La Década Moderada (1843-1854)
Tras la caída de Espartero en 1843, las Cortes adelantan la mayoría de edad de la Reina Isabel II, iniciándose una década de gobiernos moderados con el total apoyo de la reina. Los progresistas, excluidos del juego político, optaron por el retraimiento (negándose a participar en elecciones manipuladas) o por la preparación de pronunciamientos apoyados por insurrecciones populares. Los moderados reprimieron cualquier levantamiento progresista, desarmaron la Milicia Nacional (sustituyéndola por la Guardia Civil) y restauraron la Ley de Ayuntamientos de 1840.
Las nuevas Cortes, resultantes de unas elecciones con abrumadora mayoría moderada, situaron al general Narváez al frente del gobierno. Narváez sentó las bases del nuevo estado liberal moderado, basándose en:
- Limitar las libertades propuestas por los liberales.
- Afianzar el poder de la Corona.
- Organizar una administración centralista.
- Combinar reformas políticas con medidas represivas, predominando el orden y la autoridad.
- Apoyar el nuevo estado moderado en la burguesía terrateniente.
La Constitución de 1845
La Constitución de 1845, sancionada por la reina el 23 de mayo de 1845, aunque presentada como una reforma de la de 1837, era en realidad un texto nuevo, claramente moderado, que excluía cualquier pacto con los progresistas.
Las Reformas Moderadas
La preocupación de los moderados era compatibilizar orden y libertad. Para ello, establecieron un orden público estricto mediante:
- Supresión de la Milicia Nacional.
- Creación de la Guardia Civil como nuevo instrumento de orden.
- Regulación de la libertad de imprenta (decreto de 1845), suprimiendo el jurado que sancionaba los delitos de opinión y controlando la prensa desde el gobierno.
- Aprobación de la Ley de Administración Local de 1845, que suponía el control municipal por parte del gobierno central.
- Ley Electoral de 1846: Aprobó un sufragio censitario muy restrictivo (menos del 1% de la población). Solo tenían derecho a voto los mayores contribuyentes.
- Firma del Concordato con la Santa Sede (1851): Buscaba mejorar las relaciones con la Iglesia, deterioradas desde la desamortización y la abolición del diezmo (lo que provocó el rechazo del liberalismo y el apoyo a los carlistas). Se suspendió la desamortización de los bienes eclesiásticos y el Estado se comprometió a mantener a la Iglesia española, restablecer las órdenes regulares y conceder a la Iglesia amplias competencias en materia de educación.
Con este acuerdo, el gobierno moderado consiguió la aprobación de Roma para que los bienes desamortizados quedaran en manos de sus propietarios.
El Bienio Progresista (1854-1856)
El sistema moderado entró en crisis debido a sus propios vicios: el reforzamiento de la Corona y el poder ejecutivo en detrimento de las Cortes, y la existencia de grupos de presión que buscaban el favor de la Reina o del gobierno. Además, el carlismo continuó siendo una fuerza de oposición, revitalizándose los levantamientos carlistas entre 1848 y 1849, siendo el más importante el de Cataluña.
La Unión Liberal y el Retorno del Moderantismo (1856-1868)
La crisis del gobierno progresista se produjo en julio de 1856, manifestándose con una gran inestabilidad social, con conflictos en el campo y en la ciudad, y la irrupción del movimiento obrero en la escena política del país.
O’Donnell, nombrado líder de la Unión Liberal y presidente del gobierno en julio de 1856, inició un proceso de revisión de la labor del Bienio, que finalmente trajo la vuelta de Narváez y los moderados al poder en octubre de 1856. Se volvió al régimen moderado de la Constitución de 1845.
Tras un periodo de dos años con Narváez y los moderados, O’Donnell y la Unión Liberal volvieron al poder en 1858. Esta época estuvo marcada por la euforia económica y por el intervencionismo exterior. O’Donnell intentó buscar un equilibrio político combinando elementos del moderantismo con algunas propuestas progresistas, como la limitación de los poderes de la Corona y la aceptación de la desamortización civil.
Entre 1863 y 1868, Narváez y los moderados volvieron al frente del ejecutivo. Narváez gobernó con una política muy conservadora, autoritaria, represiva de las libertades y al margen de las Cortes y de todos los grupos políticos.