La Prosa Ática: La Historiografía
Orígenes y definición
La historiografía nació en el siglo VI a.C. en Mileto, Jonia, con los logógrafos, quienes recopilaron relatos sobre la fundación de ciudades, genealogías, viajes y costumbres. Sin embargo, su método consistía en la acumulación de datos sin un análisis crítico. Los primeros historiadores en superar el método logográfico fueron Hecateo de Mileto y Heródoto de Halicarnaso, quienes escribieron en dialecto jónico y establecieron las bases de la historiografía como una disciplina estructurada.
Principales historiadores griegos
Heródoto de Halicarnaso (484-425 a.C.)
Heródoto fue un viajero incansable y un pionero en la narración histórica. Su obra Historias, escrita en dialecto jónico y dividida en nueve libros, narra las Guerras Médicas entre griegos y persas. Heródoto explica los acontecimientos mediante la intervención divina y el destino, reflejando la creencia en que los dioses deciden el curso de la historia. Su metodología combina la observación directa con la recopilación de datos de fuentes orales y escritas, aunque su narración a veces incorpora elementos míticos. A pesar de ello, su obra representa el primer gran intento de registrar la historia de manera estructurada y global.
Tucídides de Atenas (460-396 a.C.)
Tucídides llevó la historiografía a un nivel más racional y crítico, eliminando la intervención divina como explicación de los hechos. En su obra Historia de la Guerra del Peloponeso, escrita en dialecto ático y dividida en ocho libros, narra el conflicto entre Atenas y Esparta entre 431 y 411 a.C. Expulsado de Atenas tras fracasar como estratega en la defensa de Anfípolis, viajó por los escenarios bélicos y recopiló información. Su método se basa en:
- La Observación directa de los hechos.
- La Contraposición de fuentes, analizando diferentes versiones para determinar la más verosímil.
- La Imparcialidad, evitando manipular la información o atribuir eventos a la voluntad divina.
Además, su estilo incluye discursos dramatizados en boca de los protagonistas, lo que dota a su relato de mayor profundidad y realismo. Y destaca por establecer la historia como un estudio basado en causas y efectos.
Jenofonte de Atenas (428-354 a.C.)
Discípulo de Sócrates, Jenofonte fue un escritor versátil que destacó en la historiografía, la filosofía y la literatura didáctica. En Helénicas, continuó la narración de Tucídides sobre la Guerra del Peloponeso, extendiéndola hasta la caída de la hegemonía tebana.
Su obra más famosa, Anábasis, relata la expedición de los mercenarios griegos al servicio de Ciro el Joven y su peligroso regreso a Grecia tras la derrota del príncipe persa. Su estilo es claro y accesible, con descripción de escenas y personajes.
Otras obras importantes de Jenofonte:
- Constitución de los lacedemonios, un elogio al sistema político y militar de Esparta.
- Agesilao, en honor al rey espartano Agesilao II.
Su obra es amena y accesible y su claridad expositiva lo convirtió en un autor muy leído en la Antigüedad.
Historiadores de época romana
Con el auge de Roma, la historiografía evolucionó con nuevos enfoques, incorporando la política y la historia universal. Entre los principales historiadores romanos destacan:
Polibio (202-120 a.C.)
Su obra Historias, analiza la expansión de Roma y su sistema político. Introdujo el concepto de historia universal, argumentando que los acontecimientos deben entenderse en un marco global.
Plutarco (45-120 d.C.)
Autor de Vidas Paralelas, donde compara las biografías de grandes figuras griegas y romanas, resaltando sus similitudes y diferencias con una finalidad moral.
La Oratoria Ática
Orígenes y generalidades
La oratoria es el arte de hablar con elocuencia en público, mientras que la retórica es el arte de estructurar el lenguaje hablado o escrito con eficacia para persuadir, conmover o deleitar. Sus antecedentes se encuentran en los poemas homéricos, donde los héroes debían destacar tanto en el combate como en la capacidad de hablar en público. Sin embargo, fue en Atenas, con la consolidación de la democracia, cuando la oratoria adquirió una importancia fundamental. En la Atenas democrática, un ciudadano debía convencer al pueblo en la Asamblea y defenderse en los tribunales para alcanzar prestigio. Esto dio lugar a la aparición de los sofistas, maestros de la retórica que enseñaban el arte del discurso a cambio de un pago.
Clasificación de la Oratoria según Aristóteles
Aristóteles estableció tres tipos de oratoria:
- La Oratoria política o deliberativa: Se usaba en las asambleas populares y tenía como objetivo convencer al pueblo sobre decisiones políticas; aquí destaca Demóstenes.
- La Oratoria judicial o forense: Se utilizaba en los tribunales, donde los oradores defendían o acusaban a los implicados en un juicio; aquí destaca Lisias.
- La Oratoria demostrativa o epidíctica: Consistía en discursos destinados a elogiar o criticar personajes y acontecimientos, a menudo en ceremonias públicas; aquí destaca Isócrates.
Géneros y representantes
A. Oratoria judicial: Lisias (445-380 a.C.)
Los logógrafos eran escritores profesionales de discursos judiciales que los litigantes memorizaban y recitaban ante los tribunales. Estas obras son valiosas porque reflejan aspectos de la vida cotidiana ateniense. El más famoso logógrafo fue Lisias, quien, por ser meteco, no podía participar en la Asamblea. Más tarde, se dedicó a escribir discursos para otros. Su obra más destacada es Contra Eratóstenes, en la que acusa a uno de los miembros del gobierno de los Treinta Tiranos. Es el único discurso que pronunció personalmente.
Estilo de Lisias:
- Sencillo y claro.
- Uso de argumentos directos y lógicos.
- Capacidad para adaptar el tono del discurso al carácter del cliente.
B. Oratoria política: Demóstenes (384-322 a.C.)
Demóstenes destacó por su pasión, energía y capacidad persuasiva. A los 18 años, tuvo que enfrentarse en los tribunales a sus propios tutores, quienes habían dilapidado su herencia. Para ello, estudió oratoria con Iseo, discípulo de Isócrates, y logró recuperar su fortuna. Más tarde, se convirtió en logógrafo, pero su verdadero reconocimiento llegó cuando se dedicó a la oratoria política, oponiéndose a la expansión de Filipo II de Macedonia.
Principales discursos de Demóstenes:
- Las Filípicas: Cuatro discursos en los que denuncia la amenaza de Filipo II y llama a los griegos a resistir su expansión.
- Sobre la corona: Considerado su obra maestra, es un discurso en el que se defiende de su rival Esquines, repasando toda su carrera política y justificando su lucha contra los macedonios.
Estilo de Demóstenes:
- Vigoroso y severo, con frases contundentes y apasionadas.
- Uso magistral de la invectiva.
- Dramatismo y persuasión, con gran carga emocional en sus discursos.
Su legado influyó en la oratoria romana, especialmente en Cicerón.
C. Oratoria demostrativa: Isócrates (436-338 a.C.)
La oratoria demostrativa se utilizaba en ceremonias públicas y eventos solemnes, desde funerales hasta celebraciones nacionales. El máximo exponente de este género fue Isócrates, quien además de orador, fue un importante maestro de retórica. Fundó una escuela de oratoria en Atenas en 330 a.C., donde se formaron destacados políticos y filósofos. Se dedicó a la enseñanza y la escritura de discursos. Defendió la idea del panhelenismo, promoviendo la unidad de las ciudades-estado griegas contra el enemigo persa. Este ideal lo expresó en discursos como:
- Panegírico: Llamado a la unión de los griegos bajo el liderazgo de Atenas y Esparta.
- Sobre la paz: Reflexión sobre la necesidad de evitar guerras entre griegos.
Estilo de Isócrates:
- Ornamentado y elegante, con frases largas y bien estructuradas.
- Uso de paralelismos y repeticiones para reforzar ideas.
- Menos apasionado que Demóstenes, pero más reflexivo y didáctico.