Evolución Humana y Social en la Península Ibérica: Prehistoria, Al-Andalus y Siglo XVII

Paleolítico y Neolítico: Transformaciones Clave

Las diferencias fundamentales que ocurren entre ambos periodos se relacionan con el cambio climático y con la evolución que experimenta el ser humano (aprendizaje del cultivo de la tierra y la domesticación de animales).

Paleolítico

Durante el Paleolítico, que abarca aproximadamente desde los 50.000 hasta los 35.000 años a.C., ya existe la presencia de humanos anatómicamente modernos. En este periodo:

  • Sociedad y Subsistencia: Los hombres eran cazadores-recolectores y nómadas; por lo tanto, la economía era depredadora, ya que aún no eran capaces de producir aquello que consumían. Vivían en pequeñas tribus o grupos nómadas, desplazándose continuamente en busca de lo necesario para su supervivencia.
  • Tecnología: Destacaron los utensilios líticos (de piedra) muy diversos, que se complementaban con instrumentos de hueso, cuerno o marfil.
  • Yacimientos: Además, se hallan yacimientos importantes del Paleolítico en Atapuerca (Burgos) y en el centro y norte peninsular.

Neolítico

Las primeras sociedades neolíticas se identifican entre el 6000 y 3000 a.C. Durante el Neolítico:

  • Economía y Sociedad: Desarrollaron una economía productiva, ya que los humanos eran capaces de producir los bienes que consumían a través de la agricultura y la ganadería. A su vez, esto les permitió desarrollar otras actividades, expandir sus sociedades y colonizar territorios. El ser humano comenzó a formar sociedades y civilizaciones más complejas, apareciendo con ellas la división del trabajo y, por consecuencia, el sedentarismo.
  • Tecnología: Se desarrollaron útiles agrícolas (azadas, hoces y molinos de mano). Además, se desarrollaron instrumentos de madera, asta y hueso, pero sobre todo la cerámica (usada para la conservación de los alimentos), destacando la cerámica cardial.
  • Yacimientos: Se encuentran yacimientos importantes en la Comunidad Valenciana, Almería y Cataluña.



Al-Andalus: Economía, Sociedad y Cultura (711-1492)

Definimos Al-Andalus como el territorio peninsular ocupado por los musulmanes desde el 711 hasta el 1492.

Economía Andalusí

En cuanto a los cambios económicos, la agricultura mejoró notablemente. Se introdujeron y mejoraron cultivos de secano (trigo, vid, olivo), y se implementaron nuevos métodos y herramientas como norias, acequias y sistemas de regadío, que permitieron el cultivo de nuevos productos como cítricos, arroz, caña de azúcar, azafrán, berenjenas y algodón. La ganadería se centró en la ovina (ovejas y cabras), debido a la prohibición religiosa del consumo de cerdo. También destacó la apicultura (cría de abejas) para la producción de miel. La minería también fue relevante, extrayendo hierro, cobre, mercurio y plomo. Las actividades artesanales florecieron en pequeños talleres, cuyos artesanos se organizaban en gremios por oficios (textil, cerámica, cuero, metalurgia). La producción se destinaba tanto al consumo local como al comercio. El comercio interior se basaba en productos agrícolas y artesanales (aceites, tejidos), mientras que el comercio exterior (con Europa, África y Oriente) incluía productos de lujo, esclavos, pieles y oro, utilizando monedas como el dinar (oro) y el dirham (plata). En cuanto a los impuestos, los musulmanes pagaban el zakat (limosna legal), mientras que los no musulmanes (dhimmíes) pagaban un impuesto territorial (jaray) y otro personal (yizia).

Sociedad Andalusí

Referente a los cambios sociales, las ciudades (como Córdoba, Sevilla, Toledo, Zaragoza) fueron el centro neurálgico de la vida económica, política, social y cultural. Muchas ciudades eran de origen romano, pero también se fundaron otras nuevas y se revitalizaron las existentes.

La sociedad andalusí era heterogénea:

  • Musulmanes: Incluían a la élite árabe llegada inicialmente, los bereberes (norteafricanos) y los muladíes (hispanovisigodos convertidos al islam).
  • No musulmanes (Dhimmíes): Gozaban de libertad de culto a cambio de impuestos. Eran los mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán) y los judíos, quienes formaron una comunidad muy activa económica e intelectualmente.
  • Esclavos: Procedentes de África o Europa oriental, ocupaban el escalón más bajo.

Legado Cultural Andalusí

Culturalmente, las aportaciones de la presencia musulmana en la Península Ibérica son innumerables y forman parte esencial de nuestro patrimonio. Destacan:

  • Lengua: Más de 4.000 palabras de origen árabe en el castellano.
  • Ciencia y Conocimiento: Gran desarrollo en astronomía, medicina, matemáticas (introducción de la numeración arábiga y el cero), filosofía (con figuras como Averroes y Maimónides), botánica y farmacología.

En cuanto al arte, el arte hispanomusulmán se caracteriza por el uso de materiales pobres (ladrillo, yeso, madera) ricamente decorados con motivos geométricos, vegetales (ataurique) y epigráficos. Lograron efectos espaciales y lumínicos singulares mediante el uso de arcos de herradura, lobulados, bóvedas, cúpulas y la integración del agua y la vegetación en la arquitectura. Ejemplos notables son las mezquitas (como la de Córdoba), palacios (como Medina Azahara o la Aljafería de Zaragoza) y alcázares (como el de Sevilla o la Alhambra de Granada).


El Reformismo del Conde-Duque de Olivares y la Crisis de 1640

El Conde-Duque de Olivares (Gaspar de Guzmán y Pimentel) asumió el papel de valido del rey Felipe IV entre 1621 y 1643. Su gobierno se caracterizó por el autoritarismo, la centralización y una serie de ambiciosos proyectos de reforma destinados a mejorar la situación interna y externa de la Monarquía Hispánica.

Proyectos de Reforma

Intentó implantar medidas económicas de corte mercantilista (incentivos a las manufacturas de lana y seda, fomento del comercio, medidas proteccionistas), aunque muchas no llegaron a aplicarse eficazmente. Otros proyectos incluyeron la supresión del impuesto de los Millones (que gravaba bienes de consumo básico) y la creación de una red nacional de erarios públicos (bancos) para financiar obras públicas y reducir la dependencia de los banqueros extranjeros. Sin embargo, todas estas reformas chocaron con la grave crisis económica y las enormes necesidades financieras de la Corona.

La Unión de Armas

La participación en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) exigía ingentes cantidades de dinero, agravando la crisis de la Hacienda Real. Para afrontar esta situación, Olivares planteó su proyecto más ambicioso: la Unión de Armas (1625). Argumentando que Castilla ya no podía soportar sola el peso económico y militar de la Corona, propuso la creación de un ejército permanente de 140.000 hombres, sostenido por todos los reinos de la Monarquía (incluyendo los de la Corona de Aragón) en proporción a su población y riqueza. Esta reforma militar se inscribía en un plan político más amplio que pretendía unificar políticamente la Monarquía Hispánica bajo unas mismas leyes e instituciones (siguiendo el modelo castellano), repartiendo cargas y beneficios por igual entre todos los territorios. El plan buscaba crear una estructura estatal más centralizada y eficaz, pero su aplicación resultó inviable debido a las dificultades económicas y, sobre todo, a la fuerte oposición de los distintos reinos, celosos de sus fueros y privilegios. A pesar de los esfuerzos reformistas de Olivares por mejorar los ingresos de la Hacienda Real, durante su mandato se sucedieron hasta cuatro bancarrotas.

La Crisis de 1640

En Cataluña, la negativa a contribuir a la Unión de Armas y el malestar por el alojamiento de las tropas que luchaban contra Francia (Guerra franco-española, iniciada en 1635) transformaron el problema fiscal en una grave cuestión política. Olivares exigió a Cataluña pagar la manutención de las tropas. En junio de 1640, estalló en Barcelona una sangrienta revuelta, el Corpus de Sangre, durante la cual fue asesinado el virrey. Casi simultáneamente, en diciembre de 1640, se produjo una rebelión en Portugal, también en contra del proyecto de la Unión de Armas y de la política centralista de Olivares. Los intentos de Felipe IV por recuperar Portugal fracasaron, y la independencia portuguesa se consolidó definitivamente.