Sexenio Democrático y Restauración Borbónica: Transformación y Estabilidad en España

El Sexenio Democrático y la Restauración Borbónica en España

El Sexenio Democrático (1868-1874) fue un período de transformación política en España que comenzó con la Revolución Gloriosa de 1868. Este levantamiento supuso el derrocamiento de Isabel II y el inicio de un experimento democrático que intentó modernizar el país mediante reformas políticas, económicas y sociales.

El Manifiesto de Cádiz: Causas del Levantamiento

El Manifiesto de Cádiz, proclamado el 19 de septiembre de 1868 por líderes militares como Juan Prim, Francisco Serrano y Juan Bautista Topete, expresaba el rechazo al gobierno de Isabel II y denunciaba las irregularidades políticas de su régimen. En el texto se mencionan las causas que motivaron el levantamiento, entre ellas:

  1. Corrupción y manipulación electoral: Se denuncia que el sufragio estaba corrompido por amenazas y sobornos, lo que impedía una verdadera representación popular.
  2. Ausencia de libertades individuales: Se menciona la represión de la prensa, la tiranización de la enseñanza y la falta de garantías para la seguridad individual.
  3. Crisis económica y administrativa: La Hacienda estaba en manos de la inmoralidad y el agio (especulación), lo que generaba descontento en amplios sectores de la población.
  4. Falta de autonomía municipal: Se denuncia la desaparición del municipio como entidad independiente, lo que centralizaba el poder en el gobierno de Madrid.

Estos factores llevaron a una coalición entre progresistas, demócratas y unionistas para derrocar el gobierno de Isabel II y establecer un nuevo sistema político.

Gobierno Provisional y la Constitución de 1869

Tras el éxito de la Revolución, se instauró un Gobierno Provisional presidido por el general Serrano, con Prim como ministro de la Guerra. Este gobierno tomó medidas para asegurar el orden y sentar las bases de una nueva etapa política. Entre sus principales logros destacan:

  • Políticamente: Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes mediante sufragio universal masculino, permitiendo por primera vez una participación más amplia de la población en la vida política. En 1869 se aprobó una nueva Constitución que establecía la soberanía nacional, la separación de poderes y una monarquía parlamentaria.
  • Económicamente: Se fomentó el librecambismo, se impulsó la venta de bienes nacionales y se introdujo la peseta como unidad monetaria en un intento de unificar el sistema económico del país. Sin embargo, la crisis financiera y la deuda del Estado siguieron afectando a la estabilidad económica.
  • Socialmente: La Constitución de 1869 garantizó libertades como la de prensa, reunión, asociación y culto. Además, se intentó modernizar el sistema educativo y mejorar las condiciones laborales, aunque las desigualdades y las tensiones entre obreros y empresarios persistieron.

A pesar de estos avances, la falta de estabilidad política y la resistencia de sectores conservadores impidieron la consolidación de la nueva estructura política, lo que marcó el devenir del Sexenio Democrático.

El Manifiesto de Sandhurst y las Bases del Sistema Canovista

Introducción

Tras el fracaso del Sexenio Democrático (1868-1874), España atravesaba una crisis política y social. La Restauración se consolidó con la proclamación de Alfonso XII como rey, mediante un golpe militar dirigido por el general Martínez Campos en diciembre de 1874. Antonio Cánovas del Castillo, principal artífice del sistema, diseñó un modelo basado en la monarquía constitucional y la estabilidad institucional, asegurando la alternancia pacífica entre dos partidos y excluyendo a otros sectores políticos mediante fraude electoral y caciquismo.

El Manifiesto de Sandhurst, firmado por Alfonso de Borbón el 1 de diciembre de 1874 y redactado por Cánovas, legitimó el regreso de la monarquía borbónica. En él, el monarca se comprometía a restaurar un régimen de orden y diálogo que garantizaría la unidad nacional y la paz.

Análisis del Manifiesto de Sandhurst

En el manifiesto, Alfonso XII se presenta como el legítimo heredero de la Corona tras la abdicación de su madre, Isabel II. En el documento, el monarca expresa su deseo de instaurar una monarquía constitucional basada en la conciliación de todas las fuerzas políticas y sociales, apelando a la unidad nacional y a la superación de los enfrentamientos entre facciones políticas. Además, recalca su compromiso con el catolicismo y el liberalismo moderado, destacando que su gobierno se regiría por el respeto a la legalidad y el diálogo con los distintos sectores políticos.

Uno de los aspectos más relevantes del manifiesto es su carácter integrador, en el cual Alfonso XII invita a todas las corrientes políticas a sumarse al nuevo proyecto monárquico. Sin embargo, en la práctica, este sistema excluyó a importantes sectores como republicanos, nacionalistas y el movimiento obrero, quienes fueron marginados del juego político mediante la manipulación electoral y el caciquismo.

Bases del Sistema Canovista

Antonio Cánovas del Castillo diseñó un modelo político basado en la estabilidad institucional y la alternancia en el poder entre dos grandes partidos, el Conservador y el Liberal, en un proceso conocido como el “turno pacífico”. Este mecanismo garantizaba el control del gobierno sin recurrir a pronunciamientos militares ni revoluciones, pero a costa de excluir a la mayoría de la población de la toma de decisiones políticas.

Uno de los pilares del sistema canovista fue la Constitución de 1876, que estableció un modelo centralista del Estado, la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, y el catolicismo como religión oficial. La falta de una clara división de poderes permitió al monarca disolver las Cortes y nombrar gobiernos a su conveniencia, consolidando su papel como árbitro del sistema.

El sistema de alternancia política se mantenía mediante la manipulación electoral a través del “encasillado” y el “pucherazo”, métodos que aseguraban que el partido designado por el rey obtuviera la mayoría parlamentaria. Esta práctica se sustentaba en la influencia de los caciques, quienes controlaban los votos en sus respectivas localidades mediante el clientelismo y la coerción.

A pesar de su éxito en garantizar la estabilidad política durante varias décadas, el sistema canovista presentó serias contradicciones y limitaciones. La exclusión de sectores progresistas y obreros, el inmovilismo político y la corrupción electoral contribuyeron a la creciente desafección popular. Estos problemas se hicieron evidentes con la crisis del 98, que supuso la pérdida de las últimas colonias españolas y el cuestionamiento del régimen por parte de intelectuales y movimientos sociales.

Conclusión

El Manifiesto de Sandhurst marcó el inicio de la Restauración borbónica en España, legitimando la monarquía como garante del orden y la estabilidad. Sin embargo, el sistema político diseñado por Cánovas del Castillo, aunque exitoso en términos de longevidad, excluyó a amplios sectores de la sociedad y se basó en mecanismos antidemocráticos que limitaron la participación ciudadana. A pesar de sus aparentes logros, las contradicciones internas del régimen terminaron provocando su colapso en 1931, con la proclamación de la Segunda República.

Las Trampas Electorales y el Caciquismo

Introducción

La Restauración Borbónica en España (1874-1931) supuso la consolidación de un sistema político basado en la monarquía constitucional y la estabilidad institucional. El modelo diseñado por Antonio Cánovas del Castillo establecía una alternancia en el poder entre el Partido Conservador y el Partido Liberal, mediante un mecanismo conocido como “turno pacífico”. Este sistema se fundamentaba en el “encasillado”, una práctica en la que, antes de cada elección, el gobierno pactaba qué partido debía ganar en cada distrito. Sin embargo, para garantizar el éxito de este modelo, se recurría a la manipulación electoral mediante prácticas fraudulentas, como el caciquismo y el pucherazo.

La caricatura “Trampas Electorales” ilustra las irregularidades del sistema político de la Restauración, evidenciando las contradicciones entre la teórica democracia representativa y la realidad de un proceso electoral viciado por el fraude. A través del humor gráfico, se denuncian las artimañas empleadas para mantener el control político y la falta de una verdadera participación democrática.

Análisis del contexto histórico de la caricatura

En la caricatura, se representan dos situaciones que reflejan las trampas electorales de la época. En la primera escena, un cacique pregunta a unos votantes si han cumplido con su deber, a lo que estos responden afirmativamente, señalando que han votado varias veces. Esto alude a la práctica del “voto múltiple”, una estrategia mediante la cual se hacía votar a una misma persona en varias ocasiones para inflar los resultados a favor del candidato pactado. En la segunda escena, un observador cuestiona la disparidad entre el número de votantes y los votos emitidos, pero es ignorado por un funcionario electoral, reflejando la impunidad con la que se cometían estos fraudes.

Este tipo de corrupción electoral estaba sustentado por el caciquismo, una red clientelar en la que los caciques, personajes influyentes en las localidades, controlaban el voto mediante coacción o favores. Los ciudadanos dependían de ellos para conseguir trabajo, tierras o protección, lo que los obligaba a votar según sus indicaciones. Además, la falta de una administración electoral independiente facilitaba el “pucherazo”, que consistía en la falsificación de resultados, la inclusión de votantes inexistentes o la manipulación del escrutinio.

Contradicciones del sistema político: turno pacífico y encasillado

A pesar de que el sistema de la Restauración se presentaba como un modelo de estabilidad, en la práctica no representaba una verdadera democracia. El “turno pacífico” implicaba que los partidos Conservador y Liberal se turnaran en el poder de manera pactada, sin que los resultados electorales fueran una expresión real de la voluntad popular. Esto se lograba a través del “encasillado”, en el que antes de las elecciones se decidía de antemano qué candidatos ganarían en cada distrito.

Estas prácticas no solo impedían la representación de otros grupos políticos, como republicanos, socialistas o nacionalistas, sino que también minaban la confianza en el sistema y fomentaban la corrupción. El pueblo, aunque formalmente tenía derecho al voto, carecía de una verdadera capacidad de decisión, ya que los resultados estaban manipulados de antemano.

Conclusión

La caricatura “Trampas Electorales” es una denuncia visual del fraude electoral y de las contradicciones del sistema político de la Restauración. A través del humor y la exageración, muestra cómo el caciquismo, el encasillado y el pucherazo pervirtieron el ideal de una monarquía parlamentaria representativa. Aunque este modelo político garantizó una relativa estabilidad durante varias décadas, su falta de legitimidad y su incapacidad para integrar nuevas fuerzas políticas provocaron su colapso y la posterior proclamación de la Segunda República en 1931.