El Arte de la Pintura en el Renacimiento: Una Mirada Profunda

Pintura del Renacimiento

Durante el Renacimiento, el arte de la pintura experimentó una importante evolución que tuvo su punto de partida en la obra gótica de Giotto. Las peculiaridades de cada autor dificultan establecer con carácter general los elementos definitorios de la pintura renacentista. No obstante, se pueden señalar algunos aspectos comunes.

Características generales

En general, la temática de la pintura renacentista es variada. Abundan las pinturas religiosas, la pintura mitológica, los retratos y los temas históricos.

Es una pintura realista, que pretende la captación de la realidad. Se busca la perfección de las formas y la belleza, ya que el cuerpo humano se convierte en una de las grandes preocupaciones de la plástica renacentista. Se analiza desde todos los puntos de vista posibles y se emplea frecuentemente el escorzo. Se valora la expresión, intentando reflejar los estados de ánimo, el temperamento y los valores.

Las técnicas empleadas son el fresco y el óleo. En el siglo XV, los venecianos introdujeron otro gran invento: el lienzo, que se convertiría a partir de entonces en el principal soporte para la pintura.

En lo que se refiere al dibujo y al color, durante el Quattrocento se mantuvo la importancia del dibujo, que era más intenso y nítido. Mientras que en el Cinquecento perdió parte de su vigor a favor del color, que se volvió rico y suelto, imponiéndose a la línea.

La profundidad fue la gran obsesión del Quattrocento. Para lograrla, se emplearon todos los recursos disponibles: la luz, los escorzos y la perspectiva. Durante el Cinquecento, la profundidad no obsesionó tanto, al tenerse ya dominada la perspectiva.

En el Quattrocento, Brunelleschi “descubrió” y aplicó la perspectiva lineal o artificial.

La perspectiva aérea surgió en el Cinquecento, a partir de las teorías de Leonardo da Vinci.

En cuanto a la luz, en el Quattrocento no se puede adivinar la procedencia ni el foco que la genera, iluminando todo el espacio por igual. En el Cinquecento, surgió la idea de la luz dirigida que ilumina selectivamente.

El Quattrocento pictórico

Al igual que el resto de las disciplinas, la pintura renacentista italiana se originó en Florencia en el siglo XV, continuando la evolución iniciada por Giotto.

Existieron diferentes escuelas con características propias, pero fue la escuela florentina la de mayor importancia, pues sintetizó las diversas corrientes que conformaron la pintura italiana de este período:

  • La influencia de la pintura gótica a través de la obra de Fra Angélico.
  • La preocupación por el espacio y su dimensión, logrado mediante la utilización de la perspectiva lineal y aérea (Masaccio, Piero de la Francesca).

Masaccio fue un pintor de temas religiosos. Centró su atención en el volumen de las figuras, a las que dotó de un tratamiento escultórico. Entre sus principales obras destacan: La Trinidad y El Tributo a la Moneda.

Sandro Botticelli fue el pintor que abrió las puertas del Bajo Renacimiento. Destacó como pintor de alegorías (representaciones simbólicas de temática mitológica o clásica), como La Primavera o El Nacimiento de Venus.

Pintura del Cinquecento

Durante el Cinquecento, la pintura experimentó nuevas transformaciones. El color y la luz adquirieron un nuevo matiz: el primero se manejó libremente en detrimento del dibujo; la luz adquirió mucha importancia. Por último, la composición de la pintura se volvió muy sencilla, destacando una sola escena principal.

Al margen de estos tres grandes artistas, sobresalen los de la escuela veneciana, cuyos máximos representantes son: Giorgione, Tiziano, Tintoretto y Veronés.

Los grandes maestros del Clasicismo: Leonardo, Rafael y Miguel Ángel

Leonardo da Vinci fue pintor, escultor, matemático… Escribió un libro sobre pintura: “Tratado de pintura”. Nacido en Toscana, su actividad transcurrió fundamentalmente en Milán y Florencia. Entre sus obras más famosas destacan: La Virgen de las Rocas, La Última Cena y La Gioconda.

La obra pictórica de Miguel Ángel se caracteriza por un perfecto dibujo anatómico, que realza fuertemente el volumen y la expresividad compositiva de los escorzos. Realizó los frescos de la Capilla Sixtina del Vaticano. En la parte central representó las escenas del Génesis, rodeadas de desnudos de jóvenes, sibilas, profetas y otros personajes bíblicos. Destaca La Creación de Adán.

En la cabecera de la misma capilla, el artista dispuso la escena del Juicio Final.