España a Comienzos del Siglo XX: Crisis Colonial, Restauración y Dictadura de Primo de Rivera

España a Finales del Siglo XIX: Crisis Colonial y sus Consecuencias

A finales del siglo XIX, España aún conservaba colonias como Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y Filipinas en Asia. Cuba concentraba importantes intereses y negocios españoles. Tras la Paz de Zanjón (1878), se acordaron medidas para facilitar la autonomía cubana. En la isla se formaron tres corrientes: españolista, autonomista e independentista. El sector españolista formó el Partido Unión Constitucional, mientras que los más progresistas se agruparon en el Partido Liberal Cubano. En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano.

La Guerra de Cuba

La guerra de Cuba se inició tras la insurrección de los independentistas cubanos, y se desarrolló en tres fases:

  1. Febrero 1895 – Enero 1896: Comienza con el Grito de Baire. Los revolucionarios Maceo y Máximo Gómez consiguieron expandir la guerra a la parte occidental de la isla. El gobierno español respondió enviando un ejército, con el general Martínez Campos al mando.
  2. Enero 1896 – Agosto 1897: Martínez Campos fue relevado por el general Valeriano Weyler, quien empleó métodos contundentes para acabar con la insurrección.
  3. Agosto 1897 – Febrero 1898: Tras la muerte de Cánovas del Castillo, el nuevo gobierno liberal relevó al general Weyler y concedió la autonomía a Cuba, sufragio universal masculino, igualdad de derechos entre insulares y peninsulares, y autonomía arancelaria.

Insurrección en Filipinas

Con respecto a la insurrección en Filipinas, el independentismo fue impulsado por José Rizal, fundador de la Liga Filipina en 1892. Su persecución dio lugar a un movimiento más radical: el Katipunan, que promovió la insurrección armada de 1896.

Intervención Estadounidense y el Desastre del 98

En 1898, William McKinley se presentó como defensor del pueblo cubano. Tras el incidente del Maine, Estados Unidos declaró la guerra a España, interviniendo en Cuba y Filipinas. El 10 de diciembre se firmó el Tratado de París, y España abandonó Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que quedaron bajo la influencia estadounidense. La derrota y pérdida de las últimas colonias se conoce como el Desastre del 98, símbolo de la primera gran crisis del sistema político de la Restauración.

Consecuencias del Desastre del 98

Las repercusiones del Desastre del 98 fueron menores de lo que se esperaba inicialmente. Se produjo una inflación baja, reducción de la deuda pública y una considerable inversión proveniente de capitales repatriados. A largo plazo, la pérdida de ingresos procedentes de las colonias y de los mercados se dejó notar en la precaria economía española.

Crisis Moral e Ideológica

A nivel político, el sistema de la Restauración sobrevivió al desastre. La estabilidad política y económica deja entrever que la crisis del 98 fue, sobre todo, una crisis moral e ideológica. La derrota militar supuso un cambio en la mentalidad de los militares, comportando el retorno de la injerencia del ejército en la vida política española.

La Generación del 98 y el Regeneracionismo

El “desastre” cohesionó a un grupo de intelectuales conocido como la Generación del 98, caracterizada por un profundo pesimismo y una crítica mordaz al atraso peninsular. Literatos y pensadores como Pío Baroja, Unamuno y Valle-Inclán, argumentaron que había llegado el momento de una regeneración moral, social y cultural del país. Algunos intelectuales de la Institución Libre de Enseñanza hablaban de la necesidad de regeneración de España y encabezaron el movimiento regeneracionista. Sus ideales quedaron ejemplificados en el pensamiento de Joaquín Costa, cuyo lema fue “escuela y despensa”.

A principios del siglo XX, con Maura y Canalejas, llegó al gobierno una generación de políticos influida por el regeneracionismo, que intentó impulsar proyectos de reforma desde el interior del sistema.

El Primer Tercio del Siglo XX: Crisis del Sistema de la Restauración

El primer tercio del siglo XX coincidió con la mayoría de edad de Alfonso XIII, y estuvo marcado por la crisis del sistema de la Restauración. Durante estos años, se produjo el relevo en el liderazgo de los partidos que habían protagonizado la primera etapa de la Restauración. Cánovas había sido asesinado en 1897 y Sagasta en 1903, siendo sucedidos por Antonio Maura al frente de los conservadores y Canalejas al frente de los liberales.

De este modo, se fortaleció la oposición política, social e intelectual, que pretendía regenerar la política y desbancar a los partidos del turno. Una parte del movimiento obrero se radicalizó ante la represión ejercida por el Estado. La incapacidad del sistema de la Restauración llevó a una crisis definitiva en 1923.

El Gobierno de Maura y la “Revolución Desde Arriba”

El líder conservador Francisco Silvela dejó paso a Antonio Maura, que llegó al poder en 1903. El llamado “gobierno largo” presidido por Maura, denominado la “revolución desde arriba”, suponía un intento desde el propio gobierno para regenerar el sistema político. Pretendía configurar un estado fuerte y dejar a un lado a la vieja oligarquía e impedir que las clases populares pudiesen llevar a cabo una revolución desde abajo. Estas reformas se plasmaron en:

  1. La Ley Electoral de 1907: Estableció controles sobre las juntas electorales, dificultando el fraude electoral.
  2. La Ley de Administración Local: Pretendía reducir la influencia del caciquismo y atraer al catalanismo conservador.
  3. Impulso a la política social: Con la creación del Instituto Nacional de Previsión.
  4. Impulso de una política de intervención estatal y de fomento en la industria nacional: También se estableció una ley de colonización para incentivar la agricultura.

La Conferencia de Algeciras y el Protectorado en Marruecos

La Conferencia de Algeciras (1906) y el Tratado Hispano-Francés (1912) establecieron un protectorado franco-español en Marruecos. A España le correspondió una franja en el norte, el Rif. La presencia española encontró la respuesta de las tribus bereberes, que no estaban sometidas al sultán marroquí. Los ataques de los rifeños obligaron a mantener una presencia de soldados españoles. En 1909, los ataques se intensificaron cuando los rifeños derrotaron a las tropas españolas en el Barranco del Lobo. España decidió aumentar su presencia militar en el Rif. El envío de reservistas a la zona avivó la protesta popular.

La Semana Trágica de Barcelona

La movilización contra la guerra se inició en el puerto de Barcelona el 18 de julio de 1909. Republicanos, socialistas y anarquistas hicieron un llamamiento a la huelga general. Como resultado, se quemaron más de 80 edificios religiosos, dando lugar a un movimiento popular contra el ejército y la Iglesia. La declaración del estado de guerra y las fuerzas del ejército pusieron fin a la revuelta, y el 2 de agosto la ciudad volvió a la normalidad. La represión fue muy dura. Se celebraron 216 consejos de guerra y se dictaron 17 condenas a muerte, de las que solo se ejecutaron cinco, entre ellas, la de Francisco Ferrer y Guardia, impulsor de la Escuela Moderna.

La represión de la Semana Trágica conllevó protestas por toda Europa debido a la violencia empleada. El gobierno de Maura recibió críticas, y liberales y republicanos exigieron su dimisión. Bajo el lema “¡Maura no!”, consiguieron que Alfonso XIII traspasara el gobierno a los liberales.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Miguel Primo de Rivera, que ejercía como Capitán General de Cataluña, impulsó un golpe de estado militar el 13 de septiembre de 1923. Desde 1923 hasta 1925 gobernó el Directorio Militar, pero a partir de ese año, el gobierno incluyó personalidades civiles, pasando al Directorio Civil.

Directorio Militar (1923-1925)

El Directorio Militar proclamó el estado de guerra, suspendió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes y prohibió las actividades de partidos políticos y sindicatos. Ilegalizó a la C.N.T. y al PCE y reprimió cualquier manifestación del nacionalismo. Sustituyó los gobernadores civiles por militares, y nombró delegados gubernativos, también militares. En Cataluña fue suprimida la Mancomunidad Catalana, potenciando el nacionalismo radical e incluso separatista. Pretendió acabar pronto con el problema marroquí. Los ataques eran dirigidos por el líder rifeño Abd el-Krim, y se concretó en el desembarco español en la bahía de Alhucemas, con la colaboración militar entre España y Francia.

Directorio Civil (1925-1930)

Primo de Rivera sustituyó el Directorio Militar por un gobierno civil, con la clara intención de permanecer en el poder. En 1926 anunció la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva, encargada de elaborar una nueva constitución que nunca llegaría a buen término. La política económica se benefició de la coyuntura expansiva internacional de los años 20. Se dio un gran intervencionismo estatal y el nacionalismo económico, con el objetivo de regular e impulsar la industria nacional mediante elevados aranceles proteccionistas. También creó grandes monopolios estatales y fomentó las obras públicas. En este periodo hubo una escasa conflictividad social, creando “Comités Paritarios”.

Oposición y Final de la Dictadura

A partir de 1926, la dictadura empezó a perder apoyos. Por un lado, sectores del ejército se apartaron de él al ser partidarios de ascensos por méritos. Por otro lado, políticos de los partidos de turno y republicanos intentaron derribarlo por vía conspirativa. Los intelectuales y periodistas criticaron la falta de libertad, así como la Federación Universitaria Escolar, de carácter republicano. Primo de Rivera acabó dimitiendo el 30 de enero de 1930, y le sustituyó el General Berenguer.

La Dictablanda de Berenguer y la Proclamación de la República

En agosto de 1930 tuvo lugar el Pacto de San Sebastián, que tenía como objetivo pactar la instauración de la República y poner fin a la monarquía borbónica. Berenguer constituyó la Dictablanda, que no fue una verdadera dictadura y no restableció la Constitución de 1876. Convocó comicios en tres niveles: municipales, provinciales y legislativos. Las municipales fueron las primeras, considerándolas menos peligrosas, y tuvieron lugar el 12 de abril de 1931. El 14 de abril se proclamó la República.

Berenguer fue sustituido en febrero de 1931 por el almirante Aznar.