Psicoanálisis, Hipnosis y Pseudociencias: Una Perspectiva Crítica desde la Psicología Científica

Es cierto que existen teorías y terapias de tipo psicológico que no pueden denominarse científicas, como el psicoanálisis. Sin embargo, desde mi punto de vista, sería injusto por diversos motivos meter en el mismo saco a esta orientación y a las anteriormente mencionadas.

El Psicoanálisis y su Contexto Histórico

Primero, el psicoanálisis surge dentro de la tradición médica y de la noción de enfermedad mental del siglo XIX. Tanto su nacimiento como su posterior desarrollo transcurren en paralelo y sin ningún contacto con la evolución de la Psicología resumida en el primer epígrafe. En sentido estricto podría afirmarse que el psicoanálisis no es Psicología.

Segundo, las teorías psicoanalíticas fueron inicialmente propuestas por eminentes pensadores con una sólida formación para la época, como el psiquiatra Sigmund Freud. Sus contribuciones e influencia, tales como el concepto del subconsciente, de la represión, del superego, etc. son evidentes en el pensamiento moderno en general. De hecho, la influencia del psicoanálisis ha sido mayor en psiquiatría y en otras disciplinas sociales y humanistas que en la propia Psicología, donde como hemos dicho, nunca ha conformado un paradigma en sentido estricto usando la terminología de Kuhn. Como ya se ha comentado, es una escuela que proviene de la medicina, no de la Psicología. Las orientaciones psicoanalíticas han estado representadas de forma marginal, cuando no ausentes, en la Psicología académica, exceptuando algunos países sobre todo latinoamericanos.

En tercer lugar, muchas de sus ideas sobre la sexualidad humana probablemente estaban justificadas en los pacientes que Freud trató (mayoritariamente mujeres adultas en plena época victoriana y puritana) y subyacen a muchos problemas psicopatológicos. Conceptos como el de los mecanismos de defensa, la proyección, la negación de un problema o la importancia relativa de la sexualidad se encuentran frecuentemente en la praxis clínica, aunque los términos y las explicaciones puedan ser diferentes desde una óptica científica. Sin embargo, uno de los errores de Freud fue generalizar sus conclusiones a todo ser humano, además de que la mayor parte de sus interpretaciones de lo consciente con respecto a lo inconsciente son absolutamente discutibles y carecen de constatación empírica. Ningún psicoanalista se ha caracterizado por sus simpatías hacia el método científico.

El Debate entre Psicología Científica y Psicoanálisis

Es probable que algún colega que trabaje en Psicología clínica o aplicada en general argumentaría que es muy fácil hacer una crítica a aquellas ramas de la Psicología no científicas, como el psicoanálisis, desde una perspectiva académica, desde la investigación de laboratorio. Que tendría que salir a la calle y que no es lo mismo los experimentos sobre microprocesos en contextos controlados realizados por los científicos cognitivos que la vida real y la Psicología aplicada, donde lo importante es que las cosas funcionen y se resuelvan los problemas de las personas. Sin embargo, la historia del conocimiento ha demostrado que el método científico es la mejor forma de avanzar sobre seguro y que ha supuesto el mayor aporte de cosas que funcionan. En este sentido, son muchas las investigaciones sobre la eficacia de los tratamientos psicológicos que ponen en duda el valor terapéutico del psicoanálisis y otras orientaciones no científicas. Entre ellos cabría destacar el amplio estudio llevado a cabo en 1995 y 1996 por la División de Psicología Clínica de la Sociedad Americana de Psicología. En esta investigación se evaluaron un gran número de tratamientos para muchos desórdenes mentales. Las conclusiones de su publicación sobre tratamientos psicológicos empíricamente validados son contundentes: los más efectivos son, sin ningún género de dudas, los conductuales y los cognitivo-conductuales. Es decir, precisamente aquellos que se basan en teorías científicas sobre el comportamiento y que están rutinariamente sometidos a validación empírica. Aún así, el psicoanálisis continúa vigente, siendo la orientación predominante en algunas facultades de Psicología, sobre todo latinoamericanas. Por otro lado, los desvaríos de algunos neo-psicoanalistas como Lacan y su interpretación errónea de conceptos científicos han sido expuestos por Sokal y Bricmont, en su excelente obra Imposturas intelectuales. Pero repito: a pesar de no ser una orientación científica creo que al menos algunas ideas psicoanalíticas no merecen el mismo tratamiento que las terapias alternativas aquí expuestas. Por lo menos habría que considerar al psicoanálisis como una teoría filosófica curiosa y no carente de interés sobre la mente humana, además de reconocer su influencia en el pensamiento moderno en general. Las críticas de la Psicología científica a esta teoría deben encuadrarse en otro contexto distinto de la crítica a las paraciencias. Lo mismo podría decirse de muchas tendencias fenomenológicas y humanistas, algunas emparentadas con el psicoanálisis, las teorías del niño interior, algunas tendencias mínimamente serias del análisis transaccional o las terapias gestálticas. Por cierto, de éstas últimas hay que destacar la nula relación que tienen con la escuela de la Gestalt, desarrollada a principios del siglo XX en Alemania por psicólogos como Wertheimer, Koffka o Köhler, una de las orientaciones explícitamente científicas dentro de la Psicología, y cuyos trabajos sobre la percepción visual o sobre el pensamiento son ineludibles en cualquier libro de texto de Psicología. Entre estos trabajos habría que destacar las investigaciones con primates no humanos de Wolfgang Köhler sobre el insight y la resolución de problemas en chimpancés, realizadas en la primera estación primatológica del mundo en el Puerto de la Cruz (Tenerife) a principios del siglo XX.

Psicología “Transpersonal” e Hipnosis Regresiva

Aunque anteriormente hemos aludido a la psicología transpersonal y a las terapias de regresión, para finalizar nos detendremos un poco más en el empleo de la hipnosis regresiva.

Resulta sumamente peligroso cuando los pseudocientíficos de la mente, estos elementos reaccionarios que reivindican una vuelta al oscurantismo, a la superchería y a la incultura, son psicólogos/as titulados/as. Es obvio que en todas las profesiones hay garbanzos negros, bien sea por oportunismo o por incapacidad. La formación científica no es fácil, y hacer ciencia requiere, aparte de una licenciatura, muchos años de preparación en metodología, matemáticas, diseños de investigación, etc. Es mucho más fácil leerse unos pocos libros de opiniones sin atisbo de crítica sobre hipnosis, poderes paranormales o astrología, como hace la autodenominada psicología transpersonal. Hace poco, uno de estos psicólogos transpersonales, quien además suele salir en programas de asuntos paranormales en televisiones locales, impartió unas conferencias en Santa Cruz y en el Puerto de la Cruz. Uno de los temas que trató fue la regresión hipnótica, según la cual podemos regresar al pasado o…¡a otras vidas! Aparte de engañar al público e ir en contra del código ético del psicólogo (según el cual sólo se aplicarán técnicas empíricamente comprobadas), el conferenciante fue más allá: la regresión hipnótica puede curar o ayudar a curar el cáncer. Afirmaciones como ésta no requieren más comentario sino una actuación judicial. No es ya sólo una cuestión de mantener hipótesis falsas y absurdas, sino de un peligro enorme contra la salud pública. El problema es que la hipnosis es uno de los temas que más mitos, creencias erróneas o leyendas urbanas sobre la mente humana ha generado.

El uso de procedimientos similares a la hipnosis para cambiar el comportamiento se remonta a la más remota antigüedad, y existe evidencia de su uso en el antiguo Egipto, en la Grecia clásica o en la antigua China. El comienzo de la evolución del concepto de hipnosis moderno habría que situarlo en Mesmer, un médico vienés del siglo XVIII y padre del magnetismo animal, quien creía que los trances hipnóticos que observaba en sus pacientes eran debidos al magnetismo irradiado por su persona. Había descubierto, sin saberlo, el poder de la sugestión. En el siglo XIX, la hipnosis sería vista por Charcot (maestro de Freud) como un producto de la enfermedad mental que él llamaba histeria. Posteriormente, la hipnosis sería utilizada por Freud para recuperar experiencias traumáticas, aunque la abandonaría más tarde al descubrir que no era necesaria.

Existe la creencia generalizada de que la hipnosis es algo así como un estado especial de consciencia, diferente al sueño o la vigilia, en el que la persona pierde su voluntad convirtiéndose en una especie de marioneta. Además, se piensa que a través de la hipnosis se puede viajar al pasado y recuperar nítidamente recuerdos ocultos, reprimidos, pudiéndose revivir situaciones pasadas. Ésta es también la visión que de la hipnosis tienen las pseudociencias de la mente. Pero la evidencia aportada por las investigaciones científicas de la hipnosis nos dice que todo esto es sencillamente falso. El llamado trance hipnótico no existe.

Por ejemplo, la Psicología científica ha demostrado que la regresión hipnótica no es real, no existe como tal. La hipnosis es un estado donde personas sugestionables lo son aún más, provocando que el sujeto hipnotizado actúe según sus creencias y aquello que el hipnotizador le dice. Se establece así una situación de role-playing donde cada uno desempeña su papel. Por ejemplo, se sabe que nadie haría cosas bajo hipnosis que no haría en un estado no hipnótico o que no quisiera hacer. En el caso de la regresión, no está viajando literalmente al pasado, sino recreando o imaginando que está allí, porque así le ha sido sugerido por el hipnotizador y porque desea hacerlo.

Como se dijo anteriormente, se ha comprobado de sobra en multitud de experimentos que la hipnosis no incrementa el recuerdo ni su precisión, y que sin embargo, aumenta la posibilidad de generar y recuperar recuerdos falsos. Científicos cognitivos como Loftus o Spanos han demostrado que es relativamente sencillo inducir recuerdos falsos mediante hipnosis (y también sin hipnosis). Éstos y otros investigadores han denunciado y demostrado empíricamente la recuperación mediante hipnosis de recuerdos de rituales satánicos que jamás sucedieron, abusos sexuales que no existieron, abducciones por seres extraterrestres, contactos con fantasmas y espíritus, “visitas” a vidas pasadas, etc. Por tanto, podemos afirmar de acuerdo con la más que amplia bibliografía científica, que la regresión hipnótica no existe, y que el uso de la hipnosis no tiene sentido más allá de su empleo como método de relajación o con el fin de inducir una sugestión que puede ser beneficiosa, como hace minoritariamente la Psicología clínica cognitivo-conductual (aquella que utiliza procedimientos empíricamente validados).

Conclusión

El camino desde el ancestral “estudio del alma” hasta las actuales ciencias de la mente, la conducta y el cerebro ha sido largo, intenso y apasionante. No ha sido una senda fácil. Pero los avances que están teniendo lugar en la actualidad y los que se perciben para un futuro cercano son estimulantes. Por eso, creo que es fácil entender que no podamos permanecer impasibles ante aquellos oscuros personajes que, movidos por intereses de enriquecimiento personal a costa de la salud de los otros, pretenden hacernos retroceder a una nueva edad media de superstición, sinrazón e irracionalidad, desdeñando así la auténtica aventura del conocimiento.

Dr. Carlos J. Álvarez Glez.
Profesor Titular de Psicología Cognitiva
Universidad de La Laguna