Immanuel Kant transformó la filosofía al reconciliar racionalismo y empirismo, estableciendo que el conocimiento surge de la interacción entre la experiencia y las estructuras a priori de la mente. Su ética, basada en el imperativo categórico, propuso principios universales fundamentados en la razón y la autonomía humana. Kant influyó en el idealismo alemán (Fichte, Schelling, Hegel) y en pensadores como Husserl y la Escuela de Frankfurt, mientras que críticos como Nietzsche y Schopenhauer desafiaron sus postulados. Su legado perdura en debates contemporáneos sobre conocimiento, ética y política, consolidándolo como un pilar del pensamiento occidental.
Kant se plantea en su obra tres preguntas fundamentales: ¿qué puedo conocer?, que se refiere al ámbito del conocimiento y se aborda principalmente en su obra “Crítica de la razón pura”, donde explora la posibilidad, el origen, la naturaleza y la fenomenología del conocimiento; ¿qué debo hacer?, que toca el tema ético y político, tratado en “Crítica de la razón práctica” y “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”; y la tercera pregunta, ¿qué puedo esperar?, que se responde en textos de carácter histórico y religioso como “La paz perpetua” y “La religión dentro de los límites de la mera razón”. Todas estas interrogantes se sintetizan en una cuarta: ¿qué es el hombre?, que es la cuestión antropológica por excelencia. En este texto, Kant busca compartir su perspectiva sobre el hombre ilustrado, un ideal que él mismo encarna. Su postura es muy acorde a su época, defendiendo un enfoque liberal en el que el individuo debe actuar de manera similar a él, promoviendo un cambio radical en la forma de entender la vida, centrado en la búsqueda de autonomía y un pensamiento crítico constante. Este texto se inscribe en el ámbito de la antropología, ya que para Kant, esta disciplina abarca todos los temas: prácticos, teóricos e históricos. Por ello, se puede hablar de emancipación, un concepto que aparece tanto en la razón práctica como en la teórica, así como la idea de progreso en el contexto histórico.
Así, esta nueva pregunta engloba las anteriores. En resumen, ¿qué es el hombre? se relaciona con ¿qué es la ilustración? y describe cómo debe ser el hombre ilustrado: autónomo, que no se deje llevar por supersticiones ni por líderes engañosos, sino que viva con libertad (¡Sapere aude!: autonomía, salir de la minoría de edad). Es un individuo liberado de las cadenas de su tiempo, un periodo marcado por la barbarie y las supersticiones, como ilustra el grabado de Goya, donde una bruja extrae un diente a un ahorcado para hacer una pócima. Kant aspira a liberarse de esas creencias infundadas mediante un uso crítico y autocrítico de la razón.
El texto gira en torno a la idea central que representa la respuesta al propio título. Contestar esta pregunta es el eje del texto. La ilustración, para Kant, se relaciona con dos conceptos que ya menciona en las primeras líneas: ¿qué es la ilustración? Las ideas secundarias que se derivan de esto son, por un lado, alcanzar la mayoría de edad, y por otro, atreverse a ser valiente: (¡Sapere aude!) audacia. La mayoría de edad se entenderá en el contexto de la ilustración, en torno a la necesidad de reconstruir el concepto de razón desde una postura crítica. La razón ha sido interpretada de diversas maneras por los filósofos que le precedieron. Kant considera que, a pesar de estar en una “época de ilustración”, los individuos de su tiempo viven de manera no ilustrada, en una minoría de edad. Por lo tanto, no ve esta etapa como verdaderamente ilustrada. Piensa que ciertos aspectos humanos, como la pereza y la falta de libertad, conducen a esta situación de carencia y atraso. Aquí es importante diferenciar entre lo que él considera el uso público de la razón y el uso privado. En el uso público somos libres. Para Kant, este uso se refiere a lo que hacemos como seres individuales. En cambio, el uso privado es el que realizamos en nuestra función como funcionarios, policías, médicos, abogados, fontaneros, es decir, el uso privado es lo que entendemos como uso público.
Kant dice que no podemos ser completamente libres (por ejemplo, como profesora no puedo hablar de mi vida personal, debo hablar como profesional en el ejercicio de mi trabajo), por lo que el uso privado está limitado al contexto del trabajo que desempeñamos en la sociedad. Así, somos libres como individuos, pero como sujetos que ocupan un rol social, nuestra libertad está restringida a nuestra función social, lo que sería el uso privado. El sentido de la palabra ilustración implica tradición, y Kant hará un uso pedagógico de la misma, es decir, intentará explicar y educar. En la Crítica de la razón pura, Kant diferenciará entre los aspectos fenoménicos y noúmenos en el ser humano. Esta diferenciación también la realiza en su disertación de 1950, una obra precrítica que escribe para defender su propuesta de doctorado. Como seres vivos, tenemos tendencias y limitaciones que son las propias leyes físicas de la naturaleza. Pero en cuanto a noúmeno, el ser humano es un ser libre que pertenece al ámbito ético y moral, al ámbito de la práctica. Por eso, hacia el final del texto, el autor ilustrado identifica la minoría de edad con la propia naturaleza. Es decir, el hombre que no piensa por sí mismo, que no es capaz de tomar las riendas de su vida, reproduce decisiones que otros toman por él, como sucede con los fenómenos físicos y biológicos, de los cuales no somos partícipes (no podemos elegir que el corazón bombee sangre o el mecanismo de nuestra respiración), pero como sujetos debemos tomar decisiones propias sin la guía de otros que no permiten que el individuo crezca en libertad, apelando así Kant a sus ideales liberales e ilustrados. Estos ya provenían de Locke. Locke defendía que el individuo debía ser ciudadano y no súbdito, que debía decidir cuál era el gobierno al que se sometía, cuáles eran las leyes… Ahí sigue ese ideario de la ilustración. Finalmente, con un toque de esperanza, señala que “siempre habrá, incluso entre los establecidos tutores de gran masa, algunos que piensen por sí mismos, quienes, tras liberarse del yugo de la minoría de edad, propagarán a su alrededor (…), el pensar por sí mismos”.
Apela a la esperanza de aquellos que, liberados de miedos, prejuicios y supersticiones consigan ejercer la tarea de ser sujetos de pleno derecho, libres y conscientes. Y además, a que estos hombres liberados ejerzan la tarea pedagógica de ser “tutores de la gran masa”, dice él. Ejemplo para que decidan ser libres también. Tutores de la tarea de liberación, pero no en el sentido que mostraba al principio del texto. Es decir, Kant habla de tutores al principio y al final de manera diferente; al principio, que no seamos masa, que no seamos rebaños, que no nos dejemos guiar por aquellos que quieran pensar por nosotros (esos son los tutores que hay que rechazar), y al final del texto habla de otros tutores que son ejemplos de libertad, y que no tenemos que hacer lo que ellos hacen, pero sí que tenemos que verlos como referentes morales y éticos para ser libres nosotros también. Apela a esa doble tutoría, unos que nos quieren dominar, que quieren ser al final lo que entendían los contractualistas como monarcas absolutos, o tiranos, es decir, gente que pretende someternos, y otros que simplemente están ejerciendo su derecho como seres humanos que somos de ser libres y tenemos que tenerlos como horizonte. Tratar de hacer lo mismo que hacen ellos en cuanto a sujetos libres, no en el sentido de que decidan por nosotros, todo lo contrario. Tutores de la tarea de la liberación, pero no en el sentido que mostraba al principio del texto, contrasta, pues, entre aquellos que guían al pueblo, imponiéndose y pensando por los demás de manera despótica (el despotismo ilustrado que conoce bien Kant), y por otra parte los tutores en libertad, que enseñan con su ejemplo a ser autónomos, a darse a sí mismos sus propias leyes, la importancia de hacer pedagogía, la importancia de la educación. En conclusión, la ilustración es una etapa en la que se da mucha importancia al proceso educativo del ser humano, que aprendamos, que tengamos instrumentos para ser libres, porque una persona que no está ilustrada, nunca podrá hacer bien. Cuando hay un individuo que piensa por nosotros, volvemos al estado de naturaleza, esta es una idea muy ilustrada.
Conduciéndonos este sentido de libertad a comunidades humanas más perfeccionadas: la idea de progreso kantiano desmilitarizada y cosmopolita. Esa idea de la sociedad formada por individuos libres provocará una sociedad históricamente en progreso, una humanidad que defienda ese final de Paz perpetua que él defiende en los textos de historia. Su filosofía deja una huella fundamental en el idealismo alemán. Posteriormente surgirán corrientes opuestas, pero el neokantismo alemán renovará la filosofía kantiana. También el neopositivismo retomará aspectos de sus límites del conocimiento.
Immanuel Kant (1724-1804) fue un filósofo central en la Ilustración, periodo que exaltaba la razón y el progreso humano. Vivió en Königsberg, Prusia, en un contexto de cambios científicos y cuestionamientos a la metafísica tradicional. Influido por el escepticismo de Hume, Kant propuso en su Crítica de la Razón Pura (1781) que el conocimiento surge de la interacción entre la experiencia y las estructuras a priori de la mente, como el tiempo y el espacio.
En ética, desarrolló el imperativo categórico, basado en principios universales derivados de la razón, estableciendo la autonomía y la dignidad humana como fundamentos morales. Su pensamiento influyó en el idealismo alemán (Fichte, Schelling, Hegel) y sigue siendo relevante en debates contemporáneos sobre epistemología, ética y política, consolidándolo como un pilar de la filosofía moderna.