. La sustancia del hombre no es solo el alma, sino el compuesto sustancial de alma y cuerpo.

Su psicología sigue un esquema jerárquico ascendente. Las funciones del alma se desprenden gradualmente de su condicionamiento sensible. En la jerarquía de los seres vivos, todos tienen alma, pero con funciones diferentes: la planta, “alma vegetativa”; el animal, “alma sensitiva”; solo el hombre posee “alma racional”.

El Alma Racional

El alma racional, propia del hombre, además de las funciones de las almas inferiores, ejerce funciones intelectivas: el conocimiento de la verdad en sí misma (capacidad científica) y el conocimiento de la verdad con fines prácticos (capacidad deliberativa). El alma no es solo principio vital, sino también de conocimiento. Aristóteles define al hombre como animal racional.

El Problema de la Ética – Aristóteles

Aristóteles expone su ética en: “Ética a Nicómaco”, “Ética a Eudemo” y “Ética magna”.

Parte de una concepción teleológica de la naturaleza, aplicada al ser humano. Todo en la naturaleza tiende a un fin, la perfección de lo que le es propio, identificada con el bien. La diversidad de seres implica una diversidad de bienes.

La Felicidad como Bien Supremo

¿Cuál es el bien supremo o fin último del hombre? Aristóteles, defensor de una ética eudemonista, responde: la felicidad.

¿En qué consiste la felicidad? En alcanzar la perfección de lo humano: el pensamiento. La felicidad humana reside en la contemplación.

Esta felicidad absoluta, propia de Dios, solo es alcanzable en determinados momentos. El hombre se contenta con una felicidad limitada, que exige: bienes corporales, bienes exteriores y virtudes morales.

Virtudes Morales

La virtud moral no se identifica con la sabiduría (aunque es necesario saber qué es bueno) ni se aprende. Consiste en actuar según el “término medio” entre extremos viciosos, y se adquiere con el hábito. Se es justo si se actúa con justicia; se es bueno por actuar bien.

La prudencia (sabiduría), virtud por excelencia, ayuda a determinar el justo término medio. Esta prudencia, necesaria para decidir qué hacer para ser feliz, forma parte de las “virtudes dianoéticas”. Entre ellas, la sabiduría representa el grado más elevado de virtud, identificada con la verdadera felicidad. Como no todos son sabios, el “hombre prudente” sirve como modelo.

El vicio es cualquier extremo (por exceso o defecto). El término medio es relativo a cada persona, quien debe decidir en función de su singularidad.

Tipos de Virtudes

  • Virtudes éticas o de carácter: hábitos moderados basados en el término medio.
  • Virtudes dianoéticas: propias de la diánoia y las funciones intelectivas del alma.

El objetivo de ambas es llevar una vida buena para alcanzar la felicidad.

El Problema de la Política – Aristóteles

En su libro “Política”, Aristóteles afirma que el hombre es social por naturaleza. Concibe la naturaleza teleológicamente, por lo que el fin último del ser humano es vivir en sociedad. El individuo aislado no puede satisfacer sus necesidades ni desarrollar sus capacidades. El ser político y la comunidad política son naturales, surgen del desarrollo natural del hombre.

Según Aristóteles: “el hombre es el único ser que posee el don de la palabra, ya que es el único que tiene el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, y es precisamente este valor lo que forma la familia y ciudad…” El hombre es un animal político que vive en polis porque posee el logos, el lenguaje (en este contexto, el sentido de la justicia). La naturaleza destina al hombre a la sociedad, y la ciudad es autosuficiente. La ciudad es lógicamente anterior a las aldeas y familias, aunque cronológicamente posterior, pues el todo precede a las partes.

El Bien Común

Aristóteles sostiene que el Bien Común es superior al Bien Individual. En el fondo, son la misma cosa (la felicidad), pero si el hombre solo busca la felicidad individual, no se diferencia de las bestias. Al formar una comunidad de hombres libres que se orientan al fin de vivir y alcanzan la felicidad en ella, el Bien de todos se impone al Bien de uno. La ética se subordina a la política; son inseparables.

Formas de Gobierno

Aristóteles habla de tres formas de gobierno: monarquía, aristocracia y democracia, diferenciadas por el número de gobernantes. La monarquía (gobierno de uno), la aristocracia (gobierno de unos pocos) y la democracia (gobierno de todos) son buenas formas de gobierno si prevalece el bien común. Cuando se impone el bien individual, degeneran en tiranía, oligarquía y demagogia, respectivamente.

Su tendencia al término medio lo lleva a considerar la república (democracia) “intermedia” como la mejor forma de gobierno. En ella, la clase media marca las tendencias, moderando las tensiones entre ricos y pobres.

El Problema del Conocimiento – Santo Tomás de Aquino

La filosofía de Santo Tomás parte de su teoría del conocimiento, que establece qué podemos conocer y cuáles son los límites. Es una teoría empirista: el conocimiento parte siempre de los sentidos. Siguiendo a Aristóteles y oponiéndose a Platón, considera que la razón alcanza el verdadero conocimiento.

El origen del conocimiento está en la experiencia. A partir del conocimiento sensible, el entendimiento humano adquiere un conocimiento intelectual de las esencias universales mediante la abstracción:

  1. Los sentidos captan la realidad sensible, obteniendo una imagen que se almacena en la memoria.
  2. El Entendimiento Agente actúa sobre esa imagen, elaborando una representación general y abstrayendo el elemento universal o esencia.
  3. Esta representación pasa al Entendimiento Paciente, que reproduce el concepto y conoce el universal abstraído.

Esta concepción empirista limita el conocimiento. Siguiendo a Aristóteles, Tomás afirma que el conocimiento se origina en la experiencia, lo que marca límites. Sobre las realidades inmateriales y Dios solo se puede tener un conocimiento imperfecto y analógico, a partir de los sentidos.

Razón y Fe

Santo Tomás afirma que la fe y la razón son fuentes de conocimiento que dan lugar a la Teología Revelada y la Filosofía. Si bien en los primeros siglos de la Edad Media la fe y la teología primaban sobre la razón y la filosofía, a partir del siglo XI esta concepción entra en crisis. En el siglo XIII, Santo Tomás armoniza razón y fe:

  • Autonomía de la razón frente a la fe: son fuentes de conocimiento distintas. Cuando sus objetos coinciden, no pueden contradecirse, pues la verdad es una.
  • Verdades comunes a la razón y la fe: conocidas por fe y demostrables racionalmente (preámbulos de la fe): Dios existe, es omnipotente, el alma es inmortal, la creación del mundo es a partir de nada. Se diferencian de los artículos de fe por ser conocidos solo por revelación.

Tomás lo justifica con dos tipos de razones:

  • Circunstanciales: las verdades racionales deben ser reveladas porque muchos no podrían alcanzarlas de otro modo.
  • Estructurales: dada la posibilidad de error, conviene que estas verdades lleguen por revelación.

Su postura conciliadora defiende la colaboración entre razón y fe:

  • La razón ayuda a la fe: proporcionando procedimientos de ordenación, demostrando los preámbulos de la fe y defendiéndolos frente a los filósofos.
  • La fe ayuda a la razón: adelantándose a ella (es costoso y lento llegar a la verdad), confirmando con autoridad divina lo que descubre la razón y sirviéndole de criterio extrínseco (señalando al hombre que debe revisar sus posiciones filosóficas si contradicen la fe).

Problemas de la Metafísica (Ontología o Realidad) – Santo Tomás de Aquino

La ontología tomista se basa en la revelación y en la filosofía de Aristóteles. De este toma la teoría hilemórfica (las sustancias, salvo Dios, son materia y forma) y la teoría de la potencia y el acto (las sustancias, salvo Dios, son acto y potencia).

Santo Tomás niega las ideas aristotélicas contrarias al dogma cristiano, como la eternidad del mundo. Establece que Dios creó el mundo a partir de la nada y que hay una diferencia entre Dios y las criaturas.

Dios y las Criaturas

Dios es el ser absolutamente necesario, existe y no puede no existir. Los demás seres son contingentes, existen pero podrían no existir si Dios lo decidiera. Tomás añade la distinción entre esencia y existencia.

En todos los seres, salvo Dios, se distingue la esencia (contingente, no necesaria), que tiene la posibilidad de existir o no. Dios, cuya esencia coincide con su existencia, la hace existir actualizando su potencialidad.

La existencia no se predica de forma unívoca de los seres debido a la relación esencia (potencia) – existencia (acto). Si la existencia es el acto de la esencia, el tipo de existencia depende de la esencia que se actualice. La existencia se da en distintos niveles de perfección: ángeles, hombre, animales, plantas, minerales.

Dios es el grado máximo de perfección, su esencia es su existencia (Acto puro de Ser). Dios es el Ser (existencia) en plenitud. Los seres participan del ser según la capacidad de ser de sus esencias.

La perfección se predica de Dios y las criaturas por analogía. Al demostrar que Dios es causa de todo, se demuestra que creó el mundo a partir de la nada, un acto libre. Dios no es solo causa del comienzo del mundo, sino también de su duración, que conserva por providencia.

El Problema de Dios – Santo Tomás de Aquino

Santo Tomás sabe por revelación que Dios existe, pero busca demostrar su existencia racionalmente. Es necesario demostrar la existencia de Dios porque no es una verdad evidente ni innata. Es posible porque, a partir del conocimiento sensible, se puede encontrar una vía para demostrar su existencia.

Las Cinco Vías

Las cinco vías para demostrar la existencia de Dios tienen la misma estructura:

  1. Parten de un hecho de experiencia que debe ser explicado.
  2. Recurren al principio de causalidad.
  3. Niegan la posibilidad de una serie infinita de causas subordinadas.
  4. Afirman una primera causa incausada.
  5. La identifican con el Dios cristiano de la revelación.

Las cinco vías son:

  1. Vía del movimiento: del movimiento observado al motor inmóvil (Dios).
  2. Vía de la causalidad eficiente: de las causas productoras subordinadas a la primera causa incausada (Dios).
  3. Vía de la contingencia: de la contingencia observada en las criaturas al ser necesario (Dios).
  4. Vía de los grados de perfección: de la mayor a la menor perfección observada en las criaturas al sumamente perfecto (Dios). Presupone la idea de participación. La causa última de la perfección debe ser perfecta en sí misma.
  5. Vía de la finalidad o de origen cósmico: del orden observado al supremo ordenador (Dios).

Conocimiento de la Esencia Divina

Demostrada la existencia de Dios, se puede acceder racionalmente a su esencia. El conocimiento de la esencia divina es imperfecto y limitado, pues Dios es infinito y el entendimiento humano finito.

Los atributos divinos se conocen por tres vías:

  1. Vía de la negación: negar de Dios los atributos imperfectos de las criaturas.
  2. Vía de la eminencia: predicar de Dios los atributos positivos de las criaturas, pero en grado sumo.
  3. Vía de la afirmación o positiva: en las criaturas hay perfecciones; sus deficiencias se deben a la limitación. Se puede atribuir a Dios inteligencia, sabiduría y bondad, pues el creador no puede carecer de ellas.

La distancia entre criaturas y Dios es infinita. Los nombres que se aplican a Dios y a las criaturas no tienen un sentido unívoco. Los conceptos derivados de la experiencia de las criaturas se predican de forma analógica a Dios.

El Problema de la Realidad y del Conocimiento – San Agustín de Hipona

En el cristianismo no hay conflicto entre fe y razón: “Cree para comprender; comprender para creer”. La fe ilumina a la razón, limitada, y responde preguntas sobre Dios, el hombre y el mundo. La razón completa a la fe y se subordina a ella.

La filosofía agustiniana busca el conocimiento de una verdad que lleva a la paz y a la salvación del alma. La verdad no es teórica, transforma la existencia de la persona.

Búsqueda de la Verdad Salvífica

La búsqueda de la verdad salvífica es la búsqueda del conocimiento del alma propia y de Dios. El hombre puede conocer verdades, en contra de los escépticos. San Agustín lo demuestra mediante la autoconciencia: si no hay verdades inmutables en el mundo sensible (lo percibido cambia), hay que mirar hacia el interior: se es algo que piensa.

Demostrada la posibilidad del alma de conocer su existencia, surge el problema de que el conocimiento no puede limitarse a esto, buscamos conocer a Dios. Hay una pluralidad de conocimientos en el alma; hay que mostrar el proceso que lleva al conocimiento de Dios a través de los grados de conocimiento.

Concepción Platónica de la Verdad y el Ser

San Agustín tiene una concepción platónica de la verdad y el ser: inmutabilidad y eternidad como características esenciales. Cuando el alma se vuelve a sí misma, encuentra conocimientos que la llevan a Dios.

Grados de Conocimiento

  • Conocimiento sensible: no es fiable, las sensaciones cambian porque los objetos externos son inestables. El alma no encuentra reposo.
  • Conocimiento racional:
    • Ciencia: parte inferior de la razón que se ocupa del mundo sensible. Reglas matemáticas, metafísicas, estéticas y morales que permiten juzgar las cosas del mundo comparándolas con su grado de perfección. Se obtiene un conocimiento científico, viable y racional.
    • Sabiduría: parte superior de la razón que se adentra en el alma. El ser humano encuentra la posibilidad de la contemplación directa de las reglas o modelos ejemplares. Estos modelos no provienen del mundo exterior ni del alma, sino de Dios, el ser perfecto, eterno, inmutable e infinito.

El conocimiento de los modelos ejemplares solo es posible gracias a la “iluminación” divina. Dios es la “luz inteligible” que hace visibles los objetos inteligibles eternos y perfectos, que trascienden la condición finita y temporal del hombre.

El camino del conocimiento es un proceso de interiorización gradual que lleva, en una dialéctica ascendente, de lo exterior a lo interior, de lo interior a lo superior. El hombre, en un autotrascendimiento, va más allá de sí mismo y su conciencia para llegar a Dios.

El Problema de la Ética y/o Moral – San Agustín de Hipona

Según San Agustín, el hombre se caracteriza por una búsqueda que lo lleva a autotrascenderse, tanto en el conocimiento como en la voluntad. Busca la felicidad, pero solo Dios puede dársela.

El fin último del ser humano es la salvación, inalcanzable en esta vida debido al carácter trascendente de la naturaleza humana. El alma inmortal solo alcanza la salvación en la otra vida.

El Mal y el Libre Albedrío

El alma, unida al cuerpo, coloca al hombre en una condición oscilante entre la luz (Dios) y la oscuridad (el mal, pecado). San Agustín no culpa a Dios del mal en el mundo. Su solución se aleja del maniqueísmo, adoptando la tesis neoplatónica: el mal no es ser, sino defecto o ausencia de ser y de bien. El mal es privación del bien. Los aspectos “buenos” de la Creación proceden del Creador; el hombre, con libre albedrío, es responsable del mal.

El libre albedrío es la posibilidad de elegir voluntariamente el bien o el mal. Dios lo dio para poder elegir hacer el bien, y por eso se castiga al que lo usa para pecar. Debido al pecado original y al dominio del cuerpo, es difícil dejar de pecar. Solo la libertad como gracia divina impulsa a hacer el bien.

San Agustín se opone al pelagianismo, que sostenía que el hombre puede obrar virtuosamente sin la gracia. Sin la ayuda de Dios, el hombre se aleja del ser, la verdad y el amor, peca y se condena.

El Problema de la Política (Sociedad) – San Agustín de Hipona

San Agustín expone sus reflexiones sobre sociedad y política en “La ciudad de Dios”, escrita para defender al cristianismo de las acusaciones de ser responsable de la decadencia del Imperio Romano. Explica los hechos a partir de la lucha de dos ciudades:

  • Ciudad de Dios (Jerusalén Celeste): se rige por el amor a Dios. Formada por personas que anteponen el amor a Dios al amor a sí mismos.
  • Ciudad del mundo: se rige por el amor a sí mismo. Compuesta por quienes se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios.

Aunque parezca que San Agustín establece las bases de una teocracia, adopta una postura moral frente a la historia. Ambas ciudades están mezcladas en cualquier sociedad. Lo importante es la conducta individual; la pertenencia a una comunidad está determinada por el principio que la orienta. Ambas ciudades solo se separarán al final de la historia.

Teología de la Historia

La historia, desde un punto de vista cristiano, comienza con Cristo y termina con el regreso de Dios para el Juicio Final. San Agustín funda una teología de la historia, concebida como el drama cósmico entre el principio de caridad (Bien) y el principio de egoísmo (Mal). Este drama termina con el Juicio Final, la separación de las ciudades y el triunfo del bien. La lucha continuará, y la Ciudad de Dios vencerá.

El providencialismo entiende la historia como un proceso en el que Dios mueve al hombre hacia el bien universal. La providencia divina lo abarca todo, el bien y el mal.

Relación entre Política y Religión

San Agustín no separa política y religión. Un Estado que aspire a la justicia social debe ser cristiano. La Iglesia es la única comunidad perfecta, superior al Estado. Sin embargo, admite la legitimidad del Estado para exigir obediencia a las leyes civiles. Acepta la necesidad de la sociedad para el individuo y que sus instituciones derivan de la naturaleza humana (teoría de la sociabilidad natural de Aristóteles).