El Bienio Conservador (1933-1935)
Las Elecciones de Noviembre de 1933: El Triunfo de la Derecha
En septiembre de 1933, un cúmulo de circunstancias obligaron a Manuel Azaña a dimitir. Ante la imposibilidad de formar un nuevo Ejecutivo estable, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, disolvió las Cortes y fijó la fecha para una nueva consulta electoral.
En estas elecciones, los anarquistas propusieron la abstención, los socialistas se presentaron por separado de los republicanos de izquierda, y los distintos partidos de derechas se agruparon en torno al Partido Radical y a la recién creada Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Pero la gran novedad fue que las mujeres votaron por primera vez. El partido que obtuvo más escaños fue la CEDA de José María Gil Robles, seguido de cerca por el Partido Radical de Alejandro Lerroux.
En cuanto a la reacción anarquista, no se hizo esperar ante el triunfo de la derecha y durante el mes de diciembre los levantamientos se sucedieron en diferentes puntos de España. La insurrección más violenta se produjo en Aragón y La Rioja, con un elevado saldo de víctimas mortales y heridos.
La Política de “Rectificación”
Los dos primeros gobiernos que se formaron estuvieron presididos e integrados en su mayoría por miembros del Partido Radical. La CEDA supo comprender que aún no le había llegado el momento de gobernar y esperó para ello hasta 1934. Esta fue una etapa caracterizada por la política de “rectificación”, ya que se consideraba necesario reparar los excesos del bienio anterior y reconducir a la República:
- Se aprobó una ley de Amnistía, de la que se beneficiaron todos los implicados en la sublevación de Sanjurjo contra la República.
- Se impidió la aplicación de la ley sobre congregaciones religiosas, que prohibía a estas impartir enseñanza.
- Se adoptaron otras medidas a favor de la Iglesia, como el restablecimiento parcial del pago del sueldo para los sacerdotes.
- Se emprendió la “contrarreforma agraria”, es decir, medidas para limitar la aplicación de la reforma agraria.
- Se presentó un proyecto de reforma constitucional, cuyo contenido modificaba aquellas cuestiones que más rechazo habían provocado entre las capas más conservadoras de la sociedad.
Esta política de rectificación, al anular o paralizar las reformas del bienio anterior, provocó la radicalización de la izquierda popular.
La Revolución de Asturias (Octubre de 1934)
La Revolución de Asturias de 1934 fue una respuesta al giro conservador del gobierno tras la entrada de ministros de la CEDA en octubre de ese año. La Unión General de Trabajadores (UGT) organizó una huelga nacional contra el gobierno, pero solo tuvo impacto significativo en Madrid, Vizcaya, Barcelona y, especialmente, en Asturias.
En Asturias, socialistas y anarquistas lograron un pacto, tomaron fábricas y medios de producción, proclamando la Revolución Social y formando los Consejos Obreros. El gobierno envió tropas desde Marruecos, dirigidas por el general Francisco Franco. Se registraron entre mil y dos mil muertos, y cientos de sacerdotes fueron ejecutados.
Se impuso un giro conservador en la política, con represión severa, detenciones y condenas. Además, en Cataluña se proclamó el “Estado Catalán“, pero el ejército sofocó la revuelta y la autonomía fue suspendida temporalmente.
La Polarización Política y el Final del Bienio
Intensificación de la Polarización
La revolución de octubre de 1934 intensificó la polarización política en España, con una radicalización tanto de la derecha como de la izquierda.
- Por la derecha: José Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional en diciembre de 1934, proponiendo una monarquía autoritaria con un Estado fuerte y una jerarquía férrea. Buscaba apoyo del Ejército, y poco después se creó la Unión Militar Española (UME), formada por militares que querían acabar con la República.
- Por la izquierda: Tras la represión de la revolución, la izquierda se unió y creó el Frente Popular, influenciado por el auge del fascismo en Europa y la Internacional Comunista, que promovía frentes antifascistas con todas las fuerzas de izquierda.
Escándalos y Crisis: El Final del Bienio
A finales de 1935, una grave crisis política llevó a la disolución de las Cortes y a la convocatoria de nuevas elecciones. El Partido Radical de Lerroux se hundió debido a dos grandes escándalos de corrupción:
- El escándalo del estraperlo, en el que estaba implicado su hijo adoptivo.
- La acusación de corrupción económica (escándalo Nombela), que afectó a varios miembros de gobiernos radicales.
Aunque Lerroux fue exculpado, su partido quedó destruido. Ante la negativa de Alcalá Zamora a dar el gobierno a la CEDA, se convocaron elecciones para definir una nueva mayoría parlamentaria.
El Frente Popular y el Golpe de Estado de 1936
Las Elecciones de Febrero de 1936
Con la experiencia del bienio conservador, la izquierda vio la necesidad de unir sus fuerzas contra la reacción de derechas y para conseguir una amnistía que sacara de la cárcel a los dirigentes populares detenidos tras la revolución asturiana. En consecuencia, se configuró el Frente Popular.
El Frente Popular obtuvo la mayoría absoluta. El temor al desorden y a la revolución cundió entre la derecha antirrepublicana. Al día siguiente de las elecciones, Gil Robles y el general Franco presionaron, aunque en vano, a diferentes altos cargos políticos y militares para que se declarase el estado de guerra. Desde entonces, un sector importante del Ejército empezó a prepararse para un inminente alzamiento militar.
Las Primeras Actuaciones del Gobierno del Frente Popular
El primer gobierno del Frente Popular estuvo compuesto exclusivamente por republicanos, sin la participación de socialistas. Tan solo 4 días después de su formación se decretó la amnistía para todos los represaliados de la revolución de 1934. La siguiente medida fue la restauración plena del Estatuto de Autonomía para Cataluña. Lluís Companys volvió a ocupar la presidencia de la Generalitat.
También se retomó la reforma agraria de 1932 pero con verdadero ímpetu. Por último, el Congreso destituyó al presidente de la República, Alcalá Zamora, que fue sustituido por Manuel Azaña, quien tuvo que disolver el gobierno que había presidido hasta entonces.
Azaña pretendía que el nuevo gobierno lo formara el socialista moderado Indalecio Prieto, pero este se negó. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), dominado por su sector más radical, encabezado por Francisco Largo Caballero, se decantaba hacia la revolución socialista.
La Sublevación Militar (17-19 de Julio de 1936)
Desde el triunfo del Frente Popular, un grupo de generales preparaba un alzamiento militar. Su objetivo era establecer un régimen autoritario bajo el gobierno de una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo. La organización del alzamiento estaba a cargo del general Mola.
El primer gobierno del Frente Popular realizó importantes cambios en el Ejército. Entre otros, Franco fue cesado como jefe del Estado Mayor y trasladado a Canarias, y Mola fue trasladado de Marruecos a Pamplona.
El pretexto llegó el 13 de julio con el asesinato de Calvo Sotelo a manos de un grupo de guardias de asalto que actuó en represalia por el asesinato el día anterior de su compañero el teniente Castillo. El alzamiento militar se inició el 17 de julio en Melilla, Ceuta y Tetuán, y al día siguiente se extendió por la península. El 19 de julio, el general Franco se desplazó a Tetuán y se puso al mando de las tropas sublevadas en África. Aunque Franco había participado desde el comienzo en la conspiración militar, se había mantenido indeciso sobre su participación en el golpe casi hasta el último momento.
Al frente de la sublevación debía ponerse el general Sanjurjo, exiliado en Portugal, pero murió el 20 de julio al estrellarse el avión que iba a trasladarle a la península.
Guerra Civil: Causas y Contexto Internacional
El Clima Prebélico
Durante la primavera de 1936 se vivió un clima de radicalización social y política que arrastraba a amplios sectores sociales en dos direcciones opuestas: hacia los fascismos y hacia los movimientos revolucionarios. La creciente polarización política se manifestó en violentos enfrentamientos entre la derecha y la izquierda, verbales en las Cortes y físicos en las calles:
- La derecha conspiraba y buscaba el apoyo del Ejército.
- El terrorismo de extrema derecha se dedicaba a la desestabilización mediante atentados contra locales y líderes de izquierdas.
- Los obreros y campesinos protagonizaban una constante agitación social y revolucionaria.
Las Causas de la Guerra Civil
Para explicar la Guerra Civil española se han esgrimido diversas teorías, a menudo contrapuestas:
- La guerra como consecuencia de una intervención fascista internacional contra un gobierno legítimo.
- La guerra como resultado de la reacción justificada de un sector de españoles para defender la religión y frenar el avance del comunismo internacional.
Para ambas teorías, la guerra civil española sería una ramificación particular del choque entre las concepciones políticas opuestas que se enfrentaban en la Europa en crisis de los años treinta: la amenaza del fascismo o la del comunismo. Sin embargo, la mayoría de los historiadores actuales consideran que la Guerra Civil fue el resultado final de una multiplicidad de factores internos (políticos, sociales, económicos, ideológicos) que interactuaron y se reforzaron entre sí, hasta provocar una profunda división en el seno de la sociedad española.
La Dimensión Internacional del Conflicto
Desde una perspectiva europea, los historiadores en general han considerado la guerra civil española bajo dos enfoques diferentes:
- Como un prólogo de la Segunda Guerra Mundial.
- Como un conflicto periférico y aislado, que no fue determinante, o influyó poco, en el desarrollo posterior de los hechos y el estallido de la guerra mundial.
Pero, al margen de la importancia que tuviera la guerra española para el devenir de los acontecimientos internacionales, es indiscutible que la intervención extranjera fue decisiva en el desarrollo de la contienda dentro de España. De hecho, es muy dudoso que el ejército sublevado hubiera podido hacerse con la victoria final sin la ayuda de Alemania e Italia. Y el curso de los acontecimientos en la España republicana estuvo condicionado en gran medida por su dependencia de la Unión Soviética, único país poderoso dispuesto a prestarle ayuda militar tras la inhibición de las potencias democráticas.
Las Ayudas a los Sublevados
Alemania, Italia y Portugal, países que mantenían regímenes fascistas o similares, apoyaron de forma directa a los militares sublevados, y la ayuda de los dos primeros fue clave para la victoria de los sublevados desde los primeros días del alzamiento militar.
- La Alemania nazi de Hitler ofreció la ayuda más determinante en el ámbito militar, con la participación directa de la Legión Cóndor. Además, contribuyó con la participación de un considerable número de soldados y oficiales, aviones e, incluso, con ayuda económica.
- La Italia fascista de Mussolini proporcionó, asimismo, una ayuda vital, mayor incluso que la de Alemania en número de hombres y valor económico.
- Menor fue la aportación del Estado Novo portugués, materializada de diversas formas: desde la ayuda diplomática hasta el envío de voluntarios.
Mención aparte merece el papel de la alta jerarquía de la Iglesia Católica, cuyo apoyo fue fundamental. Ante el vandalismo antirreligioso en la zona republicana, 48 obispos españoles suscribieron en julio de 1937 un documento en apoyo del alzamiento militar para su difusión a todos los obispos del mundo. En lo sucesivo, Franco presentaría la guerra como una «Cruzada religiosa» en defensa de la fe y contra el comunismo ateo de la República. Un año después, el papa Pío XI reconoció el nuevo régimen franquista de forma oficial.
Las Ayudas a la República
La República, como régimen democrático y legítimo de la nación, debería haber recibido presumiblemente la ayuda de las democracias occidentales, que, a su vez, vivían también bajo la amenaza del expansionismo belicista de las potencias fascistas. Pero el temor a que se desencadenara una nueva guerra europea inclinó a los países democráticos (principalmente Reino Unido y Francia) a promover una política de No Intervención, que en la práctica perjudicó más a la República.
- La ayuda de la Unión Soviética fue con diferencia la más importante y decisiva. Se inició en octubre de 1936 y se mantuvo constante a lo largo de toda la guerra, con aportaciones de hombres (asesores militares) y material armamentístico. Sin embargo, el pago de esta ayuda ha sido uno de los temas más polémicos de la historia reciente de España, ya que se hizo mediante el depósito en Moscú de las reservas de oro del Banco de España (el llamado “Oro de Moscú“), sin que al final de la guerra se restituyera nada.
- El Gobierno de México, presidido por Lázaro Cárdenas, proporcionó también armas, alimentos y apoyo diplomático, aunque su aportación fue considerablemente inferior a la de la Unión Soviética.
- Por último, debe destacarse la participación en las filas republicanas de las Brigadas Internacionales. Se trataba de cuerpos de voluntarios (unos 35.000 hombres de diversas nacionalidades) que se dirigieron a España para ponerse al servicio de las Fuerzas Armadas de la República. En su mayoría militaban en partidos comunistas o de izquierda y actuaban en solidaridad con la izquierda española, frente a la amenaza del avance fascista.
La España Sublevada: Construcción del Nuevo Estado
La Junta de Defensa Nacional
Al convertirse el golpe de Estado en una guerra prolongada, las zonas controladas por los sublevados necesitaban establecer alguna forma de organización política. Esta fue la Junta de Defensa Nacional, con sede en Burgos y presidida por el militar de más alta graduación, el general Cabanellas. Las primeras medidas decretadas por la Junta para los territorios ocupados estaban dirigidas a acabar con las huellas de la República (abolición de legislación republicana, depuración de funcionarios, etc.). Todo ello vino acompañado además de una brutal represión.
Franco, Jefe del Estado y Generalísimo
El general Sanjurjo había muerto en un accidente aéreo. Por otra parte, los generales Mola y Queipo de Llano se veían obligados a concentrar su atención y sus esfuerzos en sus respectivas zonas militares. Franco, en cambio, gozaba de mayor libertad de maniobra con su Ejército africano, situación que supo aprovechar para erigirse en jefe supremo del movimiento mediante hábiles maniobras políticas. Así consiguió que se le proclamara Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos el 1 de octubre de 1936. A partir de ese momento, se inició una nueva etapa política en el bando sublevado. Del inicial policentrismo de poder se pasó a un poder concentrado y unipersonal en manos de Franco. La Junta de Defensa de Burgos se transformó en Junta Técnica del Estado, con funciones secundarias, y el verdadero centro de decisiones y de poder se situaba en el Cuartel General de Franco.
El Decreto de Unificación (Abril 1937)
Las fuerzas políticas que habían apoyado la sublevación eran todas de derechas, pero de un amplio espectro ideológico:
- La CEDA, que, desaparecido su objetivo de conquistar el poder de la República, se desintegró como organización.
- Los monárquicos alfonsinos (Renovación Española), que contaban con el apoyo de altos mandos del Ejército.
- Los carlistas o tradicionalistas (Comunión Tradicionalista), que tenían cierto arraigo en el norte (Navarra, País Vasco).
- La Falange Española de las JONS, de minoritaria implantación social antes de la guerra, pero que creció exponencialmente tras el golpe.
Fue precisamente el discurso populista de la Falange, muy influido por el fascismo, el que proporcionó un cierto apoyo popular y unas bases ideológicas a lo que inicialmente había sido solo un alzamiento militar. En consecuencia, Franco promulgó el Decreto de Unificación, por el cual se fusionaban todas las organizaciones políticas adeptas en una sola: Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). En este partido único, Falange tenía un papel preponderante, pero Franco se convertía en el jefe supremo, con lo que avanzaba un paso más hacia la concentración del poder en sus manos. Los sectores minoritarios del tradicionalismo o la Falange (como Manuel Hedilla) que rechazaron la unificación fueron duramente castigados con el destierro o la prisión.
El Primer Gobierno de Burgos y el Nuevo Estado (Enero 1938)
El siguiente paso en la creación de un nuevo Estado fue la constitución del primer Gobierno en enero de 1938. Se creaba así, por primera vez, una estructura ministerial. Franco asumió la presidencia del Gobierno. Las carteras se repartieron entre monárquicos, conservadores católicos, tradicionalistas, falangistas y militares. De este modo, se fue institucionalizando el nuevo régimen, que en estos momentos iniciales presentaba las siguientes características:
- Un régimen marcadamente personalista, en el que Franco acaparaba todo el poder y desempeñaba los más altos cargos (Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, Generalísimo, Jefe Nacional del Partido Único).
- Se definía como un régimen «nacionalsindicalista», de inspiración fascista y católica.
- Su programa político se basaba en el elaborado en 1934 por Falange Española de las JONS (conocido como los «Veintisiete puntos»), aunque adaptado por Franco.
- Su actuación durante la guerra se caracterizó, en general, por la adopción de medidas provisionales, de carácter puntual, orientadas a la gestión de la guerra y la organización del territorio controlado.
La primera ley de importancia dada por el nuevo Gobierno fue el Fuero del Trabajo (marzo de 1938), que regulaba los derechos y deberes de los trabajadores y el nuevo marco de las relaciones laborales, inspirado en el corporativismo fascista.
Desarrollo del Conflicto Bélico
Desde el punto de vista de las operaciones militares, la guerra se puede dividir en tres grandes fases:
Fase 1: Avances Iniciales de los Sublevados y la Batalla de Madrid (Julio 1936 – Marzo 1937)
Durante el verano de 1936, las operaciones militares de los sublevados fueron las siguientes:
- El ejército de África, bajo el mando del general Franco, pudo cruzar el estrecho de Gibraltar (gracias al puente aéreo alemán e italiano), lo que permitió la ocupación de gran parte de Andalucía occidental y Extremadura en los meses siguientes.
- El general Queipo de Llano ocupó Sevilla y consolidó el control en el sudoeste de Andalucía.
- El general Mola se apoderó de Navarra y Castilla la Vieja, aunque fracasó en su intento de tomar Madrid desde el norte.
Más tarde, la conquista de Badajoz (agosto 1936) permitió unir las dos zonas controladas por el ejército sublevado. Por tanto, al finalizar el verano, la República controlaba dos zonas incomunicadas entre sí: la franja industrial del Cantábrico y la mitad oriental de la península (incluyendo Madrid, Barcelona y Valencia).
En octubre de 1936, Franco fue proclamado Jefe de Estado y Generalísimo de los Ejércitos. Su objetivo prioritario era la conquista de Madrid. Pero antes decidió desviar tropas para liberar el Alcázar de Toledo (septiembre 1936), asediado por fuerzas republicanas. La propaganda franquista magnificó esta resistencia y la convirtió en símbolo del heroísmo de los «nacionales».
Sin embargo, los ataques de Franco contra Madrid (noviembre 1936) chocaron con la férrea defensa de los madrileños y las milicias populares, reforzadas por las primeras Brigadas Internacionales y armamento soviético (lema: “¡No pasarán!”). Ante el fracaso de un ataque frontal, Franco optó por las maniobras envolventes para rodear y aislar la capital. Sin embargo, las victorias republicanas en las batallas del Jarama (febrero 1937) y Guadalajara (marzo 1937, donde fueron derrotadas tropas italianas) impidieron también el éxito de esta nueva estrategia franquista.
A partir de ese momento, se interrumpió la ofensiva contra Madrid y la contienda se transformó en una larga guerra de desgaste.
Fase 2: De la Campaña del Norte a la Batalla del Ebro (Abril 1937 – Noviembre 1938)
En la primavera de 1937, el ejército sublevado inició la campaña del Norte, dirigida por Mola (hasta su muerte en accidente aéreo en junio) y luego por Dávila. Se consumó así la ocupación de la franja cantábrica (Vizcaya, Santander y Asturias) entre abril y octubre de 1937. En esta campaña tuvo lugar el bombardeo de Guernica (26 de abril de 1937) por la Legión Cóndor alemana. La brutalidad de la aviación nazi convirtió esta localidad en símbolo internacional del sufrimiento de la población civil.
En el invierno de 1937-1938, los republicanos emprendieron la ofensiva del Bajo Aragón, y consiguieron tomar Teruel (enero 1938), pero la ciudad volvió a caer en poder del Ejército franquista poco después (febrero 1938) tras una dura batalla.
En la primavera de 1938, las tropas de Franco lanzaron una gran ofensiva en Aragón y llegaron hasta el Mediterráneo, a la altura de Vinaroz (Castellón) en abril. La zona republicana quedó dividida en dos territorios aislados entre sí: Cataluña, al norte; y Madrid y Levante (zona centro-sur), al sur.
En julio de 1938, la República lanzó una última gran ofensiva en el frente del Ebro, con el objetivo de unir de nuevo sus territorios, aliviar la presión sobre Valencia y prolongar la resistencia con la esperanza de un cambio en el contexto internacional (crisis de los Sudetes). La batalla del Ebro (julio-noviembre 1938) fue la más larga y sangrienta de toda la guerra y supuso la derrota casi definitiva del Ejército Popular Republicano, que agotó sus reservas materiales y humanas.
Fase 3: La Ofensiva en Cataluña y el Final de la Guerra (Diciembre 1938 – Abril 1939)
Ante la debilidad y el desánimo de la resistencia republicana tras la derrota del Ebro, la ofensiva franquista en Cataluña (iniciada en diciembre de 1938) fue rápida y se logró su conquista total en febrero de 1939 (Barcelona cayó el 26 de enero). El Gobierno republicano y miles de refugiados se exiliaron a Francia.
Madrid y la zona centro-sur eran ya el último reducto republicano. En la capital, en marzo de 1939, el coronel Casado dio un golpe de estado contra el Gobierno republicano de Negrín (partidario de resistir a ultranza), con el apoyo de sectores socialistas moderados y anarquistas, con la intención de negociar una paz honrosa con Franco. Sin embargo, Franco exigió la rendición incondicional.
Finalmente, las tropas de Franco entraron sin dificultad en Madrid el 28 de marzo de 1939, y en los días siguientes ocuparon el resto del territorio republicano. El 1 de abril de 1939, un último parte de guerra emitido desde Burgos declaraba oficialmente terminada la contienda con la victoria del bando sublevado.