La Era Industrial: Transformación Económica y Social en el Siglo XIX

La Era Industrial

1. Segunda Revolución Industrial

En el último tercio del siglo XIX, la expansión industrial entró en la **Segunda Revolución Industrial**. Esta fase se caracterizó por nuevas fuentes de energía e industrias, así como por la revolución de los transportes y las comunicaciones. Se produjo una modificación de las estructuras empresariales, llevándose a cabo un proceso de concentración empresarial y de expansión del capitalismo financiero, acompañado por la aparición de nuevas potencias industriales.

1.1. Las nuevas fuentes de energía

Las principales fuentes de energía fueron:

  • La Electricidad: Las primeras investigaciones se realizaron en la segunda mitad del siglo XVIII. En el siglo XIX, los trabajos sobre electromagnetismo de Faraday y Maxwell permitieron las aplicaciones técnicas. Gramme inventó la primera dinamo capaz de generar electricidad para uso industrial. Las numerosas aplicaciones hicieron de la electricidad un sector clave, dando paso a grandes empresas como Siemens.
  • El Petróleo: En el siglo XIX, el petróleo ganó importancia como fuente de calor e iluminación. Los primeros pozos petrolíferos se perforaron en EEUU en 1859. La invención de los motores de explosión convirtió al petróleo en la principal fuente de energía para el transporte.

1.2. Las nuevas industrias

Destacaron la industria metalúrgica y la química.

  • La Industria de los Metales: El **acero** fue un metal significativo por su elasticidad, dureza y resistencia, convirtiéndose en un material ideal para la fabricación de maquinaria. Avances técnicos como el convertidor Bessemer o el horno Martín-Siemens permitieron obtener mejor acero a menor coste. Se complementó con aleaciones como el acero inoxidable y el aluminio.
  • La Industria Química: Inicialmente, se aplicó en la producción de blanqueantes y tintes para el sector textil. Más adelante, en la fabricación de productos farmacéuticos, fibras sintéticas, refrigerantes, abonos minerales, explosivos, etc.

1.3. Las nuevas comunicaciones

En la segunda mitad del siglo XIX, se inventaron nuevos medios de comunicación:

  • El Teléfono: Inventado por Antonio Meucci en 1860. En New Haven se inauguró la primera central telefónica.
  • La Radiotelegrafía: En 1887, Heinrich Hertz demostró la existencia de las ondas electromagnéticas, permitiendo el desarrollo de la radiotelegrafía, la radiodifusión y la televisión. El telégrafo eléctrico llenó la prensa de noticias de todo el mundo, y la Bolsa experimentó un gran crecimiento. Los cables submarinos unieron los continentes, impulsando el capitalismo y el dominio colonial de las potencias europeas.
  • La Radiodifusión: La invención de la lámpara de electrodos fue fundamental. La telefonía sin hilos permitió la transmisión del primer programa de radio en Canadá. Westinghouse fabricó receptores de radio a bajo precio.

1.4. Los nuevos transportes

En el último tercio del siglo XIX, se expandieron el ferrocarril y la navegación a vapor, y aparecieron nuevos medios de transporte:

  • El Automóvil: Gracias al motor de explosión y al neumático. En 1885, Karl Benz utilizó el motor en los primeros automóviles, y en 1896 Henry Ford construyó su primer vehículo de motor.
  • La Aviación: Los primeros pasos se dieron en los últimos años del siglo XIX. El primer vuelo autopropulsado fue obra de Clement Ader. En 1903, los hermanos Wright diseñaron un aparato que podía controlar el vuelo, aunque necesitaba ser impulsado para despegar.

1.5. Las nuevas fórmulas de producción

La Ford Motor Company fue pionera en la implantación del **fordismo**. Henry Ford construyó una gran fábrica con una cadena de montaje para la fabricación masiva y elevó los salarios. Años antes, Frederick W. Taylor desarrolló el **taylorismo**, o administración científica del trabajo, para reducir los costes de producción y aumentar los beneficios empresariales. El taylorismo y el fordismo sentaron las bases productivas para el desarrollo de la producción masiva, dando lugar a la era del maquinismo.

1.6. El capitalismo industrial

A finales del siglo XIX, la producción industrial se intensificó y surgió un modelo de industria capitalista con el objetivo de obtener más beneficios.

  • La Nueva Organización Empresarial: Para captar el capital necesario, muchas empresas se convirtieron en sociedades anónimas y emprendieron procesos de concentración empresarial mediante la creación de conglomerados industriales, a través de concentraciones verticales y horizontales. El resultado fue la aparición de holdings, cárteles y trusts.
  • El Capitalismo Financiero: Los bancos quisieron participar en el sector industrial.
  • La Mundialización de la Economía: La concentración empresarial y el desarrollo del capitalismo financiero incrementaron el flujo de capitales a escala internacional. Se intensificó el modelo de división internacional del trabajo, donde un grupo de países industrializados controló la tecnología y los capitales, mientras que el resto se especializó en aportar materias primas, mano de obra y alimentos.

2. La Sociedad Industrial

El siglo XIX puede considerarse el siglo de la burguesía. Tras la independencia de EEUU y la Revolución francesa, los principios del liberalismo se impusieron en la mayoría de los países europeos, y gracias a la Revolución Industrial, la burguesía se consolidó como el grupo social dominante.

2.1. La estructura social

La estructura social se dividió en clases según criterios económicos:

  • Las Clases Altas: Los grupos más ricos, tanto aristócratas como burgueses, con un estilo de vida similar al de la nobleza del Antiguo Régimen. Su superioridad económica les permitía controlar la vida política y cultural, organizando la sociedad según sus valores: respeto a la propiedad privada y exaltación del individuo.
  • Las Clases Medias: Profesiones liberales y hombres de negocio, la pequeña burguesía urbana y rural. Funcionarios y obreros especializados, que encarnaron el modo de vida burgués, logrando un poder adquisitivo aceptable.
  • Las Clases Populares: La mayoría pertenecía a clases bajas, con un nivel de vida muy inferior al de los otros grupos sociales. En las ciudades se concentraba una creciente mano de obra infantil sometida a duras condiciones laborales y de vida.

2.2. La mujer en la sociedad industrial

La sociedad liberal no reconocía a las mujeres los derechos políticos que habían obtenido los hombres, situándolas en clara inferioridad. La vida de las mujeres de clase media y alta transcurría en el hogar, realizando tareas domésticas según el ideal de la mentalidad burguesa y de la Iglesia. Las mujeres de clase baja se veían obligadas a trabajar. En Europa occidental y EEUU se desarrolló el **sufragismo**, un movimiento que luchaba por la igualdad de la mujer y el derecho al voto.

2.3. La mentalidad burguesa

Conquistado el poder político y económico, la burguesía impuso su sistema de valores al conjunto de la sociedad, promoviendo el individualismo, la propiedad privada y la economía de mercado como pilares del nuevo modelo. El triunfo de la burguesía propició que la teoría del progreso se convirtiera en ideología dominante. El principal exponente de estas teorías fue Auguste Comte, creador del positivismo. Sus planteamientos fueron completados por Herbert Spencer, y también resultó clave la aportación de Charles Darwin.

3. La Sociedad Urbana

Las reformas liberales, la expansión de la industrialización y las transformaciones agrarias aceleraron durante el siglo XIX los movimientos migratorios desde el campo a las ciudades. El crecimiento de estas en Europa y en América fue espectacular.

3.1. La crisis de la ciudad tradicional

Como consecuencia de la industrialización, muchas ciudades europeas experimentaron un acelerado crecimiento por la llegada masiva de población desde las zonas rurales. Los profundos cambios que estaba experimentando la sociedad incrementaron la movilidad de la población hacia las ciudades. La familia desempeñó un papel de primer orden en las redes de solidaridad de la sociedad urbana, al igual que las redes de parentesco y paisanaje. Ese crecimiento generaba graves problemas en las ciudades europeas, convirtiéndose en focos de enfermedades e infecciones. A mediados del siglo XIX, los núcleos urbanos eran espacios con una elevada mortandad, por lo que el crecimiento de las ciudades europeas ha de entenderse como una consecuencia de los procesos migratorios protagonizados por población rural.

3.2. La transformación de los espacios urbanos

A mediados del siglo XIX, la necesidad de adaptar las ciudades a sus nuevas estructuras sociales y económicas se mostró como una realidad inaplazable. En el París del Segundo Imperio se llevó a cabo una profunda transición que serviría de modelo para los ensanches realizados en las principales ciudades europeas y americanas desde la segunda mitad del siglo. Las grandes avenidas abiertas con los ensanches vieron levantarse los primeros grandes almacenes como Harrod’s. La implantación de nuevos sistemas de transporte como el ferrocarril, tranvía y el metro permitió ampliar el espacio urbano y la aparición de nuevos barrios en los extrarradios.

3.3. La ciudad industrial

Las capitales de los Estados se convirtieron en las grandes metrópolis de finales del siglo XIX, constituyendo el centro político, administrativo, económico y financiero de todo el territorio. La arquitectura de hierro, las estaciones ferroviarias, la iluminación de las calles, el telégrafo y los nuevos medios de locomoción, los tranvías eléctricos y los primeros automóviles, cambiaron la fisonomía de las ciudades. En las ciudades medianas y pequeñas, mayoritarias en la trama urbana europea del siglo XIX, dominaba todavía el peso de la tradición. Sin embargo, el crecimiento demográfico y la llegada del ferrocarril o del telégrafo anunciaban los nuevos tiempos de la modernidad.