España 1931-1939: Reformas Republicanas, Conflictos Sociales y Guerra Civil

Reformas de la Segunda República y sus Consecuencias

La Segunda República Española, iniciada en 1931, intentó modernizar y democratizar el país mediante reformas en áreas clave como la agricultura, el trabajo, la educación y la religión. Estas reformas se desarrollaron en un complejo contexto marcado por la crisis económica mundial, agudos conflictos sociales y profundas divisiones políticas internas.

Durante el bienio reformista (1931-1933), bajo el liderazgo de Manuel Azaña, se implementaron cambios significativos. Sin embargo, estas medidas enfrentaron una considerable resistencia por parte de los sectores conservadores, lo que generó tensiones sociales y políticas que dificultaron su éxito y consolidación.

Principales Reformas

Reforma Agraria

Fue una de las más ambiciosas. Su objetivo era resolver las profundas desigualdades sociales en el campo y mejorar la productividad agrícola. En 1932, se aprobó la Ley de Reforma Agraria, que permitía la expropiación de latifundios para repartir tierras entre los campesinos. No obstante, su implementación fue lenta debido a la falta de fondos y a la fuerte resistencia de los terratenientes, generando frustración entre el campesinado.

Reforma Educativa

Inspirada en los principios de la Institución Libre de Enseñanza, buscaba ofrecer una educación universal, laica y mixta. Se puso énfasis en la construcción de escuelas públicas para sustituir a las religiosas. A pesar de los esfuerzos gubernamentales, la construcción de nuevas escuelas fue limitada y no alcanzó a toda la población, especialmente en las zonas rurales. Las Misiones Pedagógicas intentaron paliar esta situación llevando la cultura y la educación a los pueblos más aislados.

Reforma Religiosa

Impulsada por el Gobierno de Azaña, buscó reducir la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad. Se estableció la aconfesionalidad del Estado, se prohibió a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza, se disolvió la Compañía de Jesús (jesuitas) y se introdujeron el matrimonio civil y el divorcio. Estas medidas provocaron una gran oposición de los sectores conservadores y de la propia Iglesia, aumentando la polarización.

Reforma Laboral

Se crearon leyes como la de Contratos de Trabajo y la de Jurados Mixtos para mediar en los conflictos laborales y mejorar las condiciones de los trabajadores. Se estableció una jornada laboral de 40 horas semanales en algunos sectores y se intentó aumentar los salarios. Sin embargo, estas reformas no lograron resolver los problemas estructurales de pobreza y explotación, lo que llevó a la radicalización de algunos sectores obreros, especialmente los vinculados al anarquismo.

Consecuencias de las Reformas

Las reformas de la Segunda República tuvieron efectos mixtos. Lograron avances en educación, derechos laborales y justicia social, pero su lenta implementación y la fuerte resistencia de los sectores conservadores, la Iglesia y los grandes propietarios aumentaron los conflictos sociales y políticos. La reforma agraria no cumplió las expectativas campesinas, generando frustración. Las reformas religiosas crearon una profunda polarización, alineando a la Iglesia y a los sectores conservadores contra el gobierno republicano. La oposición política se fortaleció, con el surgimiento y consolidación de partidos de derecha como la CEDA y grupos de extrema derecha como Falange Española, lo que incrementó la inestabilidad.

En conclusión, las reformas de la Segunda República representaron un intento audaz de modernizar y democratizar España, pero se encontraron con enormes obstáculos internos y externos. Aunque hubo avances importantes, la falta de recursos, la oposición conservadora y las crecientes tensiones sociales limitaron su éxito, contribuyendo al clima de enfrentamiento que desembocaría en el colapso de la República y el inicio de la Guerra Civil.

Conflictos en España (1931-1936)

Entre 1931 y 1936, España vivió un periodo de intensos cambios políticos, sociales y económicos que culminaron en el colapso de la Segunda República y el estallido de la Guerra Civil. Durante este tiempo, los gobiernos republicanos, mayoritariamente de izquierda, implementaron un ambicioso programa de reformas que generó profundas tensiones dentro de la sociedad y las instituciones políticas. Este período abarca desde la promulgación de la Constitución de 1931 hasta el inicio de la sublevación militar en julio de 1936.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Tras la proclamación de la Segunda República en abril de 1931, las elecciones constituyentes dieron la victoria a una coalición de republicanos de izquierda y socialistas (PSOE). Se aprobó una nueva Constitución en diciembre de 1931, de carácter democrático y progresista, que establecía derechos como el sufragio universal (incluido el femenino), la soberanía nacional y la separación Iglesia-Estado. Sin embargo, la Constitución provocó la inmediata oposición de la derecha y los sectores católicos, especialmente por su tratamiento de la cuestión religiosa y la posibilidad de crear autonomías regionales, generando una fractura entre las fuerzas republicanas y conservadoras.

Durante el bienio reformista, el gobierno presidido por Manuel Azaña impulsó las reformas agraria, educativa, militar y religiosa. La reforma agraria buscaba repartir tierras, pero su lenta ejecución y las dificultades económicas generaron descontento tanto entre campesinos como entre propietarios. Las reformas educativas y religiosas, como la creación de una educación laica y la disolución de los jesuitas, enfrentaron al gobierno con la Iglesia Católica. La crisis económica mundial afectó gravemente a España, aumentando el desempleo y reduciendo las exportaciones, lo que agravó la conflictividad social.

La lentitud de las reformas y la oposición de la Iglesia, los terratenientes y parte del Ejército aumentaron las tensiones políticas. La derecha se reorganizó en torno a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por Gil Robles, que buscaba revertir las reformas republicanas. La oposición a las autonomías regionales (especialmente la catalana) y a la reforma agraria provocaron enfrentamientos, como la fallida sublevación del general Sanjurjo en agosto de 1932.

El Bienio Conservador y el Frente Popular (1933-1936)

En 1933, Azaña fue destituido y las elecciones generales dieron la victoria a los partidos de centro-derecha, liderados por la CEDA, aunque inicialmente gobernó el Partido Radical de Lerroux con apoyo parlamentario de la CEDA. Durante este período, conocido como el Bienio Conservador o Radical-Cedista (1933-1935), muchas de las reformas republicanas se paralizaron o revirtieron, y aumentaron las tensiones sociales y políticas.

En octubre de 1934, la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno provocó una oleada de huelgas y movimientos revolucionarios, destacando la Revolución de Asturias, donde los mineros protagonizaron una insurrección armada. La dura represión de esta revolución, dirigida por el general Francisco Franco, dejó cientos de muertos y miles de detenidos, ahondando la división en el país.

En 1936, la situación política alcanzó su punto máximo de polarización. Las elecciones de febrero dieron la victoria al Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda (republicanos, socialistas, comunistas y otros). Este resultado desató una escalada de violencia política entre la izquierda y la derecha, con asesinatos, atentados y represalias. La derecha más radical, incluyendo sectores del ejército y figuras como José Calvo Sotelo, conspiraba abiertamente y defendía la necesidad de una sublevación militar para instaurar un régimen autoritario. Esta tensión culminó el 17 y 18 de julio de 1936, cuando un grupo de generales lideró un golpe de Estado contra el gobierno republicano, dando inicio a la Guerra Civil Española.

En conclusión, el período de 1931 a 1936 fue de intensos conflictos en España, marcado por las reformas de la Segunda República y una fuerte polarización política y social. La Constitución de 1931, aunque avanzada, profundizó la división entre izquierda y derecha. Las reformas sociales, agrarias y religiosas, sumadas a la crisis económica, la oposición conservadora y la creciente violencia política, crearon un clima de inestabilidad que culminó en el golpe de Estado de 1936 y el inicio de la Guerra Civil, un conflicto que dividió trágicamente al país y dejó profundas consecuencias.

Evolución Política Durante la Guerra Civil

La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un conflicto que enfrentó no solo a dos ejércitos, sino también a dos modelos políticos y sociales antagónicos, cuya evolución interna fue muy diferente. El bando republicano estuvo formado por una heterogénea coalición de fuerzas políticas (republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas), mientras que el bando nacional o sublevado, liderado por el general Francisco Franco, aglutinó a militares conservadores, monárquicos, católicos y fascistas (Falange). Las diferencias en la cohesión interna y las alianzas internacionales jugaron un papel crucial en el desarrollo de la guerra.

El Bando Republicano

Atravesó diversas etapas políticas caracterizadas por una notable falta de unidad y dificultades en la organización del poder. Inicialmente, tras el golpe, el Gobierno republicano presidido por José Giral autorizó la distribución de armas a las milicias obreras y populares. Esto llevó a una revolución social espontánea en varias regiones bajo control republicano, con colectivizaciones de tierras e industrias, especialmente en Cataluña y Aragón, impulsadas por sindicatos como la CNT. Sin embargo, esta atomización del poder debilitó al Estado republicano frente al avance militar de los sublevados.

Con la llegada del socialista Largo Caballero a la presidencia del Gobierno en septiembre de 1936, se formó un gobierno de concentración que incluía a ministros anarquistas. Se intentó reconstruir la autoridad del Estado central, crear un Ejército Popular regular y frenar la revolución social para priorizar el esfuerzo bélico. No obstante, esto generó tensiones internas, que culminaron en los en Barcelona, violentos enfrentamientos entre sectores anarquistas y del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) contra las fuerzas gubernamentales (republicanos, socialistas y comunistas).

Finalmente, Juan Negrín (también socialista) asumió la presidencia en mayo de 1937. Su gobierno, con creciente influencia comunista, trató de centralizar aún más el poder, fortalecer el ejército y resistir a ultranza “resistir es vence”), esperando una intervención de las potencias democráticas europeas ante la inminente guerra mundial. Sin embargo, esta política de resistencia fue rechazada por Francia y Reino Unido, y las luchas internas entre comunistas y otros sectores republicanos (especialmente anarquistas y socialistas moderados) continuaron debilitando al bando republicano. La derrota militar y el agotamiento llevaron al golpe de Estado del coronel Casado en marzo de 1939, que depuso a Negrín buscando una paz negociada que Franco rechazó, precipitando el fin de la guerra y la rendición republicana.

El Bando Nacional

En contraste con la fragmentación republicana, el bando sublevado logró una rápida y eficaz unificación del poder. Tras el golpe de Estado, los militares rebeldes establecieron inicialmente una Junta de Defensa Nacional en Burgos. Sin embargo, el 1 de octubre de 1936, esta Junta nombró a Francisco Franco como Jefe del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, concentrando en él todo el poder político y militar. La consolidación del poder de Franco fue rápida y su liderazgo no fue cuestionado significativamente por divisiones internas.

Franco instauró una dictadura militar de partido único, fuertemente apoyada por la Iglesia Católica y los sectores más conservadores de la sociedad española. En abril de 1937, consolidó aún más su control mediante el Decreto de Unificación, que fusionó a la Falange Española y a los tradicionalistas carlistas en un único partido oficial: Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS), bajo su jefatura directa. Cualquier disidencia fue reprimida.

La política de Franco incluyó una dura represión sistemática en los territorios conquistados contra cualquier persona considerada opositora o simpatizante de la República, lo que contribuyó a desmoralizar al bando republicano y a asegurar el control social. A medida que avanzaban las tropas franquistas, Franco se benefició decisivamente del apoyo militar y material de la Alemania nazi y la Italia fascista, que proporcionaron armas, aviones, tropas (como la Legión Cóndor alemana y el Corpo Truppe Volontarie italiano) y asesoramiento militar crucial para su victoria. Este respaldo internacional, junto con su capacidad para mantener una estructura política y militar cohesionada y jerárquica, otorgó al bando nacional una ventaja decisiva sobre la República.

Participantes en la Guerra Civil: Actores Internos y Externos

La Guerra Civil Española (1936-1939) fue un conflicto complejo que involucró a una amplia gama de actores, tanto dentro de España como a nivel internacional. El enfrentamiento principal se dio entre dos bandos:

Actores Internos

  • Bando Republicano (Leales al Gobierno): Compuesto por una coalición heterogénea de fuerzas políticas y sociales:
    • Republicanos: Partidarios de los partidos republicanos de izquierda y centro-izquierda (Izquierda Republicana, Unión Republicana).
    • Socialistas: El PSOE y el sindicato UGT, divididos internamente entre facciones más moderadas y revolucionarias (lideradas por figuras como Largo Caballero y Juan Negrín).
    • Comunistas: El PCE (Partido Comunista de España) y el PSUC (en Cataluña), que ganaron influencia gracias al apoyo soviético.
    • Anarquistas: La CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la FAI (Federación Anarquista Ibérica), muy fuertes en Cataluña y Aragón, partidarios de una revolución social.
    • Nacionalistas periféricos: Sectores del nacionalismo catalán (ERC) y vasco (PNV), aunque este último mantuvo una posición más ambigua inicialmente.
    A pesar de los esfuerzos por consolidar el poder bajo líderes como Largo Caballero y Negrín, las divisiones internas y la falta de cohesión estratégica fueron factores clave que debilitaron su capacidad militar y política. La falta de unidad y las luchas intestinas (como los enfrentamientos entre comunistas y anarquistas) jugaron en su contra.
  • Bando Nacional (Sublevados): Caracterizado por una mayor unidad bajo un mando centralizado:
    • Militares conservadores: El núcleo del golpe de Estado, liderados por generales como Mola, Sanjurjo (fallecido al inicio) y, finalmente, Francisco Franco.
    • Monárquicos: Partidarios de la restauración borbónica (Renovación Española) y carlistas (Comunión Tradicionalista), que aportaron milicias (requetés).
    • Falange Española: El partido fascista fundado por José Antonio Primo de Rivera (ejecutado por los republicanos), que se convirtió en la base ideológica del nuevo régimen tras el Decreto de Unificación.
    • Iglesia Católica: Brindó un apoyo ideológico y moral fundamental al bando sublevado, calificando la guerra como una”cruzad”.
    • Sectores conservadores: Terratenientes, empresarios y clases medias católicas que se oponían a las reformas republicanas.
    Franco consolidó rápidamente su poder, estableciendo un sistema autoritario y un partido único (FET y de las JONS).

Actores Externos

La dimensión internacional fue crucial:

  • Apoyo al Bando Republicano:
    • Unión Soviética: Fue el principal proveedor de ayuda militar (armas, tanques, aviones) y asesores a la República, aunque a cambio de las reservas de oro del Banco de España y buscando aumentar la influencia comunista.
    • Brigadas Internacionales: Unidades de voluntarios antifascistas procedentes de más de 50 países, organizadas por la Internacional Comunista, que lucharon valientemente al lado de los republicanos.
    • México: Ofreció apoyo diplomático y material a la República.
  • Apoyo al Bando Nacional:
    • Alemania Nazi: Proporcionó apoyo militar masivo, incluyendo la aviación (Legión Cóndor, responsable del bombardeo de Guernica), tanques, armamento y asesores. Hitler utilizó España como campo de pruebas para sus nuevas tácticas y armamento.
    • Italia Fascista: Mussolini envió un gran contingente de tropas (Corpo Truppe Volontarie), aviones y material bélico.
    • Portugal: El régimen de Salazar apoyó logísticamente a los nacionales y permitió el paso de suministros.
    • Voluntarios católicos: Algunos grupos católicos de otros países (como Irlanda) enviaron pequeños contingentes a luchar con Franco.
  • Política de No Intervención:
    • Reino Unido y Francia: Lideraron el Comité de No Intervención, una política que, en la práctica, perjudicó a la República (que era el gobierno legítimo y tenía derecho a comprar armas) y no impidió la masiva ayuda ítalo-alemana a Franco. Temían que el conflicto español escalara a una guerra europea.

La intervención extranjera fue decisiva. El apoyo constante y tecnológicamente superior de Alemania e Italia al bando nacional les otorgó una ventaja militar considerable. La victoria de los nacionales en 1939 significó el fin de la Segunda República y el comienzo de una larga dictadura franquista que duró hasta 1975. La Guerra Civil Española no solo marcó trágicamente la historia contemporánea de España, sino que también fue vista por muchos como el preludio de la Segunda Guerra Mundial.