España 1902-1939: Crisis de la Monarquía, Dictadura de Primo de Rivera y Segunda República

El Reinado de Alfonso XIII (1902-1931): Inestabilidad y Crisis del Sistema

El reinado de Alfonso XIII (1902-1931) estuvo marcado por intentos de modernización, crisis económicas y profundos conflictos políticos y sociales. Desde el principio, el sistema de la Restauración comenzó a mostrar signos evidentes de desgaste debido a la creciente oposición de republicanos, nacionalistas y el movimiento obrero. Las tensiones internas, la constante inestabilidad gubernamental y el enquistado problema colonial en Marruecos contribuyeron significativamente al deterioro del régimen hasta su colapso final en 1923 con la instauración de la dictadura de Primo de Rivera.

Oposición al Sistema y Movimientos Nacionalistas

A pesar de mantener formalmente el turno pacífico entre liberales y conservadores, surgieron fuertes oposiciones al régimen:

  • El republicanismo radical de Alejandro Lerroux y el reformismo intelectual.
  • El catalanismo cobró fuerza con la creación de la Lliga Regionalista de Francesc Cambó en 1901, exigiendo autonomía. La Ley de Jurisdicciones (1906), que otorgaba al ejército el control sobre delitos contra la patria o su honor, generó como respuesta el movimiento unitario de Solidaritat Catalana.
  • Aparecieron otros nacionalismos como el vasco (PNV) y movimientos regionalistas en Valencia y Galicia.

Crisis de 1909: La Semana Trágica de Barcelona

El gobierno conservador de Antonio Maura intentó implementar reformas regeneracionistas, pero enfrentó una violenta revuelta obrera y anarquista en Barcelona en julio de 1909. El detonante fue el envío de reservistas (muchos de ellos padres de familia) a la guerra en Marruecos.

La dura represión posterior incluyó detenciones masivas y ejecuciones sumarias, como la del pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia, fundador de la Escuela Moderna. Esto generó una oleada de protestas nacionales e internacionales que forzaron la dimisión de Maura.

Crisis General de 1917

La neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) benefició inicialmente la economía por el aumento de exportaciones a los países beligerantes. Sin embargo, también disparó la inflación y acentuó drásticamente la desigualdad social, empobreciendo a las clases trabajadoras.

La crisis de 1917 se manifestó en tres frentes simultáneos:

  • Crisis militar: Las Juntas Militares de Defensa, formadas por oficiales de baja y media graduación, protestaban por sus bajos salarios y el sistema de ascensos por méritos de guerra, que favorecía a los africanistas.
  • Crisis política: La Asamblea de Parlamentarios, convocada en Barcelona por Francesc Cambó (Lliga Regionalista) y a la que se sumaron republicanos y socialistas, exigió una reforma profunda de la Constitución y la convocatoria de Cortes Constituyentes ante el cierre del Parlamento por el gobierno.
  • Crisis social: La Huelga General Revolucionaria, organizada conjuntamente por UGT y CNT en agosto, buscaba derribar el régimen e instaurar una república democrática. Fue duramente reprimida por el ejército, leal al gobierno.

Crisis de 1921 y el Desastre de Annual

El sistema político se debilitó aún más con la creciente fragmentación de los partidos dinásticos (liberal y conservador) y el auge de la violencia política, manifestada en atentados anarquistas (pistolerismo) y huelgas de gran impacto como la de “La Canadiense” en Barcelona (1919), que consiguió la jornada laboral de ocho horas.

En Marruecos, el ejército español sufrió una humillante y catastrófica derrota en Annual (1921), donde murieron más de 10.000 soldados a manos de las tropas rifeñas lideradas por Abd-el-Krim. Este fracaso militar, conocido como el Desastre de Annual, generó una enorme conmoción en la opinión pública y puso en entredicho la actuación del ejército y la responsabilidad del propio rey Alfonso XIII (expediente Picasso).

Golpe de Estado de 1923

El profundo descontento social, la inestabilidad política crónica y el temor a que las investigaciones sobre Annual salpicaran a altas esferas del poder, incluido el rey, llevaron a que el 13 de septiembre de 1923 el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, diera un golpe de Estado. Contó con el apoyo explícito del rey Alfonso XIII y de importantes sectores conservadores (ejército, burguesía, terratenientes). Se estableció así una dictadura militar que suspendió la Constitución y puso fin al régimen parlamentario de la Restauración, durando hasta 1930.

Conclusión sobre Alfonso XIII: El reinado de Alfonso XIII estuvo marcado por una constante inestabilidad política y social. Los intentos de modernización del país fracasaron ante la resistencia de los sectores conservadores y el creciente descontento popular. La crisis económica, el auge de los nacionalismos periféricos y el irresoluble problema colonial en Marruecos minaron los cimientos del sistema de la Restauración, que finalmente colapsó con el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. Este episodio evidenció la profunda debilidad de la monarquía parlamentaria y allanó el camino para la proclamación de la Segunda República en 1931.


La Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930)

La dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930) fue un régimen autoritario en España que contó con el apoyo inicial del ejército, la burguesía industrial y financiera, los terratenientes y la Iglesia Católica. Inspirado en parte por el fascismo italiano de Mussolini, suspendió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes y buscó poner fin a la inestabilidad política, la conflictividad social y la amenaza del separatismo que habían caracterizado los últimos años del reinado de Alfonso XIII. Su gobierno se desarrolló en dos etapas principales, seguidas de un intento fallido de institucionalización:

Directorio Militar (1923-1925)

Primo de Rivera asumió todos los poderes con el objetivo declarado de restaurar el orden público, acabar con el caciquismo y regenerar la vida política. Disolvió las instituciones parlamentarias y suspendió las garantías constitucionales. Gobernó a través de decretos y puso la administración en manos de militares. Creó la Unión Patriótica como partido único de apoyo al régimen. Su mayor éxito en esta etapa fue la resolución del problema de Marruecos con la decisiva victoria en el Desembarco de Alhucemas (1925), en colaboración con Francia, que derrotó a Abd-el-Krim y pacificó el protectorado. Este triunfo consolidó enormemente su poder y popularidad.

Directorio Civil (1925-1930)

Tras el éxito en Marruecos, Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un gobierno con mayoría de civiles, aunque él mantuvo la presidencia y los militares siguieron ocupando puestos clave. Se impulsó una política de intervencionismo económico y reformas sociales paternalistas:

  • Modernización de infraestructuras (carreteras, ferrocarriles, obras hidráulicas).
  • Creación de monopolios estatales como CAMPSA (petróleo) y Telefónica.
  • Organización Corporativa Nacional para regular las relaciones laborales, inspirada en el modelo fascista italiano, con comités paritarios de patronos y obreros.
  • Cierta protección laboral y fomento de la vivienda social.

Sin embargo, el régimen enfrentó una creciente oposición por parte de intelectuales (Unamuno, Ortega y Gasset), estudiantes universitarios (FUE), el movimiento obrero (anarquistas y comunistas) y los nacionalistas catalanes (reprimidos por la dictadura).

Intento de Institucionalización y Caída (1927-1930)

En 1927, se creó una Asamblea Nacional Consultiva, designada por el dictador, con la misión de elaborar un anteproyecto de Constitución. Este intento de institucionalizar el régimen fracasó por su carácter antidemocrático y la falta de apoyos sólidos. La crisis económica mundial de 1929 comenzó a afectar a España, debilitando la base social del régimen. El creciente descontento, diversas conspiraciones militares y, finalmente, la pérdida del apoyo del rey Alfonso XIII, llevaron a Primo de Rivera a dimitir en enero de 1930. Se exilió en París, donde falleció poco después.

Tras su caída, el rey encargó al general Dámaso Berenguer formar gobierno con el objetivo de retornar gradualmente a la normalidad constitucional, período conocido como la “dictablanda“. Sin embargo, la gestión de Berenguer fue ineficaz y la oposición republicana y antimonárquica se aglutinó en el Pacto de San Sebastián (agosto de 1930). Las elecciones municipales convocadas por el sucesor de Berenguer, el almirante Aznar, en abril de 1931, se plantearon como un plebiscito sobre la monarquía. La victoria de las candidaturas republicanas en las principales ciudades provocó la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931 y la salida de Alfonso XIII al exilio.

Conclusión sobre Primo de Rivera: La dictadura de Primo de Rivera representó un intento de modernización autoritaria que, pese a ciertos éxitos iniciales en el mantenimiento del orden público, la resolución del conflicto marroquí y el desarrollo de infraestructuras, fracasó en su objetivo de consolidar un sistema político estable y alternativo a la Restauración. Su caída, junto con la profunda crisis política y social que arrastraba el país, aceleró el fin de la monarquía de Alfonso XIII y abrió paso a la experiencia republicana.


La Segunda República Española (1931-1939)

La Segunda República Española fue el régimen democrático que existió en España entre el 14 de abril de 1931, fecha de su proclamación, y el 1 de abril de 1939, fecha del final de la Guerra Civil Española, que dio paso a la dictadura franquista. Este período crucial de la historia de España estuvo marcado por una profunda inestabilidad política y social, así como por ambiciosos intentos de modernización y democratización del país a través de un amplio programa de reformas.

Gobierno Provisional y Cortes Constituyentes (1931)

Tras la proclamación de la República, se formó un Gobierno Provisional de amplia coalición (republicanos de izquierda y derecha, socialistas, nacionalistas catalanes y gallegos) presidido por Niceto Alcalá-Zamora. Este gobierno se comprometió a convocar elecciones a Cortes Constituyentes y a iniciar reformas urgentes.

Uno de los primeros desafíos fue la cuestión territorial, con la proclamación del “Estat Català” por Francesc Macià, que se recondujo hacia la restauración de la Generalitat y la futura aprobación de un Estatuto de Autonomía. El Gobierno Provisional también tuvo que lidiar con la crisis económica heredada, el elevado desempleo y una creciente conflictividad social (huelgas, ocupaciones de tierras, quema de conventos).

La Constitución de 1931

Las Cortes Constituyentes, con mayoría de izquierdas y republicanos, elaboraron y aprobaron la Constitución de 1931. Sus características principales fueron:

  • Definía a España como una “República democrática de trabajadores de toda clase“.
  • Establecía la soberanía popular, Cortes unicamerales y un Presidente de la República con poderes limitados.
  • Reconocía una amplia declaración de derechos y libertades, incluyendo el sufragio universal masculino y femenino (por primera vez en España), el matrimonio civil y el divorcio.
  • Declaraba un Estado laico: separación Iglesia-Estado, libertad de culto, fin de la financiación estatal a la Iglesia, disolución de órdenes religiosas consideradas peligrosas (jesuitas). Este carácter laicista generó fuertes tensiones con la Iglesia Católica y los sectores conservadores.
  • Permitía la autonomía de las regiones (“Estado integral compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones”), lo que llevó a la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1932 (Estatuto de Nuria) y a iniciar los procesos para los del País Vasco y Galicia.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Este período estuvo gobernado por una coalición de republicanos de izquierda (Acción Republicana, luego Izquierda Republicana) y socialistas (PSOE), bajo la presidencia del Gobierno de Manuel Azaña y con Niceto Alcalá-Zamora como Presidente de la República. Se impulsaron importantes reformas modernizadoras:

  • Reforma agraria: Intentó una redistribución de la propiedad de la tierra para modernizar el campo, reducir el poder de los grandes terratenientes (latifundistas) y mejorar las condiciones de los jornaleros. Su aplicación fue lenta y compleja, generando frustración entre los campesinos y hostilidad entre los propietarios.
  • Reforma militar: Buscó modernizar y asegurar la lealtad republicana del ejército, reduciendo el excesivo número de oficiales (Ley Azaña), cerrando la Academia Militar de Zaragoza y eliminando privilegios. Generó malestar en amplios sectores del ejército (intento de golpe de Sanjurjo en 1932).
  • Reforma educativa: Impulsó la educación pública, laica y gratuita, creando miles de nuevas escuelas y plazas para maestros, y promoviendo las Misiones Pedagógicas para llevar la cultura al mundo rural.
  • Cuestión social: Se aprobaron leyes laborales para mejorar las condiciones de los trabajadores (Ley de Contratos de Trabajo, Ley de Jurados Mixtos) y se intentó establecer un sistema de seguros sociales.

Estas reformas generaron fuertes tensiones y la resistencia activa de los sectores conservadores (Iglesia, ejército, terratenientes, alta burguesía). La crisis económica mundial también afectó gravemente a España, aumentando el desempleo y la conflictividad social (insurrecciones anarquistas como la de Casas Viejas en 1933).

El Bienio Conservador o Radical-Cedista (1933-1935)

Las elecciones de noviembre de 1933 dieron la victoria a los partidos de centro-derecha: el Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de José María Gil Robles. Aunque la CEDA fue el partido más votado, Alcalá-Zamora encargó formar gobierno a Lerroux con apoyo parlamentario cedista.

Este período se caracterizó por la paralización y rectificación de muchas de las reformas del bienio anterior (reforma agraria, legislación laica). La tensión política y social aumentó considerablemente. La entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934 fue interpretada por la izquierda como una amenaza fascista y provocó la Revolución de Octubre de 1934:

  • Huelga general en toda España.
  • Proclamación del Estado Catalán por Lluís Companys en Barcelona (rápidamente sofocada).
  • Insurrección obrera en Asturias, protagonizada por mineros socialistas, anarquistas y comunistas, que fue duramente reprimida por el ejército bajo la dirección del general Franco.

La brutal represión de la Revolución de Octubre (miles de muertos y detenidos) aumentó enormemente la polarización política y el resentimiento entre las izquierdas y las derechas.

El Frente Popular (Febrero-Julio 1936)

La crisis del gobierno radical-cedista (agravada por escándalos de corrupción como el del estraperlo) llevó a la convocatoria de nuevas elecciones en febrero de 1936. La victoria fue para la coalición de izquierdas del Frente Popular (republicanos, socialistas, comunistas, POUM, nacionalistas catalanes), con Manuel Azaña de nuevo como figura clave (primero como jefe de gobierno y luego como Presidente de la República tras la destitución de Alcalá-Zamora).

El nuevo gobierno retomó el programa reformista (amnistía para los presos de 1934, restablecimiento del Estatuto catalán, aceleración de la reforma agraria). Sin embargo, este período estuvo marcado por una extrema radicalización política y un clima de creciente violencia callejera entre militantes de izquierda y derecha (falangistas). La conspiración militar contra la República, que venía gestándose desde la victoria del Frente Popular, se aceleró.

El asesinato del líder monárquico y derechista José Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936, en represalia por el asesinato previo del teniente Castillo de la Guardia de Asalto, actuó como catalizador final para el golpe de Estado militar del 17 y 18 de julio de 1936. El fracaso parcial del golpe (triunfó en unas zonas, fracasó en otras) dio inicio a la trágica Guerra Civil Española (1936-1939).

Características Generales de la Segunda República

  • Inestabilidad política y social: Marcada por la fuerte polarización ideológica, gobiernos de corta duración y una constante conflictividad social y violencia política.
  • Intentos de modernización: Se impulsaron reformas estructurales ambiciosas en diversos ámbitos (agrario, militar, educativo, social, territorial), pero encontraron fuertes resistencias y tuvieron resultados desiguales.
  • Conflictos religiosos: La cuestión religiosa y el laicismo constitucional generaron una profunda división y enfrentamiento con la Iglesia Católica y los sectores conservadores.
  • Cuestión territorial y regionalismos: Se reconoció por primera vez la posibilidad de autonomía política para las regiones, aprobándose el Estatuto de Cataluña e iniciándose los trámites para los del País Vasco y Galicia, lo que generó tensiones con los sectores centralistas.

Consecuencias

La Segunda República Española fue un período de enorme trascendencia en la historia contemporánea de España. A pesar de sus dificultades, fracasos y su trágico final, representó el intento más serio hasta entonces de modernizar las estructuras sociales y económicas del país y de establecer un sistema político plenamente democrático. La Guerra Civil Española (1936-1939), consecuencia directa del fracaso en la convivencia pacífica de proyectos políticos antagónicos, puso fin a la experiencia republicana y dio paso a la larga dictadura del general Franco.


El Sexenio Revolucionario o Democrático (1868-1874)

El Sexenio Revolucionario (o Sexenio Democrático) fue un período crucial y convulso de la historia de España que se extendió desde el triunfo de la Revolución de 1868 hasta el pronunciamiento militar de Martínez Campos en diciembre de 1874, que restauró la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII. Se caracterizó por una profunda inestabilidad política y social, marcada por la búsqueda de un nuevo sistema político más democrático y moderno para el país tras el derrocamiento de la reina Isabel II.

Causas de la Revolución de 1868 (“La Gloriosa”)

La caída del régimen isabelino fue producto de la confluencia de varios factores:

  • Crisis económica: Una grave crisis financiera (quiebra de bancos y compañías ferroviarias), industrial (crisis textil catalana) y de subsistencias (malas cosechas, aumento del precio del trigo) afectó a España desde 1866, generando un fuerte malestar social, desempleo y protestas populares.
  • Descontento político: Amplios sectores políticos (progresistas, demócratas y republicanos), excluidos del poder por los gobiernos moderados de los últimos años, se unieron en el Pacto de Ostende (1866) para derribar a Isabel II. Criticaban el autoritarismo, la corrupción y la falta de libertades del régimen isabelino, reclamando sufragio universal y derechos fundamentales.
  • Desprestigio de la monarquía: La propia reina Isabel II y su corte se vieron envueltas en escándalos y su injerencia en la vida política era constante, lo que erosionó gravemente su apoyo popular y el de sectores clave como el ejército.

Desarrollo del Sexenio Revolucionario

El período se puede dividir en varias etapas:

La Revolución de 1868 (La Gloriosa) y el Gobierno Provisional (1868-1869)

En septiembre de 1868, se produjo un pronunciamiento militar en Cádiz, liderado por el almirante Topete y los generales exiliados Juan Prim (progresista) y Francisco Serrano (unionista), al grito de “¡Viva España con honra!“. La revolución se extendió rápidamente por todo el país con apoyo popular y la formación de Juntas Revolucionarias. Tras la derrota de las tropas leales a la reina en la batalla del Puente de Alcolea, Isabel II se vio obligada a exiliarse en Francia.

Se formó un Gobierno Provisional presidido por el general Serrano, con Prim como ministro de la Guerra. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino (mayores de 25 años). Estas Cortes aprobaron la Constitución de 1869, considerada la primera constitución democrática de la historia de España. Establecía:

  • Soberanía nacional.
  • Monarquía parlamentaria como forma de gobierno (el rey reina pero no gobierna).
  • División de poderes muy marcada.
  • Amplia declaración de derechos y libertades (expresión, reunión, asociación, culto).
  • Sufragio universal masculino.

La Monarquía Democrática de Amadeo I (1871-1873)

Una vez aprobada la Constitución, el principal problema fue encontrar un rey que aceptara la corona bajo las nuevas condiciones democráticas. Tras arduas gestiones internacionales lideradas por Prim, las Cortes eligieron como rey a Amadeo de Saboya, hijo del rey italiano Víctor Manuel II, perteneciente a una dinastía liberal y unificadora.

El reinado de Amadeo I (enero 1871 – febrero 1873) estuvo marcado por una enorme inestabilidad política y social:

  • El asesinato de su principal valedor, el general Prim, poco antes de su llegada a España.
  • La fuerte oposición de diversos grupos: los carlistas (que iniciaron la Tercera Guerra Carlista en 1872), los alfonsinos (partidarios de la restauración borbónica en Alfonso, hijo de Isabel II), y los republicanos (que aspiraban a abolir la monarquía).
  • La división interna de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas, demócratas).
  • El estallido de la Guerra de los Diez Años en Cuba (1868-1878).

Ante la imposibilidad de gobernar un país tan dividido y la falta de apoyos sólidos, Amadeo I abdicó en febrero de 1873.

La Primera República Española (1873-1874)

Tras la abdicación de Amadeo I, las Cortes, de mayoría monárquica pero sin candidato viable, proclamaron la Primera República Española (febrero 1873 – enero 1874). Este período fue aún más inestable, con cuatro presidentes en menos de un año (Figueras, Pi y Margall, Salmerón, Castelar) y enfrentando gravísimos problemas:

  • La división interna de los propios republicanos entre federalistas (partidarios de una estructura federal del Estado, a su vez divididos entre moderados e intransigentes) y unitarios (partidarios de un Estado centralizado).
  • La Tercera Guerra Carlista, que se intensificó.
  • La Guerra de Cuba.
  • La insurrección cantonal (verano de 1873): diversas ciudades y regiones (Cartagena, Valencia, Andalucía) se declararon cantones independientes, desafiando al gobierno central. Fue un movimiento complejo que mezclaba republicanismo federal radical, aspiraciones autonomistas y reivindicaciones sociales. Fue duramente reprimido por el ejército, excepto en Cartagena que resistió hasta enero de 1874.

La República derivó hacia posiciones más conservadoras bajo la presidencia de Castelar, quien obtuvo poderes extraordinarios de las Cortes para restablecer el orden. Cuando las Cortes se reunieron en enero de 1874 para retirarle la confianza, el general Manuel Pavía dio un golpe de Estado disolviendo las Cortes y poniendo fin a la República federal.

Fin del Sexenio y Restauración Borbónica

Tras el golpe de Pavía, se estableció un gobierno provisional autoritario presidido por el general Serrano, que intentó consolidar una república unitaria y conservadora. Sin embargo, la opción de la restauración borbónica, hábilmente preparada por Antonio Cánovas del Castillo, ganaba cada vez más apoyos entre las élites políticas y económicas, que anhelaban estabilidad. El 29 de diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos protagonizó un pronunciamiento militar en Sagunto, proclamando rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II. Este hecho puso fin al Sexenio Revolucionario y dio inicio al período de la Restauración borbónica.

Consecuencias del Sexenio Revolucionario

A pesar de su fracaso final en consolidar un régimen estable y su constante inestabilidad, el Sexenio Revolucionario tuvo importantes consecuencias:

  • Supuso la primera experiencia democrática en España, con la implantación del sufragio universal masculino y el reconocimiento de amplios derechos y libertades en la Constitución de 1869.
  • Se consolidaron nuevas fuerzas políticas que tendrían gran protagonismo posterior, como el republicanismo y el movimiento obrero organizado (nacimiento de la sección española de la AIT).
  • La experiencia federal y cantonal dejó una huella en los movimientos regionalistas y nacionalistas posteriores.
  • La profunda inestabilidad del período provocó que amplios sectores de la sociedad buscaran un sistema político que garantizara el orden y la estabilidad por encima de todo, lo que facilitó el éxito de la Restauración borbónica diseñada por Cánovas del Castillo.

Conclusión sobre el Sexenio: El Sexenio Revolucionario fue un período de gran trascendencia y agitación en la historia de España. Representó un intento audaz, aunque fallido, de modernizar el país y establecer un sistema político más democrático y participativo. Este período dejó un legado importante en la lucha por los derechos y libertades, y sentó algunas de las bases para las transformaciones políticas y sociales de España en el siglo XX, aunque su fracaso inmediato condujo a la búsqueda de la estabilidad a través de la Restauración monárquica.