Obras maestras del arte: Renacimiento, arte islámico y gótico

La Escuela de Atenas de Rafael

La Escuela de Atenas de Rafael es una pintura mural al fresco que mide casi 8 metros de ancho por 5 de largo. Sigue la tradición artística del clasicismo romano y el Renacimiento florentino del siglo XV, con un dibujo detallado donde cada figura y elemento están bien definidos. Se utilizan colores variados, combinados equilibradamente, y la iluminación es suave y uniforme, con fuentes de luz que iluminan a los personajes desde atrás, creando volumen y profundidad en el espacio.

La composición se organiza en dos grupos de personajes, con una disposición horizontal en la parte inferior que se equilibra con los elementos verticales. Es una escena cerrada y unitaria, con figuras representadas de forma realista y natural. El escenario presenta una arquitectura grandiosa, dando amplitud y profundidad.

En el centro, Platón y Aristóteles dialogan, rodeados de otros pensadores antiguos como Sócrates y Pitágoras, además de figuras de otras épocas, incluido el autorretrato de Rafael. La pintura también incluye temas como el Parnaso, las Virtudes, la Ley y referencias a la verdad, buscando reconciliar el cristianismo con la filosofía antigua.

Mezquita de Bab al Mardum en Toledo

La Mezquita de Bab al Mardum en Toledo es una pequeña mezquita islámica convertida en iglesia cristiana tras la conquista de la ciudad por Alfonso VI. Su planta es cuadrada, dividida en nueve partes por cuatro columnas centrales. El mihrab, donde se orienta la oración, probablemente era un nicho en el muro.

Los muros son de ladrillo y los soportes combinan pilares robustos. El techo tiene nueve bóvedas con arcos entrecruzados, estilo característico del arte califal. El edificio cuenta con columnas y pilares conectados por arcos de herradura, paredes con arcos lobulados y una cubierta con bóveda.

La entrada tiene tres arcos de herradura reforzados con arcos de medio punto y uno lobulado. Las fachadas presentan tres arcos de acceso en la parte inferior y frisos decorativos en la parte superior. La decoración se basa en formas vegetales, geométricas e inscripciones, sin figuras humanas ni animales. El interior es simétrico y organizado, con el mihrab como punto visual clave. El diseño no sigue un plan urbanístico previo, sino que responde a las necesidades de la comunidad.

El edificio refleja la grandeza del Califato y fue construido entre 999 y 1000 por el arquitecto Musa ibn Ali y Sa’ada.

Bóveda de la Capilla Sixtina

Entre 1508 y 1512, Miguel Ángel pintó la bóveda de la Capilla Sixtina al fresco, dividiendo el espacio en tramos con arcos fajones y falsas cornisas. El programa iconográfico incluye pasajes del Génesis, como la creación del mundo y la embriaguez de Noé, destacando escenas como La creación de Adán, en la que el dedo de Dios infunde vida al primer hombre, y El pecado original y la expulsión del Paraíso, donde Eva es representada como la madre de la humanidad.

En las esquinas del registro central, aparecen figuras desnudas sentadas que anticipan los “esclavos” para la tumba de Julio II. A los lados del registro central, se encuentran los siete profetas bíblicos y las cinco sibilas, quienes predijeron la venida de Cristo. En los triángulos y lunetos, se representan los antepasados de Cristo, según el evangelio de San Mateo.

Miguel Ángel creó figuras monumentales y vigorosas, destacando por su movimiento y anatomía musculosa, a menudo desnudas. Su formación como escultor se refleja en su enfoque en la creación de volumen, priorizando la línea sobre el color y despreocupándose del fondo.

La obra está marcada por la “terribilitá” que caracteriza su escultura, presente en la figura de Dios, quien es mostrado como anciano, símbolo de sabiduría, en un movimiento activo hacia Adán. Este se muestra como el ideal clásico de la belleza humana, en escorzo, mirando a Dios y adoptando una actitud pasiva, mientras está rodeado de un paisaje que no parece estar relacionado con el Edén, sino con el mundo terrenal al que Adán y su descendencia están destinados.

El Juicio Final

Esta pintura mural, realizada mucho tiempo después que la bóveda, entre 1537 y 1541, está presidida por un Cristo Juez que en su tratamiento recuerda a Júpiter lanzando el rayo. A su derecha, los elegidos se elevan hacia el cielo, y a su izquierda, los condenados descienden al infierno. En la parte superior, unos ángeles portan los instrumentos de la Pasión.

El infierno (a la derecha), cuyas características corresponden a las del Hades de la Antigüedad, con la Laguna Estigia y la barca de Caronte. Y en la inferior se representa la resurrección de la carne (a la izquierda), un coro de ángeles (en el centro). Miguel Ángel se autorretrató en la piel que cuelga de la mano de San Bartolomé (situado junto a la pierna izquierda de Cristo), que murió despellejado. Los paños que cubren la desnudez de las figuras son un añadido posterior (tras el Concilio de Trento). La composición describe, en un espacio carente de profundidad, un movimiento circular y agitado, de gran dramatismo, que refleja la crisis de certidumbres del manierismo, muy lejana ya de la serenidad y el optimismo de la etapa anterior.

Giotto

Giotto, pintor italiano del siglo XIV, encuadrado estilísticamente en la llamada “escuela florentina”, es considerado como el “padre de la pintura moderna” debido a que ha renegado de la tradición románica y gótica, sentando las bases del posterior Renacimiento.

Características de la obra de Giotto

  1. Figuras monumentales, volumétricas y sólidas.
  2. Introducción de personajes en escorzo para resaltar la profundidad.
  3. Incorporación del paisaje.
  4. Intensificación del dramatismo y los sentimientos de sus personajes.
  5. Uso de la luz bajo una doble función: plástica y expresiva.

Sus obras más conocidas son “Huida a Egipto” o “El Prendimiento”.

Jan van Eyck

Jan van Eyck, pintor flamenco del siglo XV, encuadrado en la primera generación de “Primitivos Flamencos”. Van Eyck se inició en pintura junto a sus hermanos y comenzó a incorporar la técnica del óleo sobre tabla, lo cual le permitió trabajar lenta y cuidadosamente, superponer colores y crear obras caracterizadas por una intensa brillantez, gran detallismo y rostros realistas. Una de sus obras capitales es el “Matrimonio Arnolfini”.