Historia de España: Desde la Restauración Absolutista hasta la Dictadura de Primo de Rivera
RESTAURACIÓN ABSOLUTISTA (1814-1820) El retorno de Fernando VII se produjo en marzo de 1814, después de la firma del Tratado de Valençay. Este regreso de “el Deseado” se produjo en medio de un entusiasmo popular, como si el retorno del monarca solucionase los problemas que la guerra había provocado, pero lo primero que se produjo fue un enfrentamiento entre las Cortes y el Rey. El Rey retrasó su llegada a Madrid (donde debía jurar la Constitución) y desde Francia se dirigió a Barcelona y luego a Valencia. Un grupo de 69 diputados de ideología absolutista publicó “el Manifiesto de los Persas” (abril 1814) solicitando al monarca la restauración del absolutismo. El monarca también contó con el apoyo de sectores importantes del ejército y de la Iglesia. Fernando VII abolió la Constitución de 1812 y toda la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, restableciéndose el poder absoluto de la antigua monarquía. Su entrada en Madrid el 14 de mayo de 1814, en medio del clamor popular, fue seguida de una durísima represión contra el liberalismo. Disolvió las Cortes, persiguió a los liberales, ejecutó a sus principales líderes, restableció los Consejos y la Inquisición, devolviendo los bienes al clero y permitiendo el regreso de la orden de los Jesuitas. Mientras, en la conocida como Europa de la Restauración, se estaba constituyendo el Congreso de Viena (septiembre 1814-junio 1815) que otorgaba respaldo internacional a Fernando VII como monarca absoluto. Frente a este absolutismo radical de Fernando VII, envuelto en una situación de estancamiento de la industria, expansión de la agricultura y pérdida de privilegios de la mesta, el movimiento liberal persistió en las ciudades donde la burguesía (comerciantes, industriales y profesionales) actuaban desde la clandestinidad, formando sociedades secretas (masonería) que conspiraban para derribarlo. Hubo múltiples pronunciamientos militares liberales para restaurar la Constitución como los del general Espoz y Mina (septiembre 1814), del general Porlier (1815), del General Lacy (1817), coronel Vidal (1819) todos fracasados y reprimidos duramente.
EL TRIENIO LIBERAL (1820-1823)
De los pronunciamientos militares solamente tuvo éxito el protagonizado por el coronel Rafael Riego que se sublevó en Cádiz. En enero de 1820, Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución y se inició el segundo periodo de su reinado. El gobierno liberal restableció gran parte de las reformas de Cádiz: la supresión de señoríos jurisdiccionales y mayorazgos, de los gremios, de las aduanas interiores, desamortizaciones de tierras de monasterios, libertad de creación de industrias, abolición de la Inquisición, restablecimiento de las libertades políticas y de los ayuntamientos constitucionales, modernización de la política y la administración bajo los principios de la racionalidad y la igualdad. Crearon la Milicia Nacional, cuerpo de voluntarios de clases medias urbanas para garantizar el orden y defender las reformas constitucionales.
Las reformas suscitaron la oposición de la monarquía que veía reducido su poder. La nobleza y la Iglesia animaron las revueltas sobre todo de parte del campesinado que se sintió más pobre e indefenso al romperse los vínculos señoriales y encontrarse sin tierras que cultivar o con arrendamientos que no podían pagar. Las grandes dificultades dieron lugar a enfrentamientos entre los propios liberales que se dividieron. Un sector, los moderados o doceañistas (Argüelles, Martínez de la Rosa…) eran partidarios de reformas con prudencia e intentar no enemistarse con el rey y la nobleza. Por otro lado, los exaltados o progresistas (Riego) planteaban la necesidad de acelerar las reformas y del enfrentamiento, confiando en el apoyo de los liberales de las ciudades, parte del ejército, los intelectuales y la prensa.
La situación internacional no era partidaria del liberalismo, y en el Congreso de Verona de 1822 se acordó la intervención en España de un ejército francés para restaurar a Fernando VII en sus legítimos privilegios y poder absoluto. En abril de 1823 la invasión de un ejército “los Cien Mil Hijos de San Luis” restauró el absolutismo.
3. LA DÉCADA OMINOSA (1823-1833)
Con la restauración del absolutismo, vuelve la dura represión y el exilio de los liberales. No se restableció la Inquisición y se realizaron reformas hacendísticas ante las dificultades económicas (se intentó sanear la Hacienda, confeccionando un presupuesto estatal, se reglamentó un Código de Comercio, y se fundó el Banco de San Fernando – origen del futuro Banco de España). La crisis de las colonias americanas finalizó después de la batalla de Ayacucho 1824. España se retiró de los últimos territorios leales en Perú, perdiendo todas las antiguas posesiones de su imperio a excepción de Cuba y Puerto Rico, y de las islas Filipinas y las Marianas en el Pacífico.
El régimen tuvo una doble oposición, la de liberales, con pronunciamientos fallidos como el general Torrijos que fue ejecutado, y la represión que llevó al cadalso a María Pineda por bordar en una bandera nacional la palabra “Libertad” y la de “ultrarrealistas” o intransigentes dentro de los absolutistas que se agrupó en torno a Carlos María Isidro de Borbón (hermano del rey Fernando VII) En 1830 la enfermedad del rey planteó el problema sucesorio. Por la ley vigente, la Ley Sálica, las mujeres no podían reinar en España. En marzo de 1830 Fernando VII ante la posibilidad de que la reina Mª Cristina de Borbón (su cuarta esposa), embarazada diera a luz una niña, publicó la Pragmática Sanción, otorgándole validez jurídica para que pudiese gobernar. El 29 de septiembre de 1833 murió Fernando VII siendo su hija proclamada reina como Isabel II bajo la regencia de la Reina Gobernadora Mª Cristina. Ésta contó con el apoyo de los sectores liberales, que vieron en la Regente una posibilidad de instaurar el régimen liberal.
La Guerra del Francés en España tuvo lugar entre mayo de 1808 y abril de 1814. El conflicto estalló después de que el pueblo se alzara contra el ejército francés que había ocupado España después de las abdicaciones de Bayona, para impedir que la familia Real dejara Madrid y pensando que Fernando VII estaba secuestrado en Bayona. La revuelta del Motín de Aranjuez, aplastada por el general Murat, provocó una revolución en toda España, principalmente en Cataluña, Aragón, Andalucía, Castilla y Galicia. Los alzamientos fueron controlados por Juntas de defensa organizadas por clérigos, nobles y militares que declararon la guerra a Napoleón y pidieron ayuda a Gran Bretaña. La guerra se desarrolló en varias fases en las que ambos bandos tuvieron sucesivamente la iniciativa, y se destacó por el surgimiento del fenómeno de las guerrillas. Los primeros éxitos de las fuerzas españolas se produjeron en la frontera del Río Ebro, en la primavera y el verano de 1808, con la batalla del Bruch, la resistencia de Zaragoza y Valencia y, en particular, la victoria de Bailén, que provocaron la evacuación de Portugal y retirada francesa al norte del Ebro. Este hecho provocó en el otoño de 1808 la entrada del propio Napoleón en España al mando de 250.000 soldados. Esta etapa se caracterizó por el protagonismo de ejércitos regulares aliados dirigidos por el duque de Wellington que provocaron el desgaste progresivo de las fuerzas francesas. La retirada de efectivos con destino a la campaña de Rusia fue aprovechada por los aliados para retomar la iniciativa obteniendo una gran victoria en la Batalla de Arapiles (22 de julio de 1812) contrarrestando la ofensiva francesa. Poco después avanzaron a lo largo de 1813 hasta Pirineos, derrotando a los franceses en las batallas de Vitoria (21 de junio) y San Marcial (31 de agosto). El tratado de Valençay (11 de diciembre) restauró a Fernando VII y dejaba a España libre de la presencia extranjera, pero no evitó la invasión del territorio francés, siendo la batalla de Toulouse (10 de abril de 1814), el último enfrentamiento de la guerra. Las Islas Baleares quedaron fuera del escenario bélico. Ello provocó que en aquellos momentos, la capital del archipiélago se convirtiera en refugio de muchos peninsulares y también de algunos extranjeros que escapaban del vendaval napoleónico. Hacia el año diez, Palma ya había acogido a unos 40.000 nuevos habitantes, cuando allá por el 1800 había soportado una población que apenas sobrepasaba las 30.000 personas. De esta manera, fueron llegando a la isla fabricantes, artistas, miembros del clero, pequeños industriales, desertores y fugitivos, y señoras sin recursos. La isla de Cabrera sirvió de prisión para 18.000 franceses que pasaron en algún momento por la isla entre 1809 y 1814, tan solo entre 3.000 y 4.000 consiguieron sobrevivir a aquel pedazo de tierra convertido en prisión natural.
La Guerra del Francés (1808-1814). Concepte. Els aspectes polítics: les Cort de Cadis i la Constitució de 1812. La Guerra del Francés en España tuvo lugar entre mayo de 1808 y abril de 1814. El conflicto estalló después de que el pueblo se alzara contra el ejército francés que había ocupado España después de las abdicaciones de Bayona, para impedir que la familia Real dejara Madrid y pensando que Fernando VII estaba secuestrado en Bayona. La revuelta, aplastada por el general Murat, provocó una revolución en toda España, principalmente en Cataluña, Aragón, Andalucía, Castilla y Galicia. Los alzamientos fueron controlados por Juntas de defensa organizadas por clérigos, nobles y militares que declararon la guerra a Napoleón y pidieron ayuda a Gran Bretaña. El estallido de la guerra generó un gran vacío de poder y para llenarlo se crearon las juntas provinciales, lideradas por los ciudadanos más prestigiosos que asumieron las soberanía en nombre del rey. En 1808 se constituyó en Aranjuez la Junta Central Suprema liderada por gente de prestigio como Jovellanos y el Conde de Floridablanca que asumió el liderazgo del máximo órgano gubernativo. En 1810, esta Junta Central, reunida en Cádiz creó una regencia colectiva, un gobierno provisional que pese a estar formado por conservadores, se encontraba presionado por el ambiente liberal e ilustrado de toda la burguesía intelectual e ilustrada refugiada en Cádiz. Tras una consulta a los sectores e instituciones más relevantes del país y ante los rumores de posibles revueltas en América lideradas por poderes locales, la regencia se decidió a convocar las Cortes de 1810 con un juramento de sus diputados fundamentado en la defensa de la integridad del país. Las Cortes de Cádiz estuvieron formadas por representantes de todos los estamentos pese a que de la alta nobleza y alto clero, por motivos de la guerra, no hubo mucha representación. Predominaron las clases medias intelectuales, eclesiásticos, abogados, funcionarios, catedráticos, y miembros de las burguesías industrial y comercial. Durante todo el periodo de las Cortes llegó a haber 300 diputados. Desde un principio, las Cortes se constituyeron en Asamblea Constituyente asumiendo la soberanía nacional. Pese a que las Cortes tenían una clara tendencia hacia una revolución liberal, surgieron dos grandes tendencias.
- Los liberales. Partidarios de grandes reformas representados por personajes como Argüelles, Calatrava o el Conde de Toreno.
- Los absolutistas. Partidarios del viejo orden absolutista, liderados por Blas de Ostolza o Pedro Iguanzo entre otros.
La principal acción legislativa de las Cortes se dirigió a desmontar las bases del Antiguo Régimen:
- Libertad de expresión.
- Anulación del régimen feudal.
- Abolición de los señoríos jurisdiccionales, derogación de los gremios, desamortización de las tierras comunales y de los jesuitas, derogación de los privilegios de la Mesta y abolición de la inquisición. Esta última medida provocó la ruptura con la jerarquía eclesiástica.
- Reorganización territorial y nueva división provincial.
El 19 de marzo de 1812, los diputados aprobaron la Constitución de Cádiz, la primera en la historia de España, la “pepa”. Las principales características de la nueva constitución fueron:
- Reconocer que España era un estado unitario.
- Mismos derechos para todos los españoles por encima de los diferentes reinos antiguos
- Mismos derechos individuales y colectivos
- Burocracia centralizada
- Fiscalidad común
- Ejército nacional
- Mercado libre de aduanas interiores
- Sistema unicameral
- Sufragio universal masculino
- Soberanía nacional
El Sexenni Democratic (1868-1874)
1. La revolución de 1868 y el gobierno provisional (1868-1870)
El 19 de septiembre de 1868, el Almirante Topete, jefe de la Armada, junto con Prim y Serrano se sublevó en Cádiz bajo el lema “Viva España con honra”. La revolución triunfo y ante esta situación, Isabel Il partió hacia el exilio rumbo Francia en lo que significaba un éxito sin precedentes para el liberalismo en España, inaugurando un nuevo periodo, el Sexenio democrático (1868-1874). Inicialmente se creó un gobierno provisional formado por Unión Liberal y progresistas que enseguida convocaron Cortes Constituyentes con sufragio universal masculino con el objetivo de crear una nueva Constitución. La nueva Constitución aprobada en 1869 recogía el principio de Soberanía Nacional, división de poderes, derecho a reunión y asociación, libertad de culto y sufragio universal para mayores de 25 años. Así mismo se establecían unas cortes bicamerales (El rey reina, pero no gobierna) con delegación del poder ejecutivo en el gobierno. España era una Monarquía constitucional pero sin rey así que empezó la búsqueda de monarca mientras la regencia caía en el general Serrano con Prim como responsable del Gobierno. Durante esta etapa de gobierno provisional volvió a estallar el problema colonial en Cuba y Puerto Rico. En 1868, bajo el lema de “Viva Cuba Libre” estallaba la insurrección en Cuba. Así mismo volvió a resurgir el movimiento carlista de la mano de Don Carlos, nieto de Carlos María Isidro de Borbón. Finalmente, una serie de movilizaciones republicano-federales por toda España acabaron de complicar la situación.
2. La monarquía de Amadeo de Saboya (1870-1873)
Gestionado directamente por el general Prim y con presión de las logias masónicas, se consiguió que el Duque de Aosta, Amadeo de la casa de Saboya) aceptara la corona española. Su reinado fue breve debido a todas la dificultades que encontró. Tres días antes de su llegada, Prim fue tiroteado. El asesinato de Prim dejó al rey sin valedor y dividió al progresismo. El Carlismo resurgió con fuerza, surgió un movimiento de alfonsinos promovido por Cánovas del Castillo y el republicanismo federalista ganó terreno. Tras numerosas elecciones y gobiernos fallidos, Amadeo abdicó el 11 de febrero de 1873.
3. La I República
Tras la abdicación de Amadeo de Saboya, el Congreso y Senado constituidos en Asamblea Nacional, proclamaron la República. En primer lugar la Asamblea designó a Estanislao Figueras como Presidente de una república unitaria. Debía convocar Cortes y se enfrentó al problema de hacienda, la guerra Carlista en Navarra y País Vasco, el problema de Cuba y un ejército conservador. Pese a todo, en pocos meses se pusieron en marcha algunas medidas como la Amnistía, la abolición de a esclavitud en Puerto Rico y la supresión de las quintas. Las elecciones a Cortes dieron la victoria a los republicanos federalistas que proclamaron una República Democrática Federal con Pi i Margall como Presidente, Un modelo con 17 Estados entre los que figuraban Cuba y Puerto Rico. Pronto aparecieron discrepancias entre los que pretendían hacerlo de manera progresiva buscando primero el orden social encabezados por Pi i Margall (Transigentes) y los que pretendían empezar de manera inmediata desde abajo (Intransigentes). Entre el debate de modelo federalista estalló la sublevación cantonal de Cartagena con otras aspiraciones federales. Pi i Margall al no lograr el consenso de modelo y ante la revolución cantonal dimitió y le sucedió Salmerón. Salmerón lo primero que hizo fue restablecer militarmente el orden, reprimiendo también las revoluciones obreras, especialmente la de Alcoy. Salmerón dimitió al no querer firmar las sentencias de muerte resultado de la represión de los levantamientos y le sucedió el catedrático Emilio Castelar. Castelar se limitó a restablecer el orden ante la revolución cantonal, la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba. Esta política conservadora y virada hacia la derecha fue contestada por los republicanistas intransigentes de izquierdas cuyo movimiento no llegó a cuajar porque entre el 2 y 3 de enero de 1874, él general Pavía, junto con la Guardia Civil, dio un golpe de Estado que puso fin a la República.
La Restauración borbónica (1875-1923), período iniciado con el restablecimiento de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII después de la inestabilidad revolucionaria del Sexenio democrático, significó la implantación de un nuevo sistema político que reimplantó el liberalismo doctrinario y devolvió al poder a la burguesía conservadora y latifundista, La intención era construir y consolidar un estado políticamente estable y conservador, capaz de defender y garantizar los intereses de los propietarios y de los distintos grupos económicos que dominaban el Estado. El régimen de la Restauración aportó una importante estabilidad a la vida política española: pacificación del carlismo, cese del golpismo militar, larga vigencia de la constitución de 1876 y el sistema de turismo ideado por Cánovas del Castillo.
La Restauración se divide en dos grandes etapas:
- Desde 1874 hasta 1898, etapa de consolidación del sistema, con la alternancia de gobiernos conservadores y liberales.
- Desde 1898 hasta 1931, etapa de crisis del sistema, coincidiendo con el reinado de Alfonso XIII (1902-1931).
El sistema canovista se basaba en la existencia de dos grandes partidos, el Partido Conservador y el Partido Liberal, llamados partidos dinásticos, que se volvían en el poder (turno pacífico), a la forma inglesa, El funcionamiento del sistema estaba manipulado por la práctica del caciquismo y el fraude electoral, para garantizar el turno, De esta forma tan poco democrática, se garantizaba el poder en uno de los dos partidos leales a la monarquía y todas las demás fuerzas políticas del país permanecían al margen de este juego político. Cánovas configuró un sistema político a semejanza del parlamentarismo británico con dos partidos políticos que se alternan en el poder, constituyendo lo que se conoce como “el turno pacífico”, práctica que dominó la vida política de los gobiernos de la Restauración La idea fundamental del sistema canovista se basaba en la existencia de una “constitución histórica” de la Nación: creación histórica, obra de Dios y con un destino propio que debían determinar y construir los hombres que la componían. Suponía, por tanto, la soberanía conjunta de las instituciones tradicionales Rey y Cortes. Los partidos oficiales debían aceptar este principio de legalidad constitucional. Los dos 5 grandes partidos de la Restauración fueron el Partido Liberal-Conservador y el Partido Liberal Fusionista, conocidos como “conservadores” y “liberales” respectivamentellS trataba de partidos de notables, es decir, de la reunión de varios líderes políticos Con sus respectivas clientelas, sus órganos de prensa y sus apoyos locales, cada uno liderando una facción Si un partido perdía la unidad interna mientras estaba en el gobierno, el rey podía quitarle su confianza y llamar a la oposición para que formara nuevo gobierno y convocara las elecciones, mediante lo que se conocía como “decreto de disolución”. El Partido Conservador se organizó en torno a su líder indiscutible, Cánovas del Castillo, que aglutinó a su lado al antiguo Partido Moderado ya la Unión Libera. El partido Liberal-Fusionista surgió más tarde, ya que las facciones que debían componerlo estaban desorganizadas tras el fracaso del Sexenio. Se consolidó en 1881, cuando accedieron al poder bajo la dirección de Sagasta, su líder en el último cuarto de siglo. Su programa fundamental era desarrollar los derechos reconocidos en la Constitución de 1869. En el fusionismo se dieron cita los distintos partidos monárquicos del Sexenio: constitucionalistas, radicales y algunos republicanos moderados. El turnismo pacífico entre los partidos dinásticos suponía la sistemática manipulación electoral mediante diversos mecanismos. Periódicamente, y de forma pactada, el rey encargaba la formación de un nuevo gobierno al partido al que tocaba gobernar. Éste, desde el Ministerio de Gobernación, confeccionaba el encasillado o lista de diputados que debían salir elegidos en cada distrito, reservando siempre algunos escaños a la oposición dinástica. El encasillado se entregaba a los gobernadores civiles para que le impusieran a la provincia ya los ayuntamientos mediante el cacique local (caciquismo).
Restauración 2:Con este objetivo se manipulaba el censo de electores, se coaccionaba el voto y, si ésto no era suficiente, se cambiaban las actas de resultados (tupinada). Las listas de diputados estaban formadas por miembros de la alta burguesía y la aristocracia, que constituían una oligarquía que monopolizaba los cargos político-administrativos y los escaños de Las Cortes. En numerosas ocasiones se presentaban como candidatos a diputados personas que no tenían relación alguna con el distrito al que, en teoría, representaban (cunerismo).Las nuevas Cortes aprobaron, en 1876, una nueva Constitución inspirada en el pensamiento de Cánovas de Castillo que pretendía crear un sistema estable válido para cualquier partido que llegara al poder y aceptara las reglas básicas del sistemá La soberanía residía en las cortes con el rey. Este se reservaba amplias atribuciones, incluida la de suspender o disolver las Cortes y designar al presidente del gobierno y los ministros, Las Cortes constaban de dos cámaras: el Congreso (no se establecía el tipo de sufragio por la elección de los representantes) y el Senado, integrado por senadores vitalicios nombrados por la Corona, y otros elegidos por las corporaciones del Estado y los principales contribuyentes. Recogía una importante declaración de derechos (imprenta, reunión, asociación, petición). Se restringía la libertad de culto a una simple tolerancia y se declaraba que la religión católica era la del Estado. El Estado se organizaba de forma centralista. Se controlaban los ayuntamientos en las poblaciones de más de 30.000 habitantes, los alcaldes eran nombrados por el rey. Se establecía la unidad de códigos y la igualdad jurídica de los españoles, quedando abólidos los fueros de las Provincias Vascas, estableciendo la igualdad fiscal y de servicio militar para todos. De esta forma se creó un sistema parlamentario liberal con un funcionamiento escasamente democrático. L’Estat liberal d’lsabel II (1833-1868).Durante el gobierno de Isabel II se crearon dos tendencias políticas, moderados y progresistas. Para entenderlas hay que tener en cuenta dos factores. Ambas ideologías provienen de la tendencia liberal que se consolidó con la muerte de Fernando VII Y oponiéndose frontalmente al absolutismo más radical y al Carlismo. Los partidos políticos no eran grupos compactos y homogéneos, si no agrupaciones de personas entorno a un líder, civil noble o militar, unidos por Moderados y por intereses económicos o personales. Socialmente, el grupo de los moderados estaba formado por terratenientes, comerciantes e intelectuales conservadores junto con algunos miembros de nobleza, clero y altos mandos militares, mientras que los progresistas estaban formados por la pequeña y mediana burguesía, escalas bajas de los oficiales del ejército y las clases populares urbanas. Ideológicamente, los moderados eran partidarios de un sufragio censitario en función de la riqueza de la persona, anteponían la autoridad y el orden social a la libertad individual, defendían la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona y un Estado confesional otorgándole más peso social a la Iglesia. Sus lideres más destacados fueron Ramón María Narváez y Francisco Bravo Murillo. En 1854 se formó un partido político nuevo, Unión Liberal, presentándose como opción de centro al recoger algunos de los sectores más moderados del progresismo. Por otro lado, los progresistas proponían una Soberanía Nacional con más peso de las Cortes y una mayor cantidad de derechos individuales y limitando influencia social de la Iglesia, proponiendo una reforma agraria para acabar con la propiedad vinculada-privada. Sus líderes más destacados fueron Juan Alvarez de Mendizabal, Baldomero Espartero y Juan Prim. En 1849 hubo una escisión entre los progresistas, dando lugar a los Demócratas y a los Republicanos. Los Demócratas apostaban por una Soberanía popular con Sufragio Universal Masculino, libertad de imprenta y libertad de culto pero reconociendo un papel predominante de la Iglesia Católica. Los Republicanos defendían la República como única opción verdaderamente democrática con elección de cargos públicos y amplios derechos sociales. Las etapas del Reinado de Isabel II se caracterizaron por tres momentos de Gobierno distintos: La Década Moderada (1844-1854), El Bienio Progresista (1854-1856) y el fin y descomposición del Sistema Isabelino (1856-1868). En la descomposición del Sistema Isabelino, los gobiernos unionistas caracterizados por la vuelta al parlamentarismo y la política exterior activa y, más tarde, los gobiernos moderados con el retorno de Narváez al poder y el retorno del gobierno autoritario propiciaron diversos pronunciamientos como el de los Sargentos en San Gil.
El regnat d’Alfons XIII (1902-1923): El regeneracionisme i el reformisme dinastic (Maura i Canalejas), l’impacte de la Gran Guerra i la crisi final del sistema (1917- 1923). El reinado de Alfonso XIII comprende un largo periodo de la Historia de España que dejó atrás las políticas canovistas y que tras la pérdida de las colonias de ultramar y la crisis del 98 tuvo que hacer frente a las insuficiencias del sistema de la Restauración. Una de las consecuencias de la pérdida de las colonias de ultramar fue la aparición de una conciencia de crisis nacional, reflejada a través de la obra de escritores como Unamuno o Baroja que constituyeron la conocida generación del 98. En el ámbito político y educativo surgió una corriente que proponía una reforma y modernización del sistema, fue el regeneracionismo. Dentro del plano educativo, el regeneracionismo tuvo su origen en la filosofía Krausista fundamentada en la libertad de conciencia y en la Institución de Libre Enseñanza fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos. En respuesta a la precaria situación de las escuelas rurales, provinciales y al alto índice de analfabetismo frente a la independencia de la gestión educativa de centros educativos propiedad de órdenes religiosas, El ILE proponía una educación basada en el espíritu crítico, la libertad ideológica y el fomento de la cultura sin discriminación de sexos. Como consecuencia de esta corriente se creó en 1900 el Ministerio de Instrucción Pública. En respuesta a la demanda de las clases medias y la burguesía democrática, el ILE promovió la integración de las mujeres en todos los niveles educativos en las mismas condiciones que los varones. En 1909 se creó la Escuela Mixta Superior de Magisterio que permitió a las mujeres acceder a estudios universitarios. Algunos de los intelectuales regeneracionistas más destacados fueron Valentín Almirall, Joaquín Costa o Santiago Ramón y Cajal. En el plano político, el regeneracionismo fue de carácter reformista y dominó toda la época de reinado de Alfonso XIII. Tras diversos gobiernos conservadores sucedidos entre 1902 y 1905 y liberales entre 1905 y 1907 llegó una renovación de los principales partidos, liberal y conservador. Con la muerte de Cánovas, llegó un cambio en el partido conservador de la mano de Francisco Silvela, opuesto al sistema Canovista que intentó aunar sin éxito, las corrientes regeneracionistas dentro del partido. El auténtico protagonista del movimiento conservador fue Antonio Maura, antiguo liberal, católico practicante, enemigo del caciquismo que lideró un movimiento para regenerar la democracia en España. Bajo uno de sus mandatos (1907-1909) presentó un programa revisionista que pretendía sanear la Administración local, dar más autonomía a los municipios y acabar con el caciquismo y el centralismo. En lo que se refiere a la política colonial, Maura tuvo que hacer frente a los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona tras la decisión de enviar a Melilla desde Barcelona a soldados que habían pasado a la reserva para hacer frente a la agresión sufrida por parte de los Rifeños a los empleados que trabajaban en la construcción del ferrocarril de la Compañía de Minas del Rif. Socialistas y anarquistas convocaron una huelga general que acabó con una dura represión por parte del gobierno que, entre otros, acabó con la vida del intelectual Francesc Ferrer y Guardia. Por otro lado, el partido liberal tuvo como personaje más destacado a José Canalejas. En sus años de mandato, tras los gobiernos liberales de Montero Ríos y Moret, tuvo que hacer frente al problema de Marruecos, la separación Iglesia-Estado (Ley del Candado 1910) , el catalanismo y el auge del obrerismo. El estallido de la I Guerra Mundial en 1914 desencadenó una serie de crisis en España que se consideran el inicio del fin del sistema de la Restauración que empezó en 1875. Se publicó el Decreto de Neutralidad y no intervención al que el liberal Romanones, Presidente del Consejo de Ministros se opuso. La Guerra y la neutralidad de España tuvo varias consecuencias: dividió y enfrentó a los españoles, generó una alteración económica y una profunda transformación de la moral. Las izquierdas se manifestaron como aliadófilas y las derechas germanófilas.
La sociedad entró en un profundo desorden moral. Los negocios derivados de la neutralidad enriquecieron a unos y hundieron a la mayoría. Aumentó la carestía de vida por falta de suministros y eso aumentó todavía más las diferencias entre clases.Los negocios derivados de la neutralidad enriquecieron a unos y hundieron a la mayoría. Aumentó la carestía de vida por falta de suministros y eso aumentó todavía más las diferencias entre clases. Fruto de todo lo anterior, estalló una crisis en 1917 con tres revoluciones simultáneas, militar (Mentalidad sindicalista de las Juntas de Defensa), burguesa (Asamblea de Parlamentarios de 1917 en donde la burguesía hizo una revolución contra el sistema político) y del proletariado (Huelga general de diciembre de 1917). Todos estos acontecimientos fueron el inicio de la descomposición del sistema que se agravó con la ineficacia de los gobiernos de concentración (23 gobiernos entre 1917 y 1923), la petición de un Estatuto de Autonomía por parte del gobierno catalán, la crisis económica y el anarcosindicalismo liderado por la CNT (Huelga de la empresa eléctrica la Canadiense en 1919), la creación del Partido Comunista en 1921 y el desastre de Anual dentro del conflicto con Marruecos. El 13 de diciembre de 1923 Primo de Rivera dio un golpe de Estado en Barcelona que fue abiertamente apoyado por Alfonso XIII. La crisis de 1898: la guerra de Cuba (1895-98) i les seves consecuencias. A principios del siglo XIX, las colonias de ultramar que le quedaban a España eran las Filipinas, Cuba, Puerto Rico y algunas pequeñas islas en el pacífico. La política arancelaria impuesta por el gobierno español convertía a las islas en mercados cautivos. Debido a los elevados precios de los productos españoles, especialmente el trigo castellano y los tejidos catalanes, la legislación española dificultó la exportación hacia Europa o Estados Unidos. A nivel político, los colonos recibían un trato colonial y no tenían ningún derecho a enviar representantes a las Cortes españolas, ni a las instituciones propias. Con la Paz de Zanjón (1878), se pactaron medidas destinadas a facilitar la autonomía cubana, la abolición de la esclavitud y la presencia de diputados cubanos en el Parlamento español, creando así el Partido Liberal Cubano. La mayoría de los políticos españoles no eran partidarios de conceder autonomía a Cuba. Durante el gobierno de Cánovas, España introdujo en Cuba un impuesto a la importación de productos no procedentes de España, lo que incomodó a EE. UU. Se iniciaron entonces una serie de levantamientos en Cuba apoyados por EE.UU. que nacieron a partir de la insurrección de Baire liderada por José Martí, fundador del partido revolucionario cubano. España, a través del general Martínez Campos, trató de poner fin al conflicto mediante el diálogo, pero fracasó, por lo que el general Weyler fue enviado a Cuba para plantear un cambio de estrategia. Trazó una excelente maniobra que consistía en dividir la isla en pequeños campos de concentración para mejorar el control militar. Rodeados por el ejército español, los cubanos empezaron a pasar hambre y sufrir epidemias. Ante esta situación, Estados Unidos amenazó con declarar la guerra si no cesaba el hostigamiento militar. Poco después se produciría el estallido del buque de guerra Maine, lo cual significó el comienzo de la guerra. Los españoles fueron derrotados en Manila, que cayó en manos del enemigo. En la retirada de efectivos españoles de Canarias a Puerto Rico, cuando pararon a aprovisionarse en Cuba, fueron destrozados por los estadounidenses, provocando unos 50000 muertos. La derrota significó la firma del Tratado de París, donde España renunciaba a Cuba, que junto con Puerto Rico y Filipinas pasaron a ser de Estados Unidos. Entre las consecuencias encontramos el surgimiento del regeneracionismo (movimiento ideológico que pretendía renovar la política española, creando una nueva época libre de corrupción). También surgió la Generación del 98, un movimiento cultural e intelectual profundamente afectado por la crisis moral, política y social desencadenada en España por la derrota de Cuba y la pérdida del resto de colonias de ultramar. A nivel demográfico se calcula que las guerras de 1895-1898 costaron en conjunto unas 230.000 muertes. Comenzaron las protestas y se fue extendiendo la amargura entre las familias pobres cuyos hijos habían sido enviados a la guerra por no poder pagar las quintas. Finalmente, a nivel económico, la derrota supuso la pérdida de los ingresos procedentes de las colonias, así como de los mercados privilegiados que éstas suponían y de las mercancías que, como el azúcar, el cacao o el café, deberían comprarse en el futuro a precios internacionales.
La Segona República (1931-36): breu definició. Explica el bienni reformista (1931-33). Con la llegada de la II República, el 14 de abril de 1931, se inaugura un periodo de carácter democrático y reformista llamado a acabar con la vieja España caciquil. Pese a todo, la ll República se encontró con diversos problemas que dificultaron su andadura. El primer problema empezó en Barcelona cuando el líder catalanista Francesc Macià proclamó la república catalana dentro de una federación de repúblicas ibéricas. El anticlericalismo del estado trasladado a las masas populares generó un ámbito de tensión con la Iglesia, materializado en la quema de varios conventos en mayo de 1931. El malestar del ejército ante la reforma que pretendía el gobierno unido a la pujante conflictividad social incentivada por grupos radicales, cierran la lista de problemas a los que se enfrentó este nuevo periodo de la historia de España. 1. Bienio reformista (1931-1933). Durante el primer bienio de la Il República, bajo la presidencia de Niceto Alcalá Zamora y con Manuel Azaña al frente del gobierno, se produjeron reformas de hondo calado que apuntaban hacia una modernización social, política y económica de España. La reforma educativa: El convencimiento del gobierno por un cambio en el sistema educativo, inició un proceso de secularización orientado hacia una enseñanza progresista. En este sentido, algunas de las medidas que adoptó el gobierno, como la disolución de la Compañía de Jesús solo contribuyeron a crispar la relación entre la opinión católica y el gobierno republicano. A lo largo de dos años se crearon cerca de 10.000 escuelas primarias, se aumentó el sueldo de los maestros y se reformaron los planes de estudio para prepararlo mejor. La finalidad principal era reducir el 44% de analfabetismo que había en esos momentos entre la población. La reforma militar: La situación del ejército a principios de 1931 era precaria. La excesiva cantidad de mandos (Unos 22.000 oficiales), la poca formación de los soldados y material anticuado y la voluntad de reducir el peso de los altos mandos africanistas llevaron al gobierno a ofrecer una jubilación anticipada con sueldo íntegro con el objetivo de reducir la oficialidad. El cierre de la Academia General de Zaragoza dirigida por Franco y la supresión de la ley de jurisdicciones de 1906 molestaron a amplios sectores del ejército. El 10 de agosto de 1932 en Sevilla, el general Sanjurjo llevó a cabo un intento de golpe contra la república que fracasó al no tener el apoyo suficiente. Las consecuencias fueron la destitución de cientos de militares, el cierre de varios periódicos conservadores y la sentencia a muerte de Sanjurjo, que finalmente fue condonada por cadena perpetua. Así mismo se creó la guardia de asalto en detrimento de la guardia civil. La reforma agraria: En aras de una distribución más justa de la propiedad se llevó a cabo una ley de reforma agraria encaminada a una redistribución más justa de la propiedad. Este proyecto de reforma chocó con la resistencia de los latifundistas y de los partidos de derecha y centro. La ley de Bases de Reforma Agraria se acabó aprobando el 9 de septiembre de 1932. La lenta aplicación y la burocracia solo permitió en dos años el acceso a la propiedad a unas 12.000 familias. Las leyes laborales : Bajo la dirección del ministro Largo Caballero, se emprendieron diversas reformas como la extensión al campo de la jornada laboral de ocho horas la prolongación de los contratos de arrendamiento de tierras o el decreto de Términos Municipales obligando al uso de braceros en las tierras donde estuviesen braceros en paro. Otros aspectos: los estatutos, la coyuntura económica y la conflictividad social: El 9 de septiembre de 1932 se aprobó el Estatuto de Cataluña con muy poco consenso en el congreso pero muy aplaudido en Cataluña. En el País Vasco la situación fue distinta. Pese a todo, Nacionalistas y tradicionalistas sacaron adelante el 1931 el Estatuto de Estella que nunca llegó a progresar.
Bienio reformista 2: A nivel económico, España seguía en un retraso importante respecto a otros países europeos, cuya relación se limitaba a la exportación de minerales y productos agrícolas. La brutal crisis mundial después del crack del 29 afectó con una caída de exportaciones que frenaría la mecanización de la industria. El paro creció hasta los 650.000 desempleados. Se implantó una reforma fiscal que introdujo el impuesto sobre la renta y se reformó el Banco de España. La política reformista de gobierno siempre estuvo condicionada por la exigencia revolucionaria de algunos sectores, lo que llevó a una constante conflictividad y a la consecuente polarización de obreros, patronos y de la sociedad en general. En este sentido, los sindicatos anarquistas liderados por a CNT eran partidarios de la acción directa que derivaban en numerosos desórdenes públicos y que obligaban a Azaña a actuar debilitando su autoridad. El más grave fue el de Casas Viejas. En la localidad gaditana, el 12 de febrero de 1933, jornaleros anarquistas proclamaron el comunismo libertario y sitiaron el cuartel de la Guardia Civil, obligando a actuar a la guardia de asalto.
La II República. Bienio Reformista (1931-1936) Intro de la anterior
1. Bienio Radical Cedista (1933-1936)
El suceso acabó con el fusilamiento de 14 campesinos y echó en contra de Azaña a toda la opinión pública. La izquierda proletaria recelaba cada día más del gobierno de la república. Este hecho, unido a que la parte más radical de la CNT (FAl) se hizo con el control del sindicato y que se produjo una reacción de la derecha que en 1933 fundó la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) bajo el liderazgo de José María Gil Robles. Dentro de la derecha, fuera de la CEDA quedaba el partido Radical republicano de Lerroux, los ultramonárquicos liderados por Calvo Sotelo, algunos carlistas y la Falange española liderada por José Antonio Primo de Rivera. La continua presión de la derecha, las alteraciones de orden público y las disensiones del gobierno con los socialistas acabaron con la destitución de Azaña y la convocatoria de elecciones para Noviembre de 1933 en donde las mujeres concurrían por primera vez a las urnas. La izquierda concurrió más separada que nunca y la derecha obtuvo un triunfo indiscutible junto con el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux que fue el encargado, por parte de Alcalá Zamora, de formar gobierno. Dicho gobierno se encargó de deshacer toda la obra reformadora del primer bienio: se devolvió la actividad docente a la iglesia y cobro de dinero público (presupuesto del culto y el clero), se le devolvió protagonismo al ejército, se indultó a Sanjurjo y se paralizó la ley de reforma agraria. El ascenso del nacismo en Alemania aumentaba y los temores y rumores asociaban en España este movimiento a la CEDA. El PSOE, convencido de que Gil Robles estaba decidido a acabar con la Il República, desde la primavera de 1934 se decidió a tomar el poder por la fuerza rompiendo con las normas democráticas de la república conllevando la definitiva polarización política de país. En octubre, la CEDA se negó a seguir apoyando un gobierno en el que no tenía representación y exigió tener tres ministros. La reacción de PSOE y UGT fue convocar una huelga general revolucionaria que acabó en insurrección popular en regiones como Asturias, Cataluña y País Vasco. En Cataluña, Lluís Companys rompió con el gobierno central y proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El general Batet declaró el Estado de Guerra. La Generalitat se rindió dejando en 10 horas 46 muertos. El bienio concluyó con las elecciones generales de febrero de 1936, que llevaron al poder a un nuevo gobierno de coalición de izquierda conocido como el Frente Popular.
La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) En la primavera de 1923 ya había conspiraciones desde dos movimientos distintos, pero ambos con el objetivo de derrocar al Gobierno liberal: el primero vinculado a las Juntas de Defensa de Barcelona, que querían disolver Cortes; y el segundo centrado en Madrid, cuyo objetivo era recoger las aspiraciones del ejército de África. Primo de Rivera se convirtió en enlace entre ambos grupos. Dio un golpe de Estado en Barcelona el 13 de septiembre de 1923. Alfonso XIII apoyó al general sublevado, a quien confió la tarea de formar gobierno. De este modo, España se convirtió en un régimen autoritario. La Dictadura contó con el apoyo de la burguesía, grupo que quería frenar los movimientos más radicales de los sindicatos y la clase obrera y con el partido socialista que de esta manera se distanciaba de los grupos Anarcosindicalistas y comunistas. La primera etapa del gobierno de Primo de Rivera fue el directorio militar (1923-1925) inaugurado con el Real decreto de 1923, presidido por Primo de Rivera, quien reunía en su persona todas las facultades del gobierno. En consecuencia, toda la administración quedó en manos del ejército. Durante el Directorio militar se suspendieron las garantías constitucionales, disolvió las cortes, se suspendió la Constitución y se creó la Unión Patriótica. Respecto a Marruecos, debido a nuevos ataques a las posesiones españolas en 1924 y una conversación con franco y el general Sanjurjo, Primo de Rivera proporcionó los recursos necesarios para finalizar el conflicto. Así, en una maniobra de coalición con Francia, se preparó el desembarcó en Alhucemas en septiembre de 1925. Tras varias batallas, Abd el-Krim se entregó a las autoridades francesas. El éxito fortaleció la imagen y políticas de Primo de Rivera antes la sociedad y la opinión pública. A finales de 1925, se creó el directorio civil que destacó por la entrada de civiles en el gobierno, destacando las figuras de Calvo Sotelo o el Conde de Guadalhorce. Durante este periodo mantuvo aún en suspenso los preceptos constitucionales y se legisló por decreto. Para perpetuarse en el poder, Primo de Rivera creó en 1927 la Asamblea Consultiva Nacional. El régimen propició la industrialización, mejoró la agricultura, incrementó el comercio exterior, desarrolló proyectos de obras y servicios públicos y realizó una reforma fiscal. Cabe mencionar el expediente Picasso, el desastre de Annual relacionado con el general Melilla y el abandono de posiciones. La caída de la dictadura se produjo por diversos motivos entre los que destacan la cuestión del catalanismo provocada por la persecución de la lengua catalana, la intervención del gobierno en la elección de la junta del colegio de abogados y la prohibición del catalán en los actos litúrgicos y ámbito administrativo. En el movimiento obrero hubo un cambio de tendencia y en 1927 se creó la Federación Anarquista Ibérica (FAI). El PSOE se distanció de la dictadura y empezó a pensar en unas futuras elecciones con la vista puesta en la posible llegada de una segunda república. También se sucedieron diversas revueltas universitarias provocadas, entre otras cosas, por la clausura del Ateneo, la destitución de Unamuno y la reforma universitaria. Además, empezó a haber descontento militar, ya que el dictador era favorable a los militares destacados en Marruecos. También hubo un ataque contra el cuerpo de artillería que precipitó la caída del régimen. En junio de 1926 fracasó una conspiración conocida como la “sanjuanada”. Finalmente, en enero de 1930, el rey aceptó la dimisión de Primo de Rivera y encargó a Dámaso Berenguer la formación de un nuevo gobierno que ha pasado a la historia como la “dictablanda”. El Pacto de San Sebastián (agosto de 1930) reunió a tres principales fuerzas para impulsar el cambio hacia la república: Constitucionalistas, monárquicos descontentos que se inclinaban hacia el republicanismo. Republicanos históricos. El Partido Socialista. El 12 de abril de 1931, las elecciones municipales, organizadas en un clima de limpieza e incertidumbre, se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. Aunque hubo más concejales monárquicos, la victoria republicana en las ciudades marcó el destino de Alfonso XIII.