Hume, Kant y Descartes: Explorando Conocimiento, Realidad y Existencia

David Hume: Empirismo y Escepticismo

Problema del Conocimiento y la Realidad

Hume sostiene que todo conocimiento proviene de la experiencia y rechaza la existencia de ideas innatas. Según él, nuestras percepciones se dividen en impresiones (sensaciones y emociones intensas y vívidas) e ideas (copias o recuerdos más débiles de esas impresiones). A partir de esta distinción, establece dos tipos de conocimiento:

  • Relaciones de ideas: Corresponden a verdades necesarias y demostrativas, como las de las matemáticas y la lógica. Son conocimiento a priori (independiente de la experiencia) y su verdad se basa en la no contradicción.
  • Cuestiones de hecho: Se refieren al mundo empírico, dependen de la experiencia y son contingentes (su contrario es posible). Son conocimiento a posteriori.

Hume critica profundamente la idea de causalidad. Argumenta que no podemos observar ni demostrar racionalmente una conexión necesaria entre una causa y su efecto; solo observamos una conjunción constante de eventos. Nuestra creencia en la causalidad surge de la costumbre o hábito, no de la razón. Asimismo, señala que no podemos demostrar la existencia del mundo exterior ni de Dios, porque solo tenemos acceso directo a nuestras propias percepciones (impresiones e ideas) y no a lo que podría existir independientemente de ellas.

Problema del Yo

Hume niega la existencia de una identidad personal permanente o un ‘yo’ sustancial. Al introspeccionar, él cree que solo encontramos un flujo constante de percepciones particulares (impresiones e ideas) que se suceden rápidamente. No hay una impresión constante e invariable que corresponda a la idea de un ‘yo’ unificado. La creencia en una identidad personal es, por tanto, una ilusión creada por la memoria y la asociación de ideas (facilitada por la semejanza y la contigüidad de nuestras percepciones).

Problema de Dios

Hume argumenta que no es posible demostrar la existencia de Dios ni mediante la razón (a priori) ni mediante la experiencia (a posteriori). Critica los argumentos tradicionales:

  • El argumento ontológico (que deduce la existencia de Dios a partir de la idea de un ser perfecto) es inválido porque la existencia no es una propiedad que pueda deducirse de una definición.
  • El argumento cosmológico (que postula a Dios como causa primera del universo) se basa en la aplicación ilegítima del principio de causalidad más allá de la experiencia posible.
  • El argumento teleológico (o del diseño, que infiere un diseñador inteligente a partir del orden del universo) es, como mucho, una analogía débil y no prueba la existencia del Dios teísta tradicional.

Problema de la Moral: El Emotivismo Moral

Hume sostiene que la ética no se basa en la razón, sino en los sentimientos. La razón puede informarnos sobre los hechos y las relaciones, pero no puede motivar la acción ni determinar lo que es bueno o malo. Las distinciones morales surgen de un sentimiento de aprobación o desaprobación que experimentamos al contemplar ciertas acciones o caracteres. Para él, la virtud es cualquier cualidad mental que produce en un espectador el agradable sentimiento de aprobación, y el vicio es lo contrario. La moralidad se fundamenta en la simpatía (la capacidad de compartir los sentimientos de los demás) y en la utilidad que tienen ciertas acciones y rasgos de carácter para el bienestar individual y social.

Immanuel Kant y la Crítica de la Razón Pura

Este fragmento parece referirse a la Crítica de la Razón Pura de Kant, obra en la que busca responder a las preguntas fundamentales: ¿qué puedo conocer?, ¿cómo es posible la ciencia (matemáticas y física)? Kant razona que el conocimiento universal y necesario es posible gracias a los juicios sintéticos a priori, los cuales estructuran y condicionan nuestra experiencia.

Para explicar esto, diferencia entre:

  • El fenómeno: Lo que percibimos y podemos conocer, resultado de la interacción entre la sensibilidad del sujeto y los datos externos.
  • El noumeno (o ‘cosa en sí’): La realidad tal como es independientemente de nuestra forma de conocerla, la cual es incognoscible para nosotros.

Kant analiza las facultades cognitivas humanas:

  1. La Sensibilidad (Estética Trascendental): La capacidad de recibir representaciones. Nos proporciona las intuiciones puras de espacio y tiempo, que son las formas a priori de nuestra sensibilidad y hacen posibles las matemáticas como ciencia.
  2. El Entendimiento (Analítica Trascendental): La facultad de pensar los objetos dados en la intuición. Organiza la experiencia mediante las categorías (conceptos puros a priori, como causalidad, sustancia, etc.), haciendo posible la física como ciencia.
  3. La Razón (Dialéctica Trascendental): La facultad que busca la máxima unidad y el conocimiento absoluto (las Ideas de Alma, Mundo y Dios). Sin embargo, cuando la Razón intenta aplicar las categorías más allá de la experiencia posible, cae inevitablemente en contradicciones (antinomias) y errores.

De esta manera, se desarrolla el idealismo trascendental: el conocimiento es una construcción del sujeto (no un mero reflejo de la realidad externa), en la que este impone sus estructuras a priori (espacio, tiempo, categorías) a los datos sensibles. La ciencia, por tanto, solo puede conocer los fenómenos, no la realidad en sí.

Comparación con Hume

Hume cree que todo conocimiento proviene de la experiencia (empirismo) y rechaza las ideas innatas, explicando la causalidad como una creencia basada en la costumbre. Kant, despertado de su ‘sueño dogmático’ por Hume, aunque parte de la experiencia, sostiene que el conocimiento universal y necesario (como el de la ciencia) es posible gracias a las estructuras a priori del sujeto (juicios sintéticos a priori). En resumen, Kant representa el criticismo, buscando sintetizar racionalismo y empirismo, mientras que Hume es un exponente clave del empirismo radical y escéptico.

René Descartes: Racionalismo y Fundamento del Conocimiento

Problema del Conocimiento y la Realidad: La Duda Metódica

Descartes, padre del racionalismo moderno, explica que la razón es universal y la fuente principal del conocimiento fiable. Para garantizar la certeza y evitar el error, establece un método basado en cuatro reglas:

  1. Evidencia: No aceptar como verdadero nada que no se presente a la mente de forma clara y distinta.
  2. Análisis: Dividir cada dificultad en tantas partes como sea posible para su mejor solución.
  3. Síntesis: Conducir ordenadamente los pensamientos, empezando por los objetos más simples y ascendiendo gradualmente a los más complejos.
  4. Enumeración: Hacer recuentos tan completos y revisiones tan generales que se esté seguro de no omitir nada.

Distingue dos modos fundamentales de conocimiento: la intuición (captación intelectual directa de verdades evidentes) y la deducción (inferencia necesaria a partir de otras verdades ya conocidas). Para encontrar una base absolutamente sólida para el conocimiento, aplica la duda metódica, rechazando provisionalmente todo aquello sobre lo que se pueda albergar la más mínima duda. Duda primero de la fiabilidad de los sentidos, luego de la distinción entre sueño y vigilia, e incluso plantea la hipótesis radical de un genio maligno que pudiera engañarnos constantemente. Sin embargo, en el acto mismo de dudar, descubre una verdad indubitable: no puede dudar de su propia existencia como ser pensante. Esto se expresa en su famosa máxima: cogito ergo sum (‘pienso, luego existo’). Esta es la primera verdad firme y segura de su filosofía.

Problema de Dios: Garante de la Verdad

Para Descartes, la existencia de Dios es fundamental para superar la duda radical y garantizar la posibilidad del conocimiento verdadero sobre el mundo. Presenta varios argumentos para demostrar su existencia:

  • Argumento gnoseológico (basado en la idea de infinito): Poseemos en nuestra mente la idea innata de un ser perfecto e infinito. Dado que somos seres finitos e imperfectos, no podríamos haber creado esta idea por nosotros mismos. Por lo tanto, la causa de esta idea debe ser un ser realmente perfecto e infinito: Dios.
  • Argumento cosmológico (basado en la contingencia del yo): Si yo me hubiera creado a mí mismo, me habría otorgado todas las perfecciones de las que tengo idea. Como no las poseo, no me he creado a mí mismo, sino que he sido creado por un ser que posee esas perfecciones, es decir, Dios.
  • Argumento ontológico (adaptado de San Anselmo): La idea misma de un ser sumamente perfecto implica necesariamente su existencia, ya que la existencia es una perfección.

Una vez demostrada la existencia de Dios y su naturaleza perfecta (que incluye la bondad y la veracidad), Descartes concluye que Dios no puede ser engañador. Por lo tanto, Dios actúa como garante de que nuestras facultades cognitivas, usadas correctamente (siguiendo el método), nos conducen a la verdad, especialmente en lo referente a las ideas claras y distintas, como las de las matemáticas y la existencia del mundo exterior.

El Problema del Hombre: Dualismo Cartesiano

Descartes establece una distinción radical entre dos tipos de sustancias creadas: la sustancia pensante (res cogitans: alma, mente, yo) y la sustancia extensa (res extensa: cuerpo, materia). La mente se caracteriza esencialmente por el pensamiento (conciencia, voluntad, entendimiento) y es inmaterial, inextensa y libre. El cuerpo se caracteriza por la extensión (longitud, anchura, profundidad) y está sujeto a las leyes mecánicas de la física, funcionando como una máquina. El ser humano es la unión de estas dos sustancias heterogéneas.

El dualismo cartesiano plantea el complejo problema de la interacción mente-cuerpo: ¿cómo pueden relacionarse e influirse mutuamente dos sustancias de naturaleza tan diferente? Descartes sugirió que la interacción se producía en la glándula pineal, pero esta solución fue considerada insatisfactoria por muchos. Dentro de la res cogitans, Descartes distingue entre las pasiones (emociones y sentimientos, originados en gran medida por la influencia del cuerpo sobre el alma) y la razón (propia del alma). Señala que el alma debe esforzarse por controlar las pasiones mediante el uso de la razón y la voluntad para alcanzar la sabiduría y la virtud.

El Problema de la Virtud: La Moral Provisional

Descartes considera que la moral definitiva es la culminación del conocimiento filosófico y requiere una base metafísica sólida. Dado que la construcción de su sistema filosófico lleva tiempo, y mientras se encuentra en el proceso de duda y búsqueda de certezas, propone una moral provisional para guiar la acción en la vida práctica. Esta moral se basa en tres o cuatro máximas principales:

  1. Obedecer las leyes y costumbres del propio país, manteniendo la religión tradicional y siguiendo las opiniones más moderadas.
  2. Ser lo más firme y resuelto posible en las acciones, una vez que se ha tomado una decisión, incluso si se basa en opiniones dudosas.
  3. Procurar siempre vencerse a sí mismo antes que a la fortuna, y cambiar los propios deseos antes que el orden del mundo.
  4. (Considerada a veces como conclusión o como cuarta máxima) Dedicar la vida a cultivar la razón y avanzar en el conocimiento de la verdad según el método establecido.