Partidos Políticos, Desamortizaciones y Constituciones en el Reinado de Isabel II

Características de los Partidos Políticos Durante el Reinado de Isabel II

Los cinco grandes partidos durante el reinado de Isabel II fueron, según su tendencia, de izquierda a derecha: el demócrata, el progresista, la Unión Liberal, el moderado y el carlista.

Los partidos políticos del siglo XIX eran muy distintos a los actuales. Se trataba de agrupaciones de personas influyentes y poderosas (notables), con un fuerte componente individualista, lo que les llevaba a divisiones internas y enfrentamientos entre sus líderes. Además, estaban muy unidos a la prensa afín, que era un instrumento al servicio del partido.

Estos partidos apenas tenían contacto con la realidad social, a la que ignoraban. La escasa participación en las elecciones hacía del pueblo, analfabeto y sumido en la pobreza, un mero espectador de la vida política, centrada en Madrid. El sistema electoral solo permitía la participación de los mayores contribuyentes. El porcentaje de votantes osciló entre el 0,1% y el 25% de los españoles entre 1834 y 1868.

Desamortizaciones de Mendizábal y Madoz: Objetivos y Diferencias

Semejanzas

  • Ambas fueron promovidas por el partido progresista.
  • Compartían algunos objetivos (ver apartado de objetivos).
  • Tuvieron consecuencias similares (económicas, sociales, políticas y ambientales).
  • Beneficiaron principalmente a la burguesía.

Diferencias

  • La desamortización de Mendizábal (1836) se produjo en un contexto de urgente necesidad debido a las guerras carlistas. La de Madoz (1855), sin los apuros de Hacienda, dedicó lo recaudado a la industrialización del país, especialmente a la expansión del ferrocarril.
  • La desamortización de Mendizábal afectó solo a los bienes del clero. La de Madoz fue “general”, poniendo en venta todas las propiedades de la Iglesia no vendidas anteriormente, los bienes de propiedad municipal y, en definitiva, todos los bienes amortizados.

Objetivos

  • Económico: Aumentar la cantidad de tierra disponible en el mercado.
  • Financiero: Mejorar la Hacienda pública mediante el dinero recaudado.
  • Político:
    • Ampliar el número de simpatizantes del liberalismo, creando un sector de propietarios afines al régimen liberal isabelino (especialmente en el caso de Mendizábal).
  • Sociales: Crear una clase media agraria de campesinos propietarios.

El Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845

Estatuto Real de 1834

No era una constitución propiamente dicha, sino una “Carta Otorgada”, una concesión del monarca. Convocaba Cortes con dos Cámaras (Próceres y Procuradores). La Corona no renunciaba a su soberanía; las Cortes solo podían legislar a propuesta del monarca. El sufragio era censitario y muy minoritario; no se mencionaban los derechos de los ciudadanos.

Constitución de 1837

De carácter progresista, recuperaba algunos aspectos de la Constitución de 1812, pero buscaba el consenso entre progresistas y moderados. La soberanía se atribuía conjuntamente a las Cortes y al rey. El Parlamento se dividía en dos cámaras: Congreso de los Diputados y Senado. El sufragio censitario seguía siendo minoritario, limitado a los grandes contribuyentes. Incluía una declaración de derechos y creaba la Milicia Nacional.

Constitución de 1845

Se basaba en el liberalismo más conservador. Establecía la soberanía compartida (rey y Cortes), el sufragio censitario muy reducido y la supresión de la Milicia Nacional. El Senado pasaba a ser elegido por designación real entre las oligarquías. El Ejecutivo estaba en manos de la reina, y el Legislativo lo compartía con las Cortes. Se recogía una declaración de derechos, pero no se desarrollaban. El apoyo al pretendiente Carlos se debía a su tradicionalismo foral, con apoyo del bajo clero local. En Aragón y Cataluña, se vio como una oportunidad para recuperar los derechos forales perdidos tras la Guerra de Sucesión (Decretos de Nueva Planta). El carlismo defendía la religión, el absolutismo monárquico, el foralismo y los privilegios del Antiguo Régimen, rechazando las reformas liberales.

Sus apoyos sociales fueron el clero, aunque la jerarquía eclesiástica se mantuvo ambigua; el campesinado pobre; gran parte de la nobleza, y sectores de las clases medias defensoras de los fueros.