Romanticismo y Realismo en la Literatura Española: Tendencias, Autores y Obras Clave

Romanticismo: Primera Mitad del Siglo XIX

El Romanticismo se desarrolló en la primera mitad del siglo XIX, con tendencias y etapas bien definidas.

Tendencias

Se distinguen dos tendencias principales:

  • Románticos Liberales Exaltados: Consideran que la burguesía ha frustrado las ilusiones ilustradas y exaltan la libertad individual y los derechos de los pueblos (Lord Byron, Victor Hugo y Espronceda).
  • Románticos Tradicionales: Rechazan el mundo burgués y propugnan el retorno a los valores tradicionales (Hermanos Schlegel, Novalis, Walter Scott, Zorrilla y el Duque de Rivas).

Etapas

  • Prerromanticismo: Último tercio del siglo XVIII en Alemania e Inglaterra. A principios del siglo XIX, el Romanticismo se impone a la Ilustración. En España, por causas políticas (represión absolutista) y sociales (escasa burguesía), triunfa plenamente a partir de 1833. Neoclásicos como Meléndez Valdés, Cienfuegos, Quintana, Blanco White y Alberto Lista ya mostraban cierta actitud romántica. Estos conviven con la primera generación o avanzada romántica (Rivas, Martínez de la Rosa).
  • Apogeo del Romanticismo: En 1833, al morir Fernando VII, regresan los exiliados a España, empapados de los nuevos ideales románticos progresistas. A la ya moderada avanzada romántica se suma el entusiasmo de los jóvenes de la generación de los románticos exaltados; pero algunos mueren pronto (Larra, Espronceda) y otros se tornan conservadores (Zorrilla).
  • Supervivencia del Romanticismo: Hacia 1840, la estética del Realismo se implanta en Europa. En España, en la década de 1850, empiezan a surgir rasgos realistas, que se impondrán a partir de la Revolución de 1868. Los posrománticos o generación de los románticos rezagados se vuelven más intimistas (Bécquer, Rosalía de Castro).

Características del Romanticismo

El Romanticismo es un movimiento ideológico, literario y artístico, pero también una actitud vital, una forma de ser y estar en el mundo, marcada por el anhelo de libertad y el conflicto con sus límites.

Caracteriza a los románticos su amor por la libertad, la ruptura de los límites en su afán de infinitud, el subjetivismo, lo irracional, el sentimiento de la naturaleza y la conformación de una identidad (la propia, la social, la nacional).

Libertad Vital

Potencia el individualismo y el subjetivismo: el romántico, en su afán por romper sus límites, entra en conflicto consigo mismo, con el mundo y con el destino.

  • El yo ansía lo absoluto, la infinitud; por ello, se sirve del espíritu irracional para romper los límites de lo racional y lo real. Pero las limitaciones y desengaños del yo generan una desazón vital: a veces es un simple tedium vitae, pero otras veces conlleva la atracción por el suicidio.
  • El conflicto con el mundo convierte al romántico en rebelde. Sus anhelos de felicidad y libertad se oponen a las normas de un mundo mezquino y una libertad limitadora. De ahí su predilección por marginados, piratas, templarios, mendigos…
  • El héroe romántico sucumbe en su lucha contra el destino (como en Don Álvaro o la fuerza del sino), no sin identificarse a veces con el satanismo (El estudiante de Salamanca, de Espronceda) o el titanismo (Prometeo liberado, de Shelley, rebeldía ante todo lo humano y lo divino).

La lucha contra los límites del yo y del destino desemboca en dos posturas:

  • La acción, en un intento por cambiar el mundo (Lord Byron murió en la campaña por la independencia de Grecia, Espronceda luchó en las barricadas revolucionarias de París en 1830 y en los intentos por destronar a Fernando VII).
  • La evasión, ante una vida y un mundo insatisfactorios, tanto en el espacio (orientalismo, con su lujo y sensualidad, los lugares exóticos, irreales), como en el tiempo (la Edad Media, el Siglo de Oro) o en el viaje sin retorno (a mundos de ultratumba o el suicidio literario -Werther- o real -Larra-). O el refugio en un cierto misticismo religioso.

Libertad Estética

La libertad y la naturaleza dictan el arte, no las normas neoclásicas. La libertad rompe los moldes y da alas a la creatividad, a la fantasía, a lo irracional. El “espíritu creador” libre de las ataduras de la razón universal, alcanza lo sublime o cae en lo cursi.

  • Se rechazan las reglas. Los géneros diluyen sus límites; se mezcla prosa con verso, la belleza canónica con la belleza terrible (incluso el feísmo), lo serio con lo grotesco, lo grandilocuente con lo intimista, el lenguaje elevado con el vulgar, lo épico con lo trivial.
  • Se niega la imitatio, se busca la originalidad. Si las obras neoclásicas eran racionalmente estructuradas, las románticas son muchas veces fragmentarias, inacabadas, producto del arrebato del genio.
  • Frente a la contención neoclásica, el romántico tiende a la desmesura expresiva, a veces con un recargamiento retórico excesivo. Predominan el léxico valorativo, connotativo; los campos semánticos de las emociones, los sentimientos, la muerte y la ilusión; las exclamaciones, las interrogaciones y las suspensiones; los arcaísmos y cultismos, los términos castizos. Se busca un nuevo lenguaje simbólico para expresar lo inefable.

El Sentimiento de la Naturaleza

Se adapta al estado anímico. Suele tratarse de una naturaleza salvaje, ambientada en lugares recónditos (desolados yermos, ruinas melancólicas, jardines y cementerios solitarios, altas montañas, bosques misteriosos, torrentes, tormentas, el mar embravecido). O se acopla la naturaleza plácida a la paz interior. Predomina lo nocturno (frente a la “luz” ilustrada) que propicia lo sobrenatural (fantasmas) y lo macabro (cadáveres). Los elementos se tornan símbolos: los astros, las flores…

El Nacionalismo y la Valoración de la Historia

Los románticos, en contraste con el universalismo ilustrado, buscan lo identitario y lo diferencial: identidad en una nación, una lengua, una historia nacional real o legendaria; en el folclore, las tradiciones, las costumbres y los tipos nacionales (reflejados literariamente en el costumbrismo). En esta línea se inscriben los movimientos reivindicativos de las lenguas y culturas postergadas, como la Renaixença en Cataluña y el Rexurdimento en Galicia.

Poesía Romántica

La libertad romántica se manifiesta en la versificación: se recuperan formas métricas (el romance, la octava real, la silva…) se innova mezclando estrofas y metros en un mismo poema (polimetría); se potencia la musicalidad del verso con nuevos ritmos acentuales, poemas polirrítmicos, escalas métricas, rimas agudas… Los poetas se sirven de un lenguaje connotativo y simbólico. Crean la poesía moderna. Podemos distinguir dos modalidades: poesía narrativa y poesía lírica.

  • La poesía narrativa: Trata asuntos histórico-legendarios o exóticos (orientalismo), sin dejar de lado el lirismo. Entre los grandes poemas narrativos, históricos o basados en leyendas, destacamos El moro expósito (1834), del Duque de Rivas; o los poemas simbólicos El diablo mundo (1841) y El estudiante de Salamanca (1840), ambos de Espronceda. En los poemas narrativos breves predomina el romance, como en los romances históricos (1841), del Duque de Rivas; o las leyendas populares o históricas, como las de José Zorrilla (“Margarita la tornera”, “A buen juez, mejor testigo”, entre otras).
  • La poesía lírica: Está impregnada de subjetivismo y sentimentalismo. Predominan los temas íntimos, como el amor (en anhelo por lo absoluto, el desengaño), la naturaleza, el sentido de la vida, la soledad, la desazón vital, la religiosidad… Pero también los temas grandiosos, como la lucha por la libertad o el amor patrio. La naturaleza aparece “animada” (se adapta al estado de ánimo del yo lírico) y sus elementos adquieren muchas veces cierta carga simbólica.

Dejando al margen la poca representativa lírica de la avanzada romántica (desde 1770 hasta 1840, periodo en que conviven los neoclásicos prerrománticos -Cienfuegos, Quintana, Lista- con la primera generación romántica, poetas aún de formación neoclásica, como el Duque de Rivas o Martínez de la Rosa), debemos distinguir entre:

  • Líricos propiamente románticos (entre 1840 y 1850) que -como es propio del romanticismo exaltado- componen una poesía exaltada y en exceso retórica. Destacan Arriola, Pastor Díaz, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado y Gil y Carrasco. Pero sobresale Espronceda, célebre por “La canción del pirata”, “A la muerte de Torrijos”, “A Jarifa en una orgía”… muestras de su espíritu rebelde, luchador y desencantado.
  • Líricos posrománticos o románticos rezagados: La poesía se torna más intimista y esencial, influida por el alemán Heine, y con un estilo más natural y sencillo (en consonancia con el realismo ya imperante). Destacan Bécquer y Rosalía de Castro.

Gustavo Adolfo Bécquer

Poeta más influyente del siglo XIX, gracias a sus Rimas. Perdido el manuscrito original, Bécquer reescribió de memoria los poemas en un cuaderno titulado Libro de los gorriones. Muerto el poeta, sus amigos publicaron en 1871 las Rimas, pero con una ordenación distinta que responde a esta estructura temática: 1) Rimas I-XI; 2) Rimas XII-XXIX: el amor; 3) Rimas XXX-LI: el desengaño; 4) Rimas LII-LXXVI: la desazón vital y el pesimismo existencial.

Las Rimas son algo más que una “historia de amor”, son expresión de las inquietudes esenciales del ser humano. Son poemas breves en su mayoría, que combinan endecasílabos y heptasílabos (en asonancia alternamente como silva arromanzada) con uso del pie quebrado. Su estilo es sencillo, más natural, menos recargado retóricamente que el de los románticos exaltados; son frecuentes los paralelismos, las anáforas, los hipérbatos expresivos; la historia es mínima, y la sugerencia, máxima. Es perceptible la influencia de los Lieder y de los poemas de Heine.

Las Leyendas becquerianas, en prosa, presentan claros rasgos románticos (la fantasía, el misterio, la noche, el anhelo amoroso, la ambientación medieval, la naturaleza animada…)

Rosalía de Castro

Participa de esa sencillez y desnudez retórica en su poemario En las orillas del Sar (1884) que aúna, en un tono íntimo y doliente, las preocupaciones esenciales de la vida con las de su tierra gallega. En gallego escribió libros como Follas novas (1880) donde su tono intimista tampoco deja de lado la denuncia social. Fue precursora del Rexurdimento gallego.

Prosa Romántica

Dos vertientes principales: la novela y los cuadros de costumbres.

  • La novela: Cobra un gran auge debido al desarrollo de una burguesía ávida de novedades. Se prefiere la novela histórica, con asuntos históricos y legendarios ambientados en la Edad Media. Esa evocación se suele hacer desde una postura tradicionalista: un pasado idealizado cuyos nobles valores se oponen a la mezquindad presente. Destaca El señor de Bembibre (1844), de Enrique Gil y Carrasco, donde caídos templarios representan los conflictos románticos contemporáneos. Las novelas históricas de Larra (El doncel de don Enrique el Doliente, 1834) y Espronceda (Sancho Saldaña, 1834) tienen un componente personal y crítico que las hace distintas. En 1845, y bajo la influencia realista, surge la novela social.
  • El cuadro de costumbres: Son “cuadros” satírico-descriptivos, tratados muchas veces de forma hiperbólica y caricaturesca, y con cierto gracejo, que intentan reflejar, más o menos críticamente, la vida cotidiana en lo que tiene de más genuino y autóctono, castizo y tradicional (tipos, costumbres y modos de vida populares, defectos sociales…). Los cuadros de costumbres anticipan la novela realista. Destacan las Escenas matritenses, de Mesonero Romanos, y las Escenas andaluzas de Estébanez Calderón, que ofrecen una visión más pintoresca y folclórica.

Mariano José de Larra

Va más allá del costumbrismo castizo: representa el costumbrismo crítico. Publicó unos 200 artículos en revistas y periódicos diversos con distintos seudónimos (como “El duende satírico del día”…). Sus artículos se suelen agrupar en artículos políticos (contra el absolutismo, el carlismo, la vana politiquería), artículos literarios (sobre la literatura de su época) y artículos de costumbres. Estos, por su perenne actualidad, son los que más nos interesan. Selecciona los defectos de la sociedad española, “el mal español” (la incultura, el atraso secular, las costumbres retrógradas, la pereza, la hipocresía social, la burocracia, etc.) todo aquello que frena el progreso de España se critica ferozmente, pero con ironía y un humor amargo o sarcástico. Sus artículos más conocidos son: “El café”, “El casarse pronto y mal”, “El castellano viejo”… Su estilo es sencillo, pero elaborado (el mejor prosista del romanticismo). Larra escribe no para describir sino para cambiar la sociedad. La mayor parte de los artículos o cuadros costumbristas se publicaron en los periódicos y revistas. El periodismo experimenta durante el siglo XIX un importante desarrollo. En la prensa se publicaron también muchas novelas en forma de folletín (una sección fija en el periódico para las narraciones por entregas o para leyendas, poemas) lo que hizo de la novela un género de masas.

Realismo: Segunda Mitad del Siglo XIX

Surge en Francia y se desarrolla en Europa y América durante la segunda mitad del siglo XIX. Concibe el arte y la literatura como espejos de la realidad contemporánea, de modo que la imagen reflejada permita una visión crítica, pero objetiva. En literatura, entiende que la novela es el género que mejor abarca la complejidad de la realidad.

Características

  • Visión objetiva de la realidad cotidiana, contemporánea al autor: Es necesario documentarse y estudiar objetivamente todos los aspectos de la realidad: la diversidad de personajes (burgueses sobre todo, pero también obreros o seres marginales), sus ambientes (urbanos, pero asimismo rurales), costumbres (a veces de marcado localismo) y conflictos. También se estudia la realidad interior, pero no desde una perspectiva subjetiva, sino analizando los caracteres de los individuos, sus conflictos íntimos, las motivaciones de sus actos… Se origina la gran novela psicológica.
  • Los temas suelen ser los problemas intrínsecos a la burguesía (ideológicos, económicos, amorosos…) o bien las relaciones y conflictos entre esta y las otras clases. Se ha definido la novela realista como la épica de la burguesía.
  • Objetivismo narrativo: El narrador describe la realidad tal como la ve, “fotográficamente”, habitualmente como narrador externo omnisciente en 3ª persona, aprovechándose del estilo indirecto libre o el monólogo interior para “entrar” en los personajes. A veces, el punto de vista narrativo orienta ideológicamente al narrador.
  • Intencionalidad crítica: Se refleja la realidad para criticarla. Si el lector percibe los efectos sociales, puede verse movido a cambiar la sociedad. Se trata de un concepto de la literatura como arte útil y social. Esto conduce a veces a la “novela de tesis”.
  • Un nuevo lenguaje realista: Los excesos retóricos románticos se sustituyen por un lenguaje sobrio, preciso, más sencillo aunque a veces la prolijidad descriptiva es excesiva; el léxico emocional y valorativo se objetiva; los periodos sintácticos se alargan, con abundante subordinación, en extensos párrafos; se intenta reflejar el lenguaje real de los personajes, más coloquial, etc.

Naturalismo

Radicaliza el objetivismo realista en cuanto a los procedimientos de observación y la forma de reflejar la realidad. Se novela documentalmente, en los ambientes más sórdidos, la lucha por la vida, determinada esta por los condicionamientos hereditarios y sociales. Hacia 1870, según el escritor francés Émile Zola, esta nueva corriente literaria se caracteriza por:

  • La novela se considera como un método científico para conocer al ser humano y a la sociedad: Se plasman las teorías experimentales, evolucionistas y genéticas, pero con la intención crítica de la novela social, en algunas ocasiones como novela de tesis.
  • El ser humano es materia animada: Los actos del hombre están determinados por sus necesidades fisiológicas, por su genética, por las leyes evolutivas y por el medio social y natural en que vive (determinismo); no por razones psicológicas.
  • El objetivismo narrativo es más radical y hay un menor detallismo descriptivo (+ documentalista); el argumento es ya secundario, lo importante es hacer una cala en la sociedad y analizarla lingüísticamente, se tiende a la reproducción exacta y fiel del habla, en sus distintos registros, con el habla popular, regional, marginal.

Tendencias dentro del Realismo

  • El realismo progresista: Que describe la sociedad de forma más cruda y con mayor intención crítica. Es el caso de Galdós, Clarín o Emilia Pardo Bazán.
  • El realismo tradicionalista: Que idealiza las costumbres y ambientes, especialmente rurales y regionales como oposición a la degradación urbana burguesa. Tal es el caso de Pereda o Palacio Valdés, y también Valera.

Etapas del Realismo

  • Prerrealismo: Se desarrolla una novela costumbrista durante un periodo de transición del costumbrismo romántico al realismo. Este periodo se abre en 1849 con La gaviota, novela de Fernán Caballero, de ambiente popular andaluz, con personajes pintorescos y de un idealismo y moralidad tradicionalistas.
  • Realismo y Naturalismo: La novela realista no se impone plenamente en España hasta el triunfo definitivo de la burguesía con la Revolución de 1868. La Fontana de Oro (1871) de Galdós, representa la asimilación plena del realismo. Luego se implantarán, aunque más radicalmente que en Francia, las ideas naturalistas, con La desheredada (1881), del propio Galdós, y las obras de Clarín y Emilia Pardo Bazán.

Poesía del Realismo

Se volverá menos retórica y grandilocuente que la del Romanticismo. Ese cambio de tono también se manifiesta en la lírica más natural e intimista de los románticos rezagados (Bécquer y Rosalía). En las postrimerías del siglo XIX ya se vislumbran los rasgos modernistas (Manuel Reina, Salvador Rueda) o la poesía dialectal y rural (Gabriel y Galán, Vicente Medina). La poesía propiamente realista surge como reacción a la actitud romántica ante la vida (lo irracional, lo sentimental, lo subjetivo). Se torna a lo racional y a lo objetivo, a “filosofar” en poesía sobre la realidad (con un tinte irónico y crítico), lo que origina una poesía de tono sentencioso, didáctico y moral. Destacan los siguientes poetas:

  • Ramón de Campoamor: Contrapone a la poesía romántica del sentimiento la poesía del pensamiento. Escribe poemas de tono irónico y de un cierto coloquialismo, prosaicos en el sentido de que no se sirven del “lenguaje preconcebidamente poético”. Sus Doloras, ya de 1846, son como píldoras de filosofía común. En Humoradas (1866-1868) recoge breves poemillas, ocurrencias ingeniosas para burgueses de salón.
  • Gaspar Núñez de Arce: Representa el retoricismo de una poesía política, filosófica y civil (más que social), que defiende los valores burgueses reaccionarios, de carácter a veces narrativo y descriptivo. Su obra más distintiva es Gritos de combate (1875).

Leopoldo Alas, Clarín

Temido y respetado en su época como crítico literario (Clarín, fue uno de sus seudónimos críticos): sin embargo, hoy interesan sus espléndidos cuentos (¡Adiós, Cordera!), sus novelas cortas (Doña Berta, Pipa) y su gran novela La Regenta (1885-1886). Esta obra, cuyo magnífico estilo alterna la objetividad narrativa y la ironía del punto de vista, destaca por el acabado estudio psicológico de sus personajes (en especial Ana -La Regenta- y don Fermín -el Magistral-) y la descripción de la sociedad y los ambientes de Vetusta (trasunto de Oviedo), que representa a la mezquina e hipócrita sociedad española de la época.

El Naturalismo en España

Los postulados de Zola (materialismo excluyente de lo espiritual, determinismos biológico y social…) no fueron asumidos plenamente en España. Clarín se autodenominaba naturalista y Galdós escribió La desheredada (1881) conforme a los principios del movimiento, pero más bien son, todos ellos, escritores realistas con rasgos naturalistas.

  • Emilia Pardo Bazán: Sus artículos recogidos en La cuestión palpitante (1883) introduce teóricamente el Naturalismo en España, pero rechazando la negación de la espiritualidad de Zola. Hay rasgos naturalistas en La tribuna (1882), sobre la vida del proletariado industrial y la emancipación de la mujer; y en las pasiones violentas, determinadas por el ambiente gallego, de los personajes de Los pazos de Ulloa (1886).
  • Vicente Blasco Ibáñez: Algunas de sus novelas contienen muchos elementos naturalistas, por describir crudamente los ambientes (la burguesía, el ruralismo de los huertanos valencianos), la elección de temas, su regionalismo, el uso del lenguaje; especialmente en Arroz y tartana, La barraca y Cañas y barro.

Principales novelistas realistas

  • Pedro Antonio de Alarcón: Autor más costumbrista que realista: El sombrero de tres picos, novela corta; El escándalo.
  • José María de Pereda: Realista “regionalista o rural”, contrapone los valores rurales a la sociedad burguesa urbana: Sotileza, Peñas arriba.
  • Armando Palacio Valdés: Contrapone las virtudes tradicionales a los nuevos valores del progreso burgués: La alegría del capitán Ribot, La aldea perdida.
  • Luis Coloma: En la moralizante Pequeñeces satiriza la época de la Restauración.
  • Benito Pérez Galdós: Escribió más de un centenar de títulos, que se pueden clasificar en dos grupos:
  • Los Episodios nacionales: Novelan, en cinco series de episodios o novelas, nuestra historia nacional -y la intrahistoria, a través de los personajes “de la calle”- durante el siglo XIX: Trafalgar, El dos de mayo, Zaragoza
  • Las novelas largas: Podemos distinguir en este grupo narrativo las siguientes etapas:
    • Novelas españolas de la primera época (años 70): “Novelas de tesis” como Doña Perfecta o Gloria: el enfrentamiento entre las ideas progresistas y reaccionarias, encarnadas en personajes planos, poco complejos. Marianela es folletinesca y algo melodramática.
    • Novelas españolas contemporáneas (años 80): Reflejan la complejidad de la sociedad española de su época. Destacan La desheredada -más naturalista- Tormento, Miau, Tristana. Obra maestra es Fortunata y Jacinta, profunda en la psicología de los personajes y en la descripción de los ambientes. También destacan las 4 novelas de la serie Torquemada.
    • Novelas espirituales: (años 90), que suponen una inmersión de lo espiritual en el mundo realista como en Nazarín y Misericordia.