La palabra Renacimiento tiene un significado explícito, que representa el renovado interés del periodo en la cultura de la antigüedad clásica. El Renacimiento italiano es conocido por sus logros culturales, tanto literarios y filosóficos como artísticos.
Diferenciamos dos etapas: el Quattrocento (S. XV) y el Cinquecento (S. XVI).
Dentro del siglo XVI cabe distinguir entre Renacimiento pleno (primer tercio de siglo) y Manierismo (a partir de 1530).
Aunque vuelven a la antigüedad clásica (pues sienten nostalgia de la grandeza italiana en aquella época), no rompen por ello con la tradición cristiana. Otro movimiento que convive con los ya mencionados en el Renacimiento es el movimiento Laico. Esto se hace patente en los temas más comúnmente tratados en el periodo; por ejemplo, la antigüedad clásica se ve reflejada en temas mitológicos (Botticelli con *La Primavera*); el cristianismo en representación de obras religiosas (Fra Angélico con *La Anunciación*) y el movimiento laico en obras paganas, así como *El Matrimonio Urbino* de Piero della Francesca.
Contexto Político
Pasando a analizar el contexto político del Renacimiento, cabe destacar que Italia estaba dividida en ciudades república que rivalizaban por el poder y mostraban sus beneficios orgullosamente invirtiendo en arte.
Contexto Socioeconómico
En cuanto al contexto socioeconómico, podemos decir que las grandes familias como los Medici o los Pazzi son banqueros adinerados, y la burguesía urbana y mercantil de las ciudades Italianas y Flamencas pasan a desempeñar un papel de mecenazgo, pues invertían en arte para crear una imagen de riqueza y rivalizan por la calidad de su arte, que como consecuencia dota a la obra de importancia en sí misma y hace que el artista pase de ser un simple artesano a desempeñar un papel intelectual. También se establece cierto elitismo, que exige una previa formación para crear o entender el arte.
Mentalidad y cultura: desarrollo del humanismo, caracterizado por el individualismo, racionalismo, antropocentrismo (humanización de lo divino y divinización de lo humano). Estas características van ligadas a la recuperación de la cultura clásica (nunca desaparecida de Italia), por su identificación con estos valores. Influencia de la filosofía neoplatónica.
El Renacimiento es, pues, la vuelta a la naturaleza, renovación, y búsqueda de nuevas técnicas para plasmar con mayor fidelidad y realidad, y negación de todo lo anterior (Gótico y Románico).
El Quattrocento en Florencia
En la ciudad de Florencia, cuna del Renacimiento, empieza la etapa del Quattrocento; éste sirve de vehículo al orgullo ciudadano (importancia burguesía) que se plasma en grandes proyectos, para los que se convocan concursos (cúpula, puertas del Baptisterio). Identificación de la ciudad con la figura de David (el pequeño pastor que derrota a un gigante).
El Cinquecento en Roma
Si Florencia había sido la ciudad del Quattrocento italiano, Roma será la del Cinquecento; a lo largo del s. XVI la capital artística de Italia va a trasladarse de Florencia a Roma, principalmente por la influencia del Papado, el cual se convertirá en gran protector de los artistas y contratante de obras artísticas. En este momento se produce un enorme desarrollo del espíritu religioso, por lo que el Cinquecento tendrá que adaptarse a esto, la mayoría de las obras serán encargos destinados a la decoración de edificios religiosos.
El Cinquecento se diferencia del Quattrocento en su preferencia por el efecto de masas y por la monumentalidad de sus líneas constructivas, abandonando las ricas decoraciones del siglo anterior.
Contexto Político del Cinquecento
Políticamente fue un periodo de constantes luchas por el poder, cambios dinásticos, guerras e invasiones extranjeras. Las Guerras de Italia desgastaron enormemente al territorio Italiano, el cual era disputa entre grandes potencias extranjeras, Francia y España. Un pacto en Granada en 1500 había repartido el Reino de Nápoles entre Francia y España. El país fue fácilmente ocupado en la Guerra de Nápoles (1501-1504) tras el desgaste acusado durante la primera guerra. Sin embargo, discrepancias posteriores desembocaron en una guerra en la que Gonzalo Fernández de Córdoba expulsó del país a los franceses en 1504 tras vencerles en batallas como Seminara y Ceriñola. Y posteriormente con el Tratado de Lyon, Nápoles se uniría ya definitivamente en la Corona de Aragón.
Años más tarde las guerras se seguían sucediendo, Francisco I se convirtió en rey de Francia y Carlos I en rey de España. Ambos, se enfrentaron por el título de emperador, desembocando en la Guerra Italiana de 1521-1526. Esta guerra acabó por colocar a España como principal potencia en la Península Itálica.
Este control de Italia por una potencia extranjera fue al mismo tiempo una fuente de arte y cultura y un foco para los sentimientos antiespañoles. Los intercambios culturales fueron bidireccionales: la culta Italia, depositaria de los tesoros de la Antigüedad Clásica era un lugar de aprendizaje para los artistas del naciente Siglo de Oro español. Artistas de la talla del pintor Diego Velázquez o los escritores Francisco de Quevedo y Miguel de Cervantes peregrinaron en sus comienzos a Italia a aprender de los artistas del Renacimiento Italiano. Otros muchos, como Lope de Vega muestran en su obra la huella del arte renacentista italiano.