La Dictadura Franquista (1939-1975): Evolución Política, Economía y Sociedad

Fundamentos Ideológicos y Apoyos Sociales del Régimen Franquista

Tras la victoria, los franquistas se enfrentaron al arduo problema de la construcción del Nuevo Estado y de una paz sin reconciliación nacional. Decenas de miles de fusilados, 270.000 detenidos, batallones de castigo, 300.000 exiliados (entre ellos, los principales intelectuales, científicos, escritores, artistas y profesores) y 7.000 maestros presos, demuestran que los rebeldes triunfantes no pretendían construir una nueva España con los españoles, sino asegurarse el poder y el control total mediante el terror y el exterminio sistemático de sus adversarios.

La victoria permitió al bloque tradicionalmente dominante la reconquista del poder político, económico y el control social: oligarquías terratenientes y financieras, grandes industriales y comerciantes, el ejército, la Iglesia y la población sometida a su influencia, fueron las bases sociales que apoyaron al franquismo desde sus inicios hasta el final. Todos ellos se encuadraron en el llamado Movimiento Nacional bajo la jefatura suprema del Caudillo (quien, según los estatutos de la Falange, respondía sólo ante Dios y ante la Historia).

Esta amalgama de clases dominantes tradicionales, partido único y jefe supremo dibuja el modelo que los vencedores querían para España: un modelo de fascismo rural y católico que toma de Alemania e Italia muchos de sus ritos, lenguajes y símbolos. La promulgación del Fuero del Trabajo en marzo de 1938 sentaba ya las bases de un Estado Corporativo al estilo de la Italia fascista, donde los sindicatos verticales debían jugar un papel de vertebración social fundamental.

En esta primera etapa, el franquismo adopta los puntos programáticos de Falange con toda su parafernalia y simbología (himnos, saludo brazo en alto, el yugo y las flechas, etc.) y ensalza al jefe carismático, como en el caso de Hitler y de Mussolini. Era la época en que los franquistas aún pensaban en el triunfo nazi en la guerra mundial. Pero desde 1942, la guerra da un giro a favor de los aliados, defensores de la democracia liberal, lo que impulsó un cambio significativo en el régimen español.

Esta segunda etapa se caracteriza por la “desfalangización”, y se inaugura con la promulgación de la Ley de Constitución de las Cortes (7-VII-42), que imitaba los sistemas parlamentarios democráticos sin menoscabar el poder total del dictador. En septiembre del mismo 1942, el filogermano Serrano Suñer es destituido de sus cargos. El triunfo aliado en 1945 provocó nuevos cambios de fachada del régimen con el fin de hacerlo más digerible a los aliados. Se aprobaron leyes fundamentales que, como el Fuero de los Españoles, la Ley Municipal o la Ley de Referéndum, pretendían aparentar que el franquismo evolucionaba hacia fórmulas democráticas (sin conseguir con ello engañar a nadie).

En realidad, el Nuevo Estado era la condensación de los intereses de las viejas clases dominantes, con el Ejército y la Iglesia Católica como aliados fundamentales. La dictadura militar fue totalmente arropada por la Iglesia católica desde sus inicios (Pastoral colectiva de los obispos convirtiendo una rebelión militar en guerra santa, en santa Cruzada para salvar la fe, justificando así todos los crímenes; actitud de Pío XII, entusiasmado con la victoria franquista). Algunos autores califican esta etapa de nacional-catolicismo. La Asociación Nacional de Propagandistas Católicos, dirigida por el Cardenal Herrera Oria (un ultra que venía apoyando soluciones violentas desde hacía años), y otras asociaciones del mismo tenor nutrieron al franquismo de sus cuadros dirigentes, especialmente desde 1945.

Todo ello sin menoscabo de la persistente y sistemática persecución de los “rojos” y de sus familias, amigos y allegados (Ley de Responsabilidades Políticas de 1939; Ley de Represión de la Masonería y del Comunismo de 1940, Ley de la Seguridad del Estado de 1941…). La policía política y la Guardia Civil, tristemente célebres por sus crímenes y torturas, y los tribunales especiales siguieron sembrando el terror en España.

A partir de 1951, con el Régimen ya consolidado, se inicia una nueva etapa caracterizada por la aceptación internacional, la superación de lo más duro de la posguerra, el inicio de la recuperación económica y el resurgir de nuevas fuerzas sociales. La sustitución de falangistas por católicos conservadores culmina en los años 1957-1959 con el ascenso al gobierno de los llamados tecnócratas del Opus Dei (Navarro Rubio, Ullastres, López Rodó), que fueron protagonistas de una nueva etapa política: la modernización económica, la apertura al exterior y el desarrollismo sin tocar los intereses de las clases dominantes ni el poder omnímodo del dictador.

En los años sesenta, en pleno avance económico, el Régimen trató de adaptar sus estructuras a la nueva situación mediante señuelos liberalizadores, como el que llevó adelante el ministro franquista Fraga Iribarne con la Ley de Prensa o el intento de abrir algo los sindicatos verticales, tarea en la que fracasó Solís Ruiz (Ley Sindical). En los años setenta, España era muy diferente a la de 1939, con una sociedad dinámica que cada vez aceptaba menos la dictadura y exigía (pagando con sangre y con cárcel: miles de detenidos, torturados y encarcelados por el Tribunal de Orden Público, numerosos muertos y heridos por la policía en las manifestaciones…) los derechos y libertades fundamentales negados. Una crecida oposición política y sindical, liderada especialmente por el PCE y CCOO, ponía cerco a una dictadura que sólo sabía reaccionar con brutalidad a las demandas de libertad. Aunque la suerte ya estaba echada, hubo que esperar a la muerte del dictador para que sus seguidores se vieran acorralados y España recuperara la libertad.

Evolución Política y Coyuntura Exterior del Franquismo

La historia del franquismo pone de relieve que el régimen político surgido de la guerra civil fue evolucionando a lo largo del tiempo, adaptándose, mediante una serie de leyes fundamentales y un proceso de institucionalización, tanto a las circunstancias internacionales como a la evolución de la sociedad española. Se pueden distinguir las siguientes etapas:

  1. 1939-1951: Surgimiento y Organización del Nuevo Estado. Caracterizada por la política económica autárquica, el aislamiento internacional y el mantenimiento de un clima social de guerra civil. Leyes fundamentales de esta etapa:
    • Fuero del Trabajo (9-III-38)
    • Ley de Cortes y del Consejo Nacional del Movimiento (17-VII-42)
    • Fuero de los Españoles (17-VII-45)
    • Ley de Referéndum (22-X-45)
    • Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado (6-VII-47)
  2. 1951-1959: Consolidación del Régimen e Integración Internacional. Abandono paulatino de la autarquía económica. Se promulga la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento Nacional (17-V-58).
  3. 1959-1973: Desarrollo Económico y Transformaciones Sociales. Industrialización acelerada, emigración, éxodo rural y auge del turismo. Se promulga la Ley Orgánica del Estado (14-XII-66).
  4. 1973-1975: Descomposición del Régimen. Crisis económica internacional, desarrollo de la oposición democrática y surgimiento de alternativas políticas.

Tras la muerte del dictador, se inicia la Transición Democrática, que culminará con la aprobación de la Constitución de 1978.

Transformaciones Económicas y Sociales: De la Autarquía al Desarrollismo

La evolución económica y social de la España franquista se divide en tres etapas:

  • Autarquía (hasta 1959): La situación económica era catastrófica tras la guerra civil. La política de autarquía y el intervencionismo estatal generaron resultados negativos. El hambre alimentaba un mercado negro. En política industrial, se creó el Instituto Nacional de Industria (INI) en 1941. El balance económico fue negativo, con una reducción de la renta per cápita.
  • Estabilización (hasta 1963): El modelo de autarquía se muestra inviable. Desde 1951, se inicia un cambio para estabilizar la economía. Se producen acuerdos con el Vaticano y Estados Unidos en 1953, y España ingresa en la ONU en 1955 y en la OECE en 1958. El Plan de Estabilización de 1959, con reformas monetarias y fiscales, sienta las bases para el desarrollo económico, pero con un fuerte coste social.
  • Desarrollismo (hasta 1975): Se implementan los Planes de Desarrollo, con una planificación indicativa. Hubo un fuerte crecimiento económico basado en la industrialización y la modernización agrícola, pero de forma desequilibrada territorial y socialmente. Las divisas de los emigrantes y el turismo financiaron el desarrollo.

Cambios Sociales y Culturales durante el Franquismo

En los primeros años de la posguerra, hubo un retorno al campo y un decrecimiento de la población urbana e industrial. El sector agrario volvió a ser mayoritario. El éxodo rural se reavivó en los años cuarenta, provocando chabolismo y miseria. Militares, falangistas y nacional-católicos, con la Iglesia a la cabeza, formaban las élites.

El crecimiento económico posterior propició transformaciones sociales: impulso a la urbanización, crecimiento de la clase obrera, surgimiento de una clase media y de una intelectualidad democrática. La crisis económica de 1973 agudizó las contradicciones internas y fortaleció a la oposición.

La Oposición al Régimen Franquista

La verdadera oposición al franquismo estuvo encabezada por el Partido Comunista de España (PCE), que organizó la guerrilla del Maquis. El PSOE y los republicanos organizaron la Alianza Nacional. El anticomunismo impidió la unidad de acción. El PCE ganó influencia, como se demostró en las huelgas de 1951.

1956 marca un hito: las movilizaciones estudiantiles y obreras potenciaron al PCE. Surgieron grupos como el FLP y el Partido Socialista del Interior. También aparecieron grupos de oposición cristiano-demócratas. En el ámbito sindical, destacaron las luchas obreras dirigidas por CCOO. Los nacionalismos catalán y vasco también actuaron como oposición. En los años sesenta surge ETA, que utiliza la lucha armada y el terrorismo. Una de sus acciones más significativas fue el asesinato del Presidente del Gobierno, almirante Carrero Blanco, en diciembre de 1973.

En los años finales, el PCE organizó la Junta Democrática y el PSOE la Plataforma Democrática, que preconizaban una ruptura democrática. El acuerdo entre ambas organizaciones (la “platajunta”) evidenció la fuerza de la oposición. Tras la muerte de Franco, el gobierno de Juan Carlos I, presidido por Adolfo Suárez, impulsó la Transición a la Democracia.