HUME. Causa: idea compleja formada por las ideas simples de contigüidad, anterioridad temporal, conjunción constante y conexión necesaria. Según Hume, no tenemos ninguna impresión de la conexión necesaria entre la causa y el efecto, por lo que su fundamento no se encuentra en la realidad, sino en el pensamiento del ser humano. Idea: percepción que se presenta de manera muy débil. Algunas ideas están próximas a las impresiones, como las ideas de la memoria. Otras, en cambio, son menos vivas que las de la memoria: las ideas de la imaginación. Impresión: percepción que se presenta a la mente de manera muy intensa y viva. Impresión de reflexión: percepción que se forma en el entendimiento a partir de impresiones de sensación o a partir de ideas. Impresión de sensación: percepción que surge en el entendimiento a partir de causas desconocidas. Es el elemento primero del conocimiento, en el sentido de que no está precedido por ningún otro.
UD 9: Contrato social: doctrina que sostiene que la sociedad tiene su fundamento en un pacto que se realiza a partir de un acuerdo entre los individuos en virtud de su igualdad. De este modo, cada individuo cede sus derechos a los demás y ninguno ejerce poder sobre los otros. Educación: medio más eficaz para conseguir la realización plena de la naturaleza humana en cada individuo. Rousseau propone un método pedagógico que aspira a formar al ser humano de acuerdo con su auténtico ser natural, con el fin de evitar la corrupción que la entrada en sociedad lleva consigo. Estado de naturaleza: estado originario del ser humano, en el cual era naturalmente inocente, estaba sano y practicaba el amor de sí y de los demás. Estado social: situación del ser humano asociado con sus semejantes. Libertad civil: libertad del ser humano en el estado social, cuya única limitación es la voluntad general, que es expresión de la libertad real de cada uno. Se trata de la auténtica libertad moral; está por encima de la libertad natural. Libertad natural: capacidad del ser humano para llevar una vida racional y activa, que lo lleva a sobreponerse a sus instintos y a sus necesidades básicas. Es la libertad que se vive en el estado primitivo. Soberano: colectividad del pueblo, considerado como si fuera un individuo indivisible. Posee una voluntad única: la voluntad general. Voluntad general: voluntad del cuerpo social, es decir, de la sociedad entera. No es la suma de las voluntades de cada uno de los componentes de la sociedad. Se expresa en las leyes.
KANT U10 A posteriori: se aplica a aquello que procede de la experiencia y es posterior a ella. Hace referencia a lo particular y contingente. A priori: se aplica a aquello que es independiente de la experiencia y anterior a ella. Además, para Kant, es fuente de conocimiento, pues hace referencia a lo universal y necesario. Categoría: forma a priori del entendimiento, de los conceptos puros. Es una manera subjetiva de llevar a cabo una segunda unificación de las impresiones sensibles. Criticismo: investigación de la razón como facultad y análisis de la sensibilidad y del entendimiento, en aras a la constitución del objeto del conocimiento. Fenómeno: resultado que se obtiene tras aplicar las formas o intuiciones puras de espacio y de tiempo a los datos caóticos de la sensibilidad. Supone una primera ordenación de los conocimientos.
KANT:
1. Proyecto Kantiano
Immanuel Kant inició una nueva orientación en la reflexión filosófica: nuevos problemas y un novedoso planteamiento de la temática filosófica. Este hecho fue decisivo en la filosofía de los siglos XIX y XX.
Sin embargo, eso no significa que estableciera una ruptura total con el pensamiento precedente. Más bien sucedió lo contrario: recibió la formación y la influencia de las tendencias filosóficas dominantes en la Ilustración: el racionalismo (que aspiraba a construir una filosofía sin tener en cuenta la experiencia) y el empirismo (que puso de manifiesto la vacuidad de todo conocimiento que no se apoyara en la experiencia sensible). No obstante, este último tiene, según Kant, el defecto de conducir al escepticismo. Kant fue influenciado por el racionalismo y el empirismo, pero criticó a este último por llevar al escepticismo.
Kant prestó atención y se adhirió a las premisas del racionalismo y del empirismo, así como también a la concepción de la ciencia físico-matemática de Newton. Así pues, en el punto de partida de su sistema, consideró tanto los resultados del racionalismo como los del empirismo.
1.1 Idealismo Trascendental
El punto de partida del sistema de Kant consiste en investigar las posibilidades del conocimiento humano. Su primera pregunta se dirige a los límites de la razón en el ámbito del saber. Este planteamiento se ha denominado crítica del conocimiento. En un primer momento, Kant trató de conciliar las dos posturas predominantes —racionalismo y empirismo—, pero, al advertir las contradicciones existentes entre ellas, se adentró en el contenido de la propia conciencia. Con ello, pretendió averiguar hasta dónde puede llegar el conocimiento humano por sí mismo. Esta postura supone instalarse en la autoconciencia o en la razón pura, considerada como fuente de conocimiento. Kant quiso averiguar hasta dónde podía llegar el ser humano mediante su conocimiento basándose exclusivamente en la razón autónoma. Así surge su original sistema: un criticismo idealista y trascendental.
La palabra trascendental significa aquí todo conocimiento cuyo origen está en el propio entendimiento humano. No tiene que ver con los objetos, sino con nuestro modo de conocer los objetos. El idealismo trascendental transformó radicalmente la filosofía moderna e imprimió su carácter a todos los sistemas de los siglos XIX y XX. Después de Kant, nadie se creyó autorizado a construir un sistema filosófico sin plantearse primero el problema crítico sobre el valor y el alcance de nuestros conocimientos.
1.2 Filosofía Crítica y el Problema de la Metafísica
La filosofía crítica kantiana se centra en el problema del objeto del conocimiento. A su vez, tiene como fin fundar la metafísica como ciencia. Kant consideró la metafísica como la actividad o el objeto de la razón pura. Pero, según él, todavía no se ha dirigido por el camino seguro de la ciencia.
Así pues, es preciso someter a crítica o examen la razón como facultad de conocer:
- Es una disciplina que no puede progresar de modo regular como las demás ciencias.
- Es incapaz de poner de acuerdo a los pensadores.
Kant inicia su filosofía crítica como un prólogo obligado para lograr fundar la metafísica como ciencia.
Kant descubrió que los conceptos en el conocimiento intelectual no provienen de la experiencia, sino que están en el entendimiento, es decir, son a priori.
Kant sostuvo que el conocimiento comienza en la experiencia, pero lo esencial para el conocimiento científico es a priori, una idea llamada revolución copernicana.
CNT FIL: KANT:
La vida y el pensamiento de Immanuel Kant (1724- 1804) estuvieron influidos por el marco cultural e intelectual de la Ilustración. El fundamento último de la filosofía kantiana es la razón. De esta emanan, por un lado, los principios epistemológicos que permiten alcanzar el conocimiento seguro de la naturaleza y, por otro, los presupuestos morales que fundamentan una ética universal y la consiguiente organización política.
Entre las principales influencias que recibió la filosofía de Kant destaca Rousseau, Newton, Wolff y Hume que reforzaron en el pensador prusiano la convicción en la autonomía de la moralidad frente a las leyes que rigen el mundo físico. Kant estuvo muy interesado en la física de Newton y trató de explicar su modelo del conocimiento, el cual nunca puso en duda. Para la Ilustración, Newton fue la máxima expresión de la ciencia moderna.
La filosofía kantiana se aproxima por igual a las dos grandes corrientes filosóficas de la modernidad: racionalismo y empirismo. Tratará de elaborar una filosofía crítica que estudie las condiciones de posibilidad del conocimiento teórico y práctico.
ROUSSEAU:
La Ilustración es una postura intelectual del siglo XVII, centrada en el optimismo sobre la razón y la reorganización de la sociedad según principios racionales, por eso se llama el Siglo de las Luces. En este contexto, tuvieron una especial relevancia los enciclopedistas franceses, escritores, hombres de ciencia y filósofos que participaron en la redacción de una gran obra común liderada por Diderot: la Enciclopedia. Entre ellos figuraban pensadores como Montesquieu, Voltaire o Rousseau. Los enciclopedistas aceptaron el principio de solidaridad de todas las ciencias, gracias al cual, el avance en las ciencias naturales implica el progreso de las demás. Estos pensadores trataron de fundamentar la unidad del saber en principios procedentes de la observación. De este modo, la filosofía se alejó de la metafísica tradicional, convirtiéndose en un sistema racional capaz de demostrar la relación entre los fenómenos y las leyes por las que se rigen.
El pensamiento político de Rousseau no fue ajeno a las circunstancias políticas y sociales de su tiempo. Se mostró contrario al absolutismo, y trató de fundamentar el Estado democrático a partir de la necesidad de un contrato social en el que la libertad personal se integra hasta su identificación con el bien común.
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Idea: concepto proveniente de la razón al que no corresponde objeto alguno que se pueda conocer a través de los sentidos. Con esta noción, Kant se refiere a Dios, el alma y el mundo. Ilusión trascendental: pretensión de traspasar la limitación de la experiencia. Consiste en la aspiración de superar las fronteras de la experiencia posible para alcanzar la verdad. Juicio sintético a priori: juicio que se basa en la experiencia y cuyo predicado no está incluido en el sujeto. En cuanto que es a priori, posee universalidad y necesidad. Noúmeno: realidad o cosa en sí de la que no se puede tener experiencia alguna. Trascendental: conocimiento que se ocupa, no tanto de objetos, sino de nuestro modo de conocerlos, ya que ha de ser posible a priori. Se refiere a las condiciones de posibilidad de un objeto, las cuales se hallan en el sujeto.
ROUSS////
1. Siglo de las Luces
La Ilustración es un movimiento cultural que surgió entre dos revoluciones políticas: la inglesa de 1688 y la francesa de 1789. Nació en Inglaterra, pero tuvo su máxima expresión en Francia y conoció también un notable desarrollo en Alemania. Este movimiento, aunque contaba con elementos filosóficos de fondo, no era exclusivamente filosófico, sino también religioso, político, jurídico, literario y artístico. El pensamiento ilustrado se basa en la convicción de que la razón es capaz de iluminar a la humanidad, liberándola de trabas de épocas anteriores como la autoridad, la religión o la tradición.
1.1 Espíritu de la Ilustración
La principal característica de la Ilustración es la confianza que deposita en la razón, esto es, en un saber puramente natural, construido por entero por el ser humano. Kant define la Ilustración como el abandono de la minoría de edad, que es la incapacidad de usar la propia razón sin depender de otros. El lema de los ilustrados, “sapere aude”, significa “ten el valor de usar tu propia razón”. Si bien este ambiente ya se había ido gestando desde el Renacimiento, las primeras manifestaciones de esa revolución hay que buscarlas, sobre todo, en los países en los que tuvo más calado la Reforma protestante. La primera de ellas fue el deísmo, que consiste en rechazar toda religión revelada y los misterios, celebrándose una especie de religión de la razón; en consecuencia, se manifestó también en el naturalismo moral.
La confianza ilimitada en las fuerzas del ser humano tuvo el efecto de fomentar las instituciones, la educación, las ciencias, las artes y la economía. Se aspiraba a lograr una sociedad más perfecta y feliz. Otro de los rasgos de los ilustrados es su exaltación de la libertad frente a toda forma de autoritarismo, ya sea de carácter religioso o de carácter político. Defendieron la libertad de pensar y de obrar, lo cual conllevaba la emancipación de la tradición y de la autoridad. Todo esto suponía el rechazo y la supresión de cualquier elemento de orden sobrenatural. La autonomía de la razón consistió en una función de criba, de análisis y crítica, a todo conocimiento recibido, con el fin de liberarla de todos los prejuicios y lograr, así, que su autoridad sustituya a la autoridad de la tradición. La época de la Ilustración también se denominó Siglo de las Luces, pues se defendía que la razón era el gran instrumento del ser humano para disipar las tinieblas del error y las supersticiones. La razón es la liberadora del individuo y la única norma verdadera e infalible para conocer y obrar.
Los ilustrados confiaban en la razón humana y creían que su principal tarea era entender la naturaleza para poder controlarla. Esto es lo que se conoce como humanismo naturalista.
La Ilustración pretendió conjugar el racionalismo con el empirismo, volcando la razón sobre la experiencia con el objetivo de conquistar los conocimientos. El optimismo y la confianza en el poder del ser humano, la razón y la ciencia, se traducen en la aspiración a un porvenir mejor, en un progreso indefinido.
2. Jean-Jacques Rousseau
2.1 El Ser Humano
La tesis fundamental de la antropología de Rousseau es la consideración de que la naturaleza ha hecho al ser humano feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava, convirtiéndolo en alguien malo y miserable. Rousseau resumió sus ideas en el lema “volvamos a la naturaleza”, soñando con un estado natural perfecto y paradisíaco. Creía que la naturaleza es ideal y que el ser humano debe reconquistarla para alcanzar la felicidad y la perfección, considerándola también un reflejo de la divinidad.
El mito del buen salvaje, popularizado en la literatura francesa desde el siglo XVI, idealiza a los pueblos primitivos y promovió la vida salvaje, especialmente tras los grandes descubrimientos geográficos. Aunque Rousseau contempló con nostalgia ese pasado primitivo, su atención se dirigió hacia el hombre actual, al que consideraba corrompido e inhumano. Al comparar esos dos estados, pretendía estimular a la humanidad para que realizara un cambio saludable. Originariamente, el ser humano estaba sano, pero ahora se encuentra desfigurado, pues ha seguido un camino de decadencia. En estado de naturaleza, el hombre es un ser sometido a las leyes mecánicas de la naturaleza y a las necesidades más elementales, pero gracias a su libertad puede sobreponerse a ellas y conducir una vida racional. En el estado de naturaleza, el hombre tiene la capacidad de perfeccionarse a sí mismo y se mueve por un sentimiento innato: el amor de sí. Este es el impulso que lo lleva a poner los medios necesarios para preservar su vida. Junto a este, posee el sentimiento de compasión, una sensación espontánea de disgusto ante el sufrimiento de sus iguales. Así pues, el estado de naturaleza no es un estado de instinto violento y de afirmación de la vitalidad incontrolada. Sin embargo, en el estado actual, en la vida en sociedad, el individuo tiene un espíritu competitivo y conflictivo, que no es algo originario, sino derivado, porque es fruto de la historia.
Rousseau consideraba que las letras, las artes y las ciencias —a las que los males de la persona y enciclopedistas atribuían la causa del progreso— eran las responsables de los problemas de la sociedad. Rousseau tiene una visión pesimista de la historia y de los productos culturales que le son inherentes. Entre naturaleza y cultura existe una radical antítesis, al igual que la hay entre estado primitivo y estado civilizado en su configuración social, política y económica. Opone al hombre civilizado el hombre en estado de naturaleza, es decir, el ser humano primitivo, que no es ni bueno ni malo, sino inocente; todavía no está contaminado por los vicios, frutos de la vida civilizada. Cuando Rousseau habla del estado de naturaleza, no cree que sea algo real, es decir, histórico. Se trata más bien de una hipótesis que le sirve de término de comparación para explicar la corrupción actual del individuo, si bien concibe la naturaleza humana como algo esencialmente social.
La idea fundamental de la antropología rousseauniana es que el ser humano es naturalmente inocente, de tal modo que la civilización lo hace malo. De ahí su condena de las ciencias y las artes.
2.3 Sociedad y el Poder
Rousseau creía que el ser humano era libre y feliz en estado natural, pero al vivir en sociedad perdía su libertad. El filósofo afirmó que la escasez, provocada por alguna catástrofe natural casual, con el consiguiente desarrollo de la propiedad privada, fue la causa de la aparición de la sociedad. Surgieron desigualdades entre los seres humanos, así como dos nuevas pasiones: la ambición de poder y el deseo de riqueza.
El contrato social Dado que retornar al estado de naturaleza resulta imposible, Rousseau abogó por la necesidad de reconstruir la sociedad a partir de bases nuevas. Dichas bases hacían referencia a un acuerdo: el contrato social. El pacto es indispensable, porque ningún ser humano puede ejercer su autoridad sobre otro sin que este último le preste su consentimiento. A diferencia de Hobbes que propuso un pacto de sumisión a una tercera persona, Rousseau sostuvo que el pacto es entre iguales. A través del contrato social, el individuo pierde la libertad natural, pero gana la libertad civil. De la unión entre individuos surge la voluntad general. Esta voluntad no corresponde a la suma de voluntades de cada uno de los componentes de la sociedad civil, sino que constituye una voluntad única. Es una idea normativa.
La voluntad general es la voluntad del cuerpo social, es decir, de la sociedad entera considerada como un único individuo. La voluntad general implica cambiar y regenerar toda la sociedad, lo que lleva a transformar la naturaleza humana de cada individuo. La voluntad se expresa en las leyes, que todos deben seguir. Obedecer las leyes es lo mismo que obedecerse a uno mismo, y eso es la libertad civil. La colectividad nacida del pacto social se denomina pueblo.
El gobierno. Para este filósofo, el contrato se establece exclusivamente entre los miembros de la sociedad, sin sometimiento a ningún soberano exterior. En este aspecto, se distanció de otras teorías del contrato o pacto social. Rousseau distingue entre la soberanía, que es colectiva y a la cual corresponde el poder legislativo, y el gobierno, al cual compete el poder ejecutivo. La soberanía reside en las partes contratantes, es decir, en el pueblo que es soberano.
Gobernar no surge de un contrato, sino que es una función asignada por el soberano, que representa a todos los ciudadanos, ya que la voluntad general se identifica con las voluntades individuales. El gobierno es un cuerpo intermedio entre los súbditos y el soberano para su mutua correspondencia. Se encarga de la ejecución de las leyes y del mantenimiento de la libertad, tanto civil como política. Por lo que respecta a las formas de gobierno, Rousseau se negó a aceptar que hubiese una forma ideal para todos los pueblos y en todas las circunstancias. Se limitó a observar que, de manera general, los gobiernos democráticos son apropiados para los Estados pequeños y los gobiernos monárquicos lo son para los Estados grandes.
Se diferencian por la relación entre soberanía y gobierno. Todo gobierno tiende a degenerar cuando el gobernante impone su voluntad. La teoría política del pensador ginebrino, en especial, su tesis acerca de la voluntad general, ha dado lugar a interpretaciones de diverso signo: desde quienes hacen de él un pionero de las diversas democracias parlamentarias hasta quienes lo consideran un precursor de los sistemas totalitarios.
5.3 La Moral. Teoría de las Pasiones
Para Hume, las distinciones morales entre bien y mal, virtud y vicio, justicia e injusticia, etc., no se fundan en la razón. Si se basasen en ella, serían descubiertas en las relaciones entre ideas o en los hechos —porque esos son los dos ámbitos de nuestra razón—, pero no se hallan ni en un ámbito ni en el otro. Consideremos un hecho vicioso cualquiera, por ejemplo, un asesinato intencionado. Por mucho que experimentemos ese hecho, no encontramos por ninguna parte lo que llamamos vicio o mal. Para descubrirlo, ha de surgir en nosotros un sentimiento de desaprobación contra semejante acción, pero esto no es objeto de la razón, sino del sentimiento. Las distinciones morales no se descubren solo con la razón. Aunque la razón pueda decirnos si una acción es correcta, eso no implica que debamos actuar según ella, ya que saber cómo son las cosas no significa que debamos hacerlas.
Excluida la razón, Hume desarrolla una teoría de las pasiones y establece que estas son el criterio para el juicio moral. Por ello, su postura ética se denominó emotivismo moral. Las pasiones son impresiones que derivan de otras impresiones. Hume las divide en dos tipos, atendiendo al modo en que se formaron:
- Las pasiones directas son inmediatamente causadas por el bien o el mal, es decir, por el placer o el dolor. Son el deseo y la aversión, la alegría y la tristeza, la esperanza y el miedo.
- Las pasiones indirectas nacen también del placer y del dolor, pero no directamente, sino por mediación de sus ideas. Son la humildad y el orgullo, el amor y el odio, etc. Estas pasiones merecen una especial atención en el pensamiento de Hume. La humildad y el orgullo, aunque son pasiones opuestas, tienen el mismo objeto que el propio yo.
Las pasiones son algo subjetivo y cambiante, lo que implicaría que el criterio moral sería relativo. Sin embargo, Hume consideró que todos los seres humanos poseemos un mismo sentido o instinto moral que nos hace apreciar lo bueno y reprobar lo malo. Este instinto radicaría en la cualidad de la simpatía, que nos permite comprender y compartir los sentimientos y las pasiones de los demás.
Finalmente, Hume sostuvo que los sentimientos de aprobación o reprobación tienen su origen último en la utilidad o inutilidad que generan unas conductas concretas. Lo útil es aquello que puede proporcionar mayor felicidad (pasiones de placer o agrado) a la mayoría y a uno mismo.
5.4 Filosofía Política
Hume refutó la idea de que el origen de la sociedad se encuentra en un pacto. También rechazó la idea de un estado natural que deviene en estado de guerra y que hace necesario el contrato entre individuos. La sociedad, según Hume, es el resultado natural de la simpatía que atrae a los seres humanos a unirse con vistas a su utilidad y el interés común. Hume dice que los humanos, por naturaleza y costumbre, buscan vivir en sociedad. Para organizarse, necesitan autoridad, lo que transforma la sociedad en una agrupación política. El poder es legítimo si protege el interés común, la propiedad y los contratos. Si no cumple con estos deberes, puede ser derrocado. Así pues, la verdadera razón del deber a la obediencia del poder político es el sentimiento de utilidad o el interés. Este interés consiste en la seguridad y la protección de las que podemos disfrutar en una sociedad política, y de las que nunca gozaríamos si fuéramos completamente libres e independientes.
En lo que respecta al modelo de organización del poder político, Hume fue continuador del liberalismo político de Locke. Así, contempló la división de poderes en poder legislativo, poder ejecutivo y poder judicial. También estableció que los representantes de cada uno de los poderes deben escogerse mediante elecciones libres y que han de ser cargos no remunerados, para dificultar la existencia de abusos y la corrupción.
Crítica de la Causalidad.
Hume es el gran crítico de la causalidad. Para este pensador, es una idea que carece de la impresión correspondiente. Nuestro entendimiento se rige por las siguientes leyes para formar el principio de causalidad:
- Ley de la contigüidad. Se trata de una idea compleja que procede de la contigüidad espaciotemporal entre lo que denominamos causa y lo que observamos cómo efecto. Luego no se puede hablar de una causa o causalidad a distancia. Observamos tan sólo fenómenos que se dan conjuntamente en el espacio y en el tiempo, y les damos el nombre de relación causa-efecto.
- Ley de sucesión o prioridad temporal. Además, observamos la anterioridad temporal de lo que denominamos causa.
- Ley de la conexión constante. Observamos, asimismo, una unión constante entre los fenómenos que observamos. Todo ello no nos indica la existencia real de una causa, pues, para ello, haría falta advertir la necesidad de la conexión entre los fenómenos.
La necesidad es precisamente lo que no observamos. Tenemos impresiones de la contigüidad, de la anterioridad temporal y de la unión constante, pero no de la necesidad. Este filósofo piensa, por ello, que hay que buscar el fundamento de la conexión causa-efecto en el ser humano: en el hábito de la experiencia. Esta nos indica que lo que llamamos efecto viene siempre después de lo que conocemos como causa, si bien no nos dice que eso sea así necesariamente. Luego es una creencia basada en el hábito, aunque carece de certeza. La idea de causalidad posee un valor empírico y psicológico, pero no ontológico.
El principio de causalidad es una idea compleja producto de la imaginación, que conecta por costumbre ciertas impresiones o ideas que, de manera reiterada, observamos, van unidas. El fundamento de tal conexión se encuentra en el ser humano: en el hábito que formamos a partir de la experiencia.
5.2 Metafísica
La idea de sustancia es una idea compleja formada por la imaginación siguiendo las leyes de asociación de ideas. Por ello, Hume negó la posibilidad de afirmar la existencia de toda sustancia, material o inmaterial. Hume negaba que la sustancia física o finita tuviera un valor real, considerándola solo un conjunto de ideas agrupadas. No se puede percibir directamente ni existe por sí misma, como afirmaban los racionalistas. Hume negó que el yo sea una sustancia. Para él, solo percibimos un conjunto de percepciones en constante cambio, sin una realidad permanente que las unifique. Por eso, la idea de un yo sustancial es imposible. Sustancialidad, deberíamos contar con una impresión de ella de la que carecemos. La identidad del yo no tiene apoyo empírico ni racional. Para Hume, el yo no es algo separado de sus percepciones, sino una colección de ellas en constante cambio. Como las percepciones no son permanentes, el yo tampoco lo es. Solo la creencia nos hace pensar que el yo tiene una identidad fija.
Sobre la sustancia infinita o Dios, este filósofo afirmó que se trata de una idea de la que no poseemos impresión alguna. Asimismo, las pruebas que se habían utilizado para probar su existencia se basaban en el argumento del orden del mundo. Al igual que las cosas que se dirigen a un fin tienen su causa en una inteligencia, debería haber una inteligencia encargada de organizar la totalidad del universo. Ciertamente, podemos observar un orden en el mundo; sin embargo, para concluir que existe una causa del mismo y que esa causa sea una inteligencia suprema, habría que hallar una conexión necesaria entre lo que llamamos efecto y lo que denominamos causa. Sin embargo, este argumento se basa en la causalidad —previamente rechazada por Hume—, y la conexión entre la causa y el efecto es sólo fruto de la costumbre.
DAVID HUME:
5.1 El Conocimiento
Hume dedicó gran parte de su filosofía al examen de conocimiento humano. Como Locke —y frente a Descartes, aplicó el principio empirista, según el cual todos los contenidos de nuestra mente proceden exclusivamente de la experiencia y dependen de ella.
Impresiones e ideas. Según este filósofo, sólo conocemos nuestras propias percepciones, que son los hechos de conciencia que experimentamos en nuestro interior. Dividió las percepciones en dos géneros:
- Impresiones: son percepciones intensas, fuertes y vivaces.
- Ideas: son percepciones menos intensas que las impresiones; se trata de «copias» o derivaciones de las impresiones, producidas por la imaginación y la memoria.
Según su origen, las impresiones pueden ser de dos tipos: de sensación o de reflexión.
TIPOS DE IMPRESIONES SEGÚN SU ORIGEN. De sensación- Impresiones que no provienen de otras anteriores: desconocemos por completo su origen. Constituyen un ejemplo los colores que percibimos al ver una fotografía. De reflexión- Impresiones que se forman en el entendimiento a partir de las impresiones de sensación o, más habitualmente, partiendo de ideas. Una impresión de este tipo sería el agrado que sentimos al dar un paseo. Por otro lado, para Hume, tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o complejas:
- Las impresiones simples son percepciones directas y no se pueden dividir. Provocan ideas simples, como la percepción de la blancura de una pared, que genera una idea sencilla al recordarla.
- Las impresiones complejas son combinaciones de varias impresiones simples. Por ejemplo, la percepción de una habitación con paredes blancas es una impresión compleja. Las ideas complejas surgen de estas impresiones complejas o de la combinación de ideas previas, como la idea general de una habitación.
Cuando la imaginación actúa naturalmente, se rige por tres leyes de asociación de ideas:
- Semejanza: unimos ideas que se parecen.
- Contigüidad: vinculamos ideas que están cercanas en el espacio y el tiempo.
- Causalidad: conectamos las ideas de causa y efecto, porque habitualmente están unidas.
Tipos de juicios: Prosiguiendo con sus numerosas clasificaciones, este filósofo distinguió dos tipos de juicios en nuestro conocimiento: las relaciones de ideas y las cuestiones de hecho.
Relaciones de ideas: Proposiciones cuya verdad se alcanza necesariamente mediante la razón, sin recurrir a la experiencia. Son los juicios propios de las ciencias formales o exactas, como la aritmética y la geometría, que se asientan en el principio de no contradicción. Así, decir que un triángulo tiene tres ángulos es siempre verdadero; si alguien afirmara lo opuesto, incurriría en una contradicción.
Cuestiones de hecho: Enunciados cuya verdad no se obtiene a través de un simple razonamiento, sino a través de la observación directa o la memoria.
Las ciencias que se sirven de este tipo de juicios son las ciencias naturales o físicas, que se fundan en la inducción y en la relación causa-efecto. «El sol saldrá mañana» constituirá un juicio de esta clase
Hume entendió que la verdad de las cuestiones de hecho es sólo probable, pues su contraria no implica contradicción.